4. Misión evangelizadora de la Iglesia
Es llevar la buena nueva
Es camino para toda la vida
Elemento fundamental de la iniciación
cristiana
Es un medio de la evangelización
Conjunto de esfuerzos iniciados por la
Iglesia para ayudar a los seres humanos a
creer que Jesús es el Señor.
Educar en la fe
Comencemos recordando algunos aspectos de
la enseñanza anterior:
CATEQUESIS:
5. Catequista, tu Misión es
un Llamado, una Vocación
que surge de un encuentro
personal con Cristo.
No es un apostolado.
6. Las dimensiones de la
formación del catequista
son:
• SER (Testigo)
• SABER (Maestro)
• SABER HACER
(Educador)
7. ELEMENTOS CARACTERÍSTICOS DE UN
VERDADERO DISCÍPULO
Son cinco :
* Es llamado
* Da una respuesta de fe
* Es configurado por el Espíritu Santo
* Es enviado, es testigo
* Es animado por el Espíritu Santo
Entonces la tarea del Catequista es
Proyectar a Cristo
9. CONVERSIÓN
Es la decisión humana y espiritual que lleva a
cambiar de una vida de pecado a una vida de
santidad.
La conversión:
° Libra al hombre de su herencia pecaminosa y
lo lleva a la transformación de su vida
espiritual a la de Cristo.
° Rescata al hombre de su pecado práctico y lo
lleva a una santificación progresiva para recibir
todas las bendiciones que Dios le da en su
Santa Palabra.
10. ° Le provee de bienestar y salud, tanto física
como espiritual y lo ayuda a sanar su corazón
de heridas diversas producidas en su pasado.
° Llena su vacío interior con la presencia del
Espíritu Santo de Dios, el cuál le da
conocimiento de Dios, instrucción espiritual y
poder sobrenatural para vivir la vida en el
Espíritu, caminando con Dios y aprendiendo de
Él.
11. ° Le cambia el carácter humano deficiente y
conflictivo y lo lleva a adquirir el carácter de
Cristo el cual es misericordioso, amoroso y
compasivo hacia sus semejantes.
° Le suministra autoridad y protección ante
fuerzas del mal que tratan de destruir al
hombre, robando, matando y destruyendo a
lo largo de su vida.
12. • El catequista siempre debe estar en el
camino de la conversión personal; en
una conversión constante que lo ayude
a volver su vida hacia el Padre, hacia
los hermanos, hacia sí mismo.
• La conversión es un proceso de vida
que no se termina; cada día hay que
empezar de nuevo, porque seguir a
Jesús es vivir y poner en práctica
todos los días su Palabra.
13. El Catequista debe saber que:
° La conversión es un camino nunca concluido
(Mc.1,15)
° Diariamente se debe reconocer el pecado, sus
causas y pedir perdón (Lc.18,9-14; Jn.1,8-10)
° Debe redescubrir el Sacramento de la
Reconciliación (Lc.15,11-32; haciendo
hincapié en los verbos del v.20):
“le vio - se conmovió - se echó a su cuello - le
besó efusivamente”
14. San Francisco habla de la conversión o vida de
penitencia en el capítulo 23 de la Regla
Franciscana.
Esto es muy significativo, es un bellísimo canto
de acción de gracias a Dios Trino por la obra de
la Encarnación.
Con esto quiso San Francisco darnos a
entender, por lo menos, dos cosas:
+ La conversión no es fruto exclusivo de la
buena voluntad del individuo, sino sobre todo
de Dios. “NO es del que quiere ni del que
corre, sino de Dios, que tiene misericordia”
(Rom. 9m 16).
+ El comienzo de la vida de penitencia no se
encuentra en el hombre sino en Dios.
15. San Francisco quiere agradecer a Dios
la obra maravillosa de la Encarnación,
por medio de su vida de penitencia, por
medio de su conversión.
La conversión, entonces, no es otra
cosa que la aceptación y respuesta
agradecida del hombre al llamado de la
salvación.
Dejarse llevar totalmente por la obra
santificadora que Dios, por medio de
Cristo, realiza en su Iglesia.
16. • San Juan Bautista también lanza un llamado a
la conversión: “Convertíos, porque el reino de
Dios está cercano” (Mt 3, 2).
• La conversión es sólo el principio de la nueva
vida. Es la puerta de entrada al reino de Dios.
Muertos al pecado somos convertidos en
criaturas nuevas. El catequista debe de vivir
conforme a las bienaventuranzas que son la
máxima expresión del reino de Dios.
• Debemos de regular nuestra vida de acuerdo al
Evangelio; de acuerdo a las enseñanzas y a la
vida de Jesucristo Señor nuestro.
17. • La verdadera conversión produce una alegría
y un estado de ánimo difíciles de describir
con palabras.
• San Francisco, tratando de descubrir su
experiencia personal, nos dice que lo que
antes le parecía amargo se le convirtió en
dulzura del alma y del cuerpo. Con razón las
parábolas evangélicas comparan la alegría
de la conversión con la de un hallazgo, como
la de quien encuentra un tesoro escondido o
una perla preciosa.
21. Recordemos:
Entre todos los carismas, el de la santidad
es el más fecundo.
Al vigor del lenguaje, a la fuerza de los
argumentos, a la eficacia de las estructuras, la
sensibilidad del hombre contemporáneo puede
también oponer resistencia: pero se rinde
fácilmente ante los signos de santidad" (n. 14).
Coloquen en primer lugar la santidad, que debe por
ello convertirse en el objetivo más importante y
urgente en su formación.
La espiritualidad del catequista es una FORMA
particular de la espiritualidad cristiana.
22. Concretamos.
El servicio catequético, como otros servicios
eclesiales, nace de un don del Espíritu Santo y
depende constantemente de la acción del
Espíritu, con el que el catequista debe
colaborar: de esta convergencia de la iniciativa
del Espíritu y la respuesta del catequista nace y
se alimenta la "espiritualidad del catequista".
Quien hace catequesis vive el ser cristiano
como testigo, maestro y educador, y realiza eso
en el contexto de las relaciones esenciales que
tiene con los catequizandos, con la Iglesia en la
que trabaja, con la sociedad a la que pertenece.
En esto consiste fundamentalmente –insistimos
- su espiritualidad.
23. FISIONOMÍA ESPIRITUAL DEL
CATEQUISTA
Los aspectos esenciales que delinean
la "fisonomía espiritual" del catequista
son en esencia:
Actitudes y comportamientos ligados a
su misión, que nacen de ella y a ella
son orientados.
24. Por ello el catequista aparece como alguien
que:
* Es animado por un intenso espíritu de
oración, que lo lleva a un contacto íntimo,
personal y viviente con el Señor.
* Vence su debilidad e impotencia humana
en el encuentro con Dios; supera así la
situación paradójica en la que opera,
dada la enorme distancia entre un fin
altísimo al que tiende (la educación a la fe)
y su rol, débil e instrumental.
25. * Se pone en religiosa y fiel escucha de
la Palabra, conjugando la experiencia
interior del profeta y la del discípulo.
* Cumple el servicio a la Palabra en
comunión profunda con la Iglesia de la
que es fiel portavoz.
* Tiene una gran admiración por la
grandeza del mensaje cristiano y
transmite con celo ardiente y generoso,
con entusiasmo y valentía, con amor
hacia todos.
26. • Se deja guiar por el Espíritu Santo; reconoce
en el Espíritu al agente principal de la
evangelización (Evangellium Nuntiandi 75); es
dócil a su acción y le ruega incesantemente.
• Vive una intensa vida litúrgico-sacramental;
tiene un gran amor por la Eucaristía, y una
asidua familiaridad con la oración.
• Desarrolla una mirada espiritual sobre las
personas y las cosas, en referencia constante
a Dios y a su Reino.
27. • Tiene un gran amor por los niños o
muchachos; está atento a su realidad
existencial y sociocultural; con
humildad y confianza se siente
instrumento para guiarlos a la fe.
• En referencia a las actitudes de fondo
por las que cumple su servicio, el
catequista es:
humilde, prudente, desprendido de las
cosas y capaz de renuncia, da
testimonio con la santidad de la vida.
28. Un recuerdo final:
“La espiritualidad del catequista se debe
entender como una dimensión permanente,
que alcanza de modo unitario y coherente su
persona, preside y anima los diversos
momentos de su obrar.
Implica las opciones pedagógicas y
metodológicas, promoviendo una síntesis
entre su vida y la fe, su ser y su obrar, y así
hacer más transparente y creíble la propia
experiencia cristiana en la comunidad".
29. Aunque esta Misión requiere mucha
disposición y responsabilidad no
olvidemos la promesa dada por el mismo
Jesucristo:
"No temas, Yo estoy contigo"
(Jer.1,6-8; Ex.3,10-12; Lc.5,4-11)
Tengamos entonces una serena y firme
confianza y luchemos por alcanzar la
espiritualidad que lleve a la Santidad a
nosotros y todo aquel que interactué con
nosotros como catequistas.