1) Comprender el entorno complejo y cambiante de las inversiones, diversificar para protegerse de riesgos inesperados y saber los límites de la racionalidad. 2) Ser creativo al analizar datos e ideas no cuantificables, considerar factores fundamentales y de comportamiento, y mantener un amplio universo de inversiones. 3) Estar abierto al cambio, asumir riesgo en grandes oportunidades y retraerse ante incertidumbre, escuchando a clientes y colaborando entre estrategas y gestores.