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Amor Cortés
El amor cortés es una rama de la literatura medieval, especialmente francesa, inspirada por el
espíritu cortés, es decir, una "erótica" fundada en la sublimación de la dama.
El amor cortés surge en el siglo XI en la Francia occidental a manos de Guillermo IX, duque de
Aquitania, quien firma los documentos más antiguos que se han encontrado. En ellos se localizaban
ya los elementos y las tramas así como la concepción del amor que
posteriormente caracterizaría el amor cortés.
En los comienzos el tono de los poemas era altamente
erótico, incitado por la pasión carnal entre un hombre y
una mujer. Con el paso de tiempo y la refinación de la
técnica, esa relación entre ambos fue transformándose en
amor, en un juego secreto entre una mujer y un hombre
que llega a alcanzar el estado máximo de virtuosismo.
Eran unas composiciones poéticas, escritas en lenguas vernáculas- destacan entre otras la lengua de
oc, la primera utilizada- para ser cantadas por los trovadores, poetas con mucho de músicos, que
marchaban de pueblo en pueblo cantando las bondades y desdicha que provocaba el amor imposible,
el que se daba entre una mujer casada y un caballero soltero. Así los personajes y la trama de esa
relación se repetían en todas las historias que se han conservado. Es una copia de las relaciones de
vasallaje de la sociedad pero entre hombre y mujer: un joven caballero, la mayoría de las veces célibe,
se enamora perdidamente de una "dama", mujer casada y por lo tanto de mayor edad quien podía
tener el mismo o mayor rango social.
Ella siempre es descrita como una mujer muy bella e inteligente, capaz de
embaucar con una simple mirada a cualquier hombre que tenga delante. Él,
vasallo de su señor, quiere conquistar a la mujer por sus cualidades y no por la
fuerza, como lo harían los plebeyos. Se humilla ante ella quien siempre toma de
la decisión de aceptar o no su amistad y su amor.
Ese "amor" que siente por la dama no es sino un fuerte deseo sexual alimentado
por el reto que supone conseguir a una mujer que pertenece a otro hombre -
normalmente su señor-. Es por tanto un amor infiel, que nunca es sinónimo de
matrimonio- es decir, no es el fin último- sino de encuentro pasional.
Pero, ¿se producía realmente el encuentro? ¿Llegaban a consumar la relación adúltera? Los
trovadores no llegaron a ese punto sino que describían momentos que podían tener un doble
significado, de los que no sólo era posible deducir ese encuentro sexual. Hoy en día la teoría que más
fuerza cobra es aquella que los interpreta como encuentros platónicos.
Así lo entiende Duby quien asegura que es precisamente en esto donde el amor cortés desvela su
verdadera naturaleza: la onírica. El amor cortés concedía a la mujer un poder indudable pero
mantenía ese poder confinado en el interior de un campo bien definido, el del imaginario y el juego.
Por tanto primaría la razón frente a los sentimientos. Bajo esta teoría es donde se sitúa la idea de
hegemonía de la mujer respecto al varón y es que ella lo hace mejor persona y le ayuda a cultivar
virtudes como la paciencia, la contención o el dominio.
Es el sentido de cortesía y caballería, de nobleza y vasallajes así como de servicio permanente y
desinteresado, lo que induce a las clases altas a imponerlo como un código de conducta que llega
incluso a modificar las reglas de comportamiento, del amor y de la visión de la mujer hasta el
Renacimiento, debido a que la ubica en mejor condición y crea entorno a ella una obligación de trato
similar a la que se la otorga en los poemas.
(Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón)
Características del amor cortés
La teoría del amor cortés supone una concepción platónica y mística del amor, que se puede resumir
en los siguientes puntos:
 Origen cortesano de la Dama, ella reside y se encuentra en un lugar físico determinado, corte
señorial, castrum o burgo, pertenece a la élite urbana.
 Total sumisión del enamorado a la dama (por una transposición al amor de las relaciones
sociales del feudalismo, el enamorado rinde vasallaje a su señora). Esto origina el "sufrimiento
gozoso".
 La amada es siempre distante, admirable y un compendio de perfecciones físicas y morales.
 El estado amoroso, por transposición al amor de las emociones e imaginería religiosas, es una
especie de estado de gracia que ennoblece a quien lo practica.
 Los enamorados son siempre de condición aristocrática (aunque también es común que el
enamorado sea de condición social más baja que la amada).
 El enamorado puede llegar a la comunicación, con su inaccesible señora, después de una
progresión de estados: suspirante (fenhedor, en occitano), suplicante (precador), oyente (entendedor)
y amante (drut).
 Se trata, frecuentemente, de un amor adúltero. Por lo tanto, el poeta oculta el objeto de su
amor sustituyendo el nombre de la amada por una palabra clave (senhal) o seudónimo poético.
Leer más: https://amor-cortes.webnode.es/caracteristicas-del-amor-cortes/
El amor cortés y un poema de Manrique
Es una filosofía del amor nacida en la Provenza francesa en el
siglo XI. Las características principales del amor cortés son las
siguientes:
1) HUMILDAD: los amadores adoptan una postura servil
frente a la dama. Los códigos siervo/señor de la sociedad feudal
se trasladan a la relación amorosa. El amante es el esclavo de la
dama.
2) CORTESÍA: moral y social. Hay cualidades y virtudes
éticas (valor, caballerosidad) y es dentro del estamento
aristocrático cortesano. Solo el cortesano es capaz de amar.
3) RELIGIÓN DEL AMOR: La mujer ocupará el lugar
absoluto de Dios en la religión del amor. El hombre se siente
ligado a ella. La mujer será objeto de culto a la manera cristiana.
El amador hace de su amada un dios.
4) ADULTERIO: el amador ama a una mujer casada. Amor y matrimonio son antagónicos. Hay una
oposición entre el verdadero amor y el matrimonio, porque este obedece a intereses sociales y
económicos. Las relaciones entre esposos no pueden ser corteses porque faltan la ansiedad, la espera, el
peligro, el riesgo…
Jorge Manrique es uno de los autores que sigue el amor cortés en su concepción del
amor, el amante sirve a la dama en una "feudalización" del sentimiento...
ACORDAOS POR DIOS, SEÑORA
Acordaos por Dios, señora,
quánto ha que comencé
vuestro servicio,
cómo un día ni una hora
nunca dexo ni dexé
de tal officio.
Acordaos de mis dolores,
acordaos de mis tormentos
qu’e sentido,
acordaos de los temores
y males y pensamientos
qu’e sufrido.
Acordaos cómo en presencia,
me hallaste siempre firme
y muy leal,
acordaos cómo en ausencia
nunca pude arrepentirme
de mi mal.
Acordaos cómo soy vuestro
sin jamás haber pensado
ser ajeno,
acordaos cómo no muestro
el medio mal qu’e passado
por ser bueno.
Acordaos que no sentistes,
en mi vida una mudanza
que hiziesse,
acordaos que no me distes
en la vuestra una esperanza
que viviesse.
Acordaos de la tristura
que siento yo por la vuestra
que mostráis;
acordaos ya, por mesura,
del dolor qu’en mí se muestra
y vos negáis.
…
(Jorge Manrique)
Sociedad feudal en la Alta Edad Media
Origen de la sociedad feudal
El feudalismo como institución surge como consecuencia de la crisis vivida por la sociedad del Bajo
Imperio Romano. La situación de inseguridad subsiguiente a éste condujo a los jefes germánicos a la
necesidad de rodearse de fieles en quienes poder confiar para garantizar su seguridad personal y
como ayuda ante posibles campañas militares. Este modelo se convirtió con los carolingios en su
sistema de gobierno, de forma que el soberano administraba el territorio mediante la asistencia de un
séquito o "palacio" constituido por señores territoriales, obispos y abades.
Con el mayor peso de la guerra en esta sociedad, poco a poco se fue primando más a los señores
militares, mediante la concesión de posesiones que, en un principio, tenían carácter vitalicio pero que,
con el tiempo, se fueron haciendo hereditarias.
Con la Capitular de Quierzy, Carlos el Calvo reconoció como hereditarios también los poderes
ejercidos en nombre del rey, de forma que la autoridad pública se vio desmembrada entre un primer
nivel de grandes señores. Con esto, el esquema fue reproducido a niveles inferiores, de forma que
adquirió una estructura piramidal y fomentó la aparición de una nueva clase de guerreros
profesionales o caballeros. Éstos poseían dominios rurales que les garantizaban la conservación de
su equipo militar, fundamentalmente el caballo, a cambio de prestar su ayuda cuando el señor
superior lo necesitara.
Elementos de la sociedad feudal
El feudalismo es un fenómeno propio del reino franco, es decir, los territorios incluidos entre los ríos
Rin y Loira, que se vio acelerado por las guerras civiles y las invasiones que experimentó durante los
siglos posteriores al Imperio carolingio, y que se articula alrededor de dos elementos clave, el
vasallaje y el feudo. Ante la inseguridad reinante, muchos propietarios de tierras buscaron el amparo y
protección de otros señores más poderosos, a cambio de cederles su vasallaje y fidelidad o un censo
o gravamen. De esa forma, la pequeña propiedad pasaba a ser de tipo feudal o censal,
respectivamente. Los señores intermedios entre éstos y la autoridad real fueron adquiriendo cada vez
más poder, tanto sobre la tierra como sobre los hombres vinculados a ella, de tal manera que
paulatinamente fue desapareciendo la propiedad libre. Para asegurarse la lealtad del vasallo, el señor
le entregaba a cambio un bien de naturaleza real, el feudo; éste se materializaba en forma de tierras o
derechos, pero nunca con la propiedad plena sobre el mismo.
El acuerdo entre ambos se efectuaba mediante la ceremonia del homenaje, por la cual el vasallo
juraba fidelidad al señor, y éste lo acogía, ofreciéndole defensa y protección. La fidelidad estaba
generalmente centrada en el campo militar, de manera que el vasallo se obligaba ante su señor a
prestarle asistencia en caso de guerra, si bien el tipo de ayuda variaba mucho entre lugares o épocas.
Así, podía tratarse, entre otras obligaciones, de combatir a su lado, prestarle contingentes, simples
servicios de vigilancia, una contribución a las cargas financieras que suponían las campañas o incluso
participar en el pago de rescate en caso de que aquél fuese capturado. En algunas zonas, como
Francia o Alemania, el vasallo debía asesorar al señor en la toma de decisiones importantes.
Con el tiempo, el título de propiedad del feudo pasó a ser
hereditario, pero el homenaje debía renovarse en cada
transmisión. Este hecho contribuyó a que se concentrasen
o, según los casos, se fraccionasen los feudos, de manera
que los vasallos principales se convertían a su vez en
señores de otros vasallos de nivel inferior, quienes podían
hacer lo mismo. Así, aparecieron diversas figuras como los
alcaides o castellanos, encargados de la administración y
defensa de un castillo y las tierras que le correspondían,
para lo que disponían también de otros combatientes bajo
su mando, o los ministeriales, jueces, notarios y maiores,
figuras todas ellas de tipo civil, encargadas de representar
la autoridad pública en sus distintos órdenes.
Toda esta variedad de personajes conllevó la aparición de jerarquías entre ellos, pero en ocasiones
se convirtió en fuente de conflictos, pues se daban casos en que un mismo vasallo lo era a la vez de
más de un señor, o que señores de un nivel similar en la jerarquía se enfrentaban entre sí. Para evitar
estas situaciones, en la Francia del siglo XII apareció la posibilidad de que un siervo pudiera
remontarse incluso hasta el rey, como autoridad superior, al objeto de apelar decisiones de su señor.
Cómo era vivir en un castillo medieval
Imagina cómo era la vida en el pasado, hace unos mil años. En la Inglaterra normanda, la época de
los grandes castillos tuvo comienzo a partir del año 1066, con el fortalecimiento del feudalismo de
importación. En clases aprendimos que en este sistema político la nobleza era poseedora de una
porción de tierra concedida por el rey donde se contaba con servidumbre propia (los vasallos).
Comúnmente, los señores feudales levantaban castillos donde sus vasallos cultivaban la tierra y
criaban animales. También estaba presente el clero, que establecía las reglas del lugar valiéndose de
la doctrina católica. Pero en la práctica, ¿cómo era vivir en un castillo medieval? ¿Cómo estaban
distribuidos sus servicios?
La estructura básica de un castillo medieval.
Comencemos por lo esencial, por la organización estructural básica de los castillos. Estas partes
podían variar entre un castillo y otro, pero generalmente cada castillo tenía los siguientes
componentes.
Capilla: era el lugar sagrado al interior del castillo. Desde estas capillas el clero se encargaba de
adoctrinar la religión católica a cada uno de los habitantes del lugar.
Salón principal: era el lugar más lujoso de todo el complejo, donde tenían lugar los banquetes que la
nobleza ofrecía en eventos especiales a sus invitados.
Patios internos: las festividades principales tenían lugar en estas zonas, pues permitían la libre
circulación de los asistentes y se encontraban despejadas de animales como caballos y cerdos que
se alimentaban en el atrio exterior.
Barbacana: un muro de protección que servía de soporte a la muralla perimetral. Era más bajo que la
fortificación principal y el sitio donde se situaba la primera línea de defensores del castillo.
Foso: pocos eran los castillos que contaban con un foso natural, por lo que se hacía necesario
construir uno de forma artificial. En estos casos, como el agua se estancaba y los desperdicios se
vertían sobre el cuerpo de agua, ya te puedes imaginar el olor.
Torres: las torres redondas significaban un punto fundamental para la defensa del castillo, pues eran
mucho más seguras que las edificaciones cuadradas. Al levantarse por encima de la muralla ofrecían
una visión amplia de la región y zonas ideales de disparo para los arqueros del ejército.
Portón: de nada servía un foso extenso y unas torres altas si la entrada principal era de fácil acceso.
Por eso, la mayoría de los castillos contaba con portones muy elaborados, con varias puertas y, a
veces, con el famoso puente levadizo.
Establo: los caballos eran el medio de transporte más veloz en aquellos tiempos así como un medio
de comunicación, además resultaban imprescindibles en batalla. Por esto, cada señor feudal que se
respetara requería de un número elevado de estos animales y de un lugar propio para su crianza.
Cocina: el tamaño de la cocina en un castillo era equivalente a su importancia en la zona. En estos
lugares era posible atestiguar un flujo incesante de vasallos preparando alimentos para una multitud
de personas.
Panadería: además de una cocina, era frecuente que los castillos contaran con una panadería propia
donde se producía el alimento básico de sus habitantes. Adjunta a la panadería, la mayoría de los
castillos situaba una cervecería – y esta bebida eran tan importante en el Medioevo que la nobleza
solía contratar a alguien de confianza para administrar la producción.
¿Cuántas personas vivían en un castillo medieval?
Para empezar bien con el tema resulta de vital importancia saber quiénes habitaban el castillo.
Además del señor feudal, su esposa e hijos, entre 100 y 150 vasallos habitaban las
construcciones de la fortificación. Esta es una estimación hecha por el sitio Exploring Castles, donde
se tomó como base el castillo de Goodrich, a unos 200 km de Londres.
Entre los siervos era posible encontrar a los jardineros, comerciantes, criadores de caballos,
soldados, tejedores, caballeros, escuderos, carpinteros, tesoreros y, evidentemente, a los
cocineros.
Lord y Lady
Un título de Lord y uno de Lady situaban a cualquier persona en el punto más alto de la jerarquía
medieval. Estas personas se encargaban de hacer que el castillo funcionara. Sin embargo, los
señores feudales generalmente pasaban su vida viajando – particularmente a las metrópolis, como
Londres, donde debatían estrategias militares y otros asuntos políticos.
En ausencia del “mandamás”, el castillo rebosaba de tranquilidad. Era la esposa la encargada de
tomar las riendas y lograr que todo se mantuviera en pie. Ella y el Lord eran los únicos que tenían
una habitación privada en el castillo – y era común que se designara a alguna de las torres para
cumplir con esta función. A veces, la Lady contaba con una habitación particular, solo para ella.
Una vida sin privacidad.
Para el resto de los mortales en el castillo, la vida no era nada fácil. Pese a la aparente organización
del lugar, además de los señores feudales casi nadie contaba con una pizca de privacidad.
Algunos de los habitantes vivían en villas al exterior del castillo. Se trataba de pequeñas cabañas
hechas de adobe, con techo de paja y raramente equipadas con ventanas. Los animales de los
vasallos también habitaban dentro de estas rusticas construcciones.
Uno de los problemas más grandes en el cotidiano medieval era el frío. Como inicialmente los
castillos se construyeron de piedra, eran terriblemente gélidos. Además, también eran oscuros, pues
las ventanas se hacían pequeñas para no comprometer la estabilidad estructural de la construcción.
No fue sino hasta varios siglos después del inicio de la Edad Media que se empezó a extender el uso
de las chimeneas, como una forma de ofrecer un poco más de comodidad a los habitantes del castillo.
También en este lapso las técnicas de construcción se fueron perfeccionando, permitiendo ventanas
más grandes, lo que facilitaba la entrada de la luz solar y el calor.
Alimentos.
Alimentarse era punto y aparte. Solía consumirse un montón de carne en los castillos – y había
para todos los gustos: jabalí, pavo, cisne y el cerdo podían encontrarse en los platos de las personas.
Acompañaban la carne con una diversidad de piezas de pan y empleaban las manos como
“utensilios”. También era común consumir vegetales frescos.
El agua se servía en puntos específicos del castillo. Generalmente se colocaba una cisterna en algún
punto elevado con conexiones que llevaban el líquido hasta lugares más bajos. También contaban
con pozos desde donde se extraía el agua del subsuelo.
El baño.
Este lugar representaba una de las mayores dificultades a la hora de vivir en un castillo. En nuestros
días contamos con inodoros, sistemas de drenaje, descarga de agua, papel higiénico y toda una serie
de facilidades para deshacernos de nuestros desechos corporales. Pero en aquella época el proceso
era muy diferente.
Para empezar, no se tenía noción de la relación existente entre una estructura elemental de
saneamiento y la salud. En otras palabras, a las personas no les preocupaban sus desechos, y la
verdad es que no les importaron durante mucho tiempo, lo que llevaba a una extrema falta de higiene
durante la Edad Media. Solían hacer sus necesidades en pozos que daban a lado exterior del
castillo o en el foso que lo circundaba. Como el agua se estancaba, el hedor era espantoso.
Un pequeño detalle: en aquella época, los baños no eran para nada “privados”, pues todo el mundo
tenía la oportunidad de verte mientras hacías tus necesidades o hasta sentarse al lado durante el
proceso de descarga.
El calabozo.
En muchas novelas modernas, los escritores tienen cierta manía por “romantizar” los calabozos. Sin
embargo, la mayoría de los castillos ni siquiera contaba con estos lugares para mantener a los
prisioneros. En aquella época no era común castigar a las personas con prisión (5 cosas cotidianas
ampliamente aceptadas, pero muy recientes).
Al paso del tiempo, se entendió que podría resultar “interesante” para un señor feudal mantener
prisioneros en su propiedad. Pero esto tardó mucho en concretarse. Cuando los calabozos
aparecieron, tenían que ser seguros y estar aislados para mantener confinadas a las personas.
Deporte, entretenimiento y eventos culturales en un castillo medieval.
La vida en un castillo puede parecernos muy aburrida; sin embargo, era bastante agitada. Por ejemplo,
en el salón principal se ofrecían banquetes a la nobleza y espectáculos de danza, teatro y recitales de
poesía. Con toda seguridad era un lugar donde se podía pasar algunas horas cultivando la mente.
Por supuesto, la permanencia en este sitio dependía de la jerarquía en el castillo. Cuanto más poder,
mejor el asiento y la localización. Los más influyentes contaban con una zona “VIP” frente al salón.
El deporte principal era la cacería pero, a medida que pasó el tiempo, se fueron integrando
prácticas como las justas que eran contempladas con gusto en los castillos medievales. Para aquellos
caballeros menos violentos era posible divertirse jugando backgammon o ajedrez.
La Mujer en la Edad Media
Introducción
Hacer una síntesis de la situación de la mujer durante la Edad Media cuneta con
un primer escollo: se trata de un larguísimo periodo de diez siglos en los que la
sociedad, la cultura y las costumbres sufrieron muchas variaciones. Por ejemplo,
España comenzó el siglo VIII con tres religiones conviviendo: la judía, la
musulmana y la cristiana, que son, además, tres formas distintas de pensar,
entender, definir y construir a la mujer.
Pero el verdadero problema que nos encontramos a la hora de definir la Historia
de las Mujeres en la Edad Media, es la percepción que, en general, se ha tenido
de la Edad Media durante siglos llegando incluso a la actualidad.
Por la inercia del Renacimiento, la sociedad occidental contemporánea todavía
considera la “Edad Media” una época de ignorancia, de embrutecimiento y
subdesarrollo.
El término “Renacimiento” fue un invento italiano del siglo XVI para anunciar que tras diez siglos de
barbarie había vuelto la luz cultural del mundo clásico grecorromano.
Lorenzo de Medicis, por ejemplo, celebraba con un banquete anual el
nacimiento de Platón. Dante usó a Virgilio como guía a los infiernos y
Erasmo honraba a Cicerón como a un santo.
En el Renacimiento de los siglos XV y XVI no sólo hay un
“redescubrimiento” sino una “imitación” del Clasicismo. Lo malo de ello
es que todo lo que no era conforme a la plástica y a la cultura griega y
romana era rechazado sin piedad.
La sociedad moderna actual continúa cayendo en el tópico de que la
Edad Media fue la etapa de la historia occidental más oscura, bárbara, violenta, supersticiosa,
represiva y misógina. A ello ha contribuida la literatura fantástica, los cómics, el cine, etc. Incluso
algunas tribus urbanas. Todavía hay textos y documentales que citan como verdaderos tópicos falsos
inventados siglos atrás como el derecho de pernada, que la Iglesia no consideraba que la mujer
tuviera alma, el humillante uso del cinturón de castidad o la masiva persecución y quema de brujas
(cuando es un hecho desgraciado que tuvo su epicentro en los "modernos" siglos XVI y XVII).
Criterio de valoración de la situación de la mujer en la Edad Media
La valoración del papel que la mujer jugó en la sociedad medieval depende de con qué época la
comparemos. De manera simplificada podemos afirmar que la situación de la mujer en la Edad Media
era peor que en la actualidad (sólo en el mundo desarrollado occidental) pero mejor que en el periodo
anterior (Imperio Romano) Y también mejor que en los siglos posteriores (siglos XVI al XIX).
La razón es que el Derecho Romano (utilizado durante el imperio romano y rescatado por las
monarquías absolutistas desde el siglo XVI) fue mucho menos propicio a la mujer que el “Derecho
Consuetudinario” de origen germánico.
La gran medievalista francesa Regine Pernoud asevera:
El apogeo (de la mujer) correspondería a la era feudal, desde el siglo X hasta fines del
XIII [...]; es indiscutible que por entonces las mujeres ejercen una influencia que no
pudieron tener ni las damas partidarias de La Fronda en el siglo XVII ni las severas
anarquistas del siglo XIX.
Por ejemplo, en Roma la mujer no podía cumplir ninguna función administrativa: ni en la asamblea de
los ciudadanos, ni en la magistratura, ni en los tribunales.
Robert Villers afirma:
�En Roma, la mujer, sin exageración ni paradoja, no era sujeto de derecho� Su
condición personal, la relación de la mujer con sus padres o con su marido son
competencia de la domus, de la que el padre, el suegro o el marido son jefes
todopoderosos�La mujer es únicamente un objeto�
Los historiadores saben que era una costumbre romana matar a las hijas no primogénitas. Los
tratados de Derecho Privado romanos lo llamaban: "Desapariciónforzada de las hijas menores".
El padre consideraba conveniente conservar a sus hijos varones por necesidades militares, salvo que
estuvieran malformados o parecieran demasiado enfermizos, pero por lo general conservaba a una
sola hija, la primogénita. Era completamente excepcional que en una familia romana hubiera más de
una hija.
Sólo hacia el año 390, a fines del siglo IV, la ley civil retira al padre el derecho de vida o muerte sobre
sus hijos. Con la difusión del Cristianismo desaparecía la primera y más decisiva de las
discriminaciones entre los sexos: el derecho a la vida correspondía tanto a las niñas como a los
varones.
Las mujeres en la cristianización de Europa
Los nombres que se mencionan en las fuentes durante los siglos II y III de nuestra era, encuentra en
su lista muchos más nombres de mujeres que de hombres. Entre los nombres masculinos, junto con
el de Plotino, el escritor Aulo Gelio y el gran Orígenes, el diccionario menciona solamente a San
Sebastián; se citan a veintiuna mujeres, entre ellas: Zenobia, reina de Palmira, y Faustina, la mujer
del emperador Antonino. Las otras diecinueve son santas, mujeres a quienes la Iglesia colocó en los
altares. Esta abundancia de nombres femeninos que subsistieron para el gran público cuando
desaparecían los de los efímeros emperadores de esos dos siglos, indica la importancia de estas
santas, casi todas mujeres jóvenes, que murieron por afirmar su fe. Ágata, Inés, Cecilia, Lucía,
Catalina, Margarita, Eulalia, etc.
Además, emergieron figuras tan importantes como Faviola de Roma (s. IV). Noble romana convertida
al cristianismo, que vendió todos sus bienes, distribuyó su dinero entre los pobres y fundó en Roma el
primer�hospital�de Occidente, alrededor del año 390.
Melania la joven (383 – 439). Heredera de las inmensas posesiones de su abuela se retiró a Tierra
Santa donde su abuela había fundado una comunidad de mujeres piadosas en Jerusalén. Se sabe
que Melania desarrolló una acción concreta y cierta en el movimiento de liberación de esclavos.
Santa Clotilde (475 – 545). Esposa del rey franco Clodoveo influyó decisivamente en la conversión de
Clodoveo y todo el pueblo franco al Cristianismo Católico.
Teodolinda (570 – 628). Esposa del rey lombardo Agilulf, de culto arriano,
consiguió bautizar a su hijo Adaloald con el rito católico
Monjas y místicas
En el campo religioso la lista de mujeres cultas e influyentes es extensísima. Aquí
citamos algunas de las más sobresalientes:
Hrotswitha, abadesa de Gandersheim (935 �1002). Se considera el primer gran
nombre de la literatura alemana en el siglo X. Fue escritora de leyendas y Dramas
litúrgicos
Herrada de Landsberg (1130 �1195). Autora de "Hortus deliciarum", Jardín de las delicias. Obra
enciclopédica que constituía la suma del saber de su tiempo con numerosas ilustraciones de gran
importancia documental.
Hildegarda de Bingen- 1098-1179. Monja alemana que destacó tanto por sus visiones como por su
vasta obra literaria versada sobre distintas materias. Se la definió entre las mujeres más influyentes
de la Edad Media.
Mujeres en el ámbito cultural y educativo
Dhuoda – 803 - 843. Dama de estirpe noble carolingia del siglo IX. Escribió el
“Manual para mi hijo” para su hijo Guillermo. Con mucho, es el tratado de
educación más antiguo, puesto que fue redactado a mediados del siglo IX.
Chistine de Pizan (1364 – 1430). Filósofa, poeta y humanista, considerada la
primera escritora profesional de la historia. Su obra mas conocida “La Ciudad
de las Damas” es considerada por algunas autoras como precursora del
feminismo occidental y se sitúa en el inicio de la llamada Querella de las
Mujeres.
Mujeres en el ámbito de la Medicina
Las mujeres cuidaban de los enfermos de su familia. De modo que la medicina
doméstica estaba en sus manos. Se ocupaban de las enfermerías de los
monasterios o de los hospitales de pobres y enfermos.
Hasta los siglos XII y XIII, las mujeres no tuvieron ningún problema para ejercer la
medicina, desde entonces, vieron como querían acotar su función. Antes del siglo
XIV las mujeres libremente asistían en los partos, atendían la salud de hombres y
mujeres, testificaban como expertas ante las cortes judiciales y administraban
medicamentos.
En este campo sobresale especialmente Trotula de Salerno, doctora italiana del siglo XI que escribió
influyentes trabajos de medicina femenina como la menstruación y el parto.
Reinas
Este campo es el más prolífico en investigaciones de diferentes autoras.
Por ello, hoy conocemos numerosas reinas cuyo poder y/o influencia fue
enorme durante el periodo medieval, como las grandes reinas idolatradas
en Francia: Leonor de Aquitania y Blanca de Castilla.
En los reinos hispánicos sobresalieron figuras como la reina Toda de
Pamplona, cuya autoridad como auténtica gobernante de su reino es
reconocida por fuentes árabes de la época.
En los Condados hay que destacar figuras como Ermesinda de Carcasona y
Almodis de la Marca.
Una de las grandes reinas que reinó por derecho propio fue Urraca de León y Castilla, que gobernó
uno de los estados más poderosos de la Europa medieval a comienzos del siglo XII.
Otras reinas consortes notables en defensa de sus hijos y de la estabilidad de sus reinos fueron Doña
Berenguela de Castilla o María de Molina y todo este panorama rematado con la vida de la reina más
poderosa de nuestra historia: Isabel de Castilla, cuyo reinado ejerce de bisagra entre la Edad Media
propiamente dicho y el absolutismo de la Época Moderna.
Código de honor de los caballeros
La importancia de las virtudes
Una versión de un código de caballería la encontramos en el Cantar de Roldán , poema épico de
mediados del siglo XI / principios del siglo XII basado en la batalla del paso de Roncesvalles y
considerado la obra principal más antigua de la literatura francesa.
En el Cantar de Roldán se han identificado hasta 17 mandatos en el código de caballería. Uno de ellos
pertenece a Dios y la fe cristiana, como es ‘Temer a Dios y mantener a su Iglesia’. Otros describen la
relación apropiada entre un caballero y su señor, como por ejemplo ‘Servir al señor con fe y valor’ y
‘obedecer a aquellos que ostentan la autoridad’.
Además, hay muchas más instrucciones en cuanto a la forma en que un caballero debe comportarse
en su vida cotidiana. Entre ellas ‘decir en todo momento la verdad’, ‘Proteger al débil e indefenso’ y
‘Perseverar hasta el final en cualquier empresa iniciada’.
Otro ejemplo de un código de caballería lo tenemos en las 12 virtudes caballerescas definidas por
Felipe el Bueno, duque de Borgoña y miembro de la Orden del Toisón de Oro, que él mismo había
instituido en el siglo XV. Estas doce virtudes son las siguientes: fe, caridad, justicia, sagacidad,
prudencia, templanza, resolución, verdad, liberalidad, diligencia, esperanza y valor. Muchas de estas
virtudes son ecos de los valores caballerescos incluidos en el Cantar de Roldán .
Por último, cabe destacar que la expresión ‘código de caballería’ es un término bastante subjetivo que
puede adoptar formas diversas. En el Cantar de Roldán este código informa de lo que un caballero
debe hacer, mientras que el juramento del obispo Guarín subraya lo que un caballero nodebe hacer.
El código de Felipe el Bueno, por otro lado, es más abstracto, y se centra más en las virtudes que en
los hechos concretos que un caballero debería o no llevar a cabo.
Sea como fuere, el código de la caballería ha seguido fascinado al mundo mucho después de que la
Edad Media tocara a su fin, y continúa haciéndolo aún en nuestros días.
www.ancient-origins.net
INTRODUCCIÓN
La caballería o el código de caballería es un código de conducta desarrollado entre 1170 y 1220.
El código de la caballería que se desarrolló en la Europa Medieval tiene sus raíces en los siglos
anteriores. Las primeras nociones se aprecian en los equites y catafractos del tardío Imperio
Romano, o en la de los jinetes carolingios. Viene de la idealización de los jinetes de caballería
(incluyendo valor, entrenamiento, servicio), aunque con el tiempo se ha generalizado a virtudes
morales y sociales. A finales de la Edad Media era un sistema bien definido y elaborado que
combinaba gestas guerreras, devoción religiosa, y normas de cortesía y educación. Estos
elementos aportaban una noción de nobleza y honor propias de los caballeros, dotándolos de un
propósito concreto de servicio y dedicación dentro de la baja nobleza.
2. LOS DIEZ MANDAMIENTOS «ROMÁNTICOS» DE LA CABALLERÍA
1. Deberás creer todo lo que la Iglesia enseña y deberás seguir todas sus direcciones.
2. Deberás defender a la Iglesia.
3. Deberás respetar toda debilidad, y constituirte como defensor de los débiles.
4. Amarás el país en el que naciste.
5. No huirás ante el enemigo.
6. Harás guerra al infiel sin pausa ni cuartel.
7. Desempeñarás escrupulosamente tus deberes feudales , y no contraponerte a las leyes de
Dios.
8. Nunca mentirás, y te mantendrás siempre fiel a tu palabra.
9. Serás generoso, y donarás al necesitado.
10. Serás siempre y en todo lugar el campeón de los Justos y Buenos contra la Injusticia y la
Maldad.
Aunque a menudo se aceptan estas premisas como los estándares y normas empleados por los
caballeros medievales, en realidad este código fue creado por Leon Gautier en 1883 bajo la
influencia del romanticismo,
mucho después de que los caballeros desaparecieran en su modelo más tradicional. La
caballería como código en un sentido puramente histórico es un término mucho más subjetivo,
estas leyes seguramente habrían sido vistas como un buen código para un hombre del clero,
pero muchos tendrán otras ideas y
opiniones sobre qué era realmente la caballería.
A continuación estudiaremos en donde tienen su orígen.
3. EUROPA ANTES DE 1170: EL “HABITUS” NOBLE
Hacia el 1100, antes de que existiera la caballería “codificada” había un tratado llamado
“Preudomme” que aglutinaba un conjunto de “prácticas” de conducta referidas como «El Habitus
Noble”, un estado del arte de
aquellas expectativas de conducta generadas por todas las sociedades y clases. Existen
discrepancias sobre a cuanto se remonta aunque ya hay precedents tan antiguos como los
trabajos de Aristóteles.
Este “habitus” precaballeresco incluye los siguientes puntos:
1. Lealtad: Una herramienta práctica en la nobleza guerrera. La importancia de la reputación
en virtud de la lealtad se aprecia en la biografía de William Marshal, primer conde de Pembroke
(1146-1219).
2. Paciencia: El autocontrol hacia otros guerreros, y en las cortes de sus señores está
reflejado en el Conventum publicado por Hugh de Lusignan en la década de los años 1020.
Para la segunda mitad del siglo XII, mucho antes que de que hubiera ningún código de
caballería ya existía una nobleza basada en la piedad y la paciencia.
3. Robustez: Junto con las dos anteriores, otra de las denominadas virtudes militares
del Preudomme.
Según Felipe de Navarra, un noble maduro debería tener robustez como parte de sus virtudes
morales. Geoffrey de Charny también recalcó la respetabilidad masculina de la robustez bajo el
sentimiento religioso como parte del Contemptus Mundi, una visión mística del mundo y
opuesta a los placeres banales.
4. Generosidad: Según Alano de Lille la generosidad no es simplemente donar lo que uno
tiene,
sino también saber renunciar a los regalos y a la codicia, y mostrar impasibilidad ante los
sobornos.
5. La ética davidiana: la cualidad más fuerte del Preudomme, derivada de la tradición bíblica.
Originalmente era un conjunto de expectativas de Buena gestión y mandato articuladas por la
Iglesia en el Reino Franco, que ponía la protección de los débiles y desamparados en manos
de la autoridad legítima (en particular de la Iglesia), respeto para las viudas y huérfanos, y
oposición a los crueles e injustos. En resumen, la benevolencia de los fuertes hacia los débiles.
6. Honor: El honor se adquiría viviendo bajo los estándares del Preudomme y persiguiendo las
virtudes arriba descritas. La pérdida del honor es una humillación del estatus del hombre peor
que la muerte. Bertrán de Born dijo que era mejor poseer una parcela con honor que poseer un
imperio con deshonor.
Este código de caballería tal y como se conoce en la Baja Edad Media, fue el que se desarrolló
entre 1170
y 1220.
LITERATURA
A nivel literario, el tratado marcial De Re Militari del autor tradorromano Flavio Vegecio Renato
fue todo un referente de prácticas militares que fue intensamente estudiado, aprovechado y
adaptado entre los siglos IX y XVI, hasta que la introducción de armas con pólvora lo dejó
obsoleto. Otros autores como Honore
Bonet con su tratado “L’arbes des batailles” del siglo XIV ya trataron las leyes y morales de la
guerra.
Precursor equiparable a los Convenios de Ginebra del siglo XX. En el siglo XV Christine de
Pizan recopiló los anteriores tratados en el Livre des faits d’armes et de chevalerie.
Paralelamente, y con la invención de la imprenta, los estándares de la caballería empezaron a
ser también accesibles a la burguesía mercantil gracias a la publicación de «Libros de Cortesía»
de la mano de autores italianos y alemanes en el siglo XIII.
Estos libros trataban prácticas de conducta, etiqueta y moral especialmente para su aplicación
en las cortes de las monarquías europeas. A la hora de estudiar la literatura medieval sobre la
caballería, se aprecian tres géneros solapados.
1. Obligaciones para con los compatriotas y otros cristianos. Estos contienen virtudes
como el valor, la piedad, justicia, protección del débil y el pobre, y el vasallaje hacia el señor.
2. Deberes hacia Dios. Estos tratan sobre la fidelidad a Dios, la protección de los inocentes,
lealtad a la Iglesia, ser el campeón del bien sobre el mal, ser generoso y anteponer la voluntad
de Dios al
vasallaje al señor feudal.
3. Deberes para con las mujeres. Es posiblemente el aspecto más conocido de la
caballería. Estos tratan sobre “el amor en la corte”, la idea de que el caballero debe servir a su
dama, y después de esta a todas las demás.
Tres ejemplos de estos géneros a continuación:
1. Caballería guerrera, en el que muestra el deber para con su señor: representadas por el
caballero artúrico Sir Gawain.
2. Caballería religiosa, en la que el caballero debe proteger al inocente y servir a Dios: Sir
Galahad y Sir Percival en “Las
Leyendas del Grial”
3. Romance en la corte, donde un caballero debe servir a su propia dama, y tras esta a todas
las demás: Sir Lancelot (Lanzarote) en su amor por la reina Guinevere (Ginebra) o Tristán e
Isolda.
Qué es el Mester de Juglaría
El Mester de Juglaría nace aproximadamente en el siglo XII, en plena Edad Media, y tendría vigencia hasta
finales de esta etapa, acabando el siglo XV. Su nombre lo recibe por parte del juglar, persona que recitaba
poemas y cantares de memoria, para lo que se debía de valer de técnicas específicas o usar la improvisación
de ser necesario.
El Mester de Juglaría tuvo su principal apogeo durante el siglo XII, antes de tener que rivalizar con el Mester
de Clerecía, mucho más culto y trabajado. La función del juglar era sencilla: entretener a su público. Para ello,
de ser necesario, no solo recitaría, haría cualquier cosa por mantener a las gentes atentas a sus historias. Por
eso cantaría, actuaría, bailaría, haría malabarismos e incluso contaría chistes si hacía falta.
Por lo general, además de la función de entretenimiento, también hacía cierta labor de información, puesto
que los cantares se basaban en hechos populares. De hecho, se hicieron muy famosos los cantares de
gesta con héroes como el Cid. Es más, en España, estos poemas eran bastante realistas, en Europa solían estar
aderezados con tintes fantásticos.
Características del Mester de Juglaría
Las características del Mester de Juglaría fueron suficientemente importantes como para considerar una
especie de escuela en sí misma. De ellas podemos destacar:
 El juglar era la persona que interpretaba la obra y la recitaba. Se valía de su propio estilo y de su
creatividad para narrar los poemas.
 No se solía conocer al autor. Al contrario que sucede en el Mester de Clerecía, por ejemplo, aquí se
sabe que el juglar era quien recitaba, tal vez escribía e incluso recopilaba información, seguramente del
imaginario colectivo, pero su nombre no era importante.
 La temática es otra de las características importantes. Generalmente se narraban hechos de la vida
cotidiana con toques fantásticos. No obstante, en la zona española los cantares de gesta, los cantos
épicos y los poemas amorosos eran los favoritos por juglares y público.
 La rima de los poemas se caracterizaba por ser irregular, monorrima y asonante. En general, utilizaban
series ilimitadas de versos de entre 10 y 18 sílabas, aunque el de 16 era el más habitual, agrupados en
estrofas que se dividían en dos hemistiquios o partes con una cesura o pausa central.
 El lenguaje que usaban era bastante vulgar, exento de cultismos, buscando recitar con fuerza
narrativa, pero comunicando con simpleza para llegar al público poco educado. Se usaban mucho las
exclamaciones y los epítetos, pero muy limitado en cuanto a recursos estilísticos.
 Las fuentes solían ser anónimas y de carácter oral y popular. Eran modificadas a conveniencia para
dirigirlas a un pueblo iletrado y ávido de historias épicas.
En esta otra lección te descubrimos cuáles son las diferencias entre el Mester de Clerecía y el de Juglaría.
Ejemplos del Mester de Juglaría
Existen diversos ejemplos del Mester de Juglaría, aunque en España, por ejemplo, apenas se conservan unos
8000 versos en total, mientras que otros países como Francia mantienen intactos como un millón.
Entre las obras más famosas de estos juglares medievales, sin duda destaca el Cantar de Mio Cid. Se conserva
una buena parte de la obra que narra las andanzas de un personaje medieval muy célebre, es decir, sus gestas
frente a los que consideraban invasores árabes.
Dentro del poema épico de Mio Cid encontramos expresiones muy características de este Mester de Juglares,
como, por ejemplo:
 El que buena ora nació
 Que buen vasallo si hubiera buen señor
 El de la luenga barba
 El que buena hora ciño espada
Otros poemas épicos que se conservan y se recitaban por los juglares de este Mester medieval son el Cantar
de Fernán González, el Cantar de Sancho II o el Cantar de los siete Infantes de Lara.
Fiestas y Ocio en la Edad Media
Introducción
La Historia actual considera el estudio de las festividades así como de las costumbres y de las
actividades realizadas en el tiempo de ocio como elemento esencial para conocer todos los planos de
aquellos acontecimientos que ocurrieron en el pasado.
Durante la Edad Media existieron fiestas religiosas- la mayoría- pero también muchas relacionadas
con los ciclos agrarios - en una sociedad donde el calendario actual no existía y la tierra marcaba la
vida de los habitantes rurales y urbanos-, aquellas propias de las cofradías y los gremios,
asociaciones o hermandades, las organizadas por los señores y caballeros -destinadas a mostrar su
poder y la fidelidad a la Corona- y otras provenientes de antiguas tradiciones locales practicadas
desde tiempos inmemoriales.
Se ha calculado que, alrededor del siglo XIII, el número de días festivos, alcanzaba el tercio del total
de días del año.
Cualquiera que fuese su origen, todas ellas eran momentos de socialización y creación de fuertes
lazos además de suponer, en las mentes de los medievales, unos hitos que marcaban el sistema de
ordenación del tiempo- como por ejemplo aquellas que daban la bienvenida a las estaciones-.
Como ha escrito Ladero Quesada:
La Edad Media fue un periodo denso y creativo en la elaboración de fiestas, sobre todo en sus
primeros siglos, cuando la Iglesia perfeccionó su calendario de celebraciones y lo combinó con los
ritmos estacionales y con diversos elementos procedentes de las culturas pre cristianas que daban
como resultado, fusiones de las que aún hoy somos partícipes.
El objetivo de las celebraciones son múltiples, estando relacionado con la naturaleza de las mismas:
encontramos algunas fiestas que se celebran con el fin de agradecer las cosechas o la unión en
matrimonio, otras van orientadas al desarrollo de destrezas y de la fortaleza física, mientras que un
tercer grupo persigue un fin moralizador o incluso el control social por parte de los poderosos y los
eclesiásticos -pueden incluso llegar a ser un canal de educación religiosa o cívica- o como garante de
la transmisión de sistemas culturales.
Fiestas religiosas
Hagamos un repaso por las principales fechas que en la Edad Media se celebraban fiestas directa o
indirectamente relacionadas con lo religioso.
Navidad
Comenzando por la Navidad, diremos sobre éstas que son fiestas que se celebran desde los albores
del cristianismo, coincidiendo con la aceptación de la religión. Así lo muestran las fuentes gracias a
las que sabemos que días marcados en rojo como el 6 de enero, el nacimiento de Jesucristo, se
celebra desde el siglo VI.
Carnaval
Dando un salto hasta febrero, nos topamos con el Carnaval, festividad que aún hoy sigue provocando
discusiones sobre su procedencia. En lo que sí parecen estar de acuerdo es en el carácter que
durante la Edad Media adquirieron, modificadas y mezcladas junto a las celebraciones de todas las
fiestas que anteriormente se producían en invierno como aquella dedicada a asegurar la fecundidad
de la mujer (15 de febrero) o la que veneraba a las mujeres casadas (1 de marzo).
Si atendemos a su nombre, Carnaval significa también el inicio de la Cuaresma- que comienza el
Miércoles de Ceniza-, tiempo en el que se imponen las privaciones por lo que los días de Carnaval
sirven para comer aquellos alimentos que luego estarán prohibidos y para practicar las actividades
mal vistas antes de, atendiendo al calendario eclesiástico, el calvario de Jesucristo.
Son además, gracias al anonimato y la permisividad extrema que precedía a la prohibición, momentos
de crítica a todo aquello que no gustaba en el momento.
Semana Santa
La Cuaresma concluía con la antigua fiesta de la primavera -actualmente llamada Semana Santa-
donde se conmemoraba la muerte y resurrección de Cristo por medio de pasos, figuras que se
mostraban en las procesiones, manifestaciones que surgieron en las comunidades mediterráneas
alrededor del siglo XV.
Fiestas familiares
Bautizos, bodas y funerales eran los motivos familiares de celebración más habituales. Eran actos
que marcaban los tiempos de las persona y servían, al mismo tiempo, para reforzar los lazos
familiares.
La celebración eran más grande cuan más alto subiésemos en la pirámide de población y cuanto más
dinero poseyeran los padres de los novios. Desde el siglo XIII- nos cuenta Ladero Quesada- comenzó
a haber regulaciones legales para limitar los gastos en banquetes, vestuario y otros aspectos de la
fiesta, así se aseguraban que nadie ostentase a una celebración mayor de la que podía permitirse.
Respecto a las costumbres fúnebres, en lógico pensar que las desarrolladas hoy en día son sólo
pequeñas variaciones de las realizadas en la Edad Media: el rito comenzaba con un velatorio donde
estaban presenten las personas más cercanas al difunto, siendo el entierro, por cuestiones de salud
pública y malos augurios, al día siguiente del fallecimiento. Los entierros que más llamaron la atención
e incluso congregaban a millares de personas, eran aquellos de personas pertenecientes a la nobleza
o la realeza, cuales contaban con una ofrenda y el acompañamiento del cuerpo hasta el lugar del
entierro.
Fiestas no religiosas
El segundo gran tipo de fiestas eran aquellas políticas, momentos de ocio para el pueblo, sin adornos
religiosos.
Celebraciones políticas
En este gran grupo podemos encontrar las celebraciones con motivo de la coronación de un nuevo
monarca o la entrada de un rey o un noble victorioso en una ciudad, la que se engalanaba e invitaba a
sus vecinos a estar presentes en el momento de la llegada, que era además una forma de mostrar la
fidelidad del pueblo hacia su poder. Las celebraciones concluían con un glorioso banquete regado por
vino en el sur de Europa, cerveza en el norte, bebida más consumida.
Torneos y Justas
Organizado también por la corona encontramos los torneos, verdaderas demostraciones del papel del
monarca como señor feudal de sus caballeros y como modelo de las cualidades caballerescas
máximas, las cuales mostraban ante el público para buscar el reconocimiento y la gloria, como si de
un famoso se tratase hoy en día. La forma en la que se desarrolla el torneo fue evolucionando con el
tiempo: comenzaron en Francia con luchas entre grupos para terminar siendo disputas entre dos
caballeros. Entorno a estos acontecimientos se formaba una fiesta donde se repartía comida, humor y
todo tipo de actividades.
La importancia que tenían las justas o torneos derivaba del prestigio que en la sociedad feudal tenían
los caballeros. Así lo demuestra por ejemplo otras actividades también dirigidas a ellos: la caza, la
pesca o las corridas de toros, práctica común en el Medievo con la diferencia de que la lidia se
producía desde un caballo, en plazas especialmente acondicionadas para ello, en las que sólo podían
participar la clase alta que servía, entre otras cosas, para su entrenamiento.
(Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:
Ana Molina Reguilón)

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Amor cortés: filosofía del amor medieval

  • 1. Amor Cortés El amor cortés es una rama de la literatura medieval, especialmente francesa, inspirada por el espíritu cortés, es decir, una "erótica" fundada en la sublimación de la dama. El amor cortés surge en el siglo XI en la Francia occidental a manos de Guillermo IX, duque de Aquitania, quien firma los documentos más antiguos que se han encontrado. En ellos se localizaban ya los elementos y las tramas así como la concepción del amor que posteriormente caracterizaría el amor cortés. En los comienzos el tono de los poemas era altamente erótico, incitado por la pasión carnal entre un hombre y una mujer. Con el paso de tiempo y la refinación de la técnica, esa relación entre ambos fue transformándose en amor, en un juego secreto entre una mujer y un hombre que llega a alcanzar el estado máximo de virtuosismo. Eran unas composiciones poéticas, escritas en lenguas vernáculas- destacan entre otras la lengua de oc, la primera utilizada- para ser cantadas por los trovadores, poetas con mucho de músicos, que marchaban de pueblo en pueblo cantando las bondades y desdicha que provocaba el amor imposible, el que se daba entre una mujer casada y un caballero soltero. Así los personajes y la trama de esa relación se repetían en todas las historias que se han conservado. Es una copia de las relaciones de vasallaje de la sociedad pero entre hombre y mujer: un joven caballero, la mayoría de las veces célibe, se enamora perdidamente de una "dama", mujer casada y por lo tanto de mayor edad quien podía tener el mismo o mayor rango social. Ella siempre es descrita como una mujer muy bella e inteligente, capaz de embaucar con una simple mirada a cualquier hombre que tenga delante. Él, vasallo de su señor, quiere conquistar a la mujer por sus cualidades y no por la fuerza, como lo harían los plebeyos. Se humilla ante ella quien siempre toma de la decisión de aceptar o no su amistad y su amor. Ese "amor" que siente por la dama no es sino un fuerte deseo sexual alimentado por el reto que supone conseguir a una mujer que pertenece a otro hombre - normalmente su señor-. Es por tanto un amor infiel, que nunca es sinónimo de matrimonio- es decir, no es el fin último- sino de encuentro pasional. Pero, ¿se producía realmente el encuentro? ¿Llegaban a consumar la relación adúltera? Los trovadores no llegaron a ese punto sino que describían momentos que podían tener un doble significado, de los que no sólo era posible deducir ese encuentro sexual. Hoy en día la teoría que más fuerza cobra es aquella que los interpreta como encuentros platónicos. Así lo entiende Duby quien asegura que es precisamente en esto donde el amor cortés desvela su verdadera naturaleza: la onírica. El amor cortés concedía a la mujer un poder indudable pero mantenía ese poder confinado en el interior de un campo bien definido, el del imaginario y el juego. Por tanto primaría la razón frente a los sentimientos. Bajo esta teoría es donde se sitúa la idea de hegemonía de la mujer respecto al varón y es que ella lo hace mejor persona y le ayuda a cultivar virtudes como la paciencia, la contención o el dominio.
  • 2. Es el sentido de cortesía y caballería, de nobleza y vasallajes así como de servicio permanente y desinteresado, lo que induce a las clases altas a imponerlo como un código de conducta que llega incluso a modificar las reglas de comportamiento, del amor y de la visión de la mujer hasta el Renacimiento, debido a que la ubica en mejor condición y crea entorno a ella una obligación de trato similar a la que se la otorga en los poemas. (Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS: Ana Molina Reguilón) Características del amor cortés La teoría del amor cortés supone una concepción platónica y mística del amor, que se puede resumir en los siguientes puntos:  Origen cortesano de la Dama, ella reside y se encuentra en un lugar físico determinado, corte señorial, castrum o burgo, pertenece a la élite urbana.  Total sumisión del enamorado a la dama (por una transposición al amor de las relaciones sociales del feudalismo, el enamorado rinde vasallaje a su señora). Esto origina el "sufrimiento gozoso".  La amada es siempre distante, admirable y un compendio de perfecciones físicas y morales.  El estado amoroso, por transposición al amor de las emociones e imaginería religiosas, es una especie de estado de gracia que ennoblece a quien lo practica.  Los enamorados son siempre de condición aristocrática (aunque también es común que el enamorado sea de condición social más baja que la amada).  El enamorado puede llegar a la comunicación, con su inaccesible señora, después de una progresión de estados: suspirante (fenhedor, en occitano), suplicante (precador), oyente (entendedor) y amante (drut).  Se trata, frecuentemente, de un amor adúltero. Por lo tanto, el poeta oculta el objeto de su amor sustituyendo el nombre de la amada por una palabra clave (senhal) o seudónimo poético. Leer más: https://amor-cortes.webnode.es/caracteristicas-del-amor-cortes/ El amor cortés y un poema de Manrique Es una filosofía del amor nacida en la Provenza francesa en el siglo XI. Las características principales del amor cortés son las siguientes: 1) HUMILDAD: los amadores adoptan una postura servil frente a la dama. Los códigos siervo/señor de la sociedad feudal se trasladan a la relación amorosa. El amante es el esclavo de la dama. 2) CORTESÍA: moral y social. Hay cualidades y virtudes éticas (valor, caballerosidad) y es dentro del estamento aristocrático cortesano. Solo el cortesano es capaz de amar. 3) RELIGIÓN DEL AMOR: La mujer ocupará el lugar absoluto de Dios en la religión del amor. El hombre se siente ligado a ella. La mujer será objeto de culto a la manera cristiana. El amador hace de su amada un dios.
  • 3. 4) ADULTERIO: el amador ama a una mujer casada. Amor y matrimonio son antagónicos. Hay una oposición entre el verdadero amor y el matrimonio, porque este obedece a intereses sociales y económicos. Las relaciones entre esposos no pueden ser corteses porque faltan la ansiedad, la espera, el peligro, el riesgo… Jorge Manrique es uno de los autores que sigue el amor cortés en su concepción del amor, el amante sirve a la dama en una "feudalización" del sentimiento... ACORDAOS POR DIOS, SEÑORA Acordaos por Dios, señora, quánto ha que comencé vuestro servicio, cómo un día ni una hora nunca dexo ni dexé de tal officio. Acordaos de mis dolores, acordaos de mis tormentos qu’e sentido, acordaos de los temores y males y pensamientos qu’e sufrido. Acordaos cómo en presencia, me hallaste siempre firme y muy leal, acordaos cómo en ausencia nunca pude arrepentirme de mi mal. Acordaos cómo soy vuestro sin jamás haber pensado ser ajeno, acordaos cómo no muestro el medio mal qu’e passado por ser bueno. Acordaos que no sentistes, en mi vida una mudanza que hiziesse, acordaos que no me distes en la vuestra una esperanza que viviesse. Acordaos de la tristura que siento yo por la vuestra que mostráis; acordaos ya, por mesura, del dolor qu’en mí se muestra y vos negáis. … (Jorge Manrique)
  • 4. Sociedad feudal en la Alta Edad Media Origen de la sociedad feudal El feudalismo como institución surge como consecuencia de la crisis vivida por la sociedad del Bajo Imperio Romano. La situación de inseguridad subsiguiente a éste condujo a los jefes germánicos a la necesidad de rodearse de fieles en quienes poder confiar para garantizar su seguridad personal y como ayuda ante posibles campañas militares. Este modelo se convirtió con los carolingios en su sistema de gobierno, de forma que el soberano administraba el territorio mediante la asistencia de un séquito o "palacio" constituido por señores territoriales, obispos y abades. Con el mayor peso de la guerra en esta sociedad, poco a poco se fue primando más a los señores militares, mediante la concesión de posesiones que, en un principio, tenían carácter vitalicio pero que, con el tiempo, se fueron haciendo hereditarias. Con la Capitular de Quierzy, Carlos el Calvo reconoció como hereditarios también los poderes ejercidos en nombre del rey, de forma que la autoridad pública se vio desmembrada entre un primer nivel de grandes señores. Con esto, el esquema fue reproducido a niveles inferiores, de forma que adquirió una estructura piramidal y fomentó la aparición de una nueva clase de guerreros profesionales o caballeros. Éstos poseían dominios rurales que les garantizaban la conservación de su equipo militar, fundamentalmente el caballo, a cambio de prestar su ayuda cuando el señor superior lo necesitara. Elementos de la sociedad feudal El feudalismo es un fenómeno propio del reino franco, es decir, los territorios incluidos entre los ríos Rin y Loira, que se vio acelerado por las guerras civiles y las invasiones que experimentó durante los siglos posteriores al Imperio carolingio, y que se articula alrededor de dos elementos clave, el vasallaje y el feudo. Ante la inseguridad reinante, muchos propietarios de tierras buscaron el amparo y protección de otros señores más poderosos, a cambio de cederles su vasallaje y fidelidad o un censo o gravamen. De esa forma, la pequeña propiedad pasaba a ser de tipo feudal o censal, respectivamente. Los señores intermedios entre éstos y la autoridad real fueron adquiriendo cada vez más poder, tanto sobre la tierra como sobre los hombres vinculados a ella, de tal manera que paulatinamente fue desapareciendo la propiedad libre. Para asegurarse la lealtad del vasallo, el señor le entregaba a cambio un bien de naturaleza real, el feudo; éste se materializaba en forma de tierras o derechos, pero nunca con la propiedad plena sobre el mismo. El acuerdo entre ambos se efectuaba mediante la ceremonia del homenaje, por la cual el vasallo juraba fidelidad al señor, y éste lo acogía, ofreciéndole defensa y protección. La fidelidad estaba generalmente centrada en el campo militar, de manera que el vasallo se obligaba ante su señor a prestarle asistencia en caso de guerra, si bien el tipo de ayuda variaba mucho entre lugares o épocas. Así, podía tratarse, entre otras obligaciones, de combatir a su lado, prestarle contingentes, simples servicios de vigilancia, una contribución a las cargas financieras que suponían las campañas o incluso participar en el pago de rescate en caso de que aquél fuese capturado. En algunas zonas, como Francia o Alemania, el vasallo debía asesorar al señor en la toma de decisiones importantes. Con el tiempo, el título de propiedad del feudo pasó a ser hereditario, pero el homenaje debía renovarse en cada transmisión. Este hecho contribuyó a que se concentrasen o, según los casos, se fraccionasen los feudos, de manera que los vasallos principales se convertían a su vez en señores de otros vasallos de nivel inferior, quienes podían hacer lo mismo. Así, aparecieron diversas figuras como los alcaides o castellanos, encargados de la administración y defensa de un castillo y las tierras que le correspondían, para lo que disponían también de otros combatientes bajo su mando, o los ministeriales, jueces, notarios y maiores, figuras todas ellas de tipo civil, encargadas de representar la autoridad pública en sus distintos órdenes.
  • 5. Toda esta variedad de personajes conllevó la aparición de jerarquías entre ellos, pero en ocasiones se convirtió en fuente de conflictos, pues se daban casos en que un mismo vasallo lo era a la vez de más de un señor, o que señores de un nivel similar en la jerarquía se enfrentaban entre sí. Para evitar estas situaciones, en la Francia del siglo XII apareció la posibilidad de que un siervo pudiera remontarse incluso hasta el rey, como autoridad superior, al objeto de apelar decisiones de su señor.
  • 6. Cómo era vivir en un castillo medieval Imagina cómo era la vida en el pasado, hace unos mil años. En la Inglaterra normanda, la época de los grandes castillos tuvo comienzo a partir del año 1066, con el fortalecimiento del feudalismo de importación. En clases aprendimos que en este sistema político la nobleza era poseedora de una porción de tierra concedida por el rey donde se contaba con servidumbre propia (los vasallos). Comúnmente, los señores feudales levantaban castillos donde sus vasallos cultivaban la tierra y criaban animales. También estaba presente el clero, que establecía las reglas del lugar valiéndose de la doctrina católica. Pero en la práctica, ¿cómo era vivir en un castillo medieval? ¿Cómo estaban distribuidos sus servicios? La estructura básica de un castillo medieval. Comencemos por lo esencial, por la organización estructural básica de los castillos. Estas partes podían variar entre un castillo y otro, pero generalmente cada castillo tenía los siguientes componentes. Capilla: era el lugar sagrado al interior del castillo. Desde estas capillas el clero se encargaba de adoctrinar la religión católica a cada uno de los habitantes del lugar. Salón principal: era el lugar más lujoso de todo el complejo, donde tenían lugar los banquetes que la nobleza ofrecía en eventos especiales a sus invitados. Patios internos: las festividades principales tenían lugar en estas zonas, pues permitían la libre circulación de los asistentes y se encontraban despejadas de animales como caballos y cerdos que se alimentaban en el atrio exterior. Barbacana: un muro de protección que servía de soporte a la muralla perimetral. Era más bajo que la fortificación principal y el sitio donde se situaba la primera línea de defensores del castillo. Foso: pocos eran los castillos que contaban con un foso natural, por lo que se hacía necesario construir uno de forma artificial. En estos casos, como el agua se estancaba y los desperdicios se vertían sobre el cuerpo de agua, ya te puedes imaginar el olor. Torres: las torres redondas significaban un punto fundamental para la defensa del castillo, pues eran mucho más seguras que las edificaciones cuadradas. Al levantarse por encima de la muralla ofrecían una visión amplia de la región y zonas ideales de disparo para los arqueros del ejército. Portón: de nada servía un foso extenso y unas torres altas si la entrada principal era de fácil acceso. Por eso, la mayoría de los castillos contaba con portones muy elaborados, con varias puertas y, a veces, con el famoso puente levadizo. Establo: los caballos eran el medio de transporte más veloz en aquellos tiempos así como un medio de comunicación, además resultaban imprescindibles en batalla. Por esto, cada señor feudal que se respetara requería de un número elevado de estos animales y de un lugar propio para su crianza. Cocina: el tamaño de la cocina en un castillo era equivalente a su importancia en la zona. En estos lugares era posible atestiguar un flujo incesante de vasallos preparando alimentos para una multitud de personas.
  • 7. Panadería: además de una cocina, era frecuente que los castillos contaran con una panadería propia donde se producía el alimento básico de sus habitantes. Adjunta a la panadería, la mayoría de los castillos situaba una cervecería – y esta bebida eran tan importante en el Medioevo que la nobleza solía contratar a alguien de confianza para administrar la producción. ¿Cuántas personas vivían en un castillo medieval? Para empezar bien con el tema resulta de vital importancia saber quiénes habitaban el castillo. Además del señor feudal, su esposa e hijos, entre 100 y 150 vasallos habitaban las construcciones de la fortificación. Esta es una estimación hecha por el sitio Exploring Castles, donde se tomó como base el castillo de Goodrich, a unos 200 km de Londres. Entre los siervos era posible encontrar a los jardineros, comerciantes, criadores de caballos, soldados, tejedores, caballeros, escuderos, carpinteros, tesoreros y, evidentemente, a los cocineros. Lord y Lady Un título de Lord y uno de Lady situaban a cualquier persona en el punto más alto de la jerarquía medieval. Estas personas se encargaban de hacer que el castillo funcionara. Sin embargo, los señores feudales generalmente pasaban su vida viajando – particularmente a las metrópolis, como Londres, donde debatían estrategias militares y otros asuntos políticos. En ausencia del “mandamás”, el castillo rebosaba de tranquilidad. Era la esposa la encargada de tomar las riendas y lograr que todo se mantuviera en pie. Ella y el Lord eran los únicos que tenían una habitación privada en el castillo – y era común que se designara a alguna de las torres para cumplir con esta función. A veces, la Lady contaba con una habitación particular, solo para ella. Una vida sin privacidad. Para el resto de los mortales en el castillo, la vida no era nada fácil. Pese a la aparente organización del lugar, además de los señores feudales casi nadie contaba con una pizca de privacidad. Algunos de los habitantes vivían en villas al exterior del castillo. Se trataba de pequeñas cabañas hechas de adobe, con techo de paja y raramente equipadas con ventanas. Los animales de los vasallos también habitaban dentro de estas rusticas construcciones. Uno de los problemas más grandes en el cotidiano medieval era el frío. Como inicialmente los castillos se construyeron de piedra, eran terriblemente gélidos. Además, también eran oscuros, pues las ventanas se hacían pequeñas para no comprometer la estabilidad estructural de la construcción. No fue sino hasta varios siglos después del inicio de la Edad Media que se empezó a extender el uso de las chimeneas, como una forma de ofrecer un poco más de comodidad a los habitantes del castillo. También en este lapso las técnicas de construcción se fueron perfeccionando, permitiendo ventanas más grandes, lo que facilitaba la entrada de la luz solar y el calor. Alimentos. Alimentarse era punto y aparte. Solía consumirse un montón de carne en los castillos – y había para todos los gustos: jabalí, pavo, cisne y el cerdo podían encontrarse en los platos de las personas. Acompañaban la carne con una diversidad de piezas de pan y empleaban las manos como “utensilios”. También era común consumir vegetales frescos. El agua se servía en puntos específicos del castillo. Generalmente se colocaba una cisterna en algún punto elevado con conexiones que llevaban el líquido hasta lugares más bajos. También contaban con pozos desde donde se extraía el agua del subsuelo.
  • 8. El baño. Este lugar representaba una de las mayores dificultades a la hora de vivir en un castillo. En nuestros días contamos con inodoros, sistemas de drenaje, descarga de agua, papel higiénico y toda una serie de facilidades para deshacernos de nuestros desechos corporales. Pero en aquella época el proceso era muy diferente. Para empezar, no se tenía noción de la relación existente entre una estructura elemental de saneamiento y la salud. En otras palabras, a las personas no les preocupaban sus desechos, y la verdad es que no les importaron durante mucho tiempo, lo que llevaba a una extrema falta de higiene durante la Edad Media. Solían hacer sus necesidades en pozos que daban a lado exterior del castillo o en el foso que lo circundaba. Como el agua se estancaba, el hedor era espantoso. Un pequeño detalle: en aquella época, los baños no eran para nada “privados”, pues todo el mundo tenía la oportunidad de verte mientras hacías tus necesidades o hasta sentarse al lado durante el proceso de descarga. El calabozo. En muchas novelas modernas, los escritores tienen cierta manía por “romantizar” los calabozos. Sin embargo, la mayoría de los castillos ni siquiera contaba con estos lugares para mantener a los prisioneros. En aquella época no era común castigar a las personas con prisión (5 cosas cotidianas ampliamente aceptadas, pero muy recientes). Al paso del tiempo, se entendió que podría resultar “interesante” para un señor feudal mantener prisioneros en su propiedad. Pero esto tardó mucho en concretarse. Cuando los calabozos aparecieron, tenían que ser seguros y estar aislados para mantener confinadas a las personas. Deporte, entretenimiento y eventos culturales en un castillo medieval. La vida en un castillo puede parecernos muy aburrida; sin embargo, era bastante agitada. Por ejemplo, en el salón principal se ofrecían banquetes a la nobleza y espectáculos de danza, teatro y recitales de poesía. Con toda seguridad era un lugar donde se podía pasar algunas horas cultivando la mente. Por supuesto, la permanencia en este sitio dependía de la jerarquía en el castillo. Cuanto más poder, mejor el asiento y la localización. Los más influyentes contaban con una zona “VIP” frente al salón. El deporte principal era la cacería pero, a medida que pasó el tiempo, se fueron integrando prácticas como las justas que eran contempladas con gusto en los castillos medievales. Para aquellos caballeros menos violentos era posible divertirse jugando backgammon o ajedrez.
  • 9. La Mujer en la Edad Media Introducción Hacer una síntesis de la situación de la mujer durante la Edad Media cuneta con un primer escollo: se trata de un larguísimo periodo de diez siglos en los que la sociedad, la cultura y las costumbres sufrieron muchas variaciones. Por ejemplo, España comenzó el siglo VIII con tres religiones conviviendo: la judía, la musulmana y la cristiana, que son, además, tres formas distintas de pensar, entender, definir y construir a la mujer. Pero el verdadero problema que nos encontramos a la hora de definir la Historia de las Mujeres en la Edad Media, es la percepción que, en general, se ha tenido de la Edad Media durante siglos llegando incluso a la actualidad. Por la inercia del Renacimiento, la sociedad occidental contemporánea todavía considera la “Edad Media” una época de ignorancia, de embrutecimiento y subdesarrollo. El término “Renacimiento” fue un invento italiano del siglo XVI para anunciar que tras diez siglos de barbarie había vuelto la luz cultural del mundo clásico grecorromano. Lorenzo de Medicis, por ejemplo, celebraba con un banquete anual el nacimiento de Platón. Dante usó a Virgilio como guía a los infiernos y Erasmo honraba a Cicerón como a un santo. En el Renacimiento de los siglos XV y XVI no sólo hay un “redescubrimiento” sino una “imitación” del Clasicismo. Lo malo de ello es que todo lo que no era conforme a la plástica y a la cultura griega y romana era rechazado sin piedad. La sociedad moderna actual continúa cayendo en el tópico de que la Edad Media fue la etapa de la historia occidental más oscura, bárbara, violenta, supersticiosa, represiva y misógina. A ello ha contribuida la literatura fantástica, los cómics, el cine, etc. Incluso algunas tribus urbanas. Todavía hay textos y documentales que citan como verdaderos tópicos falsos inventados siglos atrás como el derecho de pernada, que la Iglesia no consideraba que la mujer tuviera alma, el humillante uso del cinturón de castidad o la masiva persecución y quema de brujas (cuando es un hecho desgraciado que tuvo su epicentro en los "modernos" siglos XVI y XVII). Criterio de valoración de la situación de la mujer en la Edad Media La valoración del papel que la mujer jugó en la sociedad medieval depende de con qué época la comparemos. De manera simplificada podemos afirmar que la situación de la mujer en la Edad Media era peor que en la actualidad (sólo en el mundo desarrollado occidental) pero mejor que en el periodo anterior (Imperio Romano) Y también mejor que en los siglos posteriores (siglos XVI al XIX). La razón es que el Derecho Romano (utilizado durante el imperio romano y rescatado por las monarquías absolutistas desde el siglo XVI) fue mucho menos propicio a la mujer que el “Derecho Consuetudinario” de origen germánico. La gran medievalista francesa Regine Pernoud asevera: El apogeo (de la mujer) correspondería a la era feudal, desde el siglo X hasta fines del XIII [...]; es indiscutible que por entonces las mujeres ejercen una influencia que no pudieron tener ni las damas partidarias de La Fronda en el siglo XVII ni las severas anarquistas del siglo XIX. Por ejemplo, en Roma la mujer no podía cumplir ninguna función administrativa: ni en la asamblea de los ciudadanos, ni en la magistratura, ni en los tribunales.
  • 10. Robert Villers afirma: �En Roma, la mujer, sin exageración ni paradoja, no era sujeto de derecho� Su condición personal, la relación de la mujer con sus padres o con su marido son competencia de la domus, de la que el padre, el suegro o el marido son jefes todopoderosos�La mujer es únicamente un objeto� Los historiadores saben que era una costumbre romana matar a las hijas no primogénitas. Los tratados de Derecho Privado romanos lo llamaban: "Desapariciónforzada de las hijas menores". El padre consideraba conveniente conservar a sus hijos varones por necesidades militares, salvo que estuvieran malformados o parecieran demasiado enfermizos, pero por lo general conservaba a una sola hija, la primogénita. Era completamente excepcional que en una familia romana hubiera más de una hija. Sólo hacia el año 390, a fines del siglo IV, la ley civil retira al padre el derecho de vida o muerte sobre sus hijos. Con la difusión del Cristianismo desaparecía la primera y más decisiva de las discriminaciones entre los sexos: el derecho a la vida correspondía tanto a las niñas como a los varones. Las mujeres en la cristianización de Europa Los nombres que se mencionan en las fuentes durante los siglos II y III de nuestra era, encuentra en su lista muchos más nombres de mujeres que de hombres. Entre los nombres masculinos, junto con el de Plotino, el escritor Aulo Gelio y el gran Orígenes, el diccionario menciona solamente a San Sebastián; se citan a veintiuna mujeres, entre ellas: Zenobia, reina de Palmira, y Faustina, la mujer del emperador Antonino. Las otras diecinueve son santas, mujeres a quienes la Iglesia colocó en los altares. Esta abundancia de nombres femeninos que subsistieron para el gran público cuando desaparecían los de los efímeros emperadores de esos dos siglos, indica la importancia de estas santas, casi todas mujeres jóvenes, que murieron por afirmar su fe. Ágata, Inés, Cecilia, Lucía, Catalina, Margarita, Eulalia, etc. Además, emergieron figuras tan importantes como Faviola de Roma (s. IV). Noble romana convertida al cristianismo, que vendió todos sus bienes, distribuyó su dinero entre los pobres y fundó en Roma el primer�hospital�de Occidente, alrededor del año 390. Melania la joven (383 – 439). Heredera de las inmensas posesiones de su abuela se retiró a Tierra Santa donde su abuela había fundado una comunidad de mujeres piadosas en Jerusalén. Se sabe que Melania desarrolló una acción concreta y cierta en el movimiento de liberación de esclavos. Santa Clotilde (475 – 545). Esposa del rey franco Clodoveo influyó decisivamente en la conversión de Clodoveo y todo el pueblo franco al Cristianismo Católico. Teodolinda (570 – 628). Esposa del rey lombardo Agilulf, de culto arriano, consiguió bautizar a su hijo Adaloald con el rito católico Monjas y místicas En el campo religioso la lista de mujeres cultas e influyentes es extensísima. Aquí citamos algunas de las más sobresalientes: Hrotswitha, abadesa de Gandersheim (935 �1002). Se considera el primer gran nombre de la literatura alemana en el siglo X. Fue escritora de leyendas y Dramas litúrgicos Herrada de Landsberg (1130 �1195). Autora de "Hortus deliciarum", Jardín de las delicias. Obra enciclopédica que constituía la suma del saber de su tiempo con numerosas ilustraciones de gran importancia documental. Hildegarda de Bingen- 1098-1179. Monja alemana que destacó tanto por sus visiones como por su vasta obra literaria versada sobre distintas materias. Se la definió entre las mujeres más influyentes de la Edad Media.
  • 11. Mujeres en el ámbito cultural y educativo Dhuoda – 803 - 843. Dama de estirpe noble carolingia del siglo IX. Escribió el “Manual para mi hijo” para su hijo Guillermo. Con mucho, es el tratado de educación más antiguo, puesto que fue redactado a mediados del siglo IX. Chistine de Pizan (1364 – 1430). Filósofa, poeta y humanista, considerada la primera escritora profesional de la historia. Su obra mas conocida “La Ciudad de las Damas” es considerada por algunas autoras como precursora del feminismo occidental y se sitúa en el inicio de la llamada Querella de las Mujeres. Mujeres en el ámbito de la Medicina Las mujeres cuidaban de los enfermos de su familia. De modo que la medicina doméstica estaba en sus manos. Se ocupaban de las enfermerías de los monasterios o de los hospitales de pobres y enfermos. Hasta los siglos XII y XIII, las mujeres no tuvieron ningún problema para ejercer la medicina, desde entonces, vieron como querían acotar su función. Antes del siglo XIV las mujeres libremente asistían en los partos, atendían la salud de hombres y mujeres, testificaban como expertas ante las cortes judiciales y administraban medicamentos. En este campo sobresale especialmente Trotula de Salerno, doctora italiana del siglo XI que escribió influyentes trabajos de medicina femenina como la menstruación y el parto. Reinas Este campo es el más prolífico en investigaciones de diferentes autoras. Por ello, hoy conocemos numerosas reinas cuyo poder y/o influencia fue enorme durante el periodo medieval, como las grandes reinas idolatradas en Francia: Leonor de Aquitania y Blanca de Castilla. En los reinos hispánicos sobresalieron figuras como la reina Toda de Pamplona, cuya autoridad como auténtica gobernante de su reino es reconocida por fuentes árabes de la época. En los Condados hay que destacar figuras como Ermesinda de Carcasona y Almodis de la Marca. Una de las grandes reinas que reinó por derecho propio fue Urraca de León y Castilla, que gobernó uno de los estados más poderosos de la Europa medieval a comienzos del siglo XII. Otras reinas consortes notables en defensa de sus hijos y de la estabilidad de sus reinos fueron Doña Berenguela de Castilla o María de Molina y todo este panorama rematado con la vida de la reina más poderosa de nuestra historia: Isabel de Castilla, cuyo reinado ejerce de bisagra entre la Edad Media propiamente dicho y el absolutismo de la Época Moderna.
  • 12. Código de honor de los caballeros La importancia de las virtudes Una versión de un código de caballería la encontramos en el Cantar de Roldán , poema épico de mediados del siglo XI / principios del siglo XII basado en la batalla del paso de Roncesvalles y considerado la obra principal más antigua de la literatura francesa. En el Cantar de Roldán se han identificado hasta 17 mandatos en el código de caballería. Uno de ellos pertenece a Dios y la fe cristiana, como es ‘Temer a Dios y mantener a su Iglesia’. Otros describen la relación apropiada entre un caballero y su señor, como por ejemplo ‘Servir al señor con fe y valor’ y ‘obedecer a aquellos que ostentan la autoridad’. Además, hay muchas más instrucciones en cuanto a la forma en que un caballero debe comportarse en su vida cotidiana. Entre ellas ‘decir en todo momento la verdad’, ‘Proteger al débil e indefenso’ y ‘Perseverar hasta el final en cualquier empresa iniciada’. Otro ejemplo de un código de caballería lo tenemos en las 12 virtudes caballerescas definidas por Felipe el Bueno, duque de Borgoña y miembro de la Orden del Toisón de Oro, que él mismo había instituido en el siglo XV. Estas doce virtudes son las siguientes: fe, caridad, justicia, sagacidad, prudencia, templanza, resolución, verdad, liberalidad, diligencia, esperanza y valor. Muchas de estas virtudes son ecos de los valores caballerescos incluidos en el Cantar de Roldán . Por último, cabe destacar que la expresión ‘código de caballería’ es un término bastante subjetivo que puede adoptar formas diversas. En el Cantar de Roldán este código informa de lo que un caballero debe hacer, mientras que el juramento del obispo Guarín subraya lo que un caballero nodebe hacer. El código de Felipe el Bueno, por otro lado, es más abstracto, y se centra más en las virtudes que en los hechos concretos que un caballero debería o no llevar a cabo. Sea como fuere, el código de la caballería ha seguido fascinado al mundo mucho después de que la Edad Media tocara a su fin, y continúa haciéndolo aún en nuestros días. www.ancient-origins.net INTRODUCCIÓN La caballería o el código de caballería es un código de conducta desarrollado entre 1170 y 1220. El código de la caballería que se desarrolló en la Europa Medieval tiene sus raíces en los siglos anteriores. Las primeras nociones se aprecian en los equites y catafractos del tardío Imperio Romano, o en la de los jinetes carolingios. Viene de la idealización de los jinetes de caballería (incluyendo valor, entrenamiento, servicio), aunque con el tiempo se ha generalizado a virtudes morales y sociales. A finales de la Edad Media era un sistema bien definido y elaborado que combinaba gestas guerreras, devoción religiosa, y normas de cortesía y educación. Estos elementos aportaban una noción de nobleza y honor propias de los caballeros, dotándolos de un propósito concreto de servicio y dedicación dentro de la baja nobleza. 2. LOS DIEZ MANDAMIENTOS «ROMÁNTICOS» DE LA CABALLERÍA 1. Deberás creer todo lo que la Iglesia enseña y deberás seguir todas sus direcciones. 2. Deberás defender a la Iglesia. 3. Deberás respetar toda debilidad, y constituirte como defensor de los débiles. 4. Amarás el país en el que naciste. 5. No huirás ante el enemigo. 6. Harás guerra al infiel sin pausa ni cuartel. 7. Desempeñarás escrupulosamente tus deberes feudales , y no contraponerte a las leyes de Dios. 8. Nunca mentirás, y te mantendrás siempre fiel a tu palabra. 9. Serás generoso, y donarás al necesitado. 10. Serás siempre y en todo lugar el campeón de los Justos y Buenos contra la Injusticia y la Maldad.
  • 13. Aunque a menudo se aceptan estas premisas como los estándares y normas empleados por los caballeros medievales, en realidad este código fue creado por Leon Gautier en 1883 bajo la influencia del romanticismo, mucho después de que los caballeros desaparecieran en su modelo más tradicional. La caballería como código en un sentido puramente histórico es un término mucho más subjetivo, estas leyes seguramente habrían sido vistas como un buen código para un hombre del clero, pero muchos tendrán otras ideas y opiniones sobre qué era realmente la caballería. A continuación estudiaremos en donde tienen su orígen. 3. EUROPA ANTES DE 1170: EL “HABITUS” NOBLE Hacia el 1100, antes de que existiera la caballería “codificada” había un tratado llamado “Preudomme” que aglutinaba un conjunto de “prácticas” de conducta referidas como «El Habitus Noble”, un estado del arte de aquellas expectativas de conducta generadas por todas las sociedades y clases. Existen discrepancias sobre a cuanto se remonta aunque ya hay precedents tan antiguos como los trabajos de Aristóteles. Este “habitus” precaballeresco incluye los siguientes puntos: 1. Lealtad: Una herramienta práctica en la nobleza guerrera. La importancia de la reputación en virtud de la lealtad se aprecia en la biografía de William Marshal, primer conde de Pembroke (1146-1219). 2. Paciencia: El autocontrol hacia otros guerreros, y en las cortes de sus señores está reflejado en el Conventum publicado por Hugh de Lusignan en la década de los años 1020. Para la segunda mitad del siglo XII, mucho antes que de que hubiera ningún código de caballería ya existía una nobleza basada en la piedad y la paciencia. 3. Robustez: Junto con las dos anteriores, otra de las denominadas virtudes militares del Preudomme. Según Felipe de Navarra, un noble maduro debería tener robustez como parte de sus virtudes morales. Geoffrey de Charny también recalcó la respetabilidad masculina de la robustez bajo el sentimiento religioso como parte del Contemptus Mundi, una visión mística del mundo y opuesta a los placeres banales. 4. Generosidad: Según Alano de Lille la generosidad no es simplemente donar lo que uno tiene, sino también saber renunciar a los regalos y a la codicia, y mostrar impasibilidad ante los sobornos. 5. La ética davidiana: la cualidad más fuerte del Preudomme, derivada de la tradición bíblica. Originalmente era un conjunto de expectativas de Buena gestión y mandato articuladas por la Iglesia en el Reino Franco, que ponía la protección de los débiles y desamparados en manos de la autoridad legítima (en particular de la Iglesia), respeto para las viudas y huérfanos, y oposición a los crueles e injustos. En resumen, la benevolencia de los fuertes hacia los débiles. 6. Honor: El honor se adquiría viviendo bajo los estándares del Preudomme y persiguiendo las virtudes arriba descritas. La pérdida del honor es una humillación del estatus del hombre peor que la muerte. Bertrán de Born dijo que era mejor poseer una parcela con honor que poseer un imperio con deshonor. Este código de caballería tal y como se conoce en la Baja Edad Media, fue el que se desarrolló entre 1170 y 1220. LITERATURA
  • 14. A nivel literario, el tratado marcial De Re Militari del autor tradorromano Flavio Vegecio Renato fue todo un referente de prácticas militares que fue intensamente estudiado, aprovechado y adaptado entre los siglos IX y XVI, hasta que la introducción de armas con pólvora lo dejó obsoleto. Otros autores como Honore Bonet con su tratado “L’arbes des batailles” del siglo XIV ya trataron las leyes y morales de la guerra. Precursor equiparable a los Convenios de Ginebra del siglo XX. En el siglo XV Christine de Pizan recopiló los anteriores tratados en el Livre des faits d’armes et de chevalerie. Paralelamente, y con la invención de la imprenta, los estándares de la caballería empezaron a ser también accesibles a la burguesía mercantil gracias a la publicación de «Libros de Cortesía» de la mano de autores italianos y alemanes en el siglo XIII. Estos libros trataban prácticas de conducta, etiqueta y moral especialmente para su aplicación en las cortes de las monarquías europeas. A la hora de estudiar la literatura medieval sobre la caballería, se aprecian tres géneros solapados. 1. Obligaciones para con los compatriotas y otros cristianos. Estos contienen virtudes como el valor, la piedad, justicia, protección del débil y el pobre, y el vasallaje hacia el señor. 2. Deberes hacia Dios. Estos tratan sobre la fidelidad a Dios, la protección de los inocentes, lealtad a la Iglesia, ser el campeón del bien sobre el mal, ser generoso y anteponer la voluntad de Dios al vasallaje al señor feudal. 3. Deberes para con las mujeres. Es posiblemente el aspecto más conocido de la caballería. Estos tratan sobre “el amor en la corte”, la idea de que el caballero debe servir a su dama, y después de esta a todas las demás. Tres ejemplos de estos géneros a continuación: 1. Caballería guerrera, en el que muestra el deber para con su señor: representadas por el caballero artúrico Sir Gawain. 2. Caballería religiosa, en la que el caballero debe proteger al inocente y servir a Dios: Sir Galahad y Sir Percival en “Las Leyendas del Grial” 3. Romance en la corte, donde un caballero debe servir a su propia dama, y tras esta a todas las demás: Sir Lancelot (Lanzarote) en su amor por la reina Guinevere (Ginebra) o Tristán e Isolda.
  • 15. Qué es el Mester de Juglaría El Mester de Juglaría nace aproximadamente en el siglo XII, en plena Edad Media, y tendría vigencia hasta finales de esta etapa, acabando el siglo XV. Su nombre lo recibe por parte del juglar, persona que recitaba
  • 16. poemas y cantares de memoria, para lo que se debía de valer de técnicas específicas o usar la improvisación de ser necesario. El Mester de Juglaría tuvo su principal apogeo durante el siglo XII, antes de tener que rivalizar con el Mester de Clerecía, mucho más culto y trabajado. La función del juglar era sencilla: entretener a su público. Para ello, de ser necesario, no solo recitaría, haría cualquier cosa por mantener a las gentes atentas a sus historias. Por eso cantaría, actuaría, bailaría, haría malabarismos e incluso contaría chistes si hacía falta. Por lo general, además de la función de entretenimiento, también hacía cierta labor de información, puesto que los cantares se basaban en hechos populares. De hecho, se hicieron muy famosos los cantares de gesta con héroes como el Cid. Es más, en España, estos poemas eran bastante realistas, en Europa solían estar aderezados con tintes fantásticos. Características del Mester de Juglaría Las características del Mester de Juglaría fueron suficientemente importantes como para considerar una especie de escuela en sí misma. De ellas podemos destacar:  El juglar era la persona que interpretaba la obra y la recitaba. Se valía de su propio estilo y de su creatividad para narrar los poemas.  No se solía conocer al autor. Al contrario que sucede en el Mester de Clerecía, por ejemplo, aquí se sabe que el juglar era quien recitaba, tal vez escribía e incluso recopilaba información, seguramente del imaginario colectivo, pero su nombre no era importante.  La temática es otra de las características importantes. Generalmente se narraban hechos de la vida cotidiana con toques fantásticos. No obstante, en la zona española los cantares de gesta, los cantos épicos y los poemas amorosos eran los favoritos por juglares y público.  La rima de los poemas se caracterizaba por ser irregular, monorrima y asonante. En general, utilizaban series ilimitadas de versos de entre 10 y 18 sílabas, aunque el de 16 era el más habitual, agrupados en estrofas que se dividían en dos hemistiquios o partes con una cesura o pausa central.  El lenguaje que usaban era bastante vulgar, exento de cultismos, buscando recitar con fuerza narrativa, pero comunicando con simpleza para llegar al público poco educado. Se usaban mucho las exclamaciones y los epítetos, pero muy limitado en cuanto a recursos estilísticos.  Las fuentes solían ser anónimas y de carácter oral y popular. Eran modificadas a conveniencia para dirigirlas a un pueblo iletrado y ávido de historias épicas. En esta otra lección te descubrimos cuáles son las diferencias entre el Mester de Clerecía y el de Juglaría. Ejemplos del Mester de Juglaría Existen diversos ejemplos del Mester de Juglaría, aunque en España, por ejemplo, apenas se conservan unos 8000 versos en total, mientras que otros países como Francia mantienen intactos como un millón. Entre las obras más famosas de estos juglares medievales, sin duda destaca el Cantar de Mio Cid. Se conserva una buena parte de la obra que narra las andanzas de un personaje medieval muy célebre, es decir, sus gestas frente a los que consideraban invasores árabes. Dentro del poema épico de Mio Cid encontramos expresiones muy características de este Mester de Juglares, como, por ejemplo:  El que buena ora nació  Que buen vasallo si hubiera buen señor  El de la luenga barba  El que buena hora ciño espada Otros poemas épicos que se conservan y se recitaban por los juglares de este Mester medieval son el Cantar de Fernán González, el Cantar de Sancho II o el Cantar de los siete Infantes de Lara. Fiestas y Ocio en la Edad Media Introducción La Historia actual considera el estudio de las festividades así como de las costumbres y de las actividades realizadas en el tiempo de ocio como elemento esencial para conocer todos los planos de aquellos acontecimientos que ocurrieron en el pasado. Durante la Edad Media existieron fiestas religiosas- la mayoría- pero también muchas relacionadas con los ciclos agrarios - en una sociedad donde el calendario actual no existía y la tierra marcaba la vida de los habitantes rurales y urbanos-, aquellas propias de las cofradías y los gremios, asociaciones o hermandades, las organizadas por los señores y caballeros -destinadas a mostrar su
  • 17. poder y la fidelidad a la Corona- y otras provenientes de antiguas tradiciones locales practicadas desde tiempos inmemoriales. Se ha calculado que, alrededor del siglo XIII, el número de días festivos, alcanzaba el tercio del total de días del año. Cualquiera que fuese su origen, todas ellas eran momentos de socialización y creación de fuertes lazos además de suponer, en las mentes de los medievales, unos hitos que marcaban el sistema de ordenación del tiempo- como por ejemplo aquellas que daban la bienvenida a las estaciones-. Como ha escrito Ladero Quesada: La Edad Media fue un periodo denso y creativo en la elaboración de fiestas, sobre todo en sus primeros siglos, cuando la Iglesia perfeccionó su calendario de celebraciones y lo combinó con los ritmos estacionales y con diversos elementos procedentes de las culturas pre cristianas que daban como resultado, fusiones de las que aún hoy somos partícipes. El objetivo de las celebraciones son múltiples, estando relacionado con la naturaleza de las mismas: encontramos algunas fiestas que se celebran con el fin de agradecer las cosechas o la unión en matrimonio, otras van orientadas al desarrollo de destrezas y de la fortaleza física, mientras que un tercer grupo persigue un fin moralizador o incluso el control social por parte de los poderosos y los eclesiásticos -pueden incluso llegar a ser un canal de educación religiosa o cívica- o como garante de la transmisión de sistemas culturales. Fiestas religiosas Hagamos un repaso por las principales fechas que en la Edad Media se celebraban fiestas directa o indirectamente relacionadas con lo religioso. Navidad Comenzando por la Navidad, diremos sobre éstas que son fiestas que se celebran desde los albores del cristianismo, coincidiendo con la aceptación de la religión. Así lo muestran las fuentes gracias a las que sabemos que días marcados en rojo como el 6 de enero, el nacimiento de Jesucristo, se celebra desde el siglo VI. Carnaval Dando un salto hasta febrero, nos topamos con el Carnaval, festividad que aún hoy sigue provocando discusiones sobre su procedencia. En lo que sí parecen estar de acuerdo es en el carácter que durante la Edad Media adquirieron, modificadas y mezcladas junto a las celebraciones de todas las fiestas que anteriormente se producían en invierno como aquella dedicada a asegurar la fecundidad de la mujer (15 de febrero) o la que veneraba a las mujeres casadas (1 de marzo). Si atendemos a su nombre, Carnaval significa también el inicio de la Cuaresma- que comienza el Miércoles de Ceniza-, tiempo en el que se imponen las privaciones por lo que los días de Carnaval sirven para comer aquellos alimentos que luego estarán prohibidos y para practicar las actividades mal vistas antes de, atendiendo al calendario eclesiástico, el calvario de Jesucristo. Son además, gracias al anonimato y la permisividad extrema que precedía a la prohibición, momentos de crítica a todo aquello que no gustaba en el momento. Semana Santa
  • 18. La Cuaresma concluía con la antigua fiesta de la primavera -actualmente llamada Semana Santa- donde se conmemoraba la muerte y resurrección de Cristo por medio de pasos, figuras que se mostraban en las procesiones, manifestaciones que surgieron en las comunidades mediterráneas alrededor del siglo XV. Fiestas familiares Bautizos, bodas y funerales eran los motivos familiares de celebración más habituales. Eran actos que marcaban los tiempos de las persona y servían, al mismo tiempo, para reforzar los lazos familiares. La celebración eran más grande cuan más alto subiésemos en la pirámide de población y cuanto más dinero poseyeran los padres de los novios. Desde el siglo XIII- nos cuenta Ladero Quesada- comenzó a haber regulaciones legales para limitar los gastos en banquetes, vestuario y otros aspectos de la fiesta, así se aseguraban que nadie ostentase a una celebración mayor de la que podía permitirse. Respecto a las costumbres fúnebres, en lógico pensar que las desarrolladas hoy en día son sólo pequeñas variaciones de las realizadas en la Edad Media: el rito comenzaba con un velatorio donde estaban presenten las personas más cercanas al difunto, siendo el entierro, por cuestiones de salud pública y malos augurios, al día siguiente del fallecimiento. Los entierros que más llamaron la atención e incluso congregaban a millares de personas, eran aquellos de personas pertenecientes a la nobleza o la realeza, cuales contaban con una ofrenda y el acompañamiento del cuerpo hasta el lugar del entierro. Fiestas no religiosas El segundo gran tipo de fiestas eran aquellas políticas, momentos de ocio para el pueblo, sin adornos religiosos. Celebraciones políticas En este gran grupo podemos encontrar las celebraciones con motivo de la coronación de un nuevo monarca o la entrada de un rey o un noble victorioso en una ciudad, la que se engalanaba e invitaba a sus vecinos a estar presentes en el momento de la llegada, que era además una forma de mostrar la fidelidad del pueblo hacia su poder. Las celebraciones concluían con un glorioso banquete regado por vino en el sur de Europa, cerveza en el norte, bebida más consumida. Torneos y Justas Organizado también por la corona encontramos los torneos, verdaderas demostraciones del papel del monarca como señor feudal de sus caballeros y como modelo de las cualidades caballerescas máximas, las cuales mostraban ante el público para buscar el reconocimiento y la gloria, como si de un famoso se tratase hoy en día. La forma en la que se desarrolla el torneo fue evolucionando con el tiempo: comenzaron en Francia con luchas entre grupos para terminar siendo disputas entre dos caballeros. Entorno a estos acontecimientos se formaba una fiesta donde se repartía comida, humor y todo tipo de actividades. La importancia que tenían las justas o torneos derivaba del prestigio que en la sociedad feudal tenían los caballeros. Así lo demuestra por ejemplo otras actividades también dirigidas a ellos: la caza, la pesca o las corridas de toros, práctica común en el Medievo con la diferencia de que la lidia se producía desde un caballo, en plazas especialmente acondicionadas para ello, en las que sólo podían participar la clase alta que servía, entre otras cosas, para su entrenamiento. (Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS: Ana Molina Reguilón)