Este poema de Miguel de Cervantes describe la impresionante tumba del rey Felipe II en Sevilla. El poema alaba la riqueza y belleza de la tumba, valorando cada pieza en más de un millón de doblones y lamentando que tal obra maestra no dure para siempre. Un soldado está de acuerdo con la descripción y desafía a cualquiera a contradecirla. Luego se va sin decir nada más. El poema elogia la grandeza del monumento funerario del rey Felipe II.