El Imperio Bizantino experimentó una gran expansión territorial bajo el emperador Justiniano en el siglo VI, pero luego perdió la mayoría de sus territorios en Europa y el norte de África a manos de los lombardos, visigodos y musulmanes en los siglos siguientes. Aunque tuvo un resurgimiento en los siglos IX-X, las pérdidas territoriales continuaron y para el siglo XV solo quedaba Constantinopla, hasta que los turcos la conquistaron en 1453 poniendo fin al Imperio Bizantino.