En esta carta, la autora expresa su profundo agradecimiento y amor hacia su cerebro. Lo describe como su amigo leal que la acompaña en todas sus aventuras y le da luz y energía durante el día. Reconoce que sin su cerebro, su vida no tendría sentido. Se disculpa por obligarlo a trabajar sobretiempo y promete dejarlo descansar al menos seis horas diarias.