El documento describe que el Pacto Antiguo y el Nuevo reflejan el eterno Pacto de gracia de Dios, el cual ofrece salvación a los pecadores a través de la fe en el sacrificio de Cristo. Siempre ha sido un pacto de gracia, no de obras, y sus beneficios incluyen la vida eterna y el perdón de pecados. La Ley de Dios permanece en el Nuevo Pacto, escrita en el corazón de los creyentes por la gracia divina.