Corpus Christi: Compartir el pan eucarístico y el sustento diario
1. EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
Tenemos un día dedicado a la Eucaristía de manera especial: es el Jueves Santo; la
institución de la Eucaristía en la última Cena. Pero como este día está teñido de la
cercanía del Viernes Santo, día de dolor, la Iglesia ha puesto otro día, para festejar un
acontecimiento tan importante: el día del Corpus Christi; es decir, festividad del
Cuerpo y la Sangre de Cristo.
San Pablo, en la 1ª Carta a los cristianos de Corinto, nos narra la institución de la
Eucaristía. Jesús, después de partir el pan y repartir el vino, dice “haced esto en
recuerdo mío”. Partir y compartir, palabras importantes, que dan aún más sentido a la
Eucaristía.
Estamos viviendo una etapa histórica, más amarga para unos que para otros. Lo
llamamos “crisis”, pero tiene otros nombres llenos de connotaciones amargas,
desesperantes, dolorosas. Es la hora de partir y compartir el pan de cada día con esas
personas, esas familias angustiadas por la falta de trabajo, y como consecuencia, la
falta de todo, incluso lo más necesario para vivir con dignidad.
Celebrar la Eucaristía, celebrar el día del Corpus, compartir el pan y el vino eucarísticos,
sin compartir el otro pan, el sustento, no pasa de ser, además de una falta de
sensibilidad humana, un engaño con el que no agradamos a Dios.
El día del Corpus, es, también, el día de la Caridad. Ambas cosas van íntimamente
unidas, y se complementan. No se puede celebrar la Eucaristía, ni festejarla, si no nos
comprometemos, en la medida de las posibilidades reales de cada uno, en la ayuda al
necesitado. Y, hoy día, hay muchos necesitados. Todos lo sabemos, unos con más
experiencias amargas que otros.
Jesús dice: “Tomad y comed”. Esa debe ser, también, nuestra manera de actuar en
este tiempo de crisis:”tomad y comed”.
Es una pena que haya tanta gente que no se alimenta con el pan de la Eucaristía,
porque quedan privados de algo tan necesario para su vida cristiana. Les falta hambre
de Dios. Pero es otra pena que muchos hermanos nuestros queden privados de lo más
necesario para sus vidas.
Hoy, la custodia con el pan eucarístico, en el que resalta la presencia real de Cristo,
paseará por las calles de nuestra ciudad y de tantas otras ciudades. Parece como que
Cristo sale a la calle a gritarnos con fuerza, como se lo gritó a los discípulos en la última
Cena:”amaos los unos a los otros, como yo os he amado”. Pero que sea un amor sin
engaño, como el suyo, que supo partir su cuerpo en la cruz y compartirse en la
Eucaristía. Que esa procesión no tenga ninguna connotación más o menos folklórica,
sino una manifestación de fe y de compromiso. Sin compromiso, la fe se convierte en
un espejismo engañoso.
Félix González