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475Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483Revista de Investigación ClínicaRevista de Investigación ClínicaRevista de Investigación ClínicaRevista de Investigación ClínicaRevista de Investigación Clínica / Vol. 63, Núm. 5 / Septiembre-Octubre, 2011 / pp 475-483
Versión completa de este artículo disponible en internet: www.imbiomed.com.mx
Asociación entre abuso sexual infantil y
conducta alimentaria de riesgo en una muestra
de adolescentes mexicanas
Claudia Unikel-Santoncini,* Luciana Ramos-Lira,* Francisco Juárez-García*
* Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
ARTÍCULO ORIGINAL
Association of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse and
disordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescents
A B S T R A C TA B S T R A C TA B S T R A C TA B S T R A C TA B S T R A C T
Objective.Objective.Objective.Objective.Objective. To analyze the association between childhood
sexual abuse (CSA) and disordered eating (DE). MaterialMaterialMaterialMaterialMaterial
and methods.and methods.and methods.and methods.and methods. A probabilistic sample of 2,358 female high
school students of public schools in the Estado de Mexico was
used. Results.Results.Results.Results.Results. DE was more prevalent among CSA sufferers
(p ≤ 0.05). Preoccupation with gaining weight, binging and
restrictive behaviors were associated to CSA (p ≤ 0.05). The
probability of DE was 7 times higher when the CSA experience
had not been revealed and 36 times when CSA happened befo-
re 14 years of age. Conclusions.Conclusions.Conclusions.Conclusions.Conclusions. The association between
CSA and DE is clear in the sample studied, as well as with
some of its specific characteristics, which highlights the need
to deepen in this research field and to incorporate the
evaluation of CSA and its consequences in adolescents’ men-
tal health.
Key words.Key words.Key words.Key words.Key words. Childhood sexual abuse. Disordered eating.
Adolescents. Mexico.
R E S U M E NR E S U M E NR E S U M E NR E S U M E NR E S U M E N
Objetivo.Objetivo.Objetivo.Objetivo.Objetivo. Analizar la asociación entre abuso sexual infantil
(ASI) y conducta alimentaria de riesgo (CAR). Material yMaterial yMaterial yMaterial yMaterial y
métodos.métodos.métodos.métodos.métodos. Se utilizó una muestra probabilística de 2,358 mu-
jeres estudiantes de nivel medio superior en escuelas públicas
del Estado de México. Resultados.Resultados.Resultados.Resultados.Resultados. Las CAR fueron más
prevalentes en las estudiantes con la experiencia de ASI
(p ≤ 0.05). La preocupación por engordar, los atracones y las
conductas restrictivas se asociaron con la experiencia de ASI
(p ≤ 0.05). La probabilidad de CAR fue siete veces mayor cuan-
do no se ha revelado la experiencia y 36 veces mayor cuando
el ASI ocurrió antes de los 14 años. Conclusiones.Conclusiones.Conclusiones.Conclusiones.Conclusiones. Resulta
clara la asociación entre ASI y CAR en la muestra analizada y
con algunas de sus características específicas. Se resalta la ne-
cesidad de profundizar en este campo de estudio y de incorpo-
rar la evaluación del ASI y sus consecuencias en la salud
mental de las adolescentes.
Palabras clave.Palabras clave.Palabras clave.Palabras clave.Palabras clave. Abuso sexual infantil. Conducta alimenta-
ria de riesgo. Adolescentes. México.
INTRODUCCIÓN
“La verdad acerca de nuestra infancia
está guardada en nuestro cuerpo y, aunque
podemos reprimirla, nunca podremos alterarla.
Pero algún día el cuerpo pasará la cuenta.”
Alice Miller. Thou shall not be aware: Society’s
betrayal of the child. New York: Farrar, Straus, Gi-
roux; 1984, p. 316.
Los niños, niñas y jóvenes víctimas de abuso
sexual infantil (ASI) se encuentran en riesgo de de-
sarrollar diversas problemáticas físicas y mentales.
Entre éstas destacan las alteraciones en la imagen
corporal, identidad, autorregulación y funcionamien-
to interpersonal;1 así como consecuencias emociona-
les,2 médicas y psiquiátricas a largo plazo.3-5
El ASI es un factor de riesgo en diversos trastor-
nos comórbidos, entre los cuales destacan el estrés
Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483476
gran medida parecen responder a la diversidad de de-
finiciones conceptuales de ASI y de los problemas
alimentarios (TCA y CAR), así como a la variedad
de abordajes metodológicos utilizados, incluyendo –
por supuesto– el tipo de población estudiada. Es im-
portante destacar que, conforme a los criterios para
definir las problemáticas alimentarias, se debilita la
asociación con el ASI.32
En términos generales, los estudios refieren que
no existe evidencia suficiente para sostener que el
ASI es una variable necesaria o causal para desa-
rrollar TCA, sino que se trata de un factor de ries-
go para la psicopatología mental en general33-35 e,
inclusive, para trastornos físicos como problemas
neurológicos y musculoesqueléticos,36 sin ser un
factor específico para los padecimientos alimenta-
rios.32 “Debido al hecho de que los límites entre
los efectos psicológicos, físicos, somáticos o socia-
les con frecuencia se traslapan, es imposible iden-
tificar un síndrome de efectos de abuso sexual;
más bien, lo que se hace aparente es un modelo
multifacético de traumatización.”37 En consecuen-
cia, el ASI puede tener relevancia causal en mode-
los multifactoriales, particularmente en aquéllos
en los que se involucra una comorbilidad psiquiá-
trica elevada.38
Dado lo anterior, algunos estudios se han enfoca-
do a investigar si ciertas características del ASI se
asocian con la presencia y gravedad de conductas
alimentarias específicas como las CAR, destacándose
entre los elementos explorados la edad de la primera
victimización, la relación con el victimario, duración
y frecuencia del abuso, uso de fuerza física, forma
en que ocurrió el ASI y la revelación o no de la expe-
riencia.
En cuanto a la edad del abuso los resultados son
contradictorios. Si bien en algunos estudios se ha
encontrado que la frecuencia de síntomas purgativos
es mayor cuando el abuso ha ocurrido en edades
tempranas (< 14 años),11 otros autores reportaron
que el abuso reciente tuvo más influencia en dichos
síntomas.12 Sanci, et al.,13 encontraron que los jóve-
nes encuestados que reportaron dos o más episodios
de abuso sexual antes de los 16 años, presentaron
cinco veces más riesgo de presentar síntomas de tipo
purgativo durante la adolescencia en comparación
con el doble de riesgo hallado en los que lo reporta-
ron en una sola ocasión.
El abuso sexual perpetrado por un familiar tam-
bién se ha encontrado relacionado con actitudes y
conductas de tipo purgativo.11 Murray y Waller21
encontraron que únicamente las experiencias ocurri-
das en el ámbito familiar están relacionadas con las
postraumático, episodios de depresión mayor, abuso
de sustancias, trastornos de la conducta alimentaria
(TCA), conducta antisocial y revictimizaciones sexua-
les.6-9 Asimismo, los estudios han encontrado relación
entre la experiencia de ASI con el desarrollo de con-
ductas alimentarias de riesgo (CAR)10-13 (como son el
seguimiento de dietas restrictivas, ayunos prolonga-
dos, uso de laxantes, diuréticos, vómito autoprovoca-
do o medicamentos para adelgazar), las cuales son la
manifestación premórbida de los TCA.14
La teoría del continuo, que explica el desarrollo de
TCA,15-18 plantea que existe una transición de las
formas indiferenciadas de estos trastornos a las en-
tidades clínicamente descritas; las conductas
alimentarias patológicas son las entidades centrales
de todos los síndromes clínicos. Esta teoría es im-
portante porque a lo que da relevancia, no es a que
un individuo presente la enfermedad, sino cuánto de
ésta presenta.19
Los porcentajes de TCA en personas que han su-
frido ASI fluctúan de 10 hasta 30% en los diferentes
estudios.20 De hecho, se ha encontrado que el riesgo
de desarrollar un TCA se incrementa tres veces
cuando ha habido experiencia de ASI. En muestras
comunitarias se han encontrado asociaciones signi-
ficativas (p ≤ 0.01) entre ASI y las puntuaciones
obtenidas en el Bulimia Test,21 así como un incre-
mento de 50% de probabilidad de reportar una historia
de ASI en aquellas personas que refieren síntomas
purgativos.10
La relación entre el abuso sexual y los TCA fue
planteada desde hace algunas décadas al observarse
que las víctimas/pacientes presentaban síntomas si-
milares, como sentimientos de vergüenza, sensación
de minusvalía respecto a la apariencia corporal y
baja autoestima.22 Se ha encontrado que la vivencia
del cuerpo en pacientes con TCA21 es similar a las de
mujeres sobrevivientes de ASI.23-26
Es importante tomar en cuenta que mucha de la
investigación realizada en torno a uno y otro fenó-
meno se ha desarrollado en poblaciones de mujeres,
debido a que la prevalencia –tanto del ASI como de
los TCA/CAR– es mayor que en los hombres, como
muestra la literatura internacional3 y nacional.7-9,14
Sin embargo, esta afirmación tendría que conside-
rase con cuidado, ya que los hombres parecen
guardar más silencio sobre sus experiencias de
ASI, debido a las nociones patriarcales sobre la
masculinidad.27
En la actualidad existe una vasta producción de
estudios en torno a la asociación entre ASI y TCA/
CAR, aunque los resultados son contradictorios y
controversiales (consultar revisiones).20,28-32 En
477Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483
conductas purgativas, al estar mediadas por senti-
mientos de vergüenza producto de la exposición cró-
nica a estos sucesos. De hecho, es por esto que
conocer la prevalencia real de ASI es muy difícil, ya
que ocurre mayoritariamente en el ámbito privado,
principalmente en la familia, donde las niñas y niños
víctimas suelen sentirse impotentes para revelarlo.
Entre los factores que dificultan dicha revelación se
han documentado, por parte de las víctimas, el te-
mor a no ser creídas, el miedo a destruir a la familia
o a las represalias del agresor.10,39
Aunque existe una gran cantidad de estudios en
países desarrollados, en Latinoamérica son muy po-
cos los que abordan la asociación de ASI y TCA;40-43
únicamente el desarrollado por Unikel, et al.,43 en
México, compara porcentajes de ASI en mujeres con
un diagnóstico de TCA vs. mujeres con CAR y muje-
res sin dichas conductas (p ≤ 0.05). En este estudio,
se refiere que en la mayor parte de los casos el agre-
sor fue hombre, casi siempre algún familiar; no se
encontraron diferencias en la edad del primero o del
último abuso entre los grupos estudiados.
El presente estudio pretende abordar la relación en-
tre ASI y CAR como una contribución al estudio del
fenómeno en mujeres mexicanas en la población gene-
ral, tomando en consideración, por un lado, algunas
características del ASI (edad de la primera experien-
cia, tiempo transcurrido desde la última vez, número
de victimizaciones, relación con el perpetrador y
revelación de la experiencia) y, por otro, las CAR.
MATERIAL Y MÉTODOS
MuestraMuestraMuestraMuestraMuestra
Los datos utilizados en el presente trabajo fueron
los obtenidos para el estudio “Prevalencia y factores
asociados a conductas alimentarias de riesgo en mu-
jeres adolescentes en localidades con diferente nivel
de urbanización e intensidad de migración” (CONA-
CyT SEP 2004 CO-I-46560-H).
La muestra se obtuvo mediante un muestreo pro-
babilístico con una selección de escuelas proporcio-
nal al número de estudiantes inscritas en los
planteles públicos registrados en la Secretaría de
Educación Pública en el ciclo escolar 2005-2006. Asi-
mismo, se siguió un proceso de selección por estra-
tos, con base en dos clasificaciones:
• Niveles de marginación, propuesta por el Institu-
to Nacional para el Federalismo y el Desarrollo
Municipal (INAFED) (Instituto Nacional para el
Federalismo y el Desarrollo Municipal).44
• Intensidad de migración, del Consejo Nacional de
Población (CONAPO).45
El cruce de la información de ambos estratos mos-
tró que se carecía de poblaciones en algunos de
ellos, por lo que se eliminaron algunas de las catego-
rías, quedando al final dos niveles de marginación:
• Bajo (localidades con marginación muy baja,
baja y media).
• Alto (localidades con alta y muy alta margina-
ción).
Y tres niveles de intensidad de migración:
• Intensidad migratoria baja (localidades con muy
baja y baja migración).
• Media (localidades con migración media).
• Alta (localidades con alta y muy alta migración).
Todos los planteles escolares seleccionados acepta-
ron su participación en el estudio, los cuales fueron
censados el día de la recopilación de los datos previa
autorización escrita de las autoridades escolares y del
asentimiento verbal de las alumnas para participar
de manera voluntaria, anónima y confidencial en el
estudio (el protocolo de investigación fue aprobado
por el Comité de Ética del Instituto Nacional de Psi-
quiatría Ramón de la Fuente Muñiz).
La muestra final quedó constituida por 2,358 mujeres
con una edad promedio de 16.3 años. Para describir las
características del abuso sexual, se seleccionó una sub-
muestra con los casos de las adolescentes que afirmaron
haber sido víctimas de abuso sexual (n = 165).
InstrumentosInstrumentosInstrumentosInstrumentosInstrumentos
La información sobre ASI fue evaluada con una
pregunta: “¿Alguna vez alguien –sea o no de tu fa-
milia– te tocó o acarició alguna parte de tu cuerpo
que no querías que te tocara o acariciara? ¿O te for-
zó o presionó a tener contacto sexual?, es decir, ¿Te
obligó a que tú lo/la tocaras sexualmente, o tuviste
relaciones sexuales con esta persona en contra de tu
voluntad, cuando tú no querías hacerlo?”
Dicho reactivo ha sido utilizado en encuestas
previas mostrando su utilidad en la evaluación del
ASI que incluye contacto corporal exclusivamen-
te;46 aunque ha tenido leves transformaciones en
la redacción fue prácticamente la primera medi-
ción de este tipo utilizada en México para conocer
la prevalencia de este problema en población estu-
diantil.9
Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483478
La respuesta a esta pregunta cuenta con tres
opciones: sí, no, no recuerdo. En caso de contes-
tarla positivamente, se indaga sobre el número de
veces que ha sucedido el hecho, edad en la que
ocurrió la primera y la última vez, sexo, relación
y edad del perpetrador, y si se ha revelado su expe-
riencia.
El abuso sexual se define como presente cuando la
persona responde sí a la pregunta, excluyéndose los
“no recuerdo” para disminuir la probabilidad de con-
tar con falsos positivos (aun cuando la amnesia o
los recuerdos fragmentados pueden ser indicativos
de ASI– dado que esta medición es un autorreporte
general y no una evaluación clínica– se decidió to-
mar esta decisión). La diferencia de edad entre el
perpetrador y la víctima (al menos cinco años) ha
sido un criterio utilizado en múltiples estudios para
evidenciar una diferencia de poder en términos físi-
cos y emocionales;9 por este motivo se decidió utili-
zarlo.
Sin embargo, en la actualidad también se conside-
ra que pueden existir comportamientos sexualmente
abusivos entre niños, niñas o adolescentes de la mis-
ma edad.3 De hecho, la definición de abuso sexual in-
fantil suele variar según el estudio (ver
revisiones),3,47 por lo que es muy difícil hablar de un
estándar de oro; por ejemplo, Ellsberg y Heise3 re-
portaron definiciones operacionales de ASI tan va-
riadas como:
• Contacto sexual antes de los 12 años con un per-
petrador cinco o más años mayor.
• Actividad sexual indeseada entre los 12 y 16
años.
• Actividad sexual indeseada, de contacto o sin
contacto antes de los 15 años.
• Contacto sexual indeseado o con un pariente bio-
lógico; o antes de los 16 años con un perpetrador
cinco años o más mayor.
• Actividad sexual indeseada, con o sin contacto,
sin especificar edades.
La ventaja de usar el reactivo en este estudio es
que permite realizar comparaciones con investigacio-
nes previas en las que se ha incluido dicha medición
en poblaciones similares.
Las CAR se evaluaron con el cuestionario breve
para medir conductas alimentarias de riesgo (CB-
CAR), el cual ha sido utilizado en estudios epidemio-
lógicos en México para conocer la prevalencia de
CAR en adolescentes. El CBCAR es una escala de 10
preguntas con cuatro opciones de respuesta tipo
Likert (0 = nunca o casi nunca, 1 = a veces, 2 =
frecuentemente, 3 = siempre) que evalúan las CAR
en los tres meses previos.
Incluye una pregunta sobre la preocupación por
engordar, dos preguntas sobre los atracones de co-
mida, tres preguntas sobre el uso de conductas de
tipo purgativo (vómito autoinducido, uso de laxan-
tes y diuréticos) y cuatro preguntas sobre el uso de
conductas de tipo restrictivo (uso de dietas, ejerci-
cio, ayunos, pastillas).
La escala ha sido validada con mujeres adolescen-
tes, adultos jóvenes y pacientes con un TCA en la
ciudad de México48 y en mujeres adolescentes en el
Estado de México.* Una puntuación ≥ 10 se utiliza
para definir un caso con riesgo alto; una puntua-
ción entre 7 y 10, para definir un caso con riesgo
moderado y una puntuación < 7, para las personas
sin riesgo.
El punto de corte para riesgo alto se obtuvo me-
diante valores de sensibilidad y especificidad, mien-
tras que el punto de corte moderado se obtuvo
considerando la media y la desviación estándar; pos-
teriormente, un análisis de regresión multimodal
para observar las asociaciones entre variables pre-
dictoras de CAR en los diferentes puntos de corte.49
Análisis de datosAnálisis de datosAnálisis de datosAnálisis de datosAnálisis de datos
El análisis se hizo con la versión 18 del programa
SPSS para Windows.50 Los datos fueron ponderados
para mantener la probabilidad de selección de acuer-
do con el diseño de muestra del estudio. Se utilizó
una regresión logística para evaluar la relación de
las características del ASI con las CAR, el punto
de corte utilizado de esta variable fue establecido en
≥ 7, el cual incluye casos de riesgo moderado y alto.
Adicionalmente, se describen los síntomas relacio-
nados con CAR como preocupación por engordar,
práctica de atracones con sensación de falta de control
al comer; conductas de tipo restrictivo (dietas,
ayunos, ejercicio excesivo y uso de pastillas) y con-
ductas de tipo purgativo (vómito autoinducido, uso
de laxantes y diuréticos). Asimismo, se describe
cuántos síntomas (agrupados como 0, 1, 2 y 3, o
más) de los referidos presentan las adolescentes.
Las características de ASI se codificaron como
sigue:
* Unikel-Santoncini C, Gómez-Peresmitré G, Bojorquez-Chapela I. Ma-
nual de aplicación de cuestionarios de factores de riesgo de trastornos
de la conducta alimentaria. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de
la Fuente Muñiz. CONACyT, SEP. Proyecto 2004-01-46560. México,
D.F. 2008.
479Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483
• Edad del primer abuso en dos categorías: de 0 a
13 años y de 14 en adelante.
• Número de veces que fue victimizada: una vez, y
dos o más veces.
• Relación con el perpetrador: un familiar u otra
persona.
• Revelación de la experiencia: haber hablado con
alguien y nunca haberlo mencionado.
Las distribuciones de características de estas des-
cripciones se evaluaron mediante χ2 y mediante la
prueba exacta de Fisher; esta última en el caso de
que 20% de las celdas tuvieran frecuencias observa-
das < 5 casos.
Para el análisis de regresión logística se controló
el efecto que, de acuerdo con la literatura, tiene el
IMC sobre las CAR al relacionarse con el abuso
sexual.
RESULTADOS
Del total de las adolescentes de la muestra, 15.4%
reportó CAR y 7% reportó haber sido víctima de ASI.
El 64.2% de ellas refirió haber sido victimizada una
vez en la vida; 23.8%, dos veces y 12%, más de dos
veces. En 95.8% de los casos el victimario fue de
sexo masculino; siendo un familiar en 63.1% de los
reportes, un desconocido (20.5%) o un amigo (9.6%)
y en el resto su novio, compañero o autoridad. La
mitad de las adolescentes no lo habían platicado con
nadie (50.6%). El promedio de edad de la primera
victimización fue de 8.9 años (DE = 3.9) con un ran-
go de uno a 18 años y el promedio de edad de la últi-
ma vez de 11.2 años (DE = 3.7) con un rango de
uno a 17 años. El tiempo transcurrido desde el pri-
mer abuso hasta la fecha de la evaluación fue de 7.5
años (DE = 4.1) y de 5.1 años (DE = 3.8) desde el
último abuso.
Abuso sexual infantil yAbuso sexual infantil yAbuso sexual infantil yAbuso sexual infantil yAbuso sexual infantil y
conducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgo
Las adolescentes que reportaron ASI presentaron
CAR en mayor proporción (28%) al compararlas con
las adolescentes que no tuvieron la experiencia de
ASI (14.4%) (p ≤ 0.05) (Cuadro 1).
En cuanto a cada una de las CAR, se observó que
al comparar a las adolescentes con y sin ASI, los
porcentajes son mayores en las primeras en:
• Preocupación por engordar (p ≤ 0.05).
• Atracones con sensación de falta de control (p ≤
0.05).
• Conductas restrictivas (p ≤ 0.05).
Mientras que las conductas purgativas fueron
mayores en las adolescentes sin ASI (p > 0.05).
Asimismo, se encontró una mayor proporción
de adolescentes con dos o más síntomas de CAR
(p ≤ 0.05) en el grupo que tuvo experiencias de ASI
(Cuadro 1).
Al revisar las diferentes características de ASI, quie-
nes no habían comunicado el abuso presentaron CAR
en mayor proporción que las que sí lo habían hecho
(CAR, p ≤ 0.05); aquéllas que sufrieron el abuso por
primera vez antes de los 14 años también presentaron
CAR en mayor proporción que las que sufrieron la ex-
periencia a mayor edad (p ≤ 0.05), no se observaron di-
ferencias por el número de veces que les sucedió o la
relación con el perpetrador (Cuadro 2).
Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1. Conductas alimentarias de riesgo entre adolescentes que reportaron y no reportaron abuso sexual (n = 2,358).
Sin reporte de abuso sexual Con reporte de abuso sexual Total
n (%) n (%) n (%)
CAR* 306 (14.4) 44 (28.0) 349 (15.4)
Preocupación por engordar* 464 (21.1) 60 (36.4) 524 (22.2)
Atracones con sensación de falta de control* 366 (16.7) 52 (31.6) 419 (17.8)
Conductas restrictivas* 429 (19.6) 46 (27.7) 475 (20.1)
Conductas purgativas** 176 (8.0) 19 (11.5) 195 (8.3)
Número de síntomas*
Ninguno 1,311 (59.8) 66 (39.8) 1,377 (58.4)
1 502 (22.9) 40 (24.4) 542 (23.0)
2 239 (10.9) 42 (25.5) 281 (11.9)
3 o más 141 (6.4) 17 (10.3) 158 (6.7)
Prueba de χ2 *p ≤ 0.05, **p > 0.05.
Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483480
Asociación entre CAR yAsociación entre CAR yAsociación entre CAR yAsociación entre CAR yAsociación entre CAR y
las características del abuso sexuallas características del abuso sexuallas características del abuso sexuallas características del abuso sexuallas características del abuso sexual
Al analizar las características de ASI como pre-
dictoras de CAR mediante la regresión logística,
se encontró una mayor probabilidad de CAR
cuando no se había comunicado la experiencia
(OR = 8.09) y cuando la edad del abuso fue antes
de los 14 años (OR = 36.73). No haber revelado la
experiencia incrementó siete veces la probabilidad
de CAR, mientras que el haber sido víctima de
abuso sexual antes de los 14 años aumentó esta
probabilidad casi 36 veces. El IMC, que se incluyó
en el modelo para controlar su efecto sobre la re-
lación evaluada de características del abuso y las
CAR, no fue un predictor, al igual que la relación
con el victimario y el número de veces que sucedió
(Cuadro 3).
DISCUSIÓN
La prevalencia de ASI en mujeres encontrada en
este estudio (7%) concuerda con la reportada
en otras investigaciones nacionales en estudiantes
de secundaria y/o preparatoria, que abarcan un ran-
go de entre 4%9 y 7%.51 Sin embargo, otros estudios
han encontrado prevalencias más elevadas en esta
población (15%52 y hasta 30%53). Asimismo, el pa-
trón de victimización encontrado es característico
de ASI padecido por mujeres: es cometido mayorita-
riamente por hombres, principalmente familiares
cercanos, configurándose como un abuso sexual
incestuoso que inicia antes de la adolescencia o en
los primeros años de la misma (entre los cinco y 13
años).9,52,54
Un poco más de la cuarta parte de las víctimas de
ASI reportaron CAR, porcentaje mayor que el referi-
do por quienes no habían sido víctimas de ASI
(15%). En particular, los atracones con falta de con-
trol, la preocupación por engordar y las conductas
restrictivas se asociaron claramente con ASI, lo que
no ocurrió con las conductas purgativas. Estos tres
indicadores hacen referencia a aspectos particulares
que son importantes de considerar para su profundi-
zación a futuro, a saber:
• Comportamientos más de corte compulsivo.
• Dimensión cognitiva que puede estar relacionada
con una distorsión del cuerpo real.
• Comportamientos relacionados con la necesidad
de autocontrol.
Para Motz,54 el cuerpo es para las mujeres el me-
dio más poderoso de comunicación y puede también
Cuadro 3.Cuadro 3.Cuadro 3.Cuadro 3.Cuadro 3. Características del abuso sexual predictoras de conductas alimentarias de riesgo.
CAR Odds ratio IC 95%
Lo ha comunicado - -
No lo ha comunicado 8.086* 2.460-26.581
Le pasó una vez - -
Le pasó más de una vez 1.429 0.418-4.889
Victimario que no era un familiar - -
El victimario era un familiar 0.963 0.304-3.056
Le ocurrió después de los 13 años - -
Le ocurrió a los 13 años o edad menor 36.734* 1.634-825.861
Índice de masa corporal 0.997 0.863-1.151
* p ≤ 0.05. % predicción: sin CAR = 79.6%, riesgo de CAR = 75.5, total = 78.5%. Ajuste del modelo: χ2 (8) = 9.76, p > 0.05.
Cuadro 2.Cuadro 2.Cuadro 2.Cuadro 2.Cuadro 2. Conductas alimentarias de riesgo por características del abu-
so sexual.
Características del abuso CAR
n (%)
• Lo ha comunicado*
Sí 16 (20.1)
No 28 (36.7)
• Número de veces en que sufrió de abuso**
Una vez 18 (27.7)
Dos o más veces 9 (23.9)
• Relación con el abusador**
Otro 13 (21.7)
Familiar 31 (31.8)
• Edad de la primera vez que sufrió abuso***
14 años o más 3 (9.9)
Antes de los 14 años 39 (32.9)
Prueba de χ2 *p ≤ 0.05, **p > 0.05. ***Prueba exacta de Fisher p ≤ 0.05.
481Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483
ser el vehículo de su propia violencia. Los ataques
de las mujeres hacia sus propios cuerpos incluyen
anorexia, bulimia y automutilación;55 de ahí la rele-
vancia de incluir la dimensión de la corporeidad en
el estudio, tanto de ASI como de CAR y TCA.
Los hallazgos del presente estudio concuerdan
con lo encontrado por Sanci, et al.,13 quienes en un
estudio longitudinal de cohortes realizado en pobla-
ción general de adolescentes, encontraron que el ASI
era un factor de riesgo para desarrollar CAR, en par-
ticular síndromes de tipo bulímico considerando la
morbilidad psiquiátrica y prácticas de restricción ali-
mentaria. Algunos autores explican que la asocia-
ción entre ASI y la preocupación por engordar,
podría responder a que las mujeres que han padecido
esta experiencia reportan mayor insatisfacción con
su cuerpo y están más pendientes de éste.56 De he-
cho, otra línea de investigación importante en torno
al ASI y los problemas alimentarios puede dirigirse
también al otro extremo: la obesidad. Un estudio
realizado en 4,391 mujeres de 18 a 89 años en Ken-
tucky reveló que el ASI estaba asociado con 38% de
incremento en la prevalencia de obesidad actual; lo
que no ocurrió con el maltrato físico infantil.57
En relación con la edad del ASI, destaca que una
tercera parte de las adolescentes abusadas sexualmen-
te antes de los 14 años presentó CAR, además de ser
el principal predictor de CAR en el modelo logístico,
en comparación con el bajo porcentaje reportado por
las que fueron agredidas a partir de los 14 años.
Los resultados no mostraron asociación significa-
tiva de las CAR con el número de veces que se ha su-
frido ASI, ni con la relación con el victimario; pero
sí entre la revelación de la experiencia y CAR, como
ha sido reportado en otros estudios.29,33 Al parecer,
la posibilidad de hablar de la experiencia, ayuda a
disminuir el estrés relacionado con el abuso y, por
lo tanto, la probabilidad de involucrarse en conduc-
tas de tipo compulsivo/purgativo.
Estos hallazgos abren interrogantes que requie-
ren la realización de investigaciones más específicas;
sin embargo, es importante destacar que según la
evidencia, el ASI efectivamente tiene un impacto
emocional que puede afectar la autopercepción del
propio cuerpo y llevar a comportamientos de riesgo
en cuanto a la alimentación. Desde la perspectiva de
Motz54 y Welldon,55 los cuerpos de las mujeres son
poderosos comunicadores de lo que no pueden expre-
sar verbalmente; de esta forma: “las experiencias do-
lorosas están literalmente inscritas en sus cuerpos.
Sus historias de abuso, negligencia y trauma pueden
estar escritas en sus cuerpos: estas narrativas deben
ser decodificadas y comprendidas.”55 Ése es el reto.
CONCLUSIONES
Algunas limitaciones de la investigación deben ser
consideradas. El diseño de estudio de tipo transversal
no permitió la elaboración de inferencias con respecto
a la causalidad de las variables estudiadas. Los datos
sólo pueden ser generalizados a mujeres estudiantes
de escuelas públicas de nivel medio superior del Esta-
do de México. El uso de cuestionarios de autorreporte
influye en la veracidad de la información recopilada.
El instrumento utilizado para CAR en el presente
estudio ha demostrado ser una herramienta de tami-
zaje útil para identificar estas conductas en mujeres
adolescentes, los síntomas considerados –preocu-
pación por engordar, práctica de atracones con sen-
sación de falta de control al comer; conductas de
tipo restrictivo y conductas de tipo purgativo– son
los principales comportamientos que tienen que in-
cluirse para identificar dichos riesgos y se ha proba-
do su utilidad para identificar grupos en riesgo,
además de que han permitido evaluar su relación con
otros factores,58 como en este caso con ASI.
Debido a que los resultados presentados en el
presente trabajo forman parte de un proyecto más
amplio sobre factores de riesgo asociados con el de-
sarrollo de conductas alimentarias de riesgo en mu-
jeres, no se pudo aportar información sobre esta
problemática en los varones que permitiera hacer
un análisis relacionado con el género, lo cual es una
limitación del presente trabajo y queda como una lí-
nea de investigación para ser estudiada en el futuro.
Asimismo, es importante considerar el hecho que
se hayan evaluado CAR vs. TCA, dado que la asocia-
ción entre ambas condiciones puede variar en su
asociación con el ASI. Por último, es importante se-
ñalar que la definición operacional de ASI (en la que
se considera que la edad del victimario sea cinco
años mayor) puede haber eliminado a algunas de las
adolescentes que han sido víctimas, pero que no cu-
bren este criterio; mientras que otras definiciones en
las que ya no se toma en cuenta la edad, pueden ser
un mejor detector de ASI.59*
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo fue presentado en el VII Congreso
Mexicano de Psicología. Acapulco, Guerrero 2009.
* “Inclusión de niños dependientes e inmaduros en cuanto al desarrollo en
actividades sexuales que no comprenden del todo y sobre las cuales no
pueden dar su consentimiento; o bien, en actividades que violan las le-
yes y vetos de la sociedad”. (Sirotnak, Krugman, Chiesa. 2009, p. 211).
Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483482
El proyecto recibió financiamiento del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología, Proyecto CONA-
CYT SEP 2004 CO-I-46560-H.
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Reimpresos:
Dra. Claudia Unikel-Santoncini
Coordinación de Investigación en Salud,
Unidad de Investigación Epidemiológica y en
Servicios de Salud.
Dirección de Investigaciones Epidemiológicas
y Psicosociales
Instituto Nacional de Psiquiatría
Ramón de la Fuente Muñiz
Calz. México-Xochimilco 101
Col. San Lorenzo Huipulco
14370, México, D.F.
Tel.: 4160-5160
Correo electrónico: unikels@imp.edu.mx
Recibido el 16 de agosto 2010.
Aceptado el 29 de abril 2011.

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Asociación entre abuso sexual infantil y conducta alimentaria de riesgo en una muestra de adolescentes mexicanas

  • 1. 475Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483Revista de Investigación ClínicaRevista de Investigación ClínicaRevista de Investigación ClínicaRevista de Investigación ClínicaRevista de Investigación Clínica / Vol. 63, Núm. 5 / Septiembre-Octubre, 2011 / pp 475-483 Versión completa de este artículo disponible en internet: www.imbiomed.com.mx Asociación entre abuso sexual infantil y conducta alimentaria de riesgo en una muestra de adolescentes mexicanas Claudia Unikel-Santoncini,* Luciana Ramos-Lira,* Francisco Juárez-García* * Dirección de Investigaciones Epidemiológicas y Psicosociales, Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. ARTÍCULO ORIGINAL Association of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse andAssociation of childhood sexual abuse and disordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescentsdisordered eating in a sample of Mexican adolescents A B S T R A C TA B S T R A C TA B S T R A C TA B S T R A C TA B S T R A C T Objective.Objective.Objective.Objective.Objective. To analyze the association between childhood sexual abuse (CSA) and disordered eating (DE). MaterialMaterialMaterialMaterialMaterial and methods.and methods.and methods.and methods.and methods. A probabilistic sample of 2,358 female high school students of public schools in the Estado de Mexico was used. Results.Results.Results.Results.Results. DE was more prevalent among CSA sufferers (p ≤ 0.05). Preoccupation with gaining weight, binging and restrictive behaviors were associated to CSA (p ≤ 0.05). The probability of DE was 7 times higher when the CSA experience had not been revealed and 36 times when CSA happened befo- re 14 years of age. Conclusions.Conclusions.Conclusions.Conclusions.Conclusions. The association between CSA and DE is clear in the sample studied, as well as with some of its specific characteristics, which highlights the need to deepen in this research field and to incorporate the evaluation of CSA and its consequences in adolescents’ men- tal health. Key words.Key words.Key words.Key words.Key words. Childhood sexual abuse. Disordered eating. Adolescents. Mexico. R E S U M E NR E S U M E NR E S U M E NR E S U M E NR E S U M E N Objetivo.Objetivo.Objetivo.Objetivo.Objetivo. Analizar la asociación entre abuso sexual infantil (ASI) y conducta alimentaria de riesgo (CAR). Material yMaterial yMaterial yMaterial yMaterial y métodos.métodos.métodos.métodos.métodos. Se utilizó una muestra probabilística de 2,358 mu- jeres estudiantes de nivel medio superior en escuelas públicas del Estado de México. Resultados.Resultados.Resultados.Resultados.Resultados. Las CAR fueron más prevalentes en las estudiantes con la experiencia de ASI (p ≤ 0.05). La preocupación por engordar, los atracones y las conductas restrictivas se asociaron con la experiencia de ASI (p ≤ 0.05). La probabilidad de CAR fue siete veces mayor cuan- do no se ha revelado la experiencia y 36 veces mayor cuando el ASI ocurrió antes de los 14 años. Conclusiones.Conclusiones.Conclusiones.Conclusiones.Conclusiones. Resulta clara la asociación entre ASI y CAR en la muestra analizada y con algunas de sus características específicas. Se resalta la ne- cesidad de profundizar en este campo de estudio y de incorpo- rar la evaluación del ASI y sus consecuencias en la salud mental de las adolescentes. Palabras clave.Palabras clave.Palabras clave.Palabras clave.Palabras clave. Abuso sexual infantil. Conducta alimenta- ria de riesgo. Adolescentes. México. INTRODUCCIÓN “La verdad acerca de nuestra infancia está guardada en nuestro cuerpo y, aunque podemos reprimirla, nunca podremos alterarla. Pero algún día el cuerpo pasará la cuenta.” Alice Miller. Thou shall not be aware: Society’s betrayal of the child. New York: Farrar, Straus, Gi- roux; 1984, p. 316. Los niños, niñas y jóvenes víctimas de abuso sexual infantil (ASI) se encuentran en riesgo de de- sarrollar diversas problemáticas físicas y mentales. Entre éstas destacan las alteraciones en la imagen corporal, identidad, autorregulación y funcionamien- to interpersonal;1 así como consecuencias emociona- les,2 médicas y psiquiátricas a largo plazo.3-5 El ASI es un factor de riesgo en diversos trastor- nos comórbidos, entre los cuales destacan el estrés
  • 2. Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483476 gran medida parecen responder a la diversidad de de- finiciones conceptuales de ASI y de los problemas alimentarios (TCA y CAR), así como a la variedad de abordajes metodológicos utilizados, incluyendo – por supuesto– el tipo de población estudiada. Es im- portante destacar que, conforme a los criterios para definir las problemáticas alimentarias, se debilita la asociación con el ASI.32 En términos generales, los estudios refieren que no existe evidencia suficiente para sostener que el ASI es una variable necesaria o causal para desa- rrollar TCA, sino que se trata de un factor de ries- go para la psicopatología mental en general33-35 e, inclusive, para trastornos físicos como problemas neurológicos y musculoesqueléticos,36 sin ser un factor específico para los padecimientos alimenta- rios.32 “Debido al hecho de que los límites entre los efectos psicológicos, físicos, somáticos o socia- les con frecuencia se traslapan, es imposible iden- tificar un síndrome de efectos de abuso sexual; más bien, lo que se hace aparente es un modelo multifacético de traumatización.”37 En consecuen- cia, el ASI puede tener relevancia causal en mode- los multifactoriales, particularmente en aquéllos en los que se involucra una comorbilidad psiquiá- trica elevada.38 Dado lo anterior, algunos estudios se han enfoca- do a investigar si ciertas características del ASI se asocian con la presencia y gravedad de conductas alimentarias específicas como las CAR, destacándose entre los elementos explorados la edad de la primera victimización, la relación con el victimario, duración y frecuencia del abuso, uso de fuerza física, forma en que ocurrió el ASI y la revelación o no de la expe- riencia. En cuanto a la edad del abuso los resultados son contradictorios. Si bien en algunos estudios se ha encontrado que la frecuencia de síntomas purgativos es mayor cuando el abuso ha ocurrido en edades tempranas (< 14 años),11 otros autores reportaron que el abuso reciente tuvo más influencia en dichos síntomas.12 Sanci, et al.,13 encontraron que los jóve- nes encuestados que reportaron dos o más episodios de abuso sexual antes de los 16 años, presentaron cinco veces más riesgo de presentar síntomas de tipo purgativo durante la adolescencia en comparación con el doble de riesgo hallado en los que lo reporta- ron en una sola ocasión. El abuso sexual perpetrado por un familiar tam- bién se ha encontrado relacionado con actitudes y conductas de tipo purgativo.11 Murray y Waller21 encontraron que únicamente las experiencias ocurri- das en el ámbito familiar están relacionadas con las postraumático, episodios de depresión mayor, abuso de sustancias, trastornos de la conducta alimentaria (TCA), conducta antisocial y revictimizaciones sexua- les.6-9 Asimismo, los estudios han encontrado relación entre la experiencia de ASI con el desarrollo de con- ductas alimentarias de riesgo (CAR)10-13 (como son el seguimiento de dietas restrictivas, ayunos prolonga- dos, uso de laxantes, diuréticos, vómito autoprovoca- do o medicamentos para adelgazar), las cuales son la manifestación premórbida de los TCA.14 La teoría del continuo, que explica el desarrollo de TCA,15-18 plantea que existe una transición de las formas indiferenciadas de estos trastornos a las en- tidades clínicamente descritas; las conductas alimentarias patológicas son las entidades centrales de todos los síndromes clínicos. Esta teoría es im- portante porque a lo que da relevancia, no es a que un individuo presente la enfermedad, sino cuánto de ésta presenta.19 Los porcentajes de TCA en personas que han su- frido ASI fluctúan de 10 hasta 30% en los diferentes estudios.20 De hecho, se ha encontrado que el riesgo de desarrollar un TCA se incrementa tres veces cuando ha habido experiencia de ASI. En muestras comunitarias se han encontrado asociaciones signi- ficativas (p ≤ 0.01) entre ASI y las puntuaciones obtenidas en el Bulimia Test,21 así como un incre- mento de 50% de probabilidad de reportar una historia de ASI en aquellas personas que refieren síntomas purgativos.10 La relación entre el abuso sexual y los TCA fue planteada desde hace algunas décadas al observarse que las víctimas/pacientes presentaban síntomas si- milares, como sentimientos de vergüenza, sensación de minusvalía respecto a la apariencia corporal y baja autoestima.22 Se ha encontrado que la vivencia del cuerpo en pacientes con TCA21 es similar a las de mujeres sobrevivientes de ASI.23-26 Es importante tomar en cuenta que mucha de la investigación realizada en torno a uno y otro fenó- meno se ha desarrollado en poblaciones de mujeres, debido a que la prevalencia –tanto del ASI como de los TCA/CAR– es mayor que en los hombres, como muestra la literatura internacional3 y nacional.7-9,14 Sin embargo, esta afirmación tendría que conside- rase con cuidado, ya que los hombres parecen guardar más silencio sobre sus experiencias de ASI, debido a las nociones patriarcales sobre la masculinidad.27 En la actualidad existe una vasta producción de estudios en torno a la asociación entre ASI y TCA/ CAR, aunque los resultados son contradictorios y controversiales (consultar revisiones).20,28-32 En
  • 3. 477Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483 conductas purgativas, al estar mediadas por senti- mientos de vergüenza producto de la exposición cró- nica a estos sucesos. De hecho, es por esto que conocer la prevalencia real de ASI es muy difícil, ya que ocurre mayoritariamente en el ámbito privado, principalmente en la familia, donde las niñas y niños víctimas suelen sentirse impotentes para revelarlo. Entre los factores que dificultan dicha revelación se han documentado, por parte de las víctimas, el te- mor a no ser creídas, el miedo a destruir a la familia o a las represalias del agresor.10,39 Aunque existe una gran cantidad de estudios en países desarrollados, en Latinoamérica son muy po- cos los que abordan la asociación de ASI y TCA;40-43 únicamente el desarrollado por Unikel, et al.,43 en México, compara porcentajes de ASI en mujeres con un diagnóstico de TCA vs. mujeres con CAR y muje- res sin dichas conductas (p ≤ 0.05). En este estudio, se refiere que en la mayor parte de los casos el agre- sor fue hombre, casi siempre algún familiar; no se encontraron diferencias en la edad del primero o del último abuso entre los grupos estudiados. El presente estudio pretende abordar la relación en- tre ASI y CAR como una contribución al estudio del fenómeno en mujeres mexicanas en la población gene- ral, tomando en consideración, por un lado, algunas características del ASI (edad de la primera experien- cia, tiempo transcurrido desde la última vez, número de victimizaciones, relación con el perpetrador y revelación de la experiencia) y, por otro, las CAR. MATERIAL Y MÉTODOS MuestraMuestraMuestraMuestraMuestra Los datos utilizados en el presente trabajo fueron los obtenidos para el estudio “Prevalencia y factores asociados a conductas alimentarias de riesgo en mu- jeres adolescentes en localidades con diferente nivel de urbanización e intensidad de migración” (CONA- CyT SEP 2004 CO-I-46560-H). La muestra se obtuvo mediante un muestreo pro- babilístico con una selección de escuelas proporcio- nal al número de estudiantes inscritas en los planteles públicos registrados en la Secretaría de Educación Pública en el ciclo escolar 2005-2006. Asi- mismo, se siguió un proceso de selección por estra- tos, con base en dos clasificaciones: • Niveles de marginación, propuesta por el Institu- to Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (INAFED) (Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal).44 • Intensidad de migración, del Consejo Nacional de Población (CONAPO).45 El cruce de la información de ambos estratos mos- tró que se carecía de poblaciones en algunos de ellos, por lo que se eliminaron algunas de las catego- rías, quedando al final dos niveles de marginación: • Bajo (localidades con marginación muy baja, baja y media). • Alto (localidades con alta y muy alta margina- ción). Y tres niveles de intensidad de migración: • Intensidad migratoria baja (localidades con muy baja y baja migración). • Media (localidades con migración media). • Alta (localidades con alta y muy alta migración). Todos los planteles escolares seleccionados acepta- ron su participación en el estudio, los cuales fueron censados el día de la recopilación de los datos previa autorización escrita de las autoridades escolares y del asentimiento verbal de las alumnas para participar de manera voluntaria, anónima y confidencial en el estudio (el protocolo de investigación fue aprobado por el Comité de Ética del Instituto Nacional de Psi- quiatría Ramón de la Fuente Muñiz). La muestra final quedó constituida por 2,358 mujeres con una edad promedio de 16.3 años. Para describir las características del abuso sexual, se seleccionó una sub- muestra con los casos de las adolescentes que afirmaron haber sido víctimas de abuso sexual (n = 165). InstrumentosInstrumentosInstrumentosInstrumentosInstrumentos La información sobre ASI fue evaluada con una pregunta: “¿Alguna vez alguien –sea o no de tu fa- milia– te tocó o acarició alguna parte de tu cuerpo que no querías que te tocara o acariciara? ¿O te for- zó o presionó a tener contacto sexual?, es decir, ¿Te obligó a que tú lo/la tocaras sexualmente, o tuviste relaciones sexuales con esta persona en contra de tu voluntad, cuando tú no querías hacerlo?” Dicho reactivo ha sido utilizado en encuestas previas mostrando su utilidad en la evaluación del ASI que incluye contacto corporal exclusivamen- te;46 aunque ha tenido leves transformaciones en la redacción fue prácticamente la primera medi- ción de este tipo utilizada en México para conocer la prevalencia de este problema en población estu- diantil.9
  • 4. Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483478 La respuesta a esta pregunta cuenta con tres opciones: sí, no, no recuerdo. En caso de contes- tarla positivamente, se indaga sobre el número de veces que ha sucedido el hecho, edad en la que ocurrió la primera y la última vez, sexo, relación y edad del perpetrador, y si se ha revelado su expe- riencia. El abuso sexual se define como presente cuando la persona responde sí a la pregunta, excluyéndose los “no recuerdo” para disminuir la probabilidad de con- tar con falsos positivos (aun cuando la amnesia o los recuerdos fragmentados pueden ser indicativos de ASI– dado que esta medición es un autorreporte general y no una evaluación clínica– se decidió to- mar esta decisión). La diferencia de edad entre el perpetrador y la víctima (al menos cinco años) ha sido un criterio utilizado en múltiples estudios para evidenciar una diferencia de poder en términos físi- cos y emocionales;9 por este motivo se decidió utili- zarlo. Sin embargo, en la actualidad también se conside- ra que pueden existir comportamientos sexualmente abusivos entre niños, niñas o adolescentes de la mis- ma edad.3 De hecho, la definición de abuso sexual in- fantil suele variar según el estudio (ver revisiones),3,47 por lo que es muy difícil hablar de un estándar de oro; por ejemplo, Ellsberg y Heise3 re- portaron definiciones operacionales de ASI tan va- riadas como: • Contacto sexual antes de los 12 años con un per- petrador cinco o más años mayor. • Actividad sexual indeseada entre los 12 y 16 años. • Actividad sexual indeseada, de contacto o sin contacto antes de los 15 años. • Contacto sexual indeseado o con un pariente bio- lógico; o antes de los 16 años con un perpetrador cinco años o más mayor. • Actividad sexual indeseada, con o sin contacto, sin especificar edades. La ventaja de usar el reactivo en este estudio es que permite realizar comparaciones con investigacio- nes previas en las que se ha incluido dicha medición en poblaciones similares. Las CAR se evaluaron con el cuestionario breve para medir conductas alimentarias de riesgo (CB- CAR), el cual ha sido utilizado en estudios epidemio- lógicos en México para conocer la prevalencia de CAR en adolescentes. El CBCAR es una escala de 10 preguntas con cuatro opciones de respuesta tipo Likert (0 = nunca o casi nunca, 1 = a veces, 2 = frecuentemente, 3 = siempre) que evalúan las CAR en los tres meses previos. Incluye una pregunta sobre la preocupación por engordar, dos preguntas sobre los atracones de co- mida, tres preguntas sobre el uso de conductas de tipo purgativo (vómito autoinducido, uso de laxan- tes y diuréticos) y cuatro preguntas sobre el uso de conductas de tipo restrictivo (uso de dietas, ejerci- cio, ayunos, pastillas). La escala ha sido validada con mujeres adolescen- tes, adultos jóvenes y pacientes con un TCA en la ciudad de México48 y en mujeres adolescentes en el Estado de México.* Una puntuación ≥ 10 se utiliza para definir un caso con riesgo alto; una puntua- ción entre 7 y 10, para definir un caso con riesgo moderado y una puntuación < 7, para las personas sin riesgo. El punto de corte para riesgo alto se obtuvo me- diante valores de sensibilidad y especificidad, mien- tras que el punto de corte moderado se obtuvo considerando la media y la desviación estándar; pos- teriormente, un análisis de regresión multimodal para observar las asociaciones entre variables pre- dictoras de CAR en los diferentes puntos de corte.49 Análisis de datosAnálisis de datosAnálisis de datosAnálisis de datosAnálisis de datos El análisis se hizo con la versión 18 del programa SPSS para Windows.50 Los datos fueron ponderados para mantener la probabilidad de selección de acuer- do con el diseño de muestra del estudio. Se utilizó una regresión logística para evaluar la relación de las características del ASI con las CAR, el punto de corte utilizado de esta variable fue establecido en ≥ 7, el cual incluye casos de riesgo moderado y alto. Adicionalmente, se describen los síntomas relacio- nados con CAR como preocupación por engordar, práctica de atracones con sensación de falta de control al comer; conductas de tipo restrictivo (dietas, ayunos, ejercicio excesivo y uso de pastillas) y con- ductas de tipo purgativo (vómito autoinducido, uso de laxantes y diuréticos). Asimismo, se describe cuántos síntomas (agrupados como 0, 1, 2 y 3, o más) de los referidos presentan las adolescentes. Las características de ASI se codificaron como sigue: * Unikel-Santoncini C, Gómez-Peresmitré G, Bojorquez-Chapela I. Ma- nual de aplicación de cuestionarios de factores de riesgo de trastornos de la conducta alimentaria. Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz. CONACyT, SEP. Proyecto 2004-01-46560. México, D.F. 2008.
  • 5. 479Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483 • Edad del primer abuso en dos categorías: de 0 a 13 años y de 14 en adelante. • Número de veces que fue victimizada: una vez, y dos o más veces. • Relación con el perpetrador: un familiar u otra persona. • Revelación de la experiencia: haber hablado con alguien y nunca haberlo mencionado. Las distribuciones de características de estas des- cripciones se evaluaron mediante χ2 y mediante la prueba exacta de Fisher; esta última en el caso de que 20% de las celdas tuvieran frecuencias observa- das < 5 casos. Para el análisis de regresión logística se controló el efecto que, de acuerdo con la literatura, tiene el IMC sobre las CAR al relacionarse con el abuso sexual. RESULTADOS Del total de las adolescentes de la muestra, 15.4% reportó CAR y 7% reportó haber sido víctima de ASI. El 64.2% de ellas refirió haber sido victimizada una vez en la vida; 23.8%, dos veces y 12%, más de dos veces. En 95.8% de los casos el victimario fue de sexo masculino; siendo un familiar en 63.1% de los reportes, un desconocido (20.5%) o un amigo (9.6%) y en el resto su novio, compañero o autoridad. La mitad de las adolescentes no lo habían platicado con nadie (50.6%). El promedio de edad de la primera victimización fue de 8.9 años (DE = 3.9) con un ran- go de uno a 18 años y el promedio de edad de la últi- ma vez de 11.2 años (DE = 3.7) con un rango de uno a 17 años. El tiempo transcurrido desde el pri- mer abuso hasta la fecha de la evaluación fue de 7.5 años (DE = 4.1) y de 5.1 años (DE = 3.8) desde el último abuso. Abuso sexual infantil yAbuso sexual infantil yAbuso sexual infantil yAbuso sexual infantil yAbuso sexual infantil y conducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgoconducta alimentaria de riesgo Las adolescentes que reportaron ASI presentaron CAR en mayor proporción (28%) al compararlas con las adolescentes que no tuvieron la experiencia de ASI (14.4%) (p ≤ 0.05) (Cuadro 1). En cuanto a cada una de las CAR, se observó que al comparar a las adolescentes con y sin ASI, los porcentajes son mayores en las primeras en: • Preocupación por engordar (p ≤ 0.05). • Atracones con sensación de falta de control (p ≤ 0.05). • Conductas restrictivas (p ≤ 0.05). Mientras que las conductas purgativas fueron mayores en las adolescentes sin ASI (p > 0.05). Asimismo, se encontró una mayor proporción de adolescentes con dos o más síntomas de CAR (p ≤ 0.05) en el grupo que tuvo experiencias de ASI (Cuadro 1). Al revisar las diferentes características de ASI, quie- nes no habían comunicado el abuso presentaron CAR en mayor proporción que las que sí lo habían hecho (CAR, p ≤ 0.05); aquéllas que sufrieron el abuso por primera vez antes de los 14 años también presentaron CAR en mayor proporción que las que sufrieron la ex- periencia a mayor edad (p ≤ 0.05), no se observaron di- ferencias por el número de veces que les sucedió o la relación con el perpetrador (Cuadro 2). Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1.Cuadro 1. Conductas alimentarias de riesgo entre adolescentes que reportaron y no reportaron abuso sexual (n = 2,358). Sin reporte de abuso sexual Con reporte de abuso sexual Total n (%) n (%) n (%) CAR* 306 (14.4) 44 (28.0) 349 (15.4) Preocupación por engordar* 464 (21.1) 60 (36.4) 524 (22.2) Atracones con sensación de falta de control* 366 (16.7) 52 (31.6) 419 (17.8) Conductas restrictivas* 429 (19.6) 46 (27.7) 475 (20.1) Conductas purgativas** 176 (8.0) 19 (11.5) 195 (8.3) Número de síntomas* Ninguno 1,311 (59.8) 66 (39.8) 1,377 (58.4) 1 502 (22.9) 40 (24.4) 542 (23.0) 2 239 (10.9) 42 (25.5) 281 (11.9) 3 o más 141 (6.4) 17 (10.3) 158 (6.7) Prueba de χ2 *p ≤ 0.05, **p > 0.05.
  • 6. Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483480 Asociación entre CAR yAsociación entre CAR yAsociación entre CAR yAsociación entre CAR yAsociación entre CAR y las características del abuso sexuallas características del abuso sexuallas características del abuso sexuallas características del abuso sexuallas características del abuso sexual Al analizar las características de ASI como pre- dictoras de CAR mediante la regresión logística, se encontró una mayor probabilidad de CAR cuando no se había comunicado la experiencia (OR = 8.09) y cuando la edad del abuso fue antes de los 14 años (OR = 36.73). No haber revelado la experiencia incrementó siete veces la probabilidad de CAR, mientras que el haber sido víctima de abuso sexual antes de los 14 años aumentó esta probabilidad casi 36 veces. El IMC, que se incluyó en el modelo para controlar su efecto sobre la re- lación evaluada de características del abuso y las CAR, no fue un predictor, al igual que la relación con el victimario y el número de veces que sucedió (Cuadro 3). DISCUSIÓN La prevalencia de ASI en mujeres encontrada en este estudio (7%) concuerda con la reportada en otras investigaciones nacionales en estudiantes de secundaria y/o preparatoria, que abarcan un ran- go de entre 4%9 y 7%.51 Sin embargo, otros estudios han encontrado prevalencias más elevadas en esta población (15%52 y hasta 30%53). Asimismo, el pa- trón de victimización encontrado es característico de ASI padecido por mujeres: es cometido mayorita- riamente por hombres, principalmente familiares cercanos, configurándose como un abuso sexual incestuoso que inicia antes de la adolescencia o en los primeros años de la misma (entre los cinco y 13 años).9,52,54 Un poco más de la cuarta parte de las víctimas de ASI reportaron CAR, porcentaje mayor que el referi- do por quienes no habían sido víctimas de ASI (15%). En particular, los atracones con falta de con- trol, la preocupación por engordar y las conductas restrictivas se asociaron claramente con ASI, lo que no ocurrió con las conductas purgativas. Estos tres indicadores hacen referencia a aspectos particulares que son importantes de considerar para su profundi- zación a futuro, a saber: • Comportamientos más de corte compulsivo. • Dimensión cognitiva que puede estar relacionada con una distorsión del cuerpo real. • Comportamientos relacionados con la necesidad de autocontrol. Para Motz,54 el cuerpo es para las mujeres el me- dio más poderoso de comunicación y puede también Cuadro 3.Cuadro 3.Cuadro 3.Cuadro 3.Cuadro 3. Características del abuso sexual predictoras de conductas alimentarias de riesgo. CAR Odds ratio IC 95% Lo ha comunicado - - No lo ha comunicado 8.086* 2.460-26.581 Le pasó una vez - - Le pasó más de una vez 1.429 0.418-4.889 Victimario que no era un familiar - - El victimario era un familiar 0.963 0.304-3.056 Le ocurrió después de los 13 años - - Le ocurrió a los 13 años o edad menor 36.734* 1.634-825.861 Índice de masa corporal 0.997 0.863-1.151 * p ≤ 0.05. % predicción: sin CAR = 79.6%, riesgo de CAR = 75.5, total = 78.5%. Ajuste del modelo: χ2 (8) = 9.76, p > 0.05. Cuadro 2.Cuadro 2.Cuadro 2.Cuadro 2.Cuadro 2. Conductas alimentarias de riesgo por características del abu- so sexual. Características del abuso CAR n (%) • Lo ha comunicado* Sí 16 (20.1) No 28 (36.7) • Número de veces en que sufrió de abuso** Una vez 18 (27.7) Dos o más veces 9 (23.9) • Relación con el abusador** Otro 13 (21.7) Familiar 31 (31.8) • Edad de la primera vez que sufrió abuso*** 14 años o más 3 (9.9) Antes de los 14 años 39 (32.9) Prueba de χ2 *p ≤ 0.05, **p > 0.05. ***Prueba exacta de Fisher p ≤ 0.05.
  • 7. 481Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483 ser el vehículo de su propia violencia. Los ataques de las mujeres hacia sus propios cuerpos incluyen anorexia, bulimia y automutilación;55 de ahí la rele- vancia de incluir la dimensión de la corporeidad en el estudio, tanto de ASI como de CAR y TCA. Los hallazgos del presente estudio concuerdan con lo encontrado por Sanci, et al.,13 quienes en un estudio longitudinal de cohortes realizado en pobla- ción general de adolescentes, encontraron que el ASI era un factor de riesgo para desarrollar CAR, en par- ticular síndromes de tipo bulímico considerando la morbilidad psiquiátrica y prácticas de restricción ali- mentaria. Algunos autores explican que la asocia- ción entre ASI y la preocupación por engordar, podría responder a que las mujeres que han padecido esta experiencia reportan mayor insatisfacción con su cuerpo y están más pendientes de éste.56 De he- cho, otra línea de investigación importante en torno al ASI y los problemas alimentarios puede dirigirse también al otro extremo: la obesidad. Un estudio realizado en 4,391 mujeres de 18 a 89 años en Ken- tucky reveló que el ASI estaba asociado con 38% de incremento en la prevalencia de obesidad actual; lo que no ocurrió con el maltrato físico infantil.57 En relación con la edad del ASI, destaca que una tercera parte de las adolescentes abusadas sexualmen- te antes de los 14 años presentó CAR, además de ser el principal predictor de CAR en el modelo logístico, en comparación con el bajo porcentaje reportado por las que fueron agredidas a partir de los 14 años. Los resultados no mostraron asociación significa- tiva de las CAR con el número de veces que se ha su- frido ASI, ni con la relación con el victimario; pero sí entre la revelación de la experiencia y CAR, como ha sido reportado en otros estudios.29,33 Al parecer, la posibilidad de hablar de la experiencia, ayuda a disminuir el estrés relacionado con el abuso y, por lo tanto, la probabilidad de involucrarse en conduc- tas de tipo compulsivo/purgativo. Estos hallazgos abren interrogantes que requie- ren la realización de investigaciones más específicas; sin embargo, es importante destacar que según la evidencia, el ASI efectivamente tiene un impacto emocional que puede afectar la autopercepción del propio cuerpo y llevar a comportamientos de riesgo en cuanto a la alimentación. Desde la perspectiva de Motz54 y Welldon,55 los cuerpos de las mujeres son poderosos comunicadores de lo que no pueden expre- sar verbalmente; de esta forma: “las experiencias do- lorosas están literalmente inscritas en sus cuerpos. Sus historias de abuso, negligencia y trauma pueden estar escritas en sus cuerpos: estas narrativas deben ser decodificadas y comprendidas.”55 Ése es el reto. CONCLUSIONES Algunas limitaciones de la investigación deben ser consideradas. El diseño de estudio de tipo transversal no permitió la elaboración de inferencias con respecto a la causalidad de las variables estudiadas. Los datos sólo pueden ser generalizados a mujeres estudiantes de escuelas públicas de nivel medio superior del Esta- do de México. El uso de cuestionarios de autorreporte influye en la veracidad de la información recopilada. El instrumento utilizado para CAR en el presente estudio ha demostrado ser una herramienta de tami- zaje útil para identificar estas conductas en mujeres adolescentes, los síntomas considerados –preocu- pación por engordar, práctica de atracones con sen- sación de falta de control al comer; conductas de tipo restrictivo y conductas de tipo purgativo– son los principales comportamientos que tienen que in- cluirse para identificar dichos riesgos y se ha proba- do su utilidad para identificar grupos en riesgo, además de que han permitido evaluar su relación con otros factores,58 como en este caso con ASI. Debido a que los resultados presentados en el presente trabajo forman parte de un proyecto más amplio sobre factores de riesgo asociados con el de- sarrollo de conductas alimentarias de riesgo en mu- jeres, no se pudo aportar información sobre esta problemática en los varones que permitiera hacer un análisis relacionado con el género, lo cual es una limitación del presente trabajo y queda como una lí- nea de investigación para ser estudiada en el futuro. Asimismo, es importante considerar el hecho que se hayan evaluado CAR vs. TCA, dado que la asocia- ción entre ambas condiciones puede variar en su asociación con el ASI. Por último, es importante se- ñalar que la definición operacional de ASI (en la que se considera que la edad del victimario sea cinco años mayor) puede haber eliminado a algunas de las adolescentes que han sido víctimas, pero que no cu- bren este criterio; mientras que otras definiciones en las que ya no se toma en cuenta la edad, pueden ser un mejor detector de ASI.59* AGRADECIMIENTOS Este trabajo fue presentado en el VII Congreso Mexicano de Psicología. Acapulco, Guerrero 2009. * “Inclusión de niños dependientes e inmaduros en cuanto al desarrollo en actividades sexuales que no comprenden del todo y sobre las cuales no pueden dar su consentimiento; o bien, en actividades que violan las le- yes y vetos de la sociedad”. (Sirotnak, Krugman, Chiesa. 2009, p. 211).
  • 8. Unikel-Santoncini C, et al. Abuso sexual y conducta alimentaria. Rev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest ClinRev Invest Clin 2011; 63 (5): 475-483482 El proyecto recibió financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Proyecto CONA- CYT SEP 2004 CO-I-46560-H. REFERENCIAS 1. Kearney-Cooke A, Striegel-Moore R. Treatment of childhood sexual abuse in anorexia nervosa and bulimia nervosa: A fe- minist psychodynamic approach. Int J Eat Disord 1994; 15: 305-19. 2. Spataro J, Mullen PE, Burguess PM, Wells DL, Moss SA. Im- pact of child sexual abuse on mental health. Br J Psychiatry 2004; 184: 416-21. 3. Ellsberg M, Heise L. Researching violence against women: A practical guide for researchers and activists. Washington, D.C.: PATH, WHO; 2005. 4. Mullen PE, Martin JL, Anderson JC, Romans SE, Herbison GP. Childhood sexual abuse and mental health in adult life. Br J Psychiatry 1993; 163: 721-32. 5. Romans S, Belaise C, Martin J, Morris E, Raffi A. 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