Felipe V abolió los fueros, privilegios y libertades de los reinos de Aragón y Valencia tras su rebelión durante la Guerra de Sucesión Española, alegando su derecho de conquista y su deseo de uniformar las leyes de todos sus reinos bajo las leyes de Castilla. De esta forma, los Decretos de Nueva Planta sometieron a Aragón y Valencia a la legislación y administración de Castilla.