La serigrafía se ha utilizado desde la antigüedad para imprimir en artículos de uso cotidiano como platos y vasos. Se popularizó en Estados Unidos con el desarrollo de la fotografía y la química, donde se aplica ampliamente hoy en día en una variedad de productos como vasos, ropa, circuitos impresos y envases. Aunque la serigrafía se ha vuelto más compleja, su principio básico sigue siendo el mismo.