Planificacion Anual 4to Grado Educacion Primaria 2024 Ccesa007.pdf
Castellà, tercera lectura
1. T E R C E R A L E C T U R A D E
L L E N G U A C A S T E L L A N A
ATRAPAR A LA PRINCESA
Los bosques encantados ya no existían. En pleno siglo XXV, el ya antiguo y pasado de
moda bosque encantado se había convertido en un antro de suciedad y porquería. Las
malolientes basuras estaban esparcidas por todos lados y donde antes había habido esbeltos
árboles con florecillas silvestres y manantiales de agua limpia y fresca ahora se extendían
como una plaga los rascacielos, los vehículos, las ratas y la suciedad. Las cándidas musas,
los tímidos elfos y las amabilísimas hadas se habían ido convirtiendo, poco a poco, en
vendedoras ambulantes de tabaco, ladrones de banco que actuaban a punta de pistola y
malvadas brujas que leían las cartas del tarot por cuatro euros en cualquier esquina.
Vivir en el moderno bosque encantado era, ahora, desafiar día a día a la muerte porque
tanto se podía contraer una enfermedad incurable como morir durante un atraco o bien ser
arrollado por uno de los numerosos taxis ilegales que circulaban por ahí. Lo cierto es que era
un auténtico agravio que el antes precioso bosque encantado siguiese llamándose <<Bosque
encantado>>, pero aun así un cartel situado a la entrada mismo del lugar lo seguía anunciando.
A ese “bosque encantado” llegaron un día dos príncipes, dos personajes extremadamente
ricos, muy conocidos. Los dos hermanos poseían vastas tierras y un sinfín de castillos para
aburrir. Eran multimillonarios y no habían trabajado en su vida. A bordo de sus Ferrari
Testarrossa acabados de sacar del concesionario, los príncipes Ousama y Adrian acudían al
bosque encantado porque tenían un problema: a pesar de sus incontables riquezas les faltaba
una princesa, alguien de su misma condición con quien casarse y poder así ampliar la familia
real.
Acompañados por un séquito muy numeroso, Ousama y Adrián empezaron su búsqueda.
Ordenaron a sus pajes y ayudantes que convocaran a todas las mujeres del bosque con el
objetivo de anunciarles que, si cumplían las condiciones acordadas, una de ellas se convertiría
en la mujer más rica y poderosa del mundo.
2. La llamada efectuada por los ricos príncipes tuvo una respuesta inmediata y al cabo de
una hora, por todas las calles y plazas del bosque donde los pajes habían instalado los
carruajes para hacer la prueba, se podía ver a cientos de mujeres gritando y levantando los
brazos con el fin de ser vistas por Ousama y Adrian. Los príncipes quedaron patidifusos ante el
lamentable espectáculo que se extendía ante ellos. Las chicas que supuestamente habían
acudido para ser seleccionadas eran definitivamente feas; a muchas de ellas les faltaban tres o
cuatro dientes, los bigotes formaban parte de sus caras y una mata de pelos emergía de sus
piernas, brazos y axilas. El hedor a cebolla era insoportable. Bebían brebajes alcohólicos
repugnantes. Estaba claro que muchas de ellas eran bellacas que no se habían lavado
durante al menos un año.
Ousama y Adrian se miraron atónitos, miraron también a su alrededor y enseguida
comprendieron que en esa especie de ciudad corrompida por la suciedad no encontrarían nada
bueno. En lugar del “bosque encantado” que anunciaba el cartel habían llegado al “vertedero
putrefacto”.
Cuando ya se disponían a montar a caballo para alejarse de allí al galope, entre la
multitud de gente sucia y maloliente apareció una delicada flor, una abnegada chica, una
bellísima muchacha de rostro perfecto, piel suave y sedosa y perfume embriagador. Los
príncipes, al verla, empezaron a correr atropelladamente hacia ella y a pelearse. Ambos
trataron de llegar primero a las faldas de la joven. Los príncipes se rebozaron en el barro y
adquirieron el olor fétido de aquellas calles. La joven cada vez estaba más cerca, pero entre
puñetazos y suciedad, Ousama y Adrian quedaron convertidos en dos auténticos vagabundos.
Cuando finalmente consiguieron llegar a los pies de la joven, esta los miró, abrió la boca
desorbitadamente y empezó a chillar como una loca. Ante la visión de aquellos dos hombres
convertidos en sucios pordioseros, la delicada mujer, la única joven llamada a ser princesa, dio
media vuelta y huyó corriendo, despavorida.
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