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1. EL NIÑO Y LA BALLENA
Cuento basado en un relato yámana
EL NIÑO Y LA BALLENA
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2. Lasix era un niño yámana. Pasaba mucho tiempo navegando con sus padres
en una canoa por los canales del extremo sur de Chile. Junto a otras familias
iban de un lugar a otro pescando y recolectando mariscos del fondo del mar.
Un día en que soplaba un viento muy frío, los yámana decidieron buscar un
lugar abrigado en tierra firme. Allí armarían sus chozas.
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3. Cuando estuvieron en tierra, el papá de Lasix escuchó un
estruendo en el mar. Corrió a la playa a investigar qué era lo que
provocaba tanto ruido.
–¡Vengan todos a ver esto! –gritó.
No muy lejos, una enorme ballena, la más grande que hubieran
visto los yámana, azotaba su cola contra el agua.
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4. –¡Es nuestra oportunidad! Si logramos cazar esa ballena tendremos carne
y grasa para alimentarnos por mucho tiempo –dijo el papá de Lasix.
–Pero nunca hemos podido cazar una ballena tan grande y fuerte en el
mar –le respondió un hombre yámana.
–Ahora lo lograremos porque la ballena está muy cerca. ¡Vamos! ¡Todos
a sus canoas! –gritó el papá de Lasix animando a los demás, quienes se
prepararon para la caza.
Los hombres tomaron sus arpones y las mujeres dejaron las chozas a
medio armar. Todos subieron a las canoas para remar hacia la ballena.
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5. Los yámana se acercaron a la ballena con gran ansiedad. Las mujeres remaron
rápidamente, mientras los hombres, incluido Lasix, empuñaban sus arpones
con fuerza. Una vez que estuvieron cerca, apuntaron sus armas contra la ballena.
–¡Adelante! –dijo el papá de Lasix dando la orden de ataque.
Una lluvia de arpones cruzó el cielo, pero la ballena escapó sin ningún rasguño.
–¡La ballena nada muy rápido! ¡Se nos escapa! –exclamó un hombre yámana.
–¡Da unos enormes coletazos! ¡Provoca olas tan grandes que es imposible
acercarse! –gritó Lasix.
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6. Las familias yámana remaron tras la ballena durante largas horas,
pero no lograron cazarla.
–¿Qué haremos ahora? –le preguntó Lasix, decepcionado, a su padre.
Se había hecho de noche y todos estaban agotados.
–Ya no nos quedan arpones. Tendremos que volver a tierra con
las manos vacías –le contestó su padre.
En silencio, hombres y mujeres regresaron a sus chozas.
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7. Lasix no dejaba de pensar en la ballena. Desde la orilla escuchaba sus ruidosos
coletazos en el agua. Sin perder las esperanzas, se sentó a pensar qué podía
hacer. Ya estaba completamente oscuro cuando tuvo una idea. Había visto que
el animal abría y cerraba su enorme boca todo el tiempo.
“Alguien bajo y ágil como yo podría meterse dentro de la ballena”, pensó Lasix.
“Entonces podría enterrarle el arpón por dentro. Solo tendría que esperar
hasta que abriera su boca para meterme de un salto”.
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8. Sin hacer ruido, Lasix empujó la canoa de su familia hasta el agua. No quería
que nadie lo viera. Cazaría a la ballena y la llevaría sin ayuda hasta la orilla.
“¡Será una gran sorpresa para todos!”, pensó entusiasmado.
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9. Lasix remó en silencio hasta que estuvo muy cerca de la ballena; tanto, que casi
podía tocarla. Al darse cuenta de que era mucho más grande de lo que había
imaginado, un escalofrío recorrió su pequeña espalda.
“Tengo que ser valiente. Tengo que ser valiente”, se decía a sí mismo.
Con su arpón en la mano, se paró en la punta de la canoa. Sin hacer ningún
ruido esperó hasta que la ballena abrió su boca. En el momento justo, Lasix dio
un salto y se metió dentro del enorme animal.
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10. Por dentro, la ballena era como una gran cueva oscura. Lasix podía escuchar
cómo las olas rompían contra el cuerpo del animal.
De pronto, la ballena comenzó a nadar a toda velocidad.
“Parece que está avanzando hacia el mar abierto. ¡Debo apurarme!”, pensó
Lasix, asustado.
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11. El joven yámana empuñó su arpón con fuerza y atravesó a la ballena.
–¡Lo logré! ¡Maté a la ballena! Ahora tendremos mucha carne para comer –gritó
Lasix orgulloso de su presa.
Pero el niño no había pensado en algo importante. Ahora estaba atrapado
dentro de la ballena y no tenía cómo regresar a la orilla.
–¿Qué haré? –se preguntó Lasix, asustado, en la oscuridad.
–¿Alguien me escucha? ¡Sáquenme de aquí! ¡Sáquenme de aquí! –gritó con
todas sus fuerzas.
Pero nadie lo oía. Lasix estaba en medio del mar.
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12. Pasaron varios días y las olas empujaron lentamente a la ballena muerta
hacia la costa. Sobre ella revoloteaban unos ruidosos pájaros que los yámana
divisaron desde tierra firme. Corrieron a mirar lo que sucedía y llegaron
cuando la ballena varaba en la orilla.
–¡El mar nos trae una ballena de regalo! –exclamaron felices.
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13. Los yámana comenzaron a cortar la carne de la ballena.
– Tendremos hueso para hacer muchos arpones –decían unos.
– Sacaremos grasa y carne para comer durante semanas –agregaban otros.
Los padres de Lasix también habían llegado a la playa a ver a la ballena.
Llevaban la cara pintada de luto porque pensaban que su hijo había muerto
en el mar. Eso los tenía muy tristes.
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14. De pie en la playa, la mamá de Lasix oyó un extraño ruido que venía del interior
de la ballena.
–¿Escuchaste eso? –le preguntó a su marido.
El papá de Lasix puso la oreja en la ballena y sintió una vocecita que decía:
–¡Socorro, socorro! ¡Ayúdenme! ¡Estoy aquí!
El padre de Lasix, abrió el vientre del animal y se llevó una enorme sorpresa.
Desde adentro salió su hijo, débil y pálido.
–¡Lasix, estás vivo! –exclamaron sus padres y lo abrazaron, llorando de alegría.
Esa noche, los yámana celebraron por la ballena que había llegado del mar y
por el regreso del pequeño y valiente Lasix.
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15. GLOSARIO
Para los yámana era muy difícil cazar ballenas con sus arpones, desde sus canoas. Si
atrapaban a una era porque estaba enferma, nadaba cerca de la costa o había varado en la
playa. Atrapar a una ballena era para los yámana un raro y celebrado acontecimiento. Hoy,
en cambio, los buques balleneros las persiguen con facilidad. Varias especies, como la
ballena azul y la gris, son cada vez más escasas o están a punto de extinguirse.
Yámana: los yámana o yaganes son la etnia originaria más austral del mundo.
Eran un pueblo nómada: se desplazaban de un lugar a otro en sus canoas por
los canales del sur de Chile. Generalmente, se movían en grupos de una o dos
familias, entre el canal Beagle y el Cabo de Hornos. Los yámana comenzaron
a desaparecer, en gran parte, por las enfermedades que trajeron los europeos.
Murieron de tifus, tuberculosis, sarampión y viruela. Actualmente quedan
muy pocos descendientes.
Ballena: la ballena es un mamífero,
el animal más grande del mundo. Las
ballenas eran la presa más codiciada
por los yámana, ya que los proveían de
enormes cantidades de carne y grasa para
comer, además de huesos y barbas para
fabricar utensilios.
Choza: es una casa rústica y pequeña. Los yámana construían sus chozas
con forma de domo o cono. Las armaban con troncos que amarraban
unos con otros en la parte de arriba. Luego las cubrían con cueros,
cortezas, ramas, tierra, pasto y hojas. El piso de las chozas tenía cerca
de tres metros de diámetro y la puerta era baja. Adentro, los yámana
mantenían un fogón siempre encendido para calentarse.
Canoa: es una embarcación a remo, larga y estrecha. Los yámana
usaban las canoas para trasladarse por los canales y buscar comida.
Los hombres construían sus canoas con corteza de árboles y eran su
pertenencia más valiosa. Las mujeres eran las responsables de cuidarlas
y de remar. Dentro de la canoa, los muchachos hacían fuego para
calentarse y las niñas sacaban el agua que se pudiera filtrar.
Arpón: los arpones de los yámana eran de madera, de hueso
de ballena o de asta de huemul, y tenían un extremo filoso.
Eran sus armas principales para cazar mamíferos marinos,
como ballenas, focas y delfines, y terrestres, como huemules.
También los usaban para combatir y para capturar aves,
centollas, jaibas y erizos.
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