Para armar una buena presentación se debe explotar el potencial del género y contar una historia con un principio, nudo y desenlace pensando en la audiencia. Además, se debe mantener la simplicidad incluyendo solo los puntos más importantes en pocas diapositivas sin sobrecargarlas de texto o imágenes. El final debe ser sorpresivo y concluyente para dejar la mejor impresión.