La crisis económica amenaza los fondos destinados a proyectos ambientales y la llegada de ayudas internacionales. Por un lado, la recesión puede tener efectos positivos como un menor consumo y emisiones, pero también negativos como una mayor explotación de recursos. Además, la crisis debilita las negociaciones sobre acuerdos internacionales para combatir el cambio climático ya que los países buscan reducir sus compromisos.