El resumen explica que el experimento de la prisión de Stanford demostró que las etiquetas y roles que se nos asignan pueden afectar nuestra conducta y actitud, y que tendemos a dejarnos llevar por el poder sin medir las consecuencias de nuestros actos. Además, aunque tengamos una tendencia hacia el bien o el mal, esto depende en gran medida de la situación y de las personas que nos rodean.