Este poema describe la vida de un pirata que navega los mares con su barco y tripulación. El pirata se siente libre en el mar y no reconoce las leyes de ningún país, considerando los mares y su barco como su única patria. A pesar de estar sentenciado a muerte, se jacta de su valentía y fuerza, confiando en su suerte. El mar, la libertad y la fuerza son su ley.
Muestra de "Enigmas con jardín", libro editado por Impronta en septiembre de 2012.
Viajero estable y rutinario intrépido, lector de jardines y paseante de bibliotecas, García Martín hace realidad sus navegantes sueños infantiles para vivir en primera persona la jovial camaradería y las soledades marítimas. Siempre solo y siempre acompañado, de la mano de Borges o Pessoa, de Botas o Calvino, poco parece importarle estar en Venecia o en Aldeanueva, en Nueva York o en Avilés, en Ginebra o en Oviedo. Siempre dispuesto a celebrar el milagro de la vida, el viaje es su espacio natural, saboreando por igual la llegada y la partida. Cada segundo cuenta para este insaciable coleccionista de paradojas, ciudades, instantes, amaneceres, bibliotecas, viejos cafés, hoteles… Solo parece detenerse fugazmente el tiempo dentro de algún viejo caserón abandonado o en sus dilectos jardines, recurrente teatro de apariciones y encuentros, soñados o imposibles, con difuntos y fantasmas del pasado.
1. CANCIÓN
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
DEL PIRATA a quien nadie impuso leyes.
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela, Y no hay playa,
no corta el mar, sino vuela sea cualquiera,
un velero bergantín. ni bandera
Bajel pirata que llaman, de esplendor,
por su bravura, El Temido, que no sienta
en todo mar conocido mi derecho
del uno al otro confín. y dé pechos mi valor.
La luna en el mar riela Que es mi barco mi tesoro,
en la lona gime el viento, que es mi dios la libertad,
y alza en blando movimiento mi ley, la fuerza y el viento,
olas de plata y azul; mi única patria, la mar.
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa, A la voz de quot;¡barco viene!quot;
Asia a un lado, al otro Europa, es de ver
y allá a su frente Istambul: cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
Navega, velero mío que yo soy el rey del mar,
sin temor, y mi furia es de temer.
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza En las presas
tu rumbo a torcer alcanza, yo divido
ni a sujetar tu valor. lo cogido
por igual;
Veinte presas sólo quiero
hemos hecho por riqueza
a despecho la belleza
del inglés sin rival.
y han rendido
sus pendones Que es mi barco mi tesoro,
cien naciones que es mi dios la libertad,
a mis pies. mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad, ¡Sentenciado estoy a muerte!
mi ley, la fuerza y el viento, Yo me río
mi única patria, la mar. no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
Allá; muevan feroz guerra colgaré de alguna antena,
ciegos reyes quizá; en su propio navío
2. Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
José de Espronceda