Exposición de construcciones fotográficas en las que se habitan diferentes tipos de espacios de diversos modos. Texto de catálogo. Ver los documentos: vídeo de presentación de la muestra, texto de catálogo, imágenes de las obras, fichas técnicas, títulos en inglés, alemán y español y libro editado en: http://luisjferreira.es/1-obra-plastica-exposiciones/
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ESTUDIOS SOCIALES LIBRO DE OCTAVO DESDE LA UNIDAD TRES
Habitar espacios. Texto de catálogo
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Imaginemos un antepasado nuestro en los primeros alientos de nuestra historia,
aproximándose a una cueva que ha atisbado con la intención de guarecerse en ella
junto a los componentes de su grupo social. Supongamos que el lugar reúne las
condiciones adecuadas para morar en él y lo ocupan. Pensemos en la posibilidad de
que en la temporada de estancia en ese acogedor espacio, uno de los miembros del
grupo tomara un palo tiznado del fuego y dibujara en una pared la silueta de un
conocido animal o una línea espiral, o que colocara en alguna oquedad una figurita
femenina de vientre abultado tallada en un hueso. Demos ahora un inmenso salto
cuantitativo y cualitativo en el tiempo para imaginar que llegamos de visita a ese
enclave, convertido actualmente en espacio arqueológico, y que observamos diferen-
tes manifestaciones del ser humano en ese hábitat, que tomamos alguna fotografía y
que subimos las elegidas a nuestro espacio de la red digital.
Lo que nos hemos imaginado son sencillamente comportamientos humanos que
tienen a espacios por referentes básicos, porque se producen en función de ellos.
Esos espacios (la cueva con sus paredes y oquedades) existían con independencia de
los seres humanos que en él se alojaron, pero al vivir en ese recinto fueron dejando su
impronta en él, fueron haciéndolo propio actuando en él e identificándose con él; es
decir, lo fueron habitando y en él dejaron evidentes huellas de ello transformándolo,
vestigios como el dibujo mural o la estatua que también constituyen espacios en sí
mismos de habitabilidad y que son ya dependientes del hombre. La cueva, que
seguramente admitió otros habitantes, acogió también al equipo de investigación
arqueológica, al que lo acondicionó para poder ser visitado y ahora a nosotros como
visitantes; todos hemos habitado el lugar de algún modo, porque aunque no nos
hayamos quedado a vivir en él sí lo hemos vivenciado de manera más o menos
intensa, nos hemos sentido especialmente acogidos, lo hemos vivido como algo
nuestro nos lo y hemos intentado “apropiar” tomando registros fotográficos; en
definitiva, lo hemos habitado, aunque seguramente unos en mayor medida que otros.
Pero sucede que al visionar las fotografías volvemos a habitarlo, que al subirlas al
espacio virtual lo habitamos con ellas, y que al difundirlas y compartirlas se las sigue
habitando y con ellas se habitan otros espacios virtuales o reales. Como se puede
apreciar, espacio y habitar son conceptos nucleares en esta presentación que estoy
haciendo; también forman parte de la mayoría de nuestras experiencias vitales (de
entrada todas se producen en unas coordenadas espacio-temporales concretas, y
muchas son de habitamiento) y, además, son las nociones con las que trabajo en las
treinta obras que componen esta muestra denominada, consecuentemente, “Habitar
espacios”.
Los términos habitar y espacio están aquí entendidos en su más rico y amplio
sentido, referidos no solamente a realidades físicas o materiales, sino también a
entidades inmateriales o mentales. Desde luego el habitar está supeditado a un lugar,
pero no inevitablemente físico; igualmente lo está a construcciones, mas no
forzosamente materiales; asimismo se relaciona con una ocupación prolongada, sin
embargo podría sustituirse perfectamente por significativa. Así, entiendo habitar como
hacer propio un espacio -u otras realidades por extensión-, o sentirlo como tal, identifi-
cándose con él cubriéndolo de significación, como vivenciarlo dejando en él la huella
de la propia personalidad. Desde esta perspectiva heideggeriana, más antropológica
que topográfica, se considera que el ser humano, que tiene el habitar como rasgo
fundamental, se humaniza de algún modo en la medida en que habita, de manera que
habita según es y está en la vida, puesto que impregna el espacio con su ser y con su
vivir. “Somos el espacio en que estamos”, decía Octavio Paz, e intervenimos en él -lo
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habitamos- según somos; “dime cómo habitas y te diré quién eres”, sentenció Iván Ilich
remedando quizá un conocido refrán castellano.
Naturalmente también el territorio plástico, en cualquiera de sus diversas manifes-
taciones, se hace depositario de singulares procesos de habitabilidad. La creación
plástica, que es un habitar constructivamente espacios de naturaleza heterogénea
ocupándolos con entidades plásticas de modo personal, es una peculiar actuación de
habitabilidad múltiple, de la que el producto que se obtiene es una sencilla manifesta-
ción libre de la propia forma expresiva destinada también a la habitabilidad plural. Toda
ejecución plástica, entonces, viene a ser una muestra de habitabilidad de su autor, al
tiempo que una propuesta para ser habitada por quien desee relacionarse o interactuar
con ella. En el caso de los trabajos que aquí muestro, el proceso de habitar lo inicio
con la percepción y vivenciación de realidades concretas que fotografío, al capturarlas
las habito nuevamente, pero al intervenirlas y crear con ellas una expresión plástica el
prodigio de la habitabilidad vuelve a hacerse patente; pero cuando la obra se presenta
en algún espacio físico o virtual -hábitats de visibilidad- lo habita con su presencia y se
convierte en su habitante, y al ser percibida y vivenciada por un observador estimulado
la habita a su propia manera. La experiencia plástica sería entendida así como un
singular proceso de concatenación de coyunturas de habitabilidad múltiple, generado-
ras de reflexiones, significados, sensaciones, emociones… e historias varias.
Este conjunto de obras tiene como propósito mostrar diferentes tipos de espacios
habitados con distintos elementos desde diversas concepciones y modos, lo que a su
vez constituye su contenido, y guarda una relación intrínseca con la técnica que he
empleado para su ejecución: la construcción fotográfica, o lo que es igual la construc-
ción de imágenes sintéticas con fotografías intervenidas. Y es que la construcción
arquitectónica, como la escultura construida, las instalaciones, los montajes multime-
dia, los fotomontajes, los collages, los ensamblajes, etc. son prototipos de habitabili-
dad, puesto que construir es en sí mismo habitar y las construcciones se realizan para
ser habitadas. Además, sucede que en la mayoría de las obras la construcción de
arquitecturas (habitáculo, patio, edificio o conjunto de edificaciones) es el motivo o
temática aparente de la obra, y en el resto lo es otro tipo de construcción (contenedor,
barco, armario, caja, libro, etc.) y/o espacios abiertos como playas y desiertos. Convie-
ne tener presente que el ámbito de la construcción es aún más abierto y complejo,
pues si bien los productos que presento son imágenes construidas con diferentes
ejemplos de construcciones -o naturalezas- fotografiadas, estas tomas de la realidad
no dejan de ser construcciones personales que combinan la objetividad con la
subjetividad -o la veracidad con la ficción-, y la misma percepción de la realidad
tampoco deja de ser una construcción mental personal mediatizada por las emociones;
la diferencia entre unas realidades y otras estriba en que las creadas por mí son
ficcionadas y anteriormente eran inexistentes.
Los diferentes tipos de espacios que generan el contexto de estos trabajos son de
condición interior, como casas, habitaciones, salas de exposiciones, recibidor, platea
de teatro, iglesia, armario o escalinata; y de naturaleza exterior, siendo estos cerrados
como patios, plaza o galería de presidio, y abiertos como desiertos, playas, calles,
lago, atalaya, campo o río. Evidentemente todos ellos son espacios habitables, y aquí
lo están con variados elementos, ya personajes de carne y hueso, en forma de estatua
o de escultura, ya animales u objetos múltiples, desde edificios a medios de transporte,
témpanos, cuadros o terrones de sal. Los elementos objetuales habitan los espacios
exactamente igual que los personajes, y unos y otros son meras piezas de composi-
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ción que ocupan un lugar en el espacio donde se localizan y habitan siempre de
modos inesperados, interactuando de alguna forma con él y siendo a su vez ellos
mismos lugares. Invariablemente unos espacios permanecen introducidos habitando
dentro de otros, tanto en cuanto los objetos mismos son espacios, pero a veces son
realmente espacios exteriores los metidos paradójicamente dentro de otros interiores
(un desierto en un salón, o edificios, mar o nubes en una habitación), o componentes
del espacio exterior insertos en el interior (témpanos de hielo en una escalinata
interior, árbol en una sala de exposiciones, piedras en una habitación, edificios en
cajas, edificios y naturaleza en una habitación, etc.); en otras ocasiones un espacio de
exterior está alojado en otro de exterior dejando entrever su interior (escalador
escalando una pared de hielo instalada en una habitación vista desde fuera); en
algunas obras los espacios de exterior e interior están interconectados (se ve el uno
desde el otro, se puede pasar de uno a otro, se ceden o intercambian elementos, etc.).
Se trata de un particular juego entre continente -espacio- y contenido -habitante- en el
que normalmente la relación binaria queda abierta enlazando intercambios de
identidades; una casa en “Espacio urbano intervenido”, por ej., es el continente de un
mural que es un contenido, pero a su vez la pintura mural es el continente de una serie
de figuras, colores, texturas, etc. que son contenidos de ella, al tiempo que son
continentes de destreza ejecutiva, contrastes lumínicos, significados, etc., y así
sucesivamente.
Como es habitual en mi trabajo plástico de esculturas policromadas construidas o
de construcciones fotográficas como éstas, exploto igualmente aquí mi tendencia a
imaginar y expresar la realidad de otros modos de naturaleza entre surreal y fantástica,
vertiendo situaciones chocantes por imposibles o inhabituales, en un imaginativo,
lúdico y humorístico ejercicio de habitar desacostumbrado y libre. Frecuentemente
planteo situaciones inverosímiles no encontradas en la realidad; en ocasiones pueden
parecer imposibles pero existen muestras de que de algún modo pueden ser posibles;
por otra parte, muchas de ellas son perfectamente viables en el mundo del arte, donde
de sobra se sabe que todo lo imaginado puede ejecutarse (algunas de ellas podrían
ser perfectamente fotografías de instalaciones). En todas las obras nos encontramos
con sorpresas, con cosas inesperadas, con elementos de composición, con relaciones
entre ellos o con situaciones que no esperamos encontrar donde están; incluso algún
título no se corresponde extrañamente con lo que la obra enseña. Son elementos de
realidad disonantes que la desencajan presentándonos realidades irreales que nos
pueden poner en contacto con lo que hay de desencajante e irreal -o falso- en la
cotidianidad de cada cual y en la colectiva, con aquello que siendo ilógico, irracional,
descabellado, perjudicial, inadmisible... se asimila como natural, sensato, favorable…,
en una clara evocación de los absurdos de que nos rodeamos y justificamos (cierto
ejercicio político o algunas prácticas religiosas, muchos usos y costumbres sociales
que adoptamos, así como la publicidad, nos muestran claros ejemplos de ello). Ni que
decir tiene que frecuentemente nos alimentamos de tópicos, siempre cuestionables por
ser lo que son, y de medias verdades e, incluso, de falsedades.
Estas realidades ficticias que construyo con realidades fotografiadas las trasforman
y perturban, pues, mostrando otras visiones de las cosas muy diferentes de las
acostumbradas, puestas aquí imaginativamente en duda en un intento de mostrar que
a menudo las realidades no son como se nos presentan y como nos parece que son, y
que a ellas subyace pretendidamente oculto lo que realmente son. En cada obra
suelen darse cita distintos elementos siempre reconocibles, que cuentan con total
autonomía en sus contextos habituales de procedencia, pero que al modificarse e
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integrarse junto con otros en la composición sin tener relaciones lógicas con ellos,
quedan asociados caprichosamente sobreviniendo lo insólito, lo asombroso por
inesperado, evidenciando una original síntesis en la que la realidad y la ficción
cohabitan armónicamente llegando a identificarse. Los elementos familiares propios de
nuestra cotidianeidad y sus contextos, entonces, quedan aquí reformulados y brota lo
mágico en la extraña recontextualización materializada; esos componentes están
liberados de sus significados y relaciones normales, adoptando otros y otras
insospechados fuera de toda lógica que desquician los habituales esquemas mentales
construidos con certidumbres. Como se planteaba R. MAGRITTE en sus pinturas, mi
propósito es “hacer gritar a los objetos más familiares” buscando sistemáticamente un
nuevo habitar, un efecto poético, estimulante y turbador, estableciendo entre ellos
asociaciones inesperadas y desconcertantes productoras de inéditos significados. El
empeño consiste sencillamente en habitar espacios de modo inaudito por desacostum-
brado, produciendo perplejidad con lo cotidiano a base de mantener la racionalidad a
raya; algo en lo que los surrealistas se mostraron sobradamente hábiles.
Cabe añadir que la construcción fotográfica que ejecuto, partiendo de la fotografía
como materia prima, mantiene afinidades con el procedimiento de trabajo de la
escultura construida (construye un producto utilizando métodos constructivos de
adición) y con la apariencia de la pintura (crea imágenes como si estuvieran pintadas),
aunque decantándose por los recursos digitales. Así mismo, me parece conveniente
manifestar que el espacio específicamente plástico visible en las obras, de condición
material aunque pueda ser digital, está íntimamente ligado al espacio inmaterial que
conforma el polimorfo ámbito de todo el substrato de personalidad del autor, particular-
mente mental (conceptual, simbólico, retórico, ideativo…), que se traslada a la obra en
forma de contenidos narrativos como una práctica más de habitabilidad. Se da la
circunstancia de que he ido ejecutando alternativamente en reducidos grupos las obras
de esta exposición y las de la precedente “El objeto como pretexto”, y de que aunque
el motivo de ésta esté suficientemente definido, como el de la previa, hay obras de
ambas que son perfectamente intercambiables, por la sencilla razón de que los objetos
utilizados en esa como excusa de expresión plástica habitaban espacios, y de que
diversos elementos compositivos de ésta son objetuales, puesto que realmente suelen
ser objetos entendidos en su más amplio sentido los que habitan el espacio; no
obstante, esas obras permutables están ubicadas en la muestra donde tenían mejor
encaje. Como viene siendo habitual, mis procesos creativos quedan en parte
desvelados en la información que vierto en la ficha técnica que acompaña a cada obra,
y propiamente lo están en los procesos de realización detallados que publico de
algunas de ellas (“Doméstico”, “Piedra sobre piedra”, “Árbol flotante” y “Ecos del
silencio”).
Con estas experiencias de habitabilidad plástica he intentado construir obras
coherentes con las que identificarme, he procurado que fueran una proyección de mi
ser sin renuncias de mí mismo, ni cesión de concesiones; es decir, me he empeñado
en que fueran habitadas por mí mismo plenamente. Por consiguiente, al margen de lo
que son y ofrecen las imágenes creadas sobre espacios habitados, me propongo
conectar con el complejo mundo de habitabilidad de espacios inmateriales que a ellas
subyace. Mi actitud ha sido la de objetar la realidad visible y tratar de vislumbrar lo que
está más allá de su apariencia, de su materialidad, procurando que los productos
construidos operaran la magia de visibilizar lo invisible y me fueran útiles para
emancipar el espíritu. Las ficciones imaginadas que entrego son muestras de espacios
habitados de diversos modos, pero son muy personales, muy propias de mi manera de
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ser y de habitar, que originan mundos particulares que desean pertenecer de alguna
forma al mundo de otros y ser habitados por ellos; invitándoles, de paso, a imaginar
imposibles del tipo que sean con la convicción de que se pueden hacer posibles; el
asunto quizás sea admitir la duda, cuestionar las certezas de lo dado, superar
prejuicios y nutrir el pensamiento creativo y la conciencia crítica.
El Sauzal, Mayo de 2021
Luis J. Ferreira Calvo