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AUTORES REPRESENTATIVOS DE LA LITERATURA COSTEÑA




                            HÉCTOR ROJAS HERAZO


Nació en Tolú un 12 de agosto de 1922, una noche a las doce en punto, cayendo
un torrencial aguacero que impidió que la partera estuviera allí; por lo tanto, su
madre lo dio a luz sola ayudada por la madre de ella, que más tarde sería “Celia”
en todas sus novelas. Vio la luz y casi lo ciega para siempre el líquido amniótico
que le cayó en los ojos. Gracias a Dios el Doctor se dio cuenta de ello debido a su
llanto y le puso una solución que le salvó la vista que fue perfecta hasta sus 75
años, ya después sí usó lentes. El recordaba con un terror retroactivo ese terrible
suceso.


Cuando se levantaba casi siempre lo hacía cantando, dando gracias a la vida por
el sol y un día más de energía. Era un ser angelical por lo regular, y a veces turbio
y azufrado en muchas facetas.


Dejó un acento personalísimo en todo lo que construyó ya fuera pintura, literatura
o periodismo. Donde más se identificaba era con la pintura. A los 8 años una vez
que su abuela le rompió unos dibujos, le dijo: “Mamá, no me rompas lo que pinto
porque me rompes el alma”. Y así fue para todo: sensible, trágico, pero un creador
que ha dejado una huella imborrable en la historia de Colombia. Estudió en
Cartagena y Barranquilla (Colombia). En lo demás fue autodidacta, practicó el
yoga durante 30 años, estuvo casado con Rosa Barboza Carazo, “la niña Rochi”,
su compañera y colaboradora inseparable. En su soñado Tolú recordaba, "Las
casas tenían grandes patios de bahareque y de palma". Siempre dijo "Soy un
hombre de patio porque el patio fue el escenario donde estrené mis sentidos, mi
capacidad    de    asombro,     entonces    el    lugar   se    fue   mitificando...".
Vivió 10 años en España, gran conversador y aficionado al buen cine. "Porque el
cine no es otra cosa que pintura en movimiento"
OBRAS PUBLICADAS:


    Rostro en la Soledad (Poemas, 1951)
    Tránsito de Caín (Poemas, 1952)
    Desde la luz preguntan por nosotros (Poemas, 1961)
    Respirando el Verano (Novela, 1962)



                                RAÚL GÓMEZ JATTIN

Raúl Gómez Jattin había nacido en Cartagena, el 31 de mayo de 1945, aunque
todo el mundo lo tiene por cereteano, porque de ahí, de Cereté, en el Córdoba,
junto al río Sinú, era su familia y allí pasó su infancia.

Su padre fue Joaquín Pablo Gómez Reynero. Su madre, Lola Jattin, nacida en
Colombia de padre libanés y madre siria. Raúl Gómez Jattin fue educado en varias
poblaciones de la costa norte colombiana.

Llegó a Bogotá en 1965 a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de
Colombia. Era un muchacho de provincias tímido, respetuoso, inteligente y buen
estudiante. Pero sin vocación: sabía que el Derecho no era lo suyo y lo estudiaba
por imposición paterna. En el teatro, tan en boga en la universidad por esos años,
encontró su sitio. Entró pronto a trabajar con el Grupo de Teatro Experimental de
su universidad, bajo la dirección de Carlos José Reyes, y participó durante años
en un montaje tras otro.

Quienes tuvieron oportunidad de verlo actuar lo recuerdan como un excelente
actor, muchos dicen que de los mejores que tenía el país. Un actor inmenso con
vozarrón grave y profundo y ademán aristocrático que vivía para el teatro y
parecía destinado a no hacer otra cosa.
Hasta que, alrededor del 72, presentó en el Festival de Manizales un montaje
propio, Las nupcias de su excelencia, que el público recibió con una tremenda
pitada, dicen que porque no representaba lo que los grupos comunistas del
momento esperaban de una obra de teatro. Porque Raúl despreciaba el teatro
panfletario: si el arte se vuelve propaganda, decía, pierde todo su valor. A él, que
era orgulloso, que le silbaran en su primer montaje lo hundió; y salió huyendo.
Dejó todo atrás y se volvió Cereté, a vivir en un terrenito que había comprado su
padre muy cerca de la casa familiar y al que puso por nombre Mozambique, como
las canciones de Bob Dylan y de sus admirados Richie Ray y Bobby Cruz.

Aunque regresó todavía a Bogotá y siguió haciendo teatro, no volvió nunca a
escribir otra obra y se limitó a hacer adaptaciones. Muchos recuerdan aún su
montaje de Los Acarnienses, una selección de algunos pedazos del texto de
Aristófanes. El estudio a fondo de la pieza derivó en una obsesión por la cultura
griega que le duraría toda la vida y que, con el tiempo, marcará su poesía.

Fue en Cereté, durante uno de esos continuos ires y venires a lo largo de los
últimos 70s, cuando comenzó su locura, esos ataques que le daban de tanto en
vez y que lo fueron metiendo en una vorágine de hospitales, drogas psiquiátricas e
idas y vueltas de la normalidad a la locura.

Esa locura de Raúl era locura de enfermo. No se volvió loco por las drogas ni por
su vida excesiva. Era loco porque era loco, por esas cosas de la vida que lo
enferman a uno y contra las que no hay casi qué hacer.

Y como Raúl era excesivo en todo, fue excesivo también en su locura. Los
ataques que le daban eran tremebundos, asustadores, frenéticos. Cuentan los
amigos que en esos momentos se volvía intratable, insoportable, inaguantable.
Que no veían la hora de devolverlo para Cereté o de mandarlo para un
psiquiátrico. Hospitales conoció muchos, aunque a menudo los directores se
empeñaban en darle el alta, quién sabe si porque no terminaban de verle la locura
o por quitárselo de encima. Él sabía también cómo manipular el mundo a su gusto
con el cuento de que era loco.
Fue ahí, en esos años de vuelta en Cereté, cuando empezó también a escribir
poesía. Poema tras poema que guardaba o que enviaba a los amigos sin más
pretensiones. Hasta que uno de ellos, el más cercano toda su vida, se dio cuenta
de que esos poemas de Raúl eran buenos y merecían ser publicados. Él mismo se
encargó de la edición. Ese libro, el primero de Raúl Gómez Jattin, Poemas (1980),
es hoy casi inencontrable.

Años después vendrá Tríptico ceretano (1988), la trilogía integrada por Retratos,
Amanecer en el valle del Sinú y Del Amor, la cumbre de su obra. Ahí están
algunos de los temas más escabrosos, tal vez los que más lo identifican entre
quienes apenas lo conocen: drogas, amores prohibidos, escarceos de niño con
empleadas domésticas rebosantes de lujuria, iniciaciones zoofílicas con terneras,
con gallinas…

Pero están también la amistad, los recuerdos de infancia, el amor descrito en
ocasiones con belleza conmovedora:

“Dibujo tu perfil del faro a las murallas/ Luz de alucinación son tus ojos de hierro/
El mar salta en las piedras y mi alma se equivoca/ El sol se hunde en el agua y el
agua es puro fuego/ Eres casi de sueño. Eres casi de piedra con el vaivén del
tiempo”

En 1989 publicará Hijos del tiempo, una obra madura, más serena que el Tríptico,
donde el protagonista ya no es él mismo sino otros: Micerino, Teseo, Medea,
Homero, Penélope y Odiseo, Scherezada, Li-Po, El rey moro, Moctezuma, El
cacique Zenú, Antínoo… Uno siente como si esos poemas sin Raúl no fueran
suyos. Aunque ahí está el estremecedor poema final a su madre, Lola Jattin, que
recupera la belleza y la fuerza de los mejores del Tríptico.

La edición en 1994 de la antología Poesía 1980-1989, que recoge buena parte de
sus tres primeros libros, lo dio a conocer a un público amplio. Es una antología de
autor, que incluye sólo los poemas que Raúl quiso y que hasta cambia algunos.
Su última publicación, Esplendor de la mariposa (1995), ya no es, en cambio, un
buen libro: esos poemas de manicomio y encierro apenas merecen la pena.

A Raúl lo recuerdan los amigos como un hombre elegante, de maneras
aristocráticas, digno, culto, siempre cantando a Serrat y hablando de los griegos,
preocupado por ser bien visto y porque se apreciara su poesía. Un hombre que
sabía de su condición de enfermo y de drogadicto y que quería curarse.

Murió el 22 de mayo de 1997 en Cartagena de Indias. Muchos dijeron que se
había suicidado, que se había “mandado” a una buseta. Pero no, Raúl no se
habría suicidado. Tirarse a una buseta no sería propio de sus maneras
aristocráticas. Y era, además, un hombre cobardón. Debió de ser un accidente, un
atropello a esas horas de la mañana en que los buses bajan a todo meter por la
cuesta de la India Catalina. Nadie quiso decir nada y así quedaron las cosas. Pero
no, los amigos saben muy bien que Raúl no se habría suicidado, que Raúl no se
suicidó.

Cuando apenas era todavía conocido, en 1983, el gran poeta Jaime Jaramillo
Escobar le escribió en una carta lo que sigue siendo el mejor homenaje que se ha
hecho a Raúl, “eres el viento, eres un potrillo, eres el río que arrasa, no limitas con
nada, no tienes cuñados en el cielo, no tienes participación en la bolsa de valores,
eres un bruto, eres Atila, eres el mismísimo Adán, Dios en persona completamente
loco deshojando los bosques y tirando las hojas al aire, eres el ciclón, la barriga
pelada, el escándalo furioso, todo lo que yo no soy ni hay aquí poeta que lo sea,
eres el fauno, el unicornio, el centauro, el volcán, eres el putas...”




OBRAS PUBLICADAS:

    Es autor de los siguientes libros de poemas:
    Poemas (1981)
    Retratos (1980-1989)
 Amanecer en el valle del Sinú (1983-1989)
    Del Amor (1982-1987)
    Hijos del tiempo
    Esplendor de la mariposa (1993).
    Los poetas, amor mío... (2000) -Libro póstumo-




                           DAVID SÁNCHEZ JULIAO

David Sánchez Juliao, es colombiano nacido el 24 de noviembre de 1945 en
Lorica, departamento de Córdoba, Colombia. Tiene formación en literatura,
comunicaciones y sociología, con doctorados en la Universidad Simón Bolívar y la
Universidad de Córdoba, y con estudios en CIDOC, Cuernavaca, México, en
donde luego se desempeñó como profesor. Ha publicado novelas, cuentos,
fábulas, historias para niños y testimonios escritos y grabados de viva voz con
prestigiosas editoriales de Colombia y otros países. Ha sido varias veces premio
nacional de cuento, lo mismo que de libro de cuentos y Premio Nacional de Novela
Plaza y Janés con Pero sigo siendo el rey. De esta novela, como de otras de sus
obras, se ha hecho una versión para televisión difundida ampliamente en muchas
lenguas. Sus historias grabadas han merecido 5 galardones de Disco de Platino
Sonolux y Disco de Oro M.T.M y las adaptaciones de sus obras para cine y
televisión han merecido 17 Premios India Catalina en el Festival de Cine de
Cartagena. Sánchez Juliao ha sido traducido a doce idiomas y ha residido, por
razones académicas y diplomáticas, en cuatro continentes. Ha sido profesor
invitado en universidades de Norte y Sur América, Europa, Asia, África y Oceanía,
continentes     en      los      cuales      ha       residido    por      años.
Fue embajador de Colombia en la India y en Egipto entre 1991 y 1995, países en
los que, mientras ejercía sus funciones de Jefe de Misión Diplomática, se
desempeñó como profesor universitario ad honorem. Obtuvo el Premio
Internacional Dulcinea 2000 otorgado por la Asociación Cervantina de Barcelona.
La Fundación Libros y Letras le otorgó el Premio Nacional de Literatura 2003 por
Vida y Obra. En la actualidad prepara un nuevo libro sobre viajes, un primer libro
de poemas y una nueva novela.

OBRAS PUBLICADAS:

    Por qué me llevas al hospital en canoa, papá? (1973)
    Historias de Racamandaca (1974)
    El arca de Noé (1976)
    Cachaco, palomo y gato (1977)
    El Flecha
    Pero sigo siendo el rey (1983)
    Mi sangre aunque plebeya (1986)
    Buenos días, América (1988)
    El país más hermoso del mundo
    Dulce Veneno Moreno
    Fosforito
    La cucarachita Martínez
    El Flecha II
    En Chimá nace un Santo




                         GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de 1927.
Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el
telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir,
cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la población de Sucre, donde don
Gabriel Eligio montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus once hijos.

Los abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario
del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil
Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las
guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su cordón umbilical
con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se
la pasaba siempre contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la
vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en
sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la
realidad. Entre sus tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio
sudario para dar fin a su vida.

Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio
Montessori de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de
quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le
acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela, sólo
por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador.

En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a
vivir con sus padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre, de donde salió para
estudiar interno en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de diez
años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el
internado del Liceo Nacional de Zipaquirá, una experiencia realmente traumática:
el frío del internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste. Permaneció
siempre con un enorme saco de lana, y nunca sacaba las manos por fuera de sus
mangas, pues le tenía pánico al frío.

Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le contaron sus abuelos,
sumó una experiencia vital que años más tarde sería temática de la novela escrita
después de recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en barco de
vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos
Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le
obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón
Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera". Ocho
meses antes de la entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince
periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que Calderón Hermida era
"el profesor ideal de Literatura".

En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a
pintar gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros
de curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una
novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946
terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones.




                              ESTUDIANTE DE LEYES

En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en
la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y
donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para
García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce casi todas) que más lo
impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa
muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir
como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad
colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en
donde la gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no
estuvieran allí".

El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su
vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer
cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El
Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la
presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la
literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán
Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un
gato.
En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a
consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente. García
Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde
vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde
siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus
principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le
consiguió una columna diaria en el recién fundado periódico El Universal.




                        EL GRUPO DE BARRANQUILLA

A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie
de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su
cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una librería en
la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e inglesa,
orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las
volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los
novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y
enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso
Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico.

Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde
Cartagena a Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que
le obligó a recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna
diaria en El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo
el encabezado de "La girafa" y firmada por "Septimus".

En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor.
García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres redactores; el
inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a
los cafés a beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a
grito herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían.
Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y
William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de ficción
de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él mismo
reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina", que pronunció
con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William Faulkner había sido
su maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico
literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió y prefiere
contar historias.

En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes
escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de
periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó
con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de
completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que
pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio
mitológico en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer
locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.

También fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El
Rascacielos, edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba
también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la
noche; entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La
hojarasca, y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida
mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves".

Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz,
Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes
intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel
García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron,
entre otros, Julio Mario Santo domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B.
Fernández y Gonzalo González.




                             PERIODISMO Y LITERATURA

A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada
entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y
polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se había
criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo una novela falsa, pues su
pueblo no era siquiera una sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra
en curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino
Macondo, en honor de los corpulentos árboles de la familia de las bombáceas,
comunes en la región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre
treinta y cuarenta metros.

En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador,
donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo
colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en
Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán
Durán.

Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que ejerció
en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el momento de la
aparición de la modernidad en la historia intelectual del país, pues jugó un papel
definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la
contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García Márquez publicó dos
trabajos en la revista: un capítulo de La hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo
llover en Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba (1958). En
realidad, el escritor siempre ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna
ocasión dijo a Pedro Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".
En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la
Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso reportaje,
por entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por el régimen del
general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las directivas de El Espectador
decidieron que Gabriel García Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para
cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde el papa Pío
XII aparentemente agonizaba. En la capital italiana asistió, por unas semanas, al
Centro Sperimentale di Cinema.




                           RONDANDO POR EL MUNDO

Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París, y
recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y
la Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en
precarias condiciones, pues si bien escribió dos novelas, El coronel no tiene quien
le escriba y La mala hora, vivía pobre a morir, esperando el giro mensual que El
Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario
con el régimen de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel, donde se
relata la desesperanza de un viejo oficial de la guerra de los Mil Días aguardando
la carta oficial que había de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho.
Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El Espectador fue
clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la
colombianísima Cromos.

Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver América Latina desde
otra   perspectiva.   Le   señaló   las   diferencias   entre   los   distintos   países
latinoamericanos, y tomó además mucho material para escribir cuentos acerca de
los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a desconfiar de los intelectuales
franceses, de sus abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio cuenta
de que Europa era un continente viejo, en decadencia, mientras que América, y en
especial Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo.

A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó a Venezuela, donde
pudo ser testigo de los últimos momentos de la dictadura del general Marcos
Pérez Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en Barranquilla con
Mercedes Barcha, unión de la que nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado
en la Clínica Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo (1962). Al
poco tiempo de su matrimonio, de regreso a Venezuela, tuvo que dejar su cargo
en Momento y asumir un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de
colaborar ocasionalmente en Élite.

Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día después del sábado fue
premiado. En 1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias
cubana Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año siguiente fue
trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados
y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir
a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en Estados Unidos, el
gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque, según las
autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971,
cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le
dieron un visado, aunque condicionado.

Recién llegado a México, donde García Márquez ha vivido muchos años de su
vida, se dedicó a escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó
en las revistas La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos
cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un cuento
del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el
también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había obtenido el premio Esso de
Novela Colombiana con La mala hora.
LA CONSAGRACIÓN

Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México al balneario de
Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la repentina visión de la novela que
durante 17 años venía rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la
máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más horas diarias, mientras
que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa.

En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo universo es el tiempo cíclico,
en el que suceden historias fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad
desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que, a la vez que se narra la
historia de las generaciones de los Buendía en el mundo mágico de Macondo,
desde la fundación del pueblo hasta la completa extinción de la estirpe, se cuenta
de manera insuperable la historia colombiana desde después del Libertador hasta
los años treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el gran poeta
chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del
Quijote". Con tan calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es la opus
magnum de García Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como
uno de los libros que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que
mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller mundial.

Después del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en
Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana.
Durante las tres décadas transcurridas, ha escrito cuatro novelas más, se han
publicado tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes
recopilaciones de su producción periodística y narrativa.

Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó como escritor literario, y
sólo después de casi 23 años reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En
1985 cambió la máquina de escribir por el computador. Su esposa Mercedes
Barcha siempre ha colocado un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo,
flores que García Márquez considera de buena suerte. Un vigilante autorretrato de
Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de
locos con cinco tiros del calibre 38, preside su estudio. Finalmente, dos de sus
compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas Cantillo,
murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien años de soledad.




                         PREMIO NOBEL DE LITERATURA

En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México
una noticia que hacía ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia
Sueca le otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese entonces se
hallaba exiliado en México, pues el 26 de marzo de 1981 había tenido que salir de
Colombia, ya que el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta
vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido
la revista Alternativa, de corte socialista.

La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y
Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos
años se ha dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel
se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después,
disputó el galardón con Graham Greene y Gunther Grass.

Dos actos confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García
Márquez: a la entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui
de lino blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de
las guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Con
el discurso "La soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de diciembre
de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante cuatrocientos invitados y que fue
traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases
gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y
denunció la falta de atención de las superpotencias por el continente. Dio a
entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las
Américas, y se han quedado tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha
asociado siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto de vista
mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la
respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte.

El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y de hondo contenido
americanista, una hermosa manifestación de personalidad nacionalista, de fe en
los destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso
con Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo total,
integral, afecta todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo tanto, los
escritores de esta parte del mundo deben estar comprometidos con la realidad
social total.

Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por
Belisario Betancur, programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo.
Además, adelantó una emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada
por el pintor Juan Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de
Guillermo Angulo, a propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño
de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor".

Desde que se conoció la noticia de la obtención del ambicionado premio, el asedio
de periodistas y medios de comunicación fue permanente y los compromisos se
multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo regresó a Colombia. En
Cartagena lo esperaban doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del
Callejón de Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento
sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba.

Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura
nacional, latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas
ejercieron fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-
1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el
historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una
estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero, quizás, una
de sus más valientes actitudes ha sido el apoyo permanente a la revolución
cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla y su
rechazo al bloqueo norteamericano, que ha servido para que otros países apoyen
de alguna manera a Cuba y que ha evitado mayores intervenciones de los
estadounidenses.

Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la primera parte de sus
memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su
vida. La publicación de esta obra supuso un acontecimiento editorial, con el
lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en todos
los países hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias de mis putas
tristes.

OBRAS PUBLICADAS:

     Yo no vengo a decir un discurso 2010
     Memoria de mis putas tristes 2004
     Vivir para contarla 2002
     Por la libre (1974-1995) 1999
     Noticia de un secuestro 1996
     Del amor y otros demonios 1994
     Doce cuentos peregrinos 1994
     Extraños peregrinos: doce cuentos 1992
     El general en su laberinto 1989
     Las aventuras de Miguel Littín clandestino en Chile 1986
     El amor en los tiempos del cólera 1985
     El asalto: el operativo con el que el FSLN se lanzó al mundo 1983
     Erendira 1983
     El olor de la guayaba 1982
     El secuestro 1982
     Viva Sandino 1982
 Crónica de una muerte anunciada 1981 (2003)
    El otoño del patriarca 1975
    Chile, el golpe y los gringos 1974
    Ojos de perro azul 1974
    Cuando era feliz e indocumentado 1973
    La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela
      desalmada 1972
    Relato de un náufrago 1970
    Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo 1968
    Cien años de soledad 1967 (2007)
    La mala hora 1962
    Los funerales de la Mamá Grande 1962
    El coronel no tiene quien le escriba 1961
    Un día después del sábado 1955
    La hojarasca 1954




http://www.davidsanchezjuliao.com/biografia.asp

http://maicaoaldia.blogspot.com/2011/02/biografia-de-david-sanchez-juliao.html

http://www.biografiasyvidas.com/reportaje/garcia_marquez/

http://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_G%C3%B3mez_Jattin

http://www.lecturalia.com/autor/5/gabriel-garcia-marquez

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  • 1. AUTORES REPRESENTATIVOS DE LA LITERATURA COSTEÑA HÉCTOR ROJAS HERAZO Nació en Tolú un 12 de agosto de 1922, una noche a las doce en punto, cayendo un torrencial aguacero que impidió que la partera estuviera allí; por lo tanto, su madre lo dio a luz sola ayudada por la madre de ella, que más tarde sería “Celia” en todas sus novelas. Vio la luz y casi lo ciega para siempre el líquido amniótico que le cayó en los ojos. Gracias a Dios el Doctor se dio cuenta de ello debido a su llanto y le puso una solución que le salvó la vista que fue perfecta hasta sus 75 años, ya después sí usó lentes. El recordaba con un terror retroactivo ese terrible suceso. Cuando se levantaba casi siempre lo hacía cantando, dando gracias a la vida por el sol y un día más de energía. Era un ser angelical por lo regular, y a veces turbio y azufrado en muchas facetas. Dejó un acento personalísimo en todo lo que construyó ya fuera pintura, literatura o periodismo. Donde más se identificaba era con la pintura. A los 8 años una vez que su abuela le rompió unos dibujos, le dijo: “Mamá, no me rompas lo que pinto porque me rompes el alma”. Y así fue para todo: sensible, trágico, pero un creador que ha dejado una huella imborrable en la historia de Colombia. Estudió en Cartagena y Barranquilla (Colombia). En lo demás fue autodidacta, practicó el yoga durante 30 años, estuvo casado con Rosa Barboza Carazo, “la niña Rochi”, su compañera y colaboradora inseparable. En su soñado Tolú recordaba, "Las casas tenían grandes patios de bahareque y de palma". Siempre dijo "Soy un hombre de patio porque el patio fue el escenario donde estrené mis sentidos, mi capacidad de asombro, entonces el lugar se fue mitificando...". Vivió 10 años en España, gran conversador y aficionado al buen cine. "Porque el cine no es otra cosa que pintura en movimiento"
  • 2. OBRAS PUBLICADAS:  Rostro en la Soledad (Poemas, 1951)  Tránsito de Caín (Poemas, 1952)  Desde la luz preguntan por nosotros (Poemas, 1961)  Respirando el Verano (Novela, 1962) RAÚL GÓMEZ JATTIN Raúl Gómez Jattin había nacido en Cartagena, el 31 de mayo de 1945, aunque todo el mundo lo tiene por cereteano, porque de ahí, de Cereté, en el Córdoba, junto al río Sinú, era su familia y allí pasó su infancia. Su padre fue Joaquín Pablo Gómez Reynero. Su madre, Lola Jattin, nacida en Colombia de padre libanés y madre siria. Raúl Gómez Jattin fue educado en varias poblaciones de la costa norte colombiana. Llegó a Bogotá en 1965 a estudiar Derecho en la Universidad Nacional de Colombia. Era un muchacho de provincias tímido, respetuoso, inteligente y buen estudiante. Pero sin vocación: sabía que el Derecho no era lo suyo y lo estudiaba por imposición paterna. En el teatro, tan en boga en la universidad por esos años, encontró su sitio. Entró pronto a trabajar con el Grupo de Teatro Experimental de su universidad, bajo la dirección de Carlos José Reyes, y participó durante años en un montaje tras otro. Quienes tuvieron oportunidad de verlo actuar lo recuerdan como un excelente actor, muchos dicen que de los mejores que tenía el país. Un actor inmenso con vozarrón grave y profundo y ademán aristocrático que vivía para el teatro y parecía destinado a no hacer otra cosa.
  • 3. Hasta que, alrededor del 72, presentó en el Festival de Manizales un montaje propio, Las nupcias de su excelencia, que el público recibió con una tremenda pitada, dicen que porque no representaba lo que los grupos comunistas del momento esperaban de una obra de teatro. Porque Raúl despreciaba el teatro panfletario: si el arte se vuelve propaganda, decía, pierde todo su valor. A él, que era orgulloso, que le silbaran en su primer montaje lo hundió; y salió huyendo. Dejó todo atrás y se volvió Cereté, a vivir en un terrenito que había comprado su padre muy cerca de la casa familiar y al que puso por nombre Mozambique, como las canciones de Bob Dylan y de sus admirados Richie Ray y Bobby Cruz. Aunque regresó todavía a Bogotá y siguió haciendo teatro, no volvió nunca a escribir otra obra y se limitó a hacer adaptaciones. Muchos recuerdan aún su montaje de Los Acarnienses, una selección de algunos pedazos del texto de Aristófanes. El estudio a fondo de la pieza derivó en una obsesión por la cultura griega que le duraría toda la vida y que, con el tiempo, marcará su poesía. Fue en Cereté, durante uno de esos continuos ires y venires a lo largo de los últimos 70s, cuando comenzó su locura, esos ataques que le daban de tanto en vez y que lo fueron metiendo en una vorágine de hospitales, drogas psiquiátricas e idas y vueltas de la normalidad a la locura. Esa locura de Raúl era locura de enfermo. No se volvió loco por las drogas ni por su vida excesiva. Era loco porque era loco, por esas cosas de la vida que lo enferman a uno y contra las que no hay casi qué hacer. Y como Raúl era excesivo en todo, fue excesivo también en su locura. Los ataques que le daban eran tremebundos, asustadores, frenéticos. Cuentan los amigos que en esos momentos se volvía intratable, insoportable, inaguantable. Que no veían la hora de devolverlo para Cereté o de mandarlo para un psiquiátrico. Hospitales conoció muchos, aunque a menudo los directores se empeñaban en darle el alta, quién sabe si porque no terminaban de verle la locura o por quitárselo de encima. Él sabía también cómo manipular el mundo a su gusto con el cuento de que era loco.
  • 4. Fue ahí, en esos años de vuelta en Cereté, cuando empezó también a escribir poesía. Poema tras poema que guardaba o que enviaba a los amigos sin más pretensiones. Hasta que uno de ellos, el más cercano toda su vida, se dio cuenta de que esos poemas de Raúl eran buenos y merecían ser publicados. Él mismo se encargó de la edición. Ese libro, el primero de Raúl Gómez Jattin, Poemas (1980), es hoy casi inencontrable. Años después vendrá Tríptico ceretano (1988), la trilogía integrada por Retratos, Amanecer en el valle del Sinú y Del Amor, la cumbre de su obra. Ahí están algunos de los temas más escabrosos, tal vez los que más lo identifican entre quienes apenas lo conocen: drogas, amores prohibidos, escarceos de niño con empleadas domésticas rebosantes de lujuria, iniciaciones zoofílicas con terneras, con gallinas… Pero están también la amistad, los recuerdos de infancia, el amor descrito en ocasiones con belleza conmovedora: “Dibujo tu perfil del faro a las murallas/ Luz de alucinación son tus ojos de hierro/ El mar salta en las piedras y mi alma se equivoca/ El sol se hunde en el agua y el agua es puro fuego/ Eres casi de sueño. Eres casi de piedra con el vaivén del tiempo” En 1989 publicará Hijos del tiempo, una obra madura, más serena que el Tríptico, donde el protagonista ya no es él mismo sino otros: Micerino, Teseo, Medea, Homero, Penélope y Odiseo, Scherezada, Li-Po, El rey moro, Moctezuma, El cacique Zenú, Antínoo… Uno siente como si esos poemas sin Raúl no fueran suyos. Aunque ahí está el estremecedor poema final a su madre, Lola Jattin, que recupera la belleza y la fuerza de los mejores del Tríptico. La edición en 1994 de la antología Poesía 1980-1989, que recoge buena parte de sus tres primeros libros, lo dio a conocer a un público amplio. Es una antología de autor, que incluye sólo los poemas que Raúl quiso y que hasta cambia algunos.
  • 5. Su última publicación, Esplendor de la mariposa (1995), ya no es, en cambio, un buen libro: esos poemas de manicomio y encierro apenas merecen la pena. A Raúl lo recuerdan los amigos como un hombre elegante, de maneras aristocráticas, digno, culto, siempre cantando a Serrat y hablando de los griegos, preocupado por ser bien visto y porque se apreciara su poesía. Un hombre que sabía de su condición de enfermo y de drogadicto y que quería curarse. Murió el 22 de mayo de 1997 en Cartagena de Indias. Muchos dijeron que se había suicidado, que se había “mandado” a una buseta. Pero no, Raúl no se habría suicidado. Tirarse a una buseta no sería propio de sus maneras aristocráticas. Y era, además, un hombre cobardón. Debió de ser un accidente, un atropello a esas horas de la mañana en que los buses bajan a todo meter por la cuesta de la India Catalina. Nadie quiso decir nada y así quedaron las cosas. Pero no, los amigos saben muy bien que Raúl no se habría suicidado, que Raúl no se suicidó. Cuando apenas era todavía conocido, en 1983, el gran poeta Jaime Jaramillo Escobar le escribió en una carta lo que sigue siendo el mejor homenaje que se ha hecho a Raúl, “eres el viento, eres un potrillo, eres el río que arrasa, no limitas con nada, no tienes cuñados en el cielo, no tienes participación en la bolsa de valores, eres un bruto, eres Atila, eres el mismísimo Adán, Dios en persona completamente loco deshojando los bosques y tirando las hojas al aire, eres el ciclón, la barriga pelada, el escándalo furioso, todo lo que yo no soy ni hay aquí poeta que lo sea, eres el fauno, el unicornio, el centauro, el volcán, eres el putas...” OBRAS PUBLICADAS:  Es autor de los siguientes libros de poemas:  Poemas (1981)  Retratos (1980-1989)
  • 6.  Amanecer en el valle del Sinú (1983-1989)  Del Amor (1982-1987)  Hijos del tiempo  Esplendor de la mariposa (1993).  Los poetas, amor mío... (2000) -Libro póstumo- DAVID SÁNCHEZ JULIAO David Sánchez Juliao, es colombiano nacido el 24 de noviembre de 1945 en Lorica, departamento de Córdoba, Colombia. Tiene formación en literatura, comunicaciones y sociología, con doctorados en la Universidad Simón Bolívar y la Universidad de Córdoba, y con estudios en CIDOC, Cuernavaca, México, en donde luego se desempeñó como profesor. Ha publicado novelas, cuentos, fábulas, historias para niños y testimonios escritos y grabados de viva voz con prestigiosas editoriales de Colombia y otros países. Ha sido varias veces premio nacional de cuento, lo mismo que de libro de cuentos y Premio Nacional de Novela Plaza y Janés con Pero sigo siendo el rey. De esta novela, como de otras de sus obras, se ha hecho una versión para televisión difundida ampliamente en muchas lenguas. Sus historias grabadas han merecido 5 galardones de Disco de Platino Sonolux y Disco de Oro M.T.M y las adaptaciones de sus obras para cine y televisión han merecido 17 Premios India Catalina en el Festival de Cine de Cartagena. Sánchez Juliao ha sido traducido a doce idiomas y ha residido, por razones académicas y diplomáticas, en cuatro continentes. Ha sido profesor invitado en universidades de Norte y Sur América, Europa, Asia, África y Oceanía, continentes en los cuales ha residido por años. Fue embajador de Colombia en la India y en Egipto entre 1991 y 1995, países en los que, mientras ejercía sus funciones de Jefe de Misión Diplomática, se desempeñó como profesor universitario ad honorem. Obtuvo el Premio
  • 7. Internacional Dulcinea 2000 otorgado por la Asociación Cervantina de Barcelona. La Fundación Libros y Letras le otorgó el Premio Nacional de Literatura 2003 por Vida y Obra. En la actualidad prepara un nuevo libro sobre viajes, un primer libro de poemas y una nueva novela. OBRAS PUBLICADAS:  Por qué me llevas al hospital en canoa, papá? (1973)  Historias de Racamandaca (1974)  El arca de Noé (1976)  Cachaco, palomo y gato (1977)  El Flecha  Pero sigo siendo el rey (1983)  Mi sangre aunque plebeya (1986)  Buenos días, América (1988)  El país más hermoso del mundo  Dulce Veneno Moreno  Fosforito  La cucarachita Martínez  El Flecha II  En Chimá nace un Santo GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus once hijos. Los abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil
  • 8. Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se la pasaba siempre contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar fin a su vida. Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela, sólo por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador. En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre, de donde salió para estudiar interno en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de diez años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste. Permaneció siempre con un enorme saco de lana, y nunca sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía pánico al frío. Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años más tarde sería temática de la novela escrita después de recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince
  • 9. periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura". En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946 terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones. ESTUDIANTE DE LEYES En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce casi todas) que más lo impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no estuvieran allí". El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un gato.
  • 10. En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente. García Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién fundado periódico El Universal. EL GRUPO DE BARRANQUILLA A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico. Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el encabezado de "La girafa" y firmada por "Septimus". En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres redactores; el inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a
  • 11. los cafés a beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían. Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de ficción de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él mismo reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina", que pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió y prefiere contar historias. En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos. También fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El Rascacielos, edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La hojarasca, y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves". Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz, Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron,
  • 12. entre otros, Julio Mario Santo domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B. Fernández y Gonzalo González. PERIODISMO Y LITERATURA A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra en curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los corpulentos árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre treinta y cuarenta metros. En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán. Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que ejerció en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el momento de la aparición de la modernidad en la historia intelectual del país, pues jugó un papel definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo de La hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba (1958). En realidad, el escritor siempre ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".
  • 13. En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso reportaje, por entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale di Cinema. RONDANDO POR EL MUNDO Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en precarias condiciones, pues si bien escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, vivía pobre a morir, esperando el giro mensual que El Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel, donde se relata la desesperanza de un viejo oficial de la guerra de los Mil Días aguardando la carta oficial que había de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho. Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la colombianísima Cromos. Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver América Latina desde otra perspectiva. Le señaló las diferencias entre los distintos países latinoamericanos, y tomó además mucho material para escribir cuentos acerca de
  • 14. los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a desconfiar de los intelectuales franceses, de sus abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio cuenta de que Europa era un continente viejo, en decadencia, mientras que América, y en especial Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo. A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó a Venezuela, donde pudo ser testigo de los últimos momentos de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en Barranquilla con Mercedes Barcha, unión de la que nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado en la Clínica Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo (1962). Al poco tiempo de su matrimonio, de regreso a Venezuela, tuvo que dejar su cargo en Momento y asumir un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de colaborar ocasionalmente en Élite. Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día después del sábado fue premiado. En 1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias cubana Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque, según las autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le dieron un visado, aunque condicionado. Recién llegado a México, donde García Márquez ha vivido muchos años de su vida, se dedicó a escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un cuento del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había obtenido el premio Esso de Novela Colombiana con La mala hora.
  • 15. LA CONSAGRACIÓN Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México al balneario de Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la repentina visión de la novela que durante 17 años venía rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa. En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo universo es el tiempo cíclico, en el que suceden historias fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que, a la vez que se narra la historia de las generaciones de los Buendía en el mundo mágico de Macondo, desde la fundación del pueblo hasta la completa extinción de la estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia colombiana desde después del Libertador hasta los años treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del Quijote". Con tan calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es la opus magnum de García Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como uno de los libros que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller mundial. Después del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante las tres décadas transcurridas, ha escrito cuatro novelas más, se han publicado tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes recopilaciones de su producción periodística y narrativa. Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó como escritor literario, y sólo después de casi 23 años reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En 1985 cambió la máquina de escribir por el computador. Su esposa Mercedes Barcha siempre ha colocado un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo,
  • 16. flores que García Márquez considera de buena suerte. Un vigilante autorretrato de Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de locos con cinco tiros del calibre 38, preside su estudio. Finalmente, dos de sus compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien años de soledad. PREMIO NOBEL DE LITERATURA En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México una noticia que hacía ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese entonces se hallaba exiliado en México, pues el 26 de marzo de 1981 había tenido que salir de Colombia, ya que el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido la revista Alternativa, de corte socialista. La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después, disputó el galardón con Graham Greene y Gunther Grass. Dos actos confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García Márquez: a la entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui de lino blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de las guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Con el discurso "La soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante cuatrocientos invitados y que fue traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y denunció la falta de atención de las superpotencias por el continente. Dio a
  • 17. entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las Américas, y se han quedado tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha asociado siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto de vista mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte. El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y de hondo contenido americanista, una hermosa manifestación de personalidad nacionalista, de fe en los destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso con Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo total, integral, afecta todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo tanto, los escritores de esta parte del mundo deben estar comprometidos con la realidad social total. Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por Belisario Betancur, programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Además, adelantó una emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada por el pintor Juan Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor". Desde que se conoció la noticia de la obtención del ambicionado premio, el asedio de periodistas y medios de comunicación fue permanente y los compromisos se multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaban doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba. Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990- 1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una
  • 18. estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero, quizás, una de sus más valientes actitudes ha sido el apoyo permanente a la revolución cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla y su rechazo al bloqueo norteamericano, que ha servido para que otros países apoyen de alguna manera a Cuba y que ha evitado mayores intervenciones de los estadounidenses. Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su vida. La publicación de esta obra supuso un acontecimiento editorial, con el lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en todos los países hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias de mis putas tristes. OBRAS PUBLICADAS:  Yo no vengo a decir un discurso 2010  Memoria de mis putas tristes 2004  Vivir para contarla 2002  Por la libre (1974-1995) 1999  Noticia de un secuestro 1996  Del amor y otros demonios 1994  Doce cuentos peregrinos 1994  Extraños peregrinos: doce cuentos 1992  El general en su laberinto 1989  Las aventuras de Miguel Littín clandestino en Chile 1986  El amor en los tiempos del cólera 1985  El asalto: el operativo con el que el FSLN se lanzó al mundo 1983  Erendira 1983  El olor de la guayaba 1982  El secuestro 1982  Viva Sandino 1982
  • 19.  Crónica de una muerte anunciada 1981 (2003)  El otoño del patriarca 1975  Chile, el golpe y los gringos 1974  Ojos de perro azul 1974  Cuando era feliz e indocumentado 1973  La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada 1972  Relato de un náufrago 1970  Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo 1968  Cien años de soledad 1967 (2007)  La mala hora 1962  Los funerales de la Mamá Grande 1962  El coronel no tiene quien le escriba 1961  Un día después del sábado 1955  La hojarasca 1954 http://www.davidsanchezjuliao.com/biografia.asp http://maicaoaldia.blogspot.com/2011/02/biografia-de-david-sanchez-juliao.html http://www.biografiasyvidas.com/reportaje/garcia_marquez/ http://es.wikipedia.org/wiki/Ra%C3%BAl_G%C3%B3mez_Jattin http://www.lecturalia.com/autor/5/gabriel-garcia-marquez