Este documento resume un sermón sobre cómo erradicar los enemigos del alma: la frustración, el resentimiento y la rebeldía. El pastor explica que el alma determina nuestras acciones y emociones, y debe alimentarse correctamente con la Palabra de Dios. Los tres enemigos del alma enferman la conciencia y voluntad. El pastor insta a los creyentes a no compararse con otros, perdonar ofensas, y aceptar la corrección con humildad para mantener un alma sana.

1. Semana de santificación. Enero 18 de 2012. Pastor. Jhon Milton Rodríguez. Tema. Erradicando los enemigos de tu alma.
Texto bíblico. Efesios 5:27
Introducción. Continuamos con nuestra semana de santificación, y hemos aprendido que la santidad demanda tiempo y
disposición, pero también demanda apertura para ser enseñados y corregidos; es ahí donde el Señor puede conducirnos
a maravillas. Hoy vamos a hablar de cómo santificar también el alma; el alma está directamente interconectada con
el cuerpo y con el espíritu, y es en el alma donde se encuentra nuestra conciencia, emociones y donde radica nuestra
voluntad.
Si el alma está correctamente alimentada tendremos una buena conciencia, y en nuestra vida tendremos claridad
respecto de lo que es lo bueno y lo que es lo malo; si el alma está mal alimentada, o herida o enferma, entonces la
conciencia no será buena, es decir no podremos medir si lo que hacemos es correcto o no, ni tampoco guardarnos de
emociones negativas, o de una voluntad torcida y la ignorancia entonces toma lugar allí y llega la ceguera espiritual, es
decir, una conciencia cauterizada, por tanto, debemos erradicar los enemigos del alma, porque obviamente el alma es
fundamental en nuestra vida.
Dios ha puesto un tremendo potencial en nosotros, pero para poderlo desarrollar es necesario que el alma esté sana.
Fuimos creados para que toda acción nuestra, produzca una reacción; y nuestra alma es la que determina la clase de
acción que vamos a llevar adelante, no es nuestro cuerpo, es nuestra alma; el cuerpo se convierte en un instrumento del
alma, para llevar a cabo una acción. Cuando la conciencia está cauterizada, la persona comete errores y luego dice: “No
sé qué me pasó”; porque su alma está enferma, no hay conciencia ni emociones correctas, no hay una voluntad firme.
El Señor tiene una santidad para su Iglesia, no porque quiera imponernos algo, sino porque debemos volver al diseño
original con el cual fuimos creados -Dios nos creó para la alabanza de su Nombre-, para que el resto de su propósito se
pueda cumplir. Si el diseño original no es respetado, el funcionamiento tampoco se podrá cumplir. La Palabra advierte
que el alma que pecare esa morirá, porque el pecado corrompe el alma. Su alma realmente estará viviendo una vida
en santidad, cuando usted decide ser un testimonio para los de adentro de la iglesia; porque cualquier mediocre
cristiano puede llegar a ser de inspiración para un total mundano. Y un total mundano podrá admirar al tal cristiano;
por eso, si así te mides, nunca te vas a santificar; pero si te propones ser un testimonio para los mismos de la iglesia,
entendiendo que el Señor quiere que seamos una iglesia santa y sin arruga; Dios no habla aquí respecto del mundo, sino
directamente habla de su iglesia.
El hijo de Dios toma toda la dimensión de serlo cuando entiende que su comunión, no es solamente con Dios, sino
también con sus hermanos dentro de la iglesia; contrario al que siendo rebelde, aduce que lo más importante es su
relación con Dios, que lo demás realmente no le interesa, por lo cual llega a ser grosero o irreverente con sus consiervos,
discípulos y hasta con sus líderes; para ellos después que estén bien con Dios, no importa cómo estén con los demás; lo
cual por supuesto es un terrible engaño satánico, porque la Palabra no dice que el Señor vendrá por un creyente, sino
por una iglesia; así que quien no es capaz de respetar la iglesia, no califica para estar con Dios, porque si no respeta al
hermano que sí lo puede ver, no podrá respetar a Dios que no lo puede ver. Debemos vivir como Iglesia del Señor Jesús,
por lo tanto, es importante amar y respetar a todos en el Cuerpo de Cristo.
El alma es el área que Dios nos ha dado para relacionarnos bien con las personas y si nuestra alma está enferma, no
podemos hacerlo correctamente; quien tiene su alma así, nunca encontrará una iglesia que le sirva, ni pastores, ni nadie
que le sirva. Un ejemplo de ello es cuando alguien solamente recuerda cuándo le ofendieron otros, pero no recuerda
cuándo ofendió a otros. Así que nuestra alma sólo puede ser sana, si estamos dispuestos a perdonar y a pedir perdón
por lo que sea y las veces que sea (Mateo 18:21); esa es la condición para poder preservar el alma sana.
El Señor después de hablar del perdón, habla del reino, porque si aquí en la tierra no aprendemos la lección del
perdón para que nuestra alma esté limpia; algunos por esta razón les cuesta trabajo entender esto del reino, porque
la biblia nos dice que debemos perseverar hasta el fin, para ser salvos; pero quien tiene el alma enferma no podrá
perseverar, porque la perseverancia demanda fuerza, y obviamente para ello es necesario tener un alma sana. El perdón
es importantísimo para restaurar a los hermanos que han caído en pecado, pero es necesario que desarrollemos la
misericordia, para no acusarlos, ni mofarnos de ellos, sino que con amor ayudarlos; pero no lo podremos hacer si
nuestra alma no está sana; por tanto, es necesario adquirir hoy un compromiso serio con el Señor porque Él no va a
entregar sus perlas a los cerdos, así dice su Palabra y debemos ser cuidadosos, porque Dios nos va a demandar por esta
Palabra.
Si queremos ganarnos a toda una Nación para Cristo, es necesario primero, “ganarnos” a nuestro hermano para
Cristo y para nosotros, porque fuimos diseñados para tener una excelente comunión con Dios, pero también con
nuestro prójimo, aunque seamos imperfectos. De igual forma si queremos adquirir un compromiso serio con nuestra
congregación, debemos proponernos a ser parte de una iglesia santa, sin mancha y sin arruga, que esté preparada para
estar con Dios aquí en la tierra y por la eternidad. Hay enemigos del alma (1a de Pedro 2:1-3), y a la luz de esta Palabra
entendemos que ellos son:
1. Frustración. Esta condición enferma el alma, en Hebreos 12:15, nos muestra que debido a la enfermedad del alma, se
cometen cantidad de errores terribles que pueden dar resultados como la amargura; ejemplo: Caín que –se enloqueció-

2. por envidia mató a su propio hermano; igual mataron a Jesús, por envidia su propio pueblo decidió que lo mataran. El
espíritu de envidia se mueve entre los propios hermanos. La frustración no sólo viene porque no hayamos alcanzado
algo en la vida; sino que mayormente se genera porque vemos que otros han obtenido resultados cuando nosotros –que
quizás- nos hemos esforzado tanto y no los hemos obtenido. Es decir, que la frustración realmente no viene de nosotros
mismos, sino en el momento en que nos medimos o comparamos con otros y vemos que no alcanzamos lo que ellos han
logrado; esto por supuesto no solamente es muy dañino, sino que nos coloca en riesgo, porque toda la vida tendremos
personas que nos desafiarán a más, que harán mejores cosas y por tanto, obtendrán mejores resultados que nosotros.
A partir de hoy debemos decidir nunca más compararnos con otros, porque Dios tiene un tiempo y una oportunidad
diferente para cada uno de nosotros.
Es importante rechazar cualquier pensamiento que nos trate de llevar a compararnos con otros. Porque nuestros ojos
solamente deben estar puestos en Jesús (Hebreos 12:2) Él debe ser nuestro único punto de mira; si así hacemos, esto
ya no nos generaría frustración, sino arrepentimiento y un deseo de cambio en nuestra vida. La frustración la podemos
superar, cuando dejamos de compararnos con otros, y respetamos la forma como Dios actúa -tan diferente- en cada
uno, para no perder nuestra identidad con Cristo.
2. Resentimiento. Cuando nuestra autoestima es afectada, origina el resentimiento. Podemos aceptar la ofensa o
simplemente ignorarla; porque nadie puede hacerlo –dañar nuestra autoestima-, mientras no se lo permitamos,
porque tenemos la tendencia a estar aceptando la ofensa. Debemos tener cuidado, incluso en nuestra casa, porque la
familiaridad, nos hace mucho más vulnerables, para que nuestra autoestima sea afectada. Debemos ir al trasfondo del
asunto y dejarle espacio a la justicia divina; porque si uno siembra en el espíritu, cosechará para fructificación eterna;
pero si siembro en la carne, lo que voy a cosechar es corrupción o destrucción para mi vida. Podemos tener razón en
algo, pero no para tomar justicia por nuestra propia mano.
3. Rebeldía. En ocasiones somos rebeldes, por ejemplo, y podemos notarlo porque quizás ni hemos dado gracias a
nuestro pastor cuando nos ha corregido; o no le hemos dado gracias a nuestros padres cuando nos han corregido.
No olvidemos que aquello que nos está haciendo reaccionar con rebeldía, lo podemos anular dentro de nosotros
entendiendo que todo aquello que nos causa esa molestia, nos está librando de problemas peores o ayudando a ser
mejor persona, o quizás guardando nuestra vida, y lo más importante es que podemos entender que ser respetuoso
de una autoridad –una orden, un semáforo, una instrucción, o llamada de atención, etc.-, nos está librando de asuntos
peores.
Así que cuando llegue a usted esa actitud de rebeldía, al punto de querer demostrar sus razones para no sujetarse, o
de reaccionar ante una orden o un castigo, lo mejor que debe hacer es traer a tu mente este pensamiento: “mi alma la
voy a guardar en sencillez y humildad, porque si esto me está pasando, aunque es doloroso y difícil, me está librando de
algo peor. Escuchamos ejemplos de ello, personas que por llegar tarde al aeropuerto les deja el avión, por lo cual esto
les levanta en rebeldía y tratan de desquitar su enojo con quien sea o con cualquier objeto, para darse cuenta más tarde
que justamente ese vuelo, sufrió un percance y que nadie quedó vivo, dejándole una moraleja que nos puede ayudar a
todos, y es que en ocasiones nos suceden cosas que aunque en comienzo nos pueden causar enojo, nos pueden estar
librando de problemas o situaciones terribles. El apóstol Pablo nos aconseja, que cuando estemos pasando por diversas
pruebas, nos debemos gozar y pensar que siempre la misericordia de Dios, se atraviesa en nuestra vida. Queremos
reaccionar con rebeldía cuando algo nos parece injusto y que no nos lo merecemos, cuando realmente debemos
meditar que por nuestra antigua forma de actuar o de vivir, quizás nada en realidad –bueno-, nos merecíamos de parte
de Dios.
Este tema de la rebeldía es un buen tema para revisar aquí dentro de la iglesia, porque podemos ver cómo actúa la
gente en las diferentes áreas que le corresponde, ejemplo: Las ventas ambulantes, el mismo gobierno municipal nos ha
pedido colaboración al respecto, que no les compremos para que estas no proliferen, pero es cuando más las personas
los apoyan con su compra; se le solicita a la gente no dejar su auto en la calle, sino buscar su parqueo adentro y más lo
hacen; se les solicita hacer fila para reclamar los niños en el ministerio infantil y la gente se molesta por ello y hace caso
omiso, es más, quieren que sus hijos se los entreguen inmediatamente.
Conclusión. Dios disfruta velar por nuestra alma y por ello, es fundamental presentarnos con sinceridad y frecuencia a
rendirle cuentas de manera oportuna, porque debemos reconocer que la santidad es un tema de tiempo y constancia,
para que nuestro corazón en realidad sea renovado y sumiso a Dios (Ezequiel 36:26); reconociendo que sólo en Dios
encontramos la fortaleza para cambiar (Salmo 73:26) y como resultado, ser obedientes a todo lo que nuestro Padre
celestial a través de su Palabra y sus líderes nos enseña (Proverbio 23:26), de tal forma que nuestro corazón sólo sea
para agradar siempre a Dios, dejando toda actitud de frustración, resentimiento o rebeldía.