El Papa Francisco analiza las enseñanzas de tres figuras bíblicas: David, que acepta su penitencia y se confía en Dios; Juan el Bautista, que anuncia a Jesús sin apropiarse de su autoridad; y la Eucaristía, que es el supremo acto de agradecimiento a Dios y nos une a Él y a los demás. Francisco exhorta a pedir la gracia de morir en paz, con esperanza y dejando un buen testimonio cristiano.
2. El 3 de febrero en la
homilía de la Misa en
Santa Marta dijo
reflexionando en el
pasaje en el que el rey
David es traicionado por
su hijo Absalón:
David “toma la decisión
de no hacer morir a su
pueblo”.
Él, “podía luchar en
Jerusalén contra las
fuerzas de su hijo”,
pero decide que
Jerusalén no sea
destruida:
3. “La primera actitud de David es no usar a Dios
y a su pueblo”. En los malos momentos de la vida
ocurre que quizás en la desesperación uno busque
defenderse como puede y también usar a Dios y
usar a la gente.
4. Su segunda actitud es “penitencial”.
Sube al monte “llorando”,
caminando “con la cabeza cubierta y los pies
descalzos”.
Y toda la “gente que estaba con él tenía la cabeza
cubierta y, subiendo, lloraba”.
Es verdaderamente “un camino penitencial”.
5. Esta subida al monte nos hace pensar en esa otra
salida de Jesús, también Él adolorido, descalzo,
con su cruz subía el monte.
6. David acepta estar de luto y llora.
Nosotros, cuando en nuestra vida nos pasa algo así
buscamos siempre
– es un instinto que tenemos – justificarnos.
David no se justifica, es realista, busca salvar el
arca de Dios, su pueblo, y hace penitencia por ese
camino. Es un grande: un gran pecador y un gran
santo. Como van juntas estas dos cosas…
¡Dios lo sabe!”.
7. En el camino, aparece otro personaje: Simei,
que lanza piedras contra David y contra todos sus
siervos. Es un “enemigo” que va maldiciendo a
David.
Uno de los amigos del rey afirma, por lo tanto,
querer matar a este “desgraciado”, este “perro
8. Pero David lo detiene: “en vez de elegir la
venganza contra tantos insultos, escoge confiarse en
Dios”.
Es más, dice dejar que Simei lo maldiga porque
“se lo ha ordenado el Señor”. Y agrega:
“Él siempre sabe aquello que ocurre, el Señor lo
permite”.
9. La tercera actitud de David es entonces el confiarse
en el Señor.
El comportamiento de David,
también nos puede ayudar,
“porque todos nosotros pasamos en la vida”
por momentos de oscuridad y de prueba.
10. No negociar a Dios” y “nuestra pertenencia”;
“aceptar la penitencia y llorar sobre nuestros
errores”; finalmente “no buscar, nosotros, hacer
justicia con nuestras manos, sino confiarnos en
Dios.
11. Es hermoso sentir esto y ver estas tres
actitudes:
un hombre que ama a Dios, ama a su pueblo
no lo negocia;
un hombre que se siente pecador
y hace penitencia; un hombre que es seguro de
su Dios y se confía en Él.
12. "David es un santo y nosotros lo veneramos
como santo. Pidámosle que nos enseñe estas
actitudes en los momentos malos de la vida”.
13. El 4 de febrero dijo reflexionando en las
lecturas del día que presentan la figura de
dos padres:
el rey David, que llora la muerte del hijo
rebelde Absalón, y Jairo, jefe de la Sinagoga,
que suplica a Jesús sanar a la hija:
14. “¡Para ellos aquello que es lo más importante:
es el hijo, la hija! No existe otra cosa.
¡La única cosa importante! Nos hace pensar en la
primera cosa que nosotros decimos a Dios,
en el Credo: ‘Creo en Dios Padre…’.
Nos hace pensar en la paternidad de Dios.
15. Jesús, llora mirando a Jerusalén.
‘¡Jerusalén, Jerusalén!”.
¡Dios llora! ¡Jesús ha llorado por nosotros!
Y aquel llanto de Jesús es precisamente la
figura del llanto del Padre,
que nos quiere a todos en torno a sí”.
16. ‘¡Aquí estoy hijo!’” ;
El Padre responde así;
Jesús, en el Huerto de
los Olivos, dice
“con aquella angustia en
el corazón:
‘Padre, si es posible,
¡aparta de mí este
cáliz!’. Y los ángeles
vinieron a darle fuerza.
Así es nuestro Dios:
¡es Padre! ¡Es un
Padre!”.
17. Un Padre como aquel que espera al hijo
prodigo que se ha ido “con todo el dinero,
con toda la herencia.
Pero el padre lo esperaba” todos los días
y “lo vio desde lejos”. “Ese es nuestro
Dios!" .
18. El Padre tiene como una unción que viene del
hijo:
¡no entenderse a sí mismo sin el hijo!
Y por esto tiene necesidad del hijo:
lo espera, lo ama, lo busca, lo perdona,
lo quiere cercano a sí, tan cercano como la
gallina quiere a sus pollitos”.
19. David llora porque su
hijo a muerto y Jairo,
el jefe de la Sinagoga,
que se arroja ante
Jesús, sin miedo de
avergonzarse
y hacer reír a los
otros.
En juego estaban sus
hijos: el hijo y la hija.
Y con estos dos íconos
digamos:
‘Creo en Dios Padre…’.
20. Y pidamos al Espíritu Santo,
que nos enseñe a decir ‘¡Abba!, ¡Padre!’.
¡Es una gracia! poder decir a Dios ‘¡Padre!’
con el corazón es una gracia del Espíritu
Santo. ¡Pedirla a Él!”
21. El 5 de febrero en su catequesis dijo:
Hoy les hablaré de la Eucaristía,
de este Sacramento del amor, de hecho,
nace todo auténtico camino de fe,
comunión y de testimonio.
22. La Eucaristía para todo
fiel,
debe ser recibida los
domingos en la Misa,
porque es el corazón
y la fuente de la vida de
la Iglesia.
23. Lo que vemos cuando
nos reunimos para celebrar
la Eucaristía, la Misa,
nos hace ya intuir qué cosa
estamos por vivir.
En el centro del espacio
destinado a la celebración
se encuentra el altar,
que es una mesa cubierta
por un mantel
y esto nos hace pensar en
un banquete.
24. Sobre la mesa hay una cruz,
que indica que sobre aquel altar se ofrece el
sacrificio de Cristo:
es Él el alimento espiritual que allí se recibe,
bajo el signo del pan y del vino.
25. Junto a la mesa está
el ambón, es decir,
el lugar desde el cual
se proclama la Palabra
de Dios:
y esto indica que allí
nos reunimos para
escuchar al Señor que
habla mediante las
Sagradas Escrituras y,
por lo tanto, el
alimento que se recibe
es también su Palabra.
26. Palabra y Pan en la Misa se hacen una misma
cosa,
como en la última Cena, cuando todas las palabras
de Jesús, todos los signos que había hecho, se
condensaron en el gesto de partir el pan y ofrecer
el cáliz, anticipación del sacrificio de la cruz, y en
aquellas palabras:
“Tomen, coman, este es mi cuerpo…
tomen, beban, esta es mi sangre”.
27. El gesto de Jesús cumplido en la Última Cena
es el extremo agradecimiento al Padre por su
amor,
por su misericordia.
“Agradecimiento” en griego se dice
“eucaristía”.
28. Y por esto el
sacramento se llama
Eucaristía:
es el supremo
agradecimiento al
Padre que nos ha
amado tanto hasta
darnos a su Hijo por
amor. He aquí por
qué el término
Eucaristía resume todo
aquel gesto,
que es gesto de Dios y
del hombre juntos,
gesto de Jesucristo,
verdadero Dios y
verdadero hombre.
29. Por lo tanto, la celebración eucarística
es mucho más de un simple banquete:
es propiamente el memorial de la Pascua
de Jesús, el misterio central de la salvación .
30. “Memorial” no significa sólo un recuerdo,
un simple recuerdo, sino que quiere decir
que cada vez que celebramos este
Sacramento participamos en el misterio de
la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
31. La Eucaristía constituye
el vértice de la acción de
salvación de Dios:
el Señor Jesús,
haciéndose pan partido
para nosotros, vierte,
en efecto, sobre nosotros
toda su misericordia
y su amor, tanto que
renueva nuestro corazón,
nuestra existencia
y nuestro modo de
relacionarnos con Él
y con los hermanos.
32. Es por esto que normalmente,
cuando nos acercamos a este
Sacramento,
se dice que se
“recibe la Comunión”,
que se “hace la Comunión”:
esto significa que en la
potencia del Espíritu Santo,
la participación en la mesa
eucarística nos conforma en
modo único y profundo
a Cristo, haciéndonos
preguntar ahora ya la plena
comunión con el Padre que
caracterizará el banquete
celeste, donde, con todos los
Santos, tendremos la gloria de
contemplar a Dios cara a cara.
33. ¡no agradeceremos nunca
suficientemente al Señor por
el don que nos ha hecho con
la Eucaristía!
Es un don muy grande.
Y por esto es tan importante
ir a misa el domingo,
ir a misa no sólo para rezar,
sino para recibir la comunión,
este Pan que es el Cuerpo de
Jesucristo y que nos salva,
nos perdona, nos une al
Padre.
¡Es hermoso hacer esto!
Y todos los domingos vamos
a misa porque es el día de la
resurrección del Señor,
por eso el domingo es tan
importante para nosotros.
34. Y con la Eucaristía sentimos esta pertenencia a la
Iglesia,
al Pueblo de Dios, al Cuerpo de Dios,
a Jesucristo. Y no terminaremos nunca de captar
todo el valor y la riqueza.
35. Es importante, que los
niños se preparen bien a
la primera comunión y
que ningún niño deje de
hacerla porque es el
primer paso de esta
pertenencia a Jesucristo,
fuerte,
fuerte después del
Bautismo y de la
Confirmación.
36. El 6 de febrero refiriéndose al pasaje de
la muerte de David y exhortó a pedirle a
Dios tres gracias:
morir en la Iglesia, morir en la esperanza y
morir dejando la herencia de un testimonio
cristiano.
37. El primer punto que
quisiera subrayar.
Pedir también para nosotros
la gracia de morir en casa.
Morir en casa, en la Iglesia.
¡Ésta es una gracia!
¡Esto no se compra!
Es un regalo de Dios y
debemos pedirlo:
‘Señor, ¡hazme el regalo de
morir en casa, en la
Iglesia!’.
38. Pecadores somos todos, ¡todos, todos lo somos!
Pero traidores ¡no! Corruptos ¡no!
¡Siempre dentro! Y la Iglesia es tan madre que
también nos quiere así,
tantas veces sucios, pero la Iglesia nos limpia:
¡es madre!”.
39. David muere “tranquilo, en paz, sereno”
en la certidumbre de andar “al otro lado con sus”
padres. “Ésta es otra gracia: la gracia de morir en
la esperanza, en la conciencia” que “en la otra
parte nos esperan; al otro lado la casa continúa,
continúa la familia”, no estaremos solos. “
40. “Y ésta es una gracia que debemos pedir porque
en los últimos momentos de la vida sabemos que la
vida es una lucha y el espíritu del mal quiere el
botín”.
41. Santa Teresita del Niño
Jesús decía que,
en sus últimos años,
en su alma había una lucha
y cuando ella pensaba al
futuro, a aquello que le
esperaba después de la
muerte,
en el cielo,
sentía como una voz que
decía:
‘Pero no, no seas tonta te
espera la oscuridad.
¡Te espera sólo la oscuridad
de la nada!’.
Así dice. Es la voz del
diablo, del demonio, que no
quería que ella se confiase
en Dios.
42. ¡Morir en la esperanza y
morir confiándose en
Dios!
Y pedir esta gracia.
Pero confiarse en Dios
comienza ahora, en las
pequeñas cosas de la
vida, también en los
grandes problemas:
confiarse siempre en el
Señor y así uno adquiere
esta costumbre de
confiarse en el Señor y
crece la esperanza. Morir
en casa, morir en la
esperanza”.
43. Ésta es la herencia: nuestro testimonio de
cristianos dejado a los demás.
Y algunos de nosotros dejan una gran herencia:
pensemos en los Santos que han vivido el
Evangelio con tanta fuerza, que nos han dejado
como herencia un camino de vida y un modo de
vivir”.
44. Son las tres cosas que me vienen al corazón con la
lectura de este pasaje sobre la muerte de David:
pedir la gracia de morir en casa, morir en la Iglesia;
pedir la gracia de morir en la esperanza,
con la esperanza; y pedir la gracia de dejar una bella
herencia, una herencia humana, una herencia hecha
con el testimonio de nuestra vida cristiana.
¡Que San David nos conceda a todos nosotros estas
tres gracias!”.
45. El 7 de febrero
reflexionando en el martirio
de San Juan Bautista, dijo:
Juan, es “un hombre que
tuvo un tiempo breve de
vida,
un tiempo breve para
anunciar la Palabra de
Dios”.
Era el hombre, que
“Dios había enviado para
preparar el camino a su
Hijo”.
Y Juan termina su vida en
la corte de Herodes
“que se encontraba en un
banquete”.
46. ¿Qué cosa hizo Juan? Ante todo anunció al Señor.
Anunció que el Salvador estaba cerca, el Señor,
que el Reino de Dios estaba cerca y lo había hecho
con fuerza. Y bautizaba.
Exhortaba a todos a convertirse.
Era un hombre fuerte. Y anunciaba a Jesucristo”.
47. La primera gran cosa
que hizo Juan fue
anunciar a Jesucristo”.
Otra cosa que hizo,
“fue que ¡no se
adueñó de su
autoridad moral!”,
se le dio
“la posibilidad de
decir
‘Yo soy el Mesías’,
porque tenía mucha
autoridad moral”,
“toda la gente iba a
él”.
48. Y el Evangelio narra que Juan instaba a todos a
convertirse.
Y los fariseos, los doctores veían esta fuerza suya:
“Era un hombre recto”.
Le preguntan entonces si es él el Mesías.
Y, en aquel “momento de la tentación, de la
vanidad”
podía hacer una “cara de estampita” y decir:
49. En cambio fue claro: “¡No! ¡Yo no lo soy! Aquel
que viene detrás de mí es más poderoso que yo,
y yo ni siquiera soy digno de quitarle las
sandalias”.
Juan “fue claro”,
“no robó el título. No se adueñó de la misión”.
50. Esta, entonces, “es la segunda cosa que lo ha
hecho un “hombre de verdad”: “No robar la
dignidad”.
51. La tercera cosa que hizo
Juan, “es imitar a
Cristo”.
También Herodes,
que lo había asesinado,
“creía que Jesús fuese
Juan”.
Juan, observó, imitó a
Jesús
“sobre todo en el
camino del abajarse:
Juan se humilló,
se abajó hasta el fin,
hasta la muerte”.
52. “Muertes humillantes.
También Juan tuvo su
‘huerto de los olivos’,
angustia en la cárcel,
cuando creía haberse
equivocado, y manda a
sus discípulos preguntar
a Jesús: ‘Dime, eres tú
¿o me he equivocado
y hay otro?’.
53. La oscuridad del alma,
aquella oscuridad que
purifica como Jesús en el
huerto de los olivos.
Y Jesús respondió a Juan
como el Padre respondió a
Jesús, consolando. Aquella
oscuridad del hombre de
Dios, de la mujer de Dios.
Pienso en este momento en
la oscuridad del alma de la
Beata Teresa de Calcuta,
¿no? Ah, la mujer a la que
alababa todo el mundo,
¡Premio Nobel! Pero ella
sabía que en un momento de
su vida, largo, había
solamente la oscuridad”.
54. “Anunciador de
Jesucristo”, Juan “no se
adueñó de la profecía”, él
“es el ícono de un
discípulo”.
Pero,
“¿dónde estaba la fuente
de esta actitud de
discípulo?”.
En un encuentro.
El Evangelio, habla del
encuentro de María e
Isabel, cuando Juan saltó
de alegría en el vientre de
Isabel.
Eran primos.
55. Quizás después se
encontraron algunas
veces.
Y aquel encuentro llenó
de alegría,
de mucha alegría el
corazón de Juan,
y lo transformó en
discípulo”.
Juan es “el hombre que
anuncia a Jesucristo,
que no se pone en el lugar
de Jesucristo y que sigue
el camino de Jesucristo ”.
56. “Hoy nos hará bien, a nosotros,
preguntarnos sobre nuestro discipulado:
¿anunciamos a Jesucristo? ¿Aprovechamos
o no aprovechamos de nuestra condición
de cristianos como si fuese un privilegio?
57. ¿Juan no se adueñó de la profecía?
Tercero: ¿vamos por el camino de Jesucristo?
¿El camino de la humillación, de la humildad, del
abajamiento por el servicio? Y si sentimos que no
somos firmes en esto, preguntarnos:
‘¿Cuando fue mi encuentro con Jesucristo,
aquel encuentro que me llenó de alegría?’.
58. Y regresar al encuentro, regresar a la primera
Galilea del encuentro. ¡Todos nosotros tenemos
una! ¡Regresar allí! Reencontrarse con el Señor, ir
adelante en este camino tan hermoso, en el cual Él
debe crecer y nosotros abajarnos ”.
59. El 9 de febrero en la reflexión sobre el Evangelio
dominical que compartió en el rezo del Angelus
dominical dijo:
El cristiano debería ser una persona luminosa,
que lleva la luz, ¡siempre da luz! Una luz que no
es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de
Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante.
60. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene
sentido:
es un cristiano de nombre solamente, que no lleva
luz,
una vida sin sentido”.
61. los discípulos “eran pescadores, gente simple…
Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y
precisamente su afirmación se entiende como una
consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere
decir:
i serán pobres de espíritu, si serán dóciles,
si serán puros de corazón, si serán misericordiosos…
¡serán la sal de la tierra y la luz del mundo!”
62. “una misión en relación a todos los hombres: con
la fe y con la caridad pueden orientar, consagrar,
hacer fecunda a la humanidad.”
63. “Todos nosotros bautizados somos discípulos
misioneros y estamos llamados a convertirnos en
el mundo en un evangelio viviente: con una vida
santa daremos “sabor” en los diversos ambientes
y los defenderemos de la corrupción, como hace
la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el
testimonio de una caridad genuina”.
64. “Si los cristianos perdemos sabor, y apagamos
nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la
eficacia.
65. ¡Pero qué bonita es esta misión de dar luz al
mundo!
Pero es una misión que nosotros tenemos.
¡Es bonita! Es también muy bonito conservar la
luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla.
Conservarla”.
66. Cómo quieren vivir. “¿Como una lámpara
encendida o como una lámpara apagada?
¿Apagada o encendida? ¿Cómo quieren vivir?
Es justamente Dios que nos da esta luz
y nosotros la damos a los demás.
¡Lámpara encendida!
Ésta es la vocación cristiana”.
67. Al finalizar el rezo del ángelus dijo:
“la dignidad de la persona jamás se reduce a sus
facultades o capacidades, y no viene a menos
cuando la misma persona es débil, inválida y
necesitada de ayuda”.
68. “Es normal ocuparse de quien está enfermo;
pero a veces las situaciones pueden ser más
difíciles…¡no tengan miedo de la fragilidad! ¡No
tengan miedo de la fragilidad! Ayúdense unos a
otros con amor, y sentirán la presencia
consoladora de Dios”.
69. «También nosotros debemos dar la vida por los
hermanos» (1 Jn 3,16)”
“imitemos la actitud de Jesús hacia los enfermos,
enfermos de todo tipo: el Señor se ocupa de
todos, comparte con ellos el sufrimiento y abre el
corazón a la esperanza”.
70. “La actitud generosa y cristiana hacia los
enfermos es sal de la tierra y luz del mundo.
Que la Virgen María te ayude a practicarla,
y obtenga paz y consuelo para todos los
sufrientes”
71. En twitter dijo:
Es importante tener amigos en quien poder
confiar. Pero es esencial tener confianza en el
Señor, que nunca falla.
72. Queridos jóvenes, Jesús nos da vida,
vida en abundancia. Con Él, siempre
tendremos alegría en el corazón y una
sonrisa en los labios.
73. El mundo nos hace preocuparnos por
nosotros mismos, por tener, por el placer.
El Evangelio nos abre a los demás,
a compartir con los pobres.
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