1. Domingo del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Evangelio (Lucas 9, 11b-17). 2 junio de 2013
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.
LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío de reino de Dios y curó a los que lo
necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: “Despide a la gente,
que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque
aquí estamos en descampado”. Él les contestó: “Dadle vosotros de comer”. Ellos
replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a
comprar de comer para todo este gentío”. Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús
dijo a sus discípulos: “Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta”. Lo hicieron
así, y todos se echaron. Él tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al
cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que
se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce
cestos.
¿Qué Eucaristía celebramos?”
Hay en la Eucaristía un aspecto que suele permanecer en la penumbra; y, mira por dónde, es
ése precisamente el que hoy subraya la Palabra. Me refiero al aspecto de “sacrificio”: en la
Eucaristía hay algo –Alguien- que se entrega, que muere por la salvación de todos.
Este aspecto era algo tan claro en la tradición primera de la Iglesia, que Pablo, al transmitirnos
el relato de la institución de la Eucaristía, termina diciendo: “Cada vez que coméis este pan y
bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga”(1Cor 11,26)
Hoy, día del Corpus Christi, es un buen día para que nos preguntemos: ¿cómo conseguir, con
nuestra celebración de la Eucaristía, “anunciar la muerte del Señor hasta que vuelva”?
- Pienso que, en primer lugar, si en ella presentamos nuestra vida a Dios y a los hermanos
como una ofrenda: dándole un tono de servicio. Si servir es hacer el papel de siervo,
cada vez que sirvo a mi hermano –y a Dios, presente en él-, le estoy entregando, por
amor, lo mejor que tengo, el símbolo de mi vida: mi libertad. Y esto no sólo en el rito,
sino como actitud permanente de mi vida. Una actitud así, por más que se practique con
naturalidad, con sencillez –con verdad-, se nota, resulta chocante. Por eso se convierte
en testimonio, en anuncio: así, sirviendo, “anunciamos la muerte del Señor”.
- Otra manera de “anunciar” esta muerte –de morir por el hermano- es compartir. Cuando
yo aprendo de la Eucaristía a no considerar “mío” nada de lo que tengo, a dar a todo mi
ser y mi poseer un tono de entrega a los demás -a Dios, en ellos- estoy también
“muriendo” a lo que es “mi vida”; estoy expresando que, lo mismo que entrego mis
cosas, o mi tiempo, o mi trabajo, estoy dispuesto a entregar mi vida entera, si hiciera
falta. Y esto también “se ve”, por más que se quiera disimular. Compartiendo, pues,
estoy ofreciendo mi vida, estoy “muriendo”, estoy “anunciando la muerte del Señor”
Interesante, ¿verdad? Y difícil, por supuesto. ¿Lo intentamos?
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Qué reflejo de la entrega de Jesús y vivido en la Eucaristía enriquece tu vida?
¿Será la comunión la mejor manera de vivir y entender a Dios? Hagamos la prueba.