La educación sexual es una parte constitutiva del desarrollo humano que se construye a lo largo de toda la vida. No se reduce a relaciones sexuales o genitalidad, sino que implica la construcción de la identidad de género. Puede impartirse en escuelas, comunidades u online, aunque los padres también desempeñan un rol central. Los programas de educación sexual integral no conducen a una actividad sexual precoz o de mayor riesgo, mientras que los programas centrados únicamente en la abstinencia no son efectivos.