El documento describe la vida en el pueblo de San Roque en el pasado, cuando los días eran largos y las noches eternas. Los adolescentes se divertían apagando las luminarias de las casas, aunque los dueños se enojaban. También había una bruja llamada la pola que asustaba a la gente, transformándose en animales y comiéndose o perdiendo a quienes se le aparecían. Entre las bromas de los jóvenes, el trabajo y los cuentos se formó la identidad cultural del pueblo.