Este documento argumenta que invertir en Dios es la única inversión segura y permanente porque Él es nuestra sustancia y vida infinitas. Aunque la economía mundial parece inestable, nuestra verdadera provisión depende de reconocer nuestra conexión con el Infinito y no de las posesiones materiales o el dinero. Al elevar nuestro pensamiento para ver más allá de las apariencias de escasez, podemos demostrar la abundancia que Dios nos ofrece.