1. Un sábado de Plaza en la Central de
Abasto
Wendy Laura Castro Morales
La mañana de un sábado cualquiera, alrededor de las 9 de la mañana, ya casi me
levantaba de mi asiento para bajarme del transporte urbano, después de un viaje
que duró 40 minutos, nada placentero por cierto. Decidí bajarme en la calle de Las
Casas para comenzar mí recorrido por la central, a pie: me encontraba en el
sábado de plaza de la Central de Abasto. Es como entrar en un territorio en el que
la distracción es el peor enemigo y como dicen por ahí “hay que estar a las
vivas”… y seguí el consejo.
La central de abastos en un sábado de plaza, llena de “marchantes”
Al estar aquí se percibe un ambiente rápido, es decir, mucho movimiento, el
número de personas es incontable ya que a diario, tanto comerciantes como
clientes abarcan cada espacio de la Central de Abasto. La gente camina rápido,
empuja, claro, mientras estén apuradas no les importará con quien chocan o
lastiman, oyes gritos de comerciantes, de choferes de taxis y de microbuses, niños
y bebés llorando, jugando o atendiendo un puesto, en algunas ocasiones hasta
llegan a ocurrir asaltos a plena luz del día, algunos son escandalosos, en otras
ocasiones la gente ni se da cuenta de lo ocurrido.
2. Crucé la avenida principal la cual es muy peligrosa por la fama de que en esa
avenida han atropellado a mucha gente, esto debido al descuido de la misma
gente y de los microbuseros. Esta avenida es la misma donde pasaba el ferrocarril
hace ya un tiempo.
Miré hacia los dos lados por si un bicicletero o algún comerciante me sorprendían
y por accidente me atropellaba.
Desde ese momento se oían más gritos de los chalanes quienes ayudan a gritar
las rutas de los camiones, diciendo: “súbale, súbale”, “Santa Rosa”, “El Rosario
IVO”, “1a etapa”; pero algo que es muy común entre chalanes y choferes es
decirse palabras altisonantes, las cuales no podré escribirles con la claridad que
quisiera.
Seguí avanzando y a mi derecha iba quedando el estacionamiento más grande de
la central. Llegué a un puesto de platanitos fritos y aguas de sabor, mientras
seguía observando a mí alrededor, le pedí a una muchacha de complexión robusta
un agua de limón.
A continuación seguía un puesto de periódicos y revistas que tenía el logotipo del
periódico Noticias pintado en la pared, pude ver que el local de unos siete metros
por cinco es más visitado por señores, los cuales se quedan leyendo un medio
impreso cualquiera o simplemente admirando la portada de los diarios y revistas
donde aparecen sensuales chicas y mujeres famosas.
Frente a mí, el pasillo donde hay boleros, quienes al ver pasar a toda mujer que
camina por ahí, dicen piropos nada románticos; a espaldas de éstos, la Zona Seca
o “todo de todo” como es también conocida, contiene puestos de ropa y calzado
de todo tipo, como también pan, comida, hay además locales de comida,
tortilleras, marisquerías, piratería y demás.
El número aproximado de puestos que tiene la Zona Seca es de 700, cifra que me
proporcionó la Licenciada Liliana, secretaria del Administrador de la central.
3. Un lugar donde puedes encontrar todo tipo de objetos y enseres que necesitas para cualquier ocasión.
Continué mi recorrido fuera de la Zona Seca, en el camino me dirigí al pasillo
donde venden flores, con más de 200 puestos en su mayoría atendidos por
señoras y muchachas, ahí el aroma se percibe distinto, un poco más agradable,
eso sí, tan sólo un poco. Recorrer ese ambiente me provocó una sensación de
disgusto al ver cómo las madres furiosas les gritaban a los pequeños, que si el
niño no se está quieto, que si llora, que ya se calle el bebé. Se puede observar a
mujeres dándole pecho a su bebé, cargando a sus espaldas a una criatura de
meses de nacido envuelto por un rebozo y señoras cargando un canasto con su
mercancía para vender.
Sentí admiración por esa gente trabajadora entregada a su oficio de comerciante,
queriendo sacar a delante a su familia. Recorrer la central puede hacerte valorar
las comodidades con las que cuentas en tu hogar sin importar qué tanto se puede
cansar uno en hacer alguna labor doméstica.
Seguido de este pasillo se encuentra la Zona Húmeda donde hay carnicerías,
abarrotes, cremerías, plásticos, frutas, accesorios para cabello, zapatos y
piratería, entre CD y películas, toda esa zona es como del tamaño de dos cuadras
juntas. De nuevo te encuentras con todo tipo de olores, un lenguaje un tanto
diferente al del centro de Oaxaca, “¿Qué va a querer güerita?”, “Pásele”, “Lo que
le agrade sin compromiso”, “Qué buscaba marchantita”, “Mire nomas qué fresco
está el queso, el tasajo”, “Lo que guste”, se nota amabilidad por parte del
comerciante hacia sus clientes, incluso observé que ya existe una relación
amistosa porque la señora del puesto le pregunta a una cliente que cómo sigue,
que cómo está de salud su hijo, que la verdura está más cara, etc.
4. Pasando la Zona Húmeda está la calle que también se llama Mercaderes, donde
los comerciantes estacionan los camiones para guardar cajas o anaqueles y para
descargar su mercancía, ya sea comida o ropa.
“¡¡Qué pasó mano!! ¿Ya echándole ganas a la chamba?”- le decía un señor a otro;
“Ps hay vamos”, le respondía el otro mientras entraba a la bodega de varios,
conocida así porque cuenta con todo lo que se pueda imaginar, desde muebles,
pollos y demás animales en pie, o vivos, cómo se le conoce comúnmente.
Pregunté el nombre de esas calles a un señor que vendía discos de música pirata,
coincidió con otro que, las calles que rodeaba a la bodega de varios se llaman
Mercaderes. Frente a esa bodega se encuentran unos baños donde cobran $3°°,
hay servicio para hombres y para mujeres, puedo decir que son de los pocos
baños que los mantienen limpios y con muchachas de escasa edad limpiando ese
local.
Salí de la bodega después de un largo recorrido y me topé con la calle Ampliación
de las Casas, la cual me llevaba a la bodega de frutas, de frente a ella se
encuentra la zona de fayuca o también conocida como Mercado Lázaro Cárdenas.
Sin duda el trabajo de los comerciantes es arduo, pues son la fuerza de la Central de Abastos.
Tenía que apresurar mí paso para no encontrarme con los puestos cerrados, ya
que a partir de las cinco de la tarde los clientes se van yendo de la Central de
Abasto para llegar a tiempo a sus casas y a partir de las seis de la tarde dicha
Central va quedando despoblada por la misma seguridad de los comerciantes.
Los choferes que conducen los microbuses colaboran con el ruido que hay, ellos
trabajan hasta las diez de la noche aproximadamente.
A las afueras de la zona de frutas están las taquerías con un aroma peculiar y
dudoso. Son unas doce taquerías aproximadamente. Al topar con pared decidí
5. cruzar la avenida hacia la derecha mirando de nuevo hacia los dos lados con un
movimiento de cuello verdaderamente rápido. Casi corriendo llegué a una
banqueta que tiene de espacio un metro y medio aproximadamente, cuenta con
árboles no tan grandes para darle una vista un poco alegre al lugar; me quedé
unos cuantos segundos sobre esa banqueta esperando la oportunidad en la que
yo pudiera de nuevo correr un poco más, para poder llegar al otro extremo de la
avenida y seguir con mi recorrido.
Ya que logré llegar con vida a mi objetivo, tenía de frente una zona de fayuca, es
un espacio de varios metros cuadrados,, esta zona o bodega tiene una forma de
herradura o letra “U”, de nombre Lázaro Cárdenas; al recorrer esta bodega te
encuentras con CDs, DVDs, estéreos, carátulas de estéreos, bocinas, relojes,
celulares, videojuegos, Xbox, nintendos, consolas, joyas, pilas, antenas para todo
tipo, es decir, para televisores, para radios, para autos, para autobuses, infinidad
de cables para las diferentes necesidades que se requiera, así como ropa, tenis,
todo al igual se maneja por las marcas reconocidas a nivel mundial. Las cosas te
las ofrecen con una garantía, pero no del todo confiable.
Si yo llegara a encontrar a un contacto seguro, con él podría distribuir y revender
toda mercancía a la que le busque un determinado fin; dado que el objetivo de
todo es la obtención de dinero, tenemos claro que no “a lo loco” te meterás a una
zona de esa peligrosidad.
Recorriendo la bodega en forma de herradura me percaté que a la izquierda está
la central de autobuses de segunda clase, el cual es un terreno verdaderamente
amplio, ahí entran taxis foráneos (los cuales cuentan con los colores guinda y
blanco de manera horizontal). A continuación le siguen treinta puestos más, la
mayoría puestos de comida y solo uno de Telcel y tres peluquerías separadas.
Después de esos puestos sigue un estacionamiento donde cobran diez pesos la
hora, a su lado se encuentra un puesto de revistas, el cual, es de los puestos más
visitados ya que siempre tiene surtido su local.
Pasando ese puesto de revistas están quince puestos más, todos demasiado
juntos, no alcanzan ni el metro de separación entre puesto y puesto, también son
los que ocultan completamente la entrada al Piticó que está en la esquina de toda
esa cuadra.
Me percaté de que había concluido mi recorrido por la central de Abasto de
Oaxaca, así que decidí avanzar hacia la parada de camiones para retirarme del
lugar, mientras iba recordando los detalles que aprecié del lugar, tanta gente en un
solo territorio, me dije: ¡Sí que somos demasiados!, pero sobre todo recordé el
6. ambiente que viví esta vez, porque ya había ido muchas veces, pero siempre hay
algo diferente en todo, algún detalle no se observa, algo nuevo conoces, y esta
vez sentí admiración por la gente que trabaja alrededor de lo que es la central de
abasto de Oaxaca, gente que casi no duerme, y sin embargo continúa su día
trabajando de manera positiva.
Me siento agradecida por el estilo de vida que me tocó vivir. Con sólo recorrer el
sitio, terminé agotada, así que si tuviera que llevar a cabo trabajos rudos tal vez
no podría con las mismas ganas que los comerciantes lo realizan.
Una vez más valoro algo…