2. «Yahvé habló a Jonás, hijo de Amitay,
diciéndole: Prepárate y ve a Nínive, la
metrópoli, para anunciarle que su maldad
ha llegado hasta mí.
Jonás se preparó para huir a Tarsis, lejos de
Yahvé. »
Jonás 1, 1-3.
5. Jonás es un profeta atípico
Recibe la llamada de Dios, pero... ¡huye!
Se aleja para no cumplir la misión que se le ha
encomendado.
6. Pero Yahvé desató un viento tempestuoso
sobre el mar, y se desencadenó una
borrasca tan violenta que el barco
amenazaba naufragar. Los marineros se
asustaron y cada cual pedía auxilio a su
dios...
Jonás 1, 5.
9. Jonás admite su falta
Ante los marineros, Jonás admite que ha
ofendido a Dios: la tormenta es por culpa suya, y
les pide que lo arrojen al mar. Así se calma la
tempestad.
10. «Reconozco que yo soy el culpable de esta
gran borrasca que os amenaza.»
Los hombres remaban para llegar a tierra
firme, pero no podían, porque el mar seguía
enfureciéndose en torno a ellos. Entonces
gritaron a Yahvé... Luego cogieron a Jonás,
lo arrojaron al mar y el mar calmó su furia.
Jonás 1, 12-15.
13. En la tiniebla, oración
En el vientre del cetáceo, Jonás recapacita y ora a
Dios, prometiéndole cumplir sus votos si lo salva
de la muerte.
14. Cuando mi aliento desfallecía, me acordé
de Yahvé, y mi oración llegó hasta ti.
Los que adoran falsos ídolos traicionan su
lealtad. Yo, en cambio, en tono de acción de
gracias, te ofreceré sacrificios y cumpliré
los votos que te hice.
¡La salvación viene de Yahvé!
Jonás 2, 8-10.
17. La ciudad pecadora se convierte
Contra todo pronóstico, Nínive escucha la
predicación de Jonás: los ciudadanos ayunan,
hacen penitencia y se convierten, invocando a
Dios.
18. Los ninivitas creyeron en Dios, organizaron
un ayuno y grandes y pequeños se vistieron
de saco. Cuando Dios vio lo que hacían y
cómo se convertían de su mala conducta, se
arrepintió del castigo que había anunciado
contra ellos y no lo ejecutó.
Jonás 3, 5. 10.
21. El profeta enojado
Jonás se enfurece ante la misericordia de
Dios y se recluye en una choza en el
campo a rumiar su disgusto y su
resentimiento...
22. Ya lo decía yo cuando estaba en mi
tierra... Pues sabía que tú eres un Dios
clemente, misericordioso, paciente y
generoso, que se arrepiente del castigo.
Así que, Yahvé, quítame la vida, pues
prefiero morir a estar vivo.
Jonás 4, 1-3
25. Tristeza de Jonás por su arbusto
Dios hace crecer un arbusto para dar sombra a
Jonás. Después, envía un gusano que lo daña y
se seca. Jonás se enfurece y de nuevo pide morir.
26. El sol atacó la cabeza de Jonás, que
empezó a desfallecer y deseó la muerte:
¡Prefiero morirme a estar vivo!
Entonces Dios le dijo: ¿Te parece bien
enfurecerte por el ricino? Respondió: ¡Sí,
me parece bien enfurecerme hasta la
muerte!
Jonás 4, 8-9
27.
28. Yahvé replicó: Tú te compadeces de un
ricino que no te ha costado hacer crecer, que
al cabo de una noche apareció y al cabo de
otra pereció. ¿Y no voy yo a compadecerme
de Nínive, la metrópoli, donde viven más de
ciento veinte mil personas que no distinguen
el bien del mal...?
Jonás 4, 10-11.
31. Un Dios compasivo
En el libro de Jonás encontramos a un Dios
compasivo, que decide no castigar ni destruir,
frente a un profeta iracundo que se muestra
implacable, más exigente que el mismo Yahvé.
33. Un Dios para todos
Jonás no va a predicar al pueblo de Israel, sino al
extranjero, al gran enemigo. Dios también quiere
la salvación de los otros pueblos: su amor abarca
a toda la humanidad.
34.
35. Huir de la llamada es terrible
La fábula de la tormenta y la ballena representan
el caos del mundo, la angustia, el mal y la muerte
que nos acosan cuando decidimos rechazar y
decir «no» a la llamada de Dios.
36.
37. Nos acercamos al Nuevo Testamento
La visión de Dios que nos transmite este libro se
acerca al Dios misericordioso de Jesús, que nos
revelan los evangelios.
Un Dios que es amor, que es para todos y que
tiene un especial empeño en salvar a los
pecadores.