El documento habla sobre el poblado íbero de Gebut y cuenta la leyenda de su creación por parte del gigante Youssefón. Según la leyenda, Youssefón construyó el poblado con sus manos usando barro luego de quedarse solo después de comerse a los habitantes del pueblo de Soses. Más tarde conoció a la giganta Carlooota, quien también se había quedado sola, y ambos vivieron felices en Gebut aunque Youssefón accidentalmente destruyó parte del poblado al caer sobre él. Hoy en día
1. LECTURA PER A LA
CINQUENA PROVA DE
LLENGUA CASTELLANA
EL POBLADO ÍBERO DE GEBUT: ¿REALIDAD O LEYENDA?
Se habla mucho de las innumerables montañas que se han formado a partir de erupciones
volcánicas, terremotos y colisiones entre placas litosféricas. La historia natural está repleta de
episodios protagonizados por los agentes naturales internos, por fuerzas descomunales que
fluyen del manto terrestre y se expanden a lo largo y ancho de la corteza, transformando sin
piedad la tierra y dándole forma a su antojo.
En Soses, sin embargo, la cosa fue muy, muy, diferente...
Hace mucho, mucho tiempo, vivía en el antiguo Soses un gigantón descomunal,
extraordinariamente corpulento. Se llamaba Youssefón y vivía solo. Vivía en soledad porque,
poco a poco, se había ido comiendo a todos los habitantes enclenques del pueblo. Cuando
Youssefón se aburría, bajaba sierra abajo dando unos pesados pasos que retumbaban en toda
la llanura de Lleida con gran estrépito y se dedicaba a perseguir a los vecinos del pueblo. Cada
vez que bajaba a Soses caía algún habitante, alguien que acababa en el estómago de ese
hombretón de tamaño colosal. Con el pasar de los años, pues, Soses había quedado desierto.
Ahora, solo y aburrido, Youssefón lloraba amargamente, bramaba haciendo un estrépito
insufrible. Estaba hecho un mar de lágrimas, y nadie podía consolarle.
El gigante pasaba los días cogiendo con sus manos el barro que resultaba de la mezcla de
sus lágrimas con la tierra de la sierra en la que vivía. Sin pensar demasiado, creaba casas con
forma de prisma y las colocaba poco a poco bien juntitas. Así, a medida que los años se
acababan, cada vez había más casas en lo alto de la sierra. Ciertamente, la construcción de
Youssefón parecía un verdadero poblado. Contento, decidió bautizar el lugar con el nombre de
Gebut.
Cierta mañana, habiendo desayunado diez o doce árboles que allí había, el gigantón advirtió
que, a lo lejos, por el camino que llevaba a Soses, se acercaba una mujer. ¿Una mujer? ¡Sí! Era
una mujer... ¡Y de su mismo tamaño! ¡Una auténtica mujer gigante!
2. Tras largos años de soledad, después de haberse comido a los habitantes de Soses y de
haber modelado un poblado con barro y con sus manos como si de plastilina se tratase, el amor
llamaba a la puerta de Youssefón.
El gigante, con el corazón acelerado, descendió sierra abajo y corrió a reunirse con la
caminante. La mujerona, llamada Carlooooota, se lanzó a los brazos de Youssefón y ambos se
fundieron en un cálido abrazo. Casualidades de la vida, la gigante Carlooooota también estaba
triste; había estado caminando sin rumbo porque también ella se había comido a los habitantes
de su pueblo, Alcarràs, y se había quedado sola y abandonada.
Felices, pues, los descomunales seres, emprendieron el camino, cogidos de la mano, hacia la
sierra donde vivía Youssefón, hacia el poblado de Gebut.
Una vez allí, el gigante empezó a fanfarronear hablando sin parar de su fuerza, presumiendo
de tantas y tantas casas que había creado con sus manos, señalando con el dedo todas sus
posesiones.
Mientras Youssefón se llenaba la boca de piropos hacia sí mismo, la gigante Carlooooota lo
pilló desprevenido y le dio un sonoro beso en la mejilla. El beso hizo enrojecer a Youssefón,
quien perdió el equilibrio y cayó de espaldas sobre el poblado. Desgraciadamente, las casas que
quedaron atrapadas bajo el cuerpo del gigante quedaron reducidas a papilla en un instante.
Youssefón se recuperó del terrible golpe de inmediato y, junto a Carlooooota, vivieron felices
durante muchos años en el asentamiento destrozado de Gebut. Enamorado, Youssefón nunca
más hizo casas de barro con sus manos, y en Gebut solo quedaron ruinas que recordaban a las
casas que un día allí había habido.
Hoy en día son muchos los alumnos de distintos colegios que visitan las ruinas del poblado de
Gebut. Los profesores les explican que, hace 2.800 años, el pueblo de los íberos fundó ese
asentamiento con el fin de cultivar la tierra, criar animales y vivir allí.
Nosotros, ahora, sabemos que la creación de Gebut no sucedió precisamente así...
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