1. ¡DIME CÓMO HABLAS Y TE DIRÉ COMO ESCRIBES!
Aunque se lea un poco prosaico, quiero remembrar un comentario, fabuloso
según mi criterio, que encontré hace unos pocos días en una de las tantas y
populares redes sociales:
“Chatear con alguien que escribe con mala ortografía es igual que hablar con
alguien que tiene mal aliento…”
Hoy, en nuestra actualidad, nos tropezamos con infinidad de personas que no
poseen buena ortografía, personajes que desconocen mínimas y básicas
reglas de acentuación, puntuación y redacción. Ésta situación con el pasar de
los días se hace más común y al hacerse más común se denota como algo
aparentemente normal y sin relevancia.
La situación anterior y superficialmente relatada, se convierte en un tema
bastante preocupante para las generaciones defensoras de las buenas
costumbres, de la educación como formación personal, pues con el pasar de
los días, la lectura, la escritura y por supuesto el expresarse correctamente,
van en decadencia y su significado y valor no corresponde al otorgado en
épocas pasadas.
¿Qué hacer ante esta situación? ¿Qué hacer ante lo que se avecina? La
respuesta está en nosotros: VOLVER A LO BÁSICO.
Para desarrollar adecuadamente un proceso lector y escritor debemos en
primera instancia adentrarnos en los hogares, allá en ese lecho o nicho de la
sociedad, donde se implantan las primeras ideas, los valores, los principios y
sin lugar a dudas el gusto y respeto por la escritura, la lectura y el expresarse
adecuadamente.
Al parecer, esa pérdida de las buenas costumbres y respeto por el adecuado
desarrollo de los procesos lectoescritores, se presenta por un problema social
que se transmite por cadenas. Hoy en día los progenitores son cada vez más
jóvenes, no saben ser parejas y mucho menos ser padres, situación que los
lleva a criar inadecuadamente a sus infantes, triste realidad que se ve reflejada
en los adolescentes del presente, los cuales serán los adultos del mañana.
Volviendo al tema central, podríamos asegurar que a pesar de esta cruda e
infeliz realidad, no todo está perdido, es obligación de aquellos pocos
conscientes, salvar a estos nuevos y aún rescatables ciudadanos, de la
ignorancia sobre los adecuados procesos de formación para la adquisición de
cualidades lectoescritoras.
2. Es tiempo de volver a lo básico, de retomar tiempos de antaño dónde se
realizaban concursos de poesía, de declamación; tiempos aquellos donde la
música y los temas de lectura no poseían violencia, únicamente historia y
temas formativos. Tiempos donde en realidad era importante premiar y
fomentar el adecuado manejo de la ortografía, la lectura y por supuesto la
composición escrita.
¿Creemos aún que los videojuegos le aportan algo productivo a nuestros hijos?
pasar horas frente a un televisor forma a nuestros hijos para ser unos
excelentes productores de conocimiento a través de la escritura y la lectura?
Sensatamente sabemos que la respuesta lógica es NO!
¿Entonces qué esperamos? Es hoy y es ahora, momento de empezar por
casa, cambiando la televisión por espacios en familia donde se induzca a los
pequeños a leer, a dibujar, a escribir cuentos, a declamar poesía. Es momento
de cambiar videojuegos por premios más representativos como libros de
cuentos, de historia, de geografía.
Los niños aprenden mucho de su medio, y aunque la sociedad actual se torna
un poco complicada, la primera información será recibida de su familia, lo cual
nos da la gran esperanza de poder guiar esos adultos del mañana, de
rescatarlos de la desidia por lo básico y formativo, que aunque no lo es todo, si
permitirá contar con mayores posibilidades de formar personas de bien.
Aún estamos a tiempo, aún es posible darle un viraje a esas vidas
prometedoras, aún es viable redireccionar ese rumbo que indica el camino
hacia el abismo del desinterés y pérdida de lo básico, y como dijo un gran
músico colombiano: “…It’s time to change…” Si señores, ¡ES TIEMPO DE
CAMBIAR!