La economía keynesiana se basa en la demanda global como variable clave que impulsa la actividad económica. Para Keynes, el desempleo se debe a una demanda global insuficiente, mientras que la inflación ocurre cuando la demanda es excesiva. Keynes sostuvo que el desempleo e inflación no pueden coexistir, aunque esta teoría dejó de funcionar después de la crisis del petróleo de 1973, cuando ambos problemas existieron al mismo tiempo.