Existen tres tipos de potencia eléctrica: la potencia activa, que representa la energía útil; la potencia reactiva, que es consumida por dispositivos electromagnéticos pero no produce trabajo útil; y la potencia aparente, que es la suma de las dos anteriores. La potencia contratada con la empresa eléctrica es la potencia activa, la cual no debe ser superada por la potencia demandada para evitar penalizaciones.