El cuento describe cómo Mauricio, que odiaba vivir frente a un cementerio, se volvió adicto a espiarlo por las noches desde su ventana. Una noche vio figuras que se acercaban al muro del cementerio, por lo que cerró la persiana asustado. Al abrirla de nuevo, vio apariciones espeluznantes mirándolo desde la ventana, lo que lo dejó mudo de terror. Desde entonces, sombras levitantes cruzaban frente a su ventana cada noche.