2. TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SOBRE “EL BICENTENARIO”.
El trabajo consistirá en investigar los factores y causas económicas que fueron
antecedentes de sucesos de 1810 y, también los intereses económicos que estuvieron
presentes en la denominada “Revolución”.
La Revolución de Mayo, ¿fue una revolución?
Por Patricia Rodón (prodon@mdzol.com)
La Revolución de 1810 transformó la realidad de la época. Si entendemos como revolución una
transformación del orden existente en términos sociales, la de Mayo fue más un cambio de
gobierno que una revolución.
“Las revoluciones son consecuencia de procesos históricos y de construcciones colectivas. Para
que una revolución exista es necesario que haya una nueva unión de intereses frente a una vieja
unión de estos”, explica el célebre historiador Eric Hobsbwam.
De ahí que los conceptos crecimiento y desarrollo sean imprescindibles para comprender un
cambio revolucionario, puesto que ninguna sociedad es estática y de las contradicciones nacidas
de sus relaciones sociales irán surgiendo nuevas formas de organización de la producción y
nuevos grupos sociales que las alienten.
En palabras de Hobsbawm: “(…) sólo a partir del momento en que la gente corriente se convierte
en un factor constante en la toma de grandes decisiones y en tales acontecimientos. No sólo en
momentos de excepcional movilización popular como, por ejemplo, las revoluciones, sino en todo
momento o durante la mayor parte del tiempo”.
En este sentido, como lo demuestran numerosas publicaciones e investigaciones, académicas el
bajo pueblo, la plebe urbana, tuvo un papel político destacado en la Revolución de Mayo, una
presencia que muchos especialistas consideran determinante en el proceso histórico
revolucionario. Sobre todo en Buenos Aires porque además la acción popular en la ciudad capital
tenía efectos que no solamente se quedaban en ese lugar sino que afectaba al resto del territorio.
La Revolución de 1810 transformó la realidad de la época, ¿pero fue realmente una revolución? “El
25 de Mayo no se produce una revolución sino que a partir de esa fecha empieza a dar sus
primeros pasos”, explica Gabriel Di Meglio, doctor en Historia (UBA) e investigador del CONICET.
Di Meglio, invitado especial del ciclo“1810-1910-2010 vistos desde abajo. La Revolución de Mayo,
el Centenario y el Bicentenario en perspectiva sociocrítica”, organizado por el grupo La Hidra de Mil
Cabezas, desarrolla. “Hay una discusión sobre este tema ya que hay gente que opina que una
revolución es una transformación del orden existente en términos sociales. Esta es una de las
definiciones posibles de revolución. En mi opinión una revolución es una transformación de
aspectos fundamentales en la vida de las personas que no necesariamente tiene que ser de un
solo tipo. Si uno mira a la sociedad de la época es posible ésta sea lo que menos cambió con la
3. revolución que empieza en mayo, siempre entendiendo que la revolución de independencia no fue
la Revolución de Mayo”.
Cambios revolucionarios
“La Revolución de Mayo probablemente fue más un cambio de gobierno que una revolución. A
partir de ese momento empieza la verdadera revolución. Si uno analiza el comienzo de este
período, entre 1810 y 1820 hay cambios muy fuertes. Por empezar la gente deja de mandar y de
obedecer por las razones que lo hacía antes, porque pasa de la condición de súbditos de una
monarquía a ciudadanos de una república. Es una manera distinta de entender el poder”, aduce el
docente de Historia argentina I (1776-1862) de la carrera de Historia de la UBA.
Di Meglio señala que “por otra parte, cambia el sistema económico radicalmente porque deja de
depender de la minería para pasar a la exportación de productos ganaderos. Esto va a ser clave en
la transformación de la economía argentina. Además hay un cambio muy importante en las
diferencias raciales, que antes de la revolución eran muy importantes y después dejan de serlo,
aunque de hecho siguieran existiendo. Ya no se estaba condenado a priori, legalmente, por el color
de la piel a ser tratado como un ser inferior. Este fue muy importante para todos aquellos que
pertenecían a esos sectores”.
“Otro cambio revolucionario fue el hecho de que a partir de la revolución en muchos lugares de lo
que terminaría siendo Argentina, la política pasa a ser una actividad de la que participan todos los
sectores sociales y no solamente las élites dominantes”, apunta el autor de Buenos Aires tiene
historia.
Di Meglio afirma que la de Mayo “es una revolución porque para la gente de época lo fue. Si todo el
mundo cree que vive una revolución, es una revolución. Los historiadores tratamos de saber qué le
pasó a la gente y a la gente le pasó una revolución y hay un antes y un después absolutos a partir
de esos años y de las Guerras de Independencia”
“Por eso, aunque la mayor parte de los historiadores está de acuerdo en que esta fue una
revolución, otros le sacan peso diciendo que fue una revolución política como si sólo fuera un
cambio de Gobierno. Como si lo que ocurrió fuera sólo la formación de un país nuevo, pero en
realidad fue un proceso de transformación muchísimo más grande”, destaca el conductor del
programa La historia en el cine, que emite el Canal Encuentro.
Bibliografía: http://www.mdzol.com/mdz/nota/208594/
Otra visión sobre el 25 de Mayo
Las consecuencias económicas
La principal consecuencia económica de la Revolución de Mayo –esto es el establecimiento del
comercio libre que dejaba atrás el monopolio comercial español-, estuvo acompañada por otra,
como fue la ruptura y consecuente fragmentación del espacio económico virreinal. La apertura
directa al comercio ultramarino, que en la primera década revolucionaria significó casi
exclusivamente británico, supuso un cambio drástico en la posición del Río de la Plata en la
economía mundial. Pero este impacto provocado por la apertura mercantil ultramarina fue desigual
4. desde el punto de vista regional: a la vez que benefició al litoral porteño, perjudicó al interior. Es
que a partir de la Revolución, Buenos Aires, es decir una parte reducida del antiguo virreinato,
estableció una nueva relación con el resto del mundo como proveedor de materias primas
pecuarias e importador de productos manufacturados.
El mercado mundial
A esta inserción porteña en el mercado mundial bajo el imperio del liberalismo económico,
coadyuvaron varios factores, tanto propios como ajenos. Entre los primeros se cuentan la posesión
del puerto, de tierras aptas para la explotación pecuaria y la existencia de propietarios rurales que
con el tiempo se constituirían en el sector más dinámico de la economía rioplatense. De los
segundos, se destaca la predominante presencia de los comerciantes ingleses, en la medida que
Gran Bretaña se constituyó en el primer centro exportador de manufacturas, a la vez que era el
primer mercado consumidor con que contaba el comercio ultramarino del Río de la Plata. En forma
gráfica: la ruta de Liverpool reemplazó a la de Cádiz. La apertura comercial de 1810, en cambio,
obligó al interior a encarar una por demás difícil adaptación a la nueva situación. Efectivamente, la
llegada de productos europeos más baratos a la plaza porteña constituyó una competencia cada
vez más perjudicial para sus producciones. ¿Esto quiere decir que los textiles ingleses, por
ejemplo, competían con los cordobeses y santiagueños en el interior, los vinos españoles o
franceses con los mendocinos o sanjuaninos en Cuyo o el azúcar brasileño con el tucumano y
salteño en el Norte? No tanto, pues el costo de los fletes debido a las largas distancias, los
derechos de tránsito que debían pagar los artículos al pasar los límites de cada provincia y los
aranceles proteccionistas establecidos por éstas resguardaban los mercados locales-dicho sea de
paso bastante pobres- de sus competidores europeos; lo que paulatinamente, y sobre todo durante
la década de 1820, perdieron las provincias fue el mercado porteño para sus producciones, que allí
sí se enfrentaban con la competencia extranjera. Es que en la plaza porteña la situación se
invertía, pues los costos jugaban en contra de la misma manera que la disminución de los
aranceles de importación estipulados por esta provincia.
Estructuras Comerciales
Con respecto a la mutilación del espacio económico virreinal, con la Revolución se produjo una
verdadera descomposición de las estructuras comerciales de tiempos coloniales. A partir de 1810,
con la pérdida del Alto Perú -que sería definitiva- se cortó el circuito de exportación metálica
Potosí-Buenos Aires, que era la base del sistema económico pre revolucionario. Aquí también el
interior sufrió, pues mientras Buenos Aires reemplazaba sus exportaciones de metálico por los
productos pecuarios (los que, debe aclararse, ya constituían un importante rubro exportable antes
de 1810), las provincias ligadas al tráfico de mulas como Salta, Jujuy, Tucumán y Córdoba se
vieron enormemente perjudicadas con el final de esta conexión. En otras palabras, mientras
Buenos Aires progresaba, el resto de las provincias, lejos de ello, trataba por todos los medios de
sobrevivir.
Bibliografía: Artículo del diario HOY de La Plata, publicado el 25 de Mayo del 2004, por Claudio
Panella. Profesor de Historia. Director del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires “Dr.
Ricardo Levene.
5. Tesis del liberalismo económico en las figuras de Mariano Moreno y Manuel Belgrano.
El polémico Moreno
Al abordar el pensamiento de Mariano Moreno debe enfrentarse el problema de la supuesta
incompatibilidad entre dos de sus textos canónicos “La Representación de los Hacendados”
(Moreno, 1809) de 1809 y el “Plan de Operaciones” (Moreno, 1810) de 1810. El primero sería un
Moreno liberal, probritánico y ferviente animador del libre comercio, mientras el segundo sería un
personaje jacobino, nacionalista y estatista. De allí se dio lugar a la famosa controversia sobre el
carácter apócrifo del “Plan de Operaciones”, siendo los representantes más destacados Paul
Groussac y Ricardo Levene, por un bando, y José María Rosa y Rodolfo Puiggros por el otro. En
verdad, la tesis del carácter apócrifo del Plan no ganó sustento. Estaba basada en prejuicios sobre
estilos literarios y en una supuesta incoherencia política sobre trabajos posteriores. Finalmente
pesaron más las indicaciones historiográficas, donde recae en Moreno, como miembro de la junta,
la redacción del documento, hasta aceptar un cambio radical en la persona de Moreno a partir de
un suceso notable que tuvo lugar entre la redacción de uno y otro texto, esto es, la Revolución de
Mayo de 1810. Adhiriendo a la autenticidad del Plan en la figura de Moreno, podemos agregar que
una lectura atenta de la Representación, lejos de separarnos, nos acerca sigilosamente al Plan que
escribirá unos meses después.
Para ello es necesario no caer en las rimbombantes frases con las que calurosamente trata de
convencer a Cisneros -destinatario del texto- donde se vitorea el libre comercio, la ciencia
económica de Adam Smith y la grandeza de la Inglaterra, y atender a su discurso, un discurso
político que intenta dirigir el sentido de las políticas económicas en función del interés que
representa -los labradores y hacendados de ambos bandos del Río de la Plata- en una coyuntura
particular: una economía colonial en recesión con la Metrópoli jaqueada por las guerras y un
contrabando inglés como norma en el Plata. Más allá del carácter progresista que significa el libre
comercio entre naciones soberanas en contraposición de un comercio monopolista signado por
una dominación colonial debemos agregar el análisis que expone Moreno de la situación en que se
encontraban las colonias. Destaca una serie de hechos fácticos como ser la imposibilidad de la
Metrópoli de mantener la dinámica y volumen comercial que las Provincias del Plata necesitaban, y
el grado de inserción de las importaciones británicas a través de un abierto contrabando. Moreno
argumenta que en tales circunstancias los únicos que se ven beneficiados son un puñado de
comerciantes españoles que manejaban el comercio, mientras se perjudicaban los productores
locales que no podían colocar las exportaciones a través de contrabando, el fisco que se perdía de
recaudar sobre las importaciones ilegales, y la Corona que en consecuencia recibía menos giros.
Moreno destaca constantemente el carácter oportuno de sacar ventaja de una desventaja, ante el
hecho consumado -y a la vista irreversible en el corto plazo- lo más inteligente era cobrarles
impuesto a las mercancías inglesas. Ya que entran, por lo menos que paguen, era el argumento.
Debieran cubrirse de ignominia los que creen que abrir el comercio a los ingleses en estas
circunstancias es un mal para la Nación y para la Providencia; pero, cuando concediéramos esta
calidad al indicado arbitrio, debe reconocérsele como un mal necesario, que siendo imposible
evitar, se dirige por lo menos al bien general, procurando sacar provecho de él, haciéndolo servir a
la seguridad del Estado. (Moreno, 1810, p 119)
En lo que a la acuciante situación fiscal respecta, Moreno no cree justo cobrarle más impuestos a
los trabajadores, reduciendo sus sueldos, sino que pide que se le saque a los mercaderes.
6. Fue una pobreza de ideas autorizar aquellos gravámenes sobre los comestibles y demás
subsistencias del pueblo, cuando el estado actual del comercio y circunstancias de la Nación
presentaban ventajosas proporciones de enriquecer el erario, formando al mismo tiempo la
opulencia de la Provincia. (Moreno, 1810, p 125)
Tampoco era partidario de la solución del problema fiscal a través del endeudamiento el cual
desaconseja tajantemente, para lo cual valen las siguientes citas:
Se dice generalmente que un empréstito bajo las seguridades que están a disposición del
Gobierno, sería capaz de remediar los presentes apuros; pero V.E. puede estar seguro de que
jamás encontrará esos socorros que se figuran tan asequibles y que a su consecución se seguirían
consecuencias tan perniciosas, que quedaría arrepentido de haberlos encontrado. Todas las
naciones en el apuro de sus rentas han probado el arbitrio de los empréstitos, y todas han
conocido a su propia costa que es un recurso miserable con que se consuman los males que se
intentaban remediar. Esto es consiguiente a su propia naturaleza, pues debiendo satisfacerse con
las primeras entradas, o se sufrirá entonces un doble déficit, o faltarán prestamistas por el
descrédito de los fondos sujetos a la satisfacción. (Moreno, 1810, pp. 122-123)
Como le pasará pocos años después a Pueyrredón, cuando en vano tratará de conseguir
préstamos de Inglaterra y de los Estados Unidos para la causa americana, Moreno ya advertía
dicho orden de dificultades: “¿Acaso ha creído V.E. que encontrará empréstitos suficientes si
llegase a pedirlos?” (Moreno, 1810)
A su vez, advertía la dependencia que el endeudamiento podía significar en tanto los acreedores
pasen a exigir nuevas condicionalidades ante nuevos empréstitos:
Engreídos prestamistas por haber salvado al Gobierno de tan peligrosa situación, se contendrán
difícilmente en los límites de una situación respetuosa; la obligación en que contemplan al jefe, los
alentará a injustas pretensiones y la más leve repulsa producirá quejosos y descontentos que
acusen de ingratitud y pretendan castigar con el cobro de sus créditos y negociación de nuevos
auxilios, la poca consideración con unos hombres que salvan el Estado con sus caudales. (...) La
elevada autoridad de V.E. no ha de mendigar de sus súbditos los medios de sostenerse; estos
deben depender de ella sin que ella dependa de nadie, y si la conservación del estado ha de
vincularse a los voluntarios préstamos de comerciantes poderosos, lloraremos las resultas de un
gobierno débil, pues no puede haber energía con acreedores de que se necesita. (...) Deberíamos
temer las más tristes resultas, si no se arbitrase otro medio de sostener el Estado que los
empréstitos de una voluntaria erogación. (Moreno, 1810)
El Moreno de la Representación no es conservador, advierte los cambios que estaban ocurriendo
en el régimen colonial, los acepta y los profundiza. Es por ello que puede presionar al virrey en
nombre de nada más y nada menos 20.000 hacendados (como le hace saber al final del texto)
para que modifique la política económica del comercio colonial, que en tales circunstancias no era
otra que un letal bloqueo económico. Moreno despliega un revolucionario pragmatismo que le
permite plantearle abiertamente al representante del Rey la independencia económica de las
Provincias respecto a los mercaderes de España. Y no en vano lo hace invocando la necesidad del
mantenimiento del fisco:
Decir que el real erario está sin fondos es decir que los vínculos de la seguridad interior están
disueltos, que los peligros exteriores son irresistibles y que el gobiernos débil por falta de recursos
efectivos, no puede oponer a la ruina del pueblo sino esfuerzos impotentes. (Moreno, 1810, p 117)
7. Este elemento es central, y es absolutamente compatible con el Moreno del Plan pues en su
discurso no se lee ni una sola vez la infaltable queja en todo discurso liberal sobre la nefasta
intromisión del Estado en los asuntos del mercado. Al contrario, hay una interpelación a su
fortalecimiento, el fortalecimiento de un Estado que así como un par de años atrás había ejercido
exitosamente su independencia militar ante las invasiones inglesas ahora estaba experimentando
una independencia económica de hecho para lo cual exigía el ajuste de las instituciones a la nueva
realidad. Esa nueva realidad alcanzaría su culmine en la revolución que tendría lugar meses
después, para entonces a Moreno no le costará mucho ponerse a la altura de los acontecimientos
y volver a representar a los sujetos de la historia. De allí saldrá el “Plan de Operaciones”, un texto
propio de tiempos de revolución pero que en definitiva no contradice lo apuntado en la
Representación: independencia económica dirigida por el Estado nacional.
Belgrano economista de la periferia
El pensamiento económico de Belgrano es poco conocido cuando no mal comprendido. (Belgrano,
1963) Rápidamente lo etiquetan como “fisiócrata”, o mero reproductor de los autores europeos de
la época. Pero en realidad abordó una gran amplitud de materias económicas que la historia oficial
ha buscado callar debido a su crítica al liberalismo. No podemos decir que era un mero “fisiócrata”
porque reconocía que la agricultura era apenas una de las tres fuentes de riqueza. Tampoco era
un “metalista”, pues sostenía que los metales eran una riqueza de convención. La verdadera
riqueza, la “riqueza real” encontraba en la producción. A su vez, tampoco era un “mercantilista”, si
bien busca por todos los medios favorecer la situación externa del país favoreciendo las
exportaciones y limitando las importaciones el desarrollo principal lo veía en el mercado interno.
Uno de los puntos más reveladores de la obra de Belgrano es haber sido un precursor de la
“demanda efectiva”, corazón del pensamiento de John Keynes: “Los precios de todas las especies
vendibles se arreglan por sí mismos en todas partes, siguiendo en ello la regla de la demanda
efectiva, o lo que es lo mismo, según la mayor o menor copia de compradores” (Belgrano, 1963, p.
106). En el mismo sentido señala, “La superioridad de los progresos en el trabajo industrioso entre
las naciones depende de la superioridad de sus consumos, sean interiores sean exteriores”
(Belgrano, 1963, p. 259).
La industria debía ser alentada y guiada por el gobierno. Él sostenía que estaba en “la cuna” para
la cual había que hacer política industrial, dice: “(...) tomar otras medidas para llevarlas por la
senda recta y no dejarlas caminar al antojo y capricho, sin principio ni regla fija” (Belgrano, 1963, p.
129). Como vemos, tampoco era un liberal sino que creía conveniente la intervención del estado en
la economía. El propio Belgrano nos aclara su idea de libertad:
Las restricciones que el interés político trae al comercio no pueden llamarse dañinas. Esta libertad
tan continuamente citada, y tan raramente entendida, consiste sólo en hacer fácil el comercio que
permite el interés general de la sociedad bien entendida. Lo demás es una licencia destructiva del
mismo comercio. (Belgrano, 1963, p. 223)
El proteccionismo de Belgrano es claro “El modo más ventajoso de exportar las producciones
superfluas de la tierra es ponerlas antes a obra o manufacturarlas”; “La importación de mercancías
que impide el consumo de las del país, o que perjudican al progreso de sus manufacturas y de su
cultivo lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”; “La importación de las mercaderías
extranjeras de puro lujo en cambio de dinero, cuando este no es un fruto del país, como es el
nuestro, es una verdadera pérdida para el estado” (Belgrano, 1963, p. 208).
8. Un elemento a destacar es la crítica que se podría hacer desde Belgrano a las tesis de David
Ricardo, sobre todo teniendo en cuenta que fue escrita en 1810, siete años antes de que el autor
inglés publicara sus Principios de Economía Política y tributación con el cual se pretendió condenar
a los países según una división internacional del trabajo. Belgrano se discurre con erudición sobre
las leyes de granos en Inglaterra, el mismo tema que motivara a Ricardo, pero a diferencia de este,
Belgrano no trabaja con unidades “horas hombre” sino atendiendo a las particularidades de una
encomia monetaria, donde hay movilidad de capitales entre los países, tipos de cambio y tasas de
interés. De este modo, Belgrano puede ver lo que Ricardo no vio, y lo hace recurriendo a un ajuste
“keynesiano”. Cuando dos países comercian lo hacen a través de dinero, esa entrada de dinero
repercute en el alza o la baja de la tasa de interés, la cual termina determinando el nivel de
actividad del país. Así, un país que tiene una posición superavitaria del comercio exterior tendrá
más dinero y su tasa de interés descenderá, lo que favorece aun más su producción. En cambio,
un país deficitario en el comercio exterior tendrá menos dinero y su tasa de interés subirá,
desalentando aun más la producción. Pero a su vez incorpora las consecuencias del pago de
deuda de los déficit comerciales, concluyendo que no hacen más que atrapar al país deudor en
una desindustrialización:
El pueblo deudor de una balanza pierde en el cambio que se hace de los deudores una parte del
beneficio, que había podido hacer sobre las ventas, además del dinero que está obligado a
transportar para el exceso de las deudas recíprocas, y el pueblo acreedor gana, además de este
dinero, una parte de su deuda recíproca en el cambio, que se hace de los deudores. Así, el pueblo
deudor de la balanza ha vendido sus mercaderías menos caro y ha comprado más caro las del
pueblo acreedor, de donde resulta que en el uno la industria es desalentada, en tanto que está
animada en el otro. (Belgrano, 1963, p. 328)
La teoría monetaria de Belgrano es esclarecedora respecto a la circulación del dinero en tanto
facilita el comercio. El esquema es como el M-D-M de Marx, y se funda en la división del trabajo de
Smith. Belgrano advierte una propiedad del dinero que la hace más poderosa frente a las
mercancías, en tanto no está expuesto al deterioro de las mismas, o una preferencia por la liquidez
(Keynes) que lleva a que algunos atesoren en vez de consumir, provocando una crisis. Según
Belgrano, allí reside “el origen de la usura o del interés del dinero”, y entre las consecuencias
podemos destacar:
(...) la circulación natural está interrumpida a medida que el dinero que circula en el comercio está
parado; cuando menos natural es la circulación, menos está el pueblo industrioso en estado de
consumir, menos igualmente repartida está la facultad de consumir; en este caso serán más fáciles
los acopios de dinero y será más raro el dinero en el comercio; cuanto más raro es el dinero en el
comercio, más distante está su función de signo para venir a ser la medida de las mercaderías; el
medio de volver el dinero al comercio es añadirle un interés relativo a su función natural de signo y
a su cualidad usurpada de medida; todo interés asignado al dinero es una disminución de valor
sobre las mercancías; cuanto más distante esté el dinero de su función natural de signo, más alto
estará el interés; es evidente que la disminución de los intereses del dinero en un estado no
pueden obrarse útilmente, sino volviendo a traer la circulación al orden natural. (Belgrano, 1963,
pp. 338-339)
Belgrano advierte que en materia de deuda, no es la misma naturaleza la de un Estado que la del
sector privado. Nos dice socarronamente: “Estos cálculos apurados hasta el exceso por algunos
escritores ingleses, no son propios sino para entretener las imaginaciones ociosas y pueden
introducir principios viciosos en una nación” (Belgrano, 1963, p. 359). El estado tiene como
seguridades reales la suma de los tributos que puede levantar sobre su pueblo. Otra diferencia es
9. que cuando los particulares contraen una deuda, tienen dos ventajas: pueden limitar su gasto
personal hasta que haya dado cumplimiento; la otra, de poder sacar del empréstito una utilidad
mayor que el interés, que están a obligados a pagar. En cambio,
(...) un Estado aumenta su gasto anual contrayendo sus deudas, sin ser dueño de disminuir los
gastos necesarios a su manutención, porque está siempre en una posición forzada relativamente a
su seguridad interior. Él no se empeña más sino para gastar, así la seguridad que saca de sus
empeños, no puede acrecer las seguridades reales que ofrece a sus acreedores. (...) El uso el
Estado hace de su crédito puede dañar al de los súbditos; en lugar de que jamás el crédito
multiplicado de los súbditos puede ser útil al del Estado. (Belgrano, 1963, pp. 361-362)
El mecanismo señalado por Belgrano es similar al argumento de la “equivalencia ricardiana” a la
hora de elegir financiar a un gobierno a través de impuestos en vez de deuda: “(...) la pesadez de
las cargas que acumulan o perpetúa, donde es evidente concluir que toda enajenación de las
rentas públicas es más onerosa al pueblo que un aumento de impuestos que fuese pasajero”.
(Belgrano, 1963, p. 362)
También señala que el endeudamiento establece medios para subsistir sin trabajo, descuidando
así el cultivo de las tierras haciendo que los fondos salgan del comercio, desvaneciendo las
manufacturas, y a su vez, la facilidad del recobro de las rentas públicas, siendo un círculo vicioso
de desfinanciamiento público y dependencia de nuevas deudas. A su vez, al ser más los que piden
de los que prestan, el interés del dinero sube, y este inconveniente “viene a ser un nuevo obstáculo
al acrecentamiento del comercio y la abundancia”.
En definitiva, al igual que Moreno la condena de Belgrano al endeudamiento de nuestro país es
tajante, vasta para concluir las siguientes palabras:
El grueso interés del dinero convida a los extranjeros a hacer pasar el suyo para venir a ser
acreedores del Estado. No nos detengamos sobre la preocupación pueril, que mira la arribada de
este dinero como una ventaja: ya se ha referido algo tratando de la circulación del dinero. Los
rivales de un pueblo no tienen medio más cierto de arruinar su comercio, que el tomar interés en
sus deudas públicas.
Como hemos expuesto, tanto en Moreno como en Belgrano encontramos elementos que
difícilmente puedan circunscribirlos a un liberalismo económico. El esfuerzo por fortalecer el estado
y hacerlo intervenir en la economía de suerte de poder garantizar la independencia fue pensado
por ambos próceres. Será San Martín el primero en llevar tales ideas a la práctica en su gestión
como Gobernador de Cuyo.
Bibliografía:
http://www.centrocultural.coop/revista/articulo/124/las_ideas_economicas_de_manuel_belgrano_y_
mariano_moreno.html
• Belgrano, Manuel. (1963) Escritos Económicos. Buenos Aires, Circulo Militar.
• Moreno, Mariano. (1809) “La representación de los Hacendados”, en Moreno, Mariano.
Escritos Políticos y Económicos, Buenos Aires, La cultura argentina, 1915.
• -----. “El Plan de Operaciones, Que el Gobierno provisional de las Provincias Unidas del
Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra Libertad
e Independencia”, en Escritos Políticos y Económicos, La Cultura Argentina, 1915.
10. Establecimiento del Estado Nacional (1810-1880)
La revolución de mayo de 1810 desató una ola de cambios, al separarse el Alto Perú del Virreinato,
se privó al Río de la Plata de su principal mercado consumidor y de la región productora de
metales preciosos. Las economías del interior quedaron aisladas y sus sectores mercantiles
dejaron de cumplir el rol vinculante entre Buenos Aires y el Alto Perú, iniciándose un proceso de
migración interna y despoblación del noroeste que no habría de detenerse en adelante. El proceso
revolucionario no pudo contener las tensiones que el poder borbónico había mantenido oculto.
Durante muchos años, las provincias del interior habían tolerado el centralismo de Buenos Aires
sustentado en la legitimidad del Rey, pero ahora, su desaparición eliminaba todas las razones para
que ese malestar no saliera a la luz.
Desde el punto de vista económico, Córdoba había estado más ligada por su comercio al Alto Perú
y a Cuyo que a Buenos Aires. Cuyo, a su vez, estaba más cerca de Santiago de Chile que de la
capital y en general todas las provincias del norte dependían desde todo punto de vista al Alto
Perú. Asimismo, la mayoría de ellas no compartían la política oficial adoptada desde un principio
del libre comercio, ya que esto perjudicaba sus economías internas.
Una vez declarada la Independencia en 1816, la situación económica de la Argentina era muy
débil. El país casi no tenía industrias y por lo tanto, se comenzó a depender cada vez más de quien
sería el principal comprador y vendedor de la Argentina: el Reino Unido.
Bibliografía: http://es.wikipedia.org/wiki/
Fundación de "La Gaceta" de Buenos Aires
Desde el momento en que un juramento solemne hizo responsable a esta Junta del delicado cargo
que el pueblo se ha dignado confiarle, ha sido incesante el desvelo de los individuos que la forman,
para llenar las esperanzas de sus conciudadanos. Abandonados casi enteramente aquellos
negocios a que tenían vinculada su subsistencia, contraídos al servicio del público, con una
asiduidad de que se han visto aquí pocos ejemplos, diligentes en proporcionarse todos los medios
que puedan asegurarles el acierto; ve la Junta con satisfacción, que la tranquilidad de todos los
habitantes, acredita la confianza, con que reposan en el celo y vigilancia del nuevo gobierno.
Podría la Junta reposar igualmente en la gratitud con que públicamente se reciben sus tareas; pero
la calidad provisoria de su instalación redobla la necesidad de asegurar, por todos los caminos, el
concepto debido a la pureza de sus intenciones. La destreza con que un mal contento disfrazase
las providencias más juiciosas, las equivocaciones que siembra muchas veces el error, y de que se
aprovecha siempre la malicia, el poco conocimiento de las tareas que se consagran a la pública
felicidad, han sido en todos los tiempos el instrumento que limando sordamente los estrechos
vínculos que ligan el pueblo con sus representantes, produce al fin una disolución, que envuelve
toda la comunidad en males irreparables.
Una exacta noticia de los procedimientos de la Junta, una continuada comunicación pública de las
medidas que acuerde para consolidar la grande obra que se ha principiado, una sincera y franca
manifestación de los estorbos que se oponen al fin de su instalación y de los medios que adopta
para allanarlos, son un deber en el gobierno provisorio que ejerce, y un principio para que el pueblo
no resfríe en su confianza, o deba culparse a sí mismo si no auxilia con su energía y avisos a
quienes nada pretenden, sino sostener con dignidad los derechos del Rey y de la Patria, que se le
han confiado. El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de
éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios
inventados por el poder para cubrir los delitos.
11. ¿Por qué se han de ocultar a las provincias sus medidas relativas a solidar su unión, bajo el nuevo
sistema? ¿Por qué se les ha de tener ignorantes de las noticias prósperas o adversas que
manifiesten el sucesivo estado de la Península? ¿Por qué se ha de envolver la administración de la
Junta, en un caos impenetrable a todos los que no tuvieron parte en su formación? Cuando el
Congreso general necesite un conocimiento del plan de gobierno que la Junta Provisional ha
guardado, no huirán sus vocales de darlo, y su franqueza desterrará toda sospecha de que se
hacen necesarias o temen ser conocidos, pero es más digno de su representación, fiar a la opinión
pública la defensa de sus procedimientos y que cuando todos van a tener parte en la decisión de
su suerte, nadie ignore aquellos principios políticos que deben reglar su resolución.
Para el logro de tan justos deseos ha resuelto la Junta que salga a luz un nuevo periódico
semanal, con el título de Gaceta de Buenos Aires, el cual sin tocar los objetos que tan dignamente
se desempeñan en el Semanario del Comercio, anuncie al público las noticias exteriores e
interiores que deban mirarse con algún interés.
En él se manifestarán igualmente las discusiones oficiales de la Junta con los demás jefes y
gobiernos, el estado de la Real Hacienda y medidas económicas, para su mejora; y una franca
comunicación de los motivos que influyan en sus principales providencias, abrirá la puerta a las
advertencias que desee dar cualquiera que pueda contribuir con sus luces a la seguridad del
acierto.
La utilidad de los discursos de hombres ilustrados y que sostengan y dirijan el patriotismo y
fidelidad, que tan heroicamente se ha desplegado, nunca es mayor que cuando el choque de las
opiniones pudiera envolver en tinieblas aquellos principios, que los grandes talentos pueden
únicamente reducir a su primitiva claridad; y la Junta, a más de incitar ahora generalmente a los
sabios de estas provincias, para que escriban sobre tan importantes objetos, los estimulará por
otros medios que les descubran la confianza que pone en sus luces y en su celo.
Todos los escritos relativos a este recomendable fin se dirigirán al señor vocal doctor don Manuel
Alberti, quien cuidará privativamente de este ramo, agregándose por la secretaría las noticias
oficiales, cuya publicación interese. El pueblo recibirá esta medida como una demostración sincera
del aprecio que hace la Junta de su confianza; y de que no anima otro espíritu sus providencias
que el deseo de asegurar la felicidad de estas provincias (Orden de la Junta).
(Gaceta de Buenos Aires, del 7 de junio de 1810.)
Bibliografía: http://www.biblioteca.clarin.com/pbda/ensayo/moreno_escritos/gaceta.html
El correo del comercio
A su regreso de la Banda Oriental, Manuel Belgrano se encontró con la inesperada sorpresa de
dirigir un periódico, redactado por los mismos patriotas. El entusiasmo motivó a Manuel a querer
publicar el prospecto de un periódico editado en Sevilla, reemplazándole el nombre por el de
Buenos Aires: El Correo de Comercio de Buenos Aires cobraba vida y, dentro de la agenda, las
cuestiones y preocupaciones educacionales y sanitarias fueron objeto de esta inolvidable
publicación, la única que nació antes de la Revolución de Mayo (el primer número es del 3 de
marzo de 1810) y finalizaría posteriormente (el cierre fue el 5 de abril de 1811).
Bibliografía:
http://www.mercuriodelasalud.com.ar/Mercurio_old/anteriores/numeros/72/Notas/belgrano.htm
12. Primera invasión
El 14 de abril de 1806 partió desde la ciudad del Cabo una fuerza comandada por Beresford. Hizo
escala en Santa Elena donde se reforzó. La fuerza que llego al Río de la Plata consistía de 1600
hombres en 10 barcos de guerra. El 25 de junio de 1806 los ingleses desembarcaron en Quilmes, y
llegaron a tomar el fuerte de Buenos Aires el día 28 de junio. El virrey Sobremonte huyo con el
tesoro de la ciudad hacia Córdoba, para organizar allí la resistencia, pero el tesoro fue interceptado
por los ingleses gracias a la información que proveyeron comerciantes temerosos de que los
ingleses al no tener el tesoro robaran sus propiedades. Para ganarse el favor de la gente de
Buenos Aires una de las primeras medidas de los invasores fue decretar el libre comercio. Esto
provoco que muchos comerciantes que se beneficiaban con el monopolio español financiaran la
resistencia a los ingleses, que comenzó a organizarse en forma secreta con el fin de retomar la
ciudad. A su vez en Montevideo Liniers organizo una fuerza con el objetivo de marchar sobre
Buenos Aires y liberarla. También Pueyrredon con la ayuda de Alzaga, organizo una milicia en los
alrededores de la ciudad con vistas a la liberación de la misma la cual fue derrotada por los
ingleses el 1 de agosto. El 4 de agosto Liniers desembarco al norte de la ciudad en Las Conchas
con su fuerza. A medida que avanzaba se fueron uniendo mas hombres a su fuerza. Finalmente
llego a Buenos Aires donde convergieron en el ataque a los ingleses todas las fuerzas de la
resistencia. Luego de 2 días de lucha los ingleses fueron expulsados el 12 de agosto. El 14 de
agosto el Cabildo le confirió a Liniers el mando militar. Esto junto con la reconquista constituyeron 2
importantes antecedentes de autodeterminación que influirían luego en la Revolución de mayo.
Segunda invasión
El 22 de septiembre de 1806 el gobierno ingles decide invadir Buenos Aires y Montevideo. Los
ingleses volvieron a la carga con una fuerza mucho mayor a la que habían enviado con
anterioridad. Como base de acción tomaron la población de Maldonado el 29 de octubre de 1806
comenzaron las acciones que culminaron 3 días después con la derrota española. El 3 de febrero
de 1807 tomaron la ciudad de Montevideo en una operación naval y terrestre con 8000 soldados,
bajo el general Auchmuty y el almirante Stirling. Sobremonte había acudido con refuerzos desde
Córdoba, pero fue repudiado por el Cabildo, que puso a Ruiz Huidobro al mando de la fallida
defensa de la ciudad. Mientras tanto Liniers que había acudido con 3000 hombres en ayuda de
Montevideo debió retornar a Buenos Aires al enterarse de la caída de la ciudad. El 5 de febrero
llego la noticia a Buenos Aires de la caída de Montevideo, reuniéndose el Cabildo el día 10 para
analizar la situación, llegándose a la decisión de destituir a Sobremonte, arrestarlo y nombrar como
virrey a Liniers, hecho que sentó un fuertísimo precedente de autodeterminación con vistas a la
Revolución de Mayo de 1810. Para impedir que el pueblo de Colonia del Sacramento fuera
utilizado como punto de desembarque de un ejercito español, los ingleses también tomaron esa
población que cayo fácilmente en marzo. Liniers envió al recién llegado de España, Elio al frente
de una fuerza para recuperar Colonia. El 22 de abril este realizo un ataque sorpresivo para los
británicos, pero sin lograr el triunfo, y debió retirarse. Pack, el comandante ingles a cargo de
Colonia pido refuerzos a Montevideo y ataco el campamento de Elio, derrotándolo y dispersando
su fuerza el 7 de junio de 1807. Los ingleses comenzaron a usar a Montevideo como base para el
contrabando, logrando que sus mercaderías penetraran en las colonias españolas. además
emprendieron una guerra propagandística mediante la distribución de un periódico pro británico.
El 10 de mayo de 1807 llego a Montevideo Whitelocke que asumió el mando de todas las fuerzas
inglesas. El 28 de junio desembarcaron los ingleses en Ensenada, enfrentando las resistencia de
una fuerza local que fue prontamente desbaratada, iniciando la marcha sobre Buenos Aires. Entre
tanto llego de España una resolución que declaraba a Ruiz Huidobro como virrey, pero al hallarse
este prisionero de los ingleses, la Audiencia resolvió la continuidad de Liniers en el cargo. El 4 de
13. julio el ejercito ingles se aproximo a la ciudad de Buenos Aires. Liniers salio a enfrentarlos en Plaza
Miserere siendo derrotado. Ante la ominosa situación el alcalde de Buenos Aires, Alzaga ordeno
fortificar la ciudad, se cavaron trincheras y se hicieron barricadas, a la vez que la población se
levanto en armas para enfrentar a los ingleses. El 5 de julio los ingleses partiendo de Miserere se
dividieron en 12 columnas para penetrar en la ciudad confiados de la victoria. Los sorprendió una
encarnizada resistencia y una lucha cuerpo a cuerpo. La población utilizo casi cualquier medio para
combatir a los ingleses, el mas famoso fue el de arrojar aceite hirviendo desde las terrazas de las
casas a las columnas británicas (aunque algunos historiadores afirman que era agua hirviendo ya
que el aceite en esa época era un articulo muy caro). Los ingleses no pudieron tomar la ciudad y
sufrieron una gran cantidad de bajas. Liniers le ofreció a Whitelocke la rendición la cual el
comandante británico acepto. Las tropas británicas debieron retirarse del Río de la Plata y devolver
al Virreinato del Río de la Plata las ciudades tomadas.
Bibliografía: http://www.historiaglobal.com.ar/invasionesinglesas.php