Eduardo Madina, un héroe de la Democracia, ha logrado un escaño en el Congreso. Me alegro de que un socialista lúcido de la cantera de Bilbao sea un hombre a la espera en el futuro del Partido Socialista. Le digo: «Están haciendo chantaje a Rajoy, Ciudadanos y PSOE». Él contesta: «Sería lo último, sería nefasto que mi partido pusiera obstáculos para que se formara un Gobierno con las mayorías y minorías democráticas».
1. EL RUIDO DE LA CALLE
Chantaje a Rajoy
ULISES
Eduardo Madina, un héroe de la Democracia, ha logrado un
escaño en el Congreso. Me alegro de que un socialista lúcido de la
cantera de Bilbao sea un hombre a la espera en el futuro del Partido
Socialista. Le digo: «Están haciendo chantaje a Rajoy, Ciudadanos y
PSOE». Él contesta: «Sería lo último, sería nefasto que mi partido
pusiera obstáculos para que se formara un Gobierno con las
mayorías y minorías democráticas».
De acuerdo. Pero creo que PSOE y Ciudadanos están haciendo un chantaje en toda
regla al dirigente de un partido que ha vencido en unas elecciones libres. Los dos partidos
que amenazan con hacer, otra vez, imposible una investidura comparten con el PP las
mismas ideas sobre la España constitucional, el crecimiento económico, el terrorismo.
El PSOE se reparte con el PP, además, las puertas giratorias y los ropones, pero ambos
tratan a Mariano Rajoy como al enemigo del pueblo, culpándolo de toda la podredumbre y
miseria de la crisis. Pedro y Albert, lejos de someterse a un juicio crítico por sus errores,
culpan a los otros de su declive y, además, extorsionan a 36 millones de ciudadanos.
Piden la cabeza de Mariano, que debiera haber dimitido por sus responsabilidades en los
casos de corrupción, pero que no consiguieron echarlo y ahora está libre de cargos,
aunque no de sospechas. Por decirlo en palabras del 18 Brumario a los políticos: «Una
2. larga y aventurera vida de vagabundos les había dotado de los tentáculos más perfectos
para aprovecharse de las mínimas debilidades...».
La falta de democracia interna en sus aparatos, el egocentrismo y la cara dura llevan a los
políticos a creerse imbuidos de la gracia de Dios como los antiguos tiranos y se niegan a
irse cuando los ciudadanos lo sugieren. Por lo menos, dos de los cuatro candidatos
tendrían que haber dimitido y alguno de ellos al final dimitirá pero, de momento,
coaccionan al partido ganador con su culo pegado al sillón y expresan su descontento
culpando a los demás. Sánchez imputa a Podemos su retroceso y se muestra feliz de ser
la primera fuerza de la izquierda, después de haberla llevado a la derrota. Rivera culpa a la
ley electoral de su retroceso, la misma ley que en diciembre le llevó a la cumbre. Los
partidos suelen nacer del descontento y la desconfianza. Sobre todo en España, donde se
vota y se hace política contra algo o alguien, basándose en el odio de partido, acusando al
adversario de corrupción, aunque se tengan las manos manchadas. Nada más fácil que
organizar aquí el partido del descontento, como se vio cuando nació el 15-M. Aquellas
acampadas contra políticos y banqueros exigiendo «democracia real» han engordado el
arco parlamentario, pero no ha cambiado la conducta de los políticos.
El invierno de nuestro descontento –al contrario de lo que se dice en el comienzo de
Ricardo III– no se ha vuelto verano. Las nubes que se encapotaban sobre nosotros no
están sepultadas en el hondo seno del océano. Los políticos han olvidado el mensaje de la
Puerta del Sol.