El poema describe la historia anual del naranjo de la iglesia que es decapitado cada primavera por orden del cura. A pesar de que el árbol sueña con florecer y dar fruto, su destino es sufrir la ejecución a manos del jardinero. Aunque sus raíces siguen vivas y renace cada año, el veredicto del cura es implacable y el ciclo se repite sin cesar.