El documento describe las tres principales tareas de los filólogos: 1) Custodiar y salvaguardar los textos contra su destrucción, incluyendo transmitirlos a la memoria, conservarlos en bibliotecas y redescubrir textos perdidos. 2) Cuidar el sentido de los textos a través de la interpretación, ya que el significado no es evidente y puede cambiar con el tiempo. 3) Integrar múltiples textos estableciendo principios de orden como catálogos y cronologías, lo que conduce al desarrollo de la histor
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FILOLOGÍA.
La filología tiene como objeto de estudio las “obras” o “textos”, tanto los textos
pragmáticos de consumo como los textos literarios de uso reiterado. La filología que concentra
sus esfuerzos en los textos literarios se llama “ciencia de la literatura”.
El cometido social de los filólogos se refiere de hecho a los textos literarios: los filólogos
son los vigilantes encargados de la tradición litúrgica y, después, literaria de la comunidad. El
cargo de vigilantes se echa de ver en tres planos concéntricos.
1) La tarea principal de los filólogos consiste en la custodia y salvaguardia de los textos
contra su destrucción material. Esta salvaguardia puede ejercerse de varias formas:
a) En una sociedad que carece de escritura, el filólogo ocupa el cargo de maestro, con
la misión de transmitir a la memoria de las nuevas generaciones los textos de la
sociedad. Incluso después de haber adoptado la escritura una sociedad, se mantiene
en pie este cometido del filólogo como una intensificación avivadora de la
tradición.
b) Una vez introducido el uso de la escritura, el filólogo conserva los textos en una
biblioteca pública. Y al propio tiempo cuida de que se multipliquen mediante
copias. De aquí nace la tarea de la crítica textual, cuya función primigenia consiste
en supervisar las copias realizadas en los talleres de la propia biblioteca. Pero el
filólogo puede ampliar esta vigilancia a las copias hechas en los talleres de otras
bibliotecas. Como quiera que, según el cálculo de probabilidades, la propagación
de un texto lleva a una variación cada vez mayor del tenor del texto propagado, la
crítica textual se esforzará en reconocer este fenómeno para de esa manera poder
proceder al restablecimiento del tenor original del texto en cuestión.
c) Como además pueden perderse también textos enteros, la misión salvaguardadora
de los filólogos puede extenderse al redescubrimiento de textos perdidos, pero
conservados en la memoria de las comunidades poco conocidas (por ejemplo, en
el caso del descubrimiento de romances españoles entre los judíos del norte de
África) o en bibliotecas y depósitos poco conocidos (por ej., cuevas en el Mar
Muerto, escombreras de Egipto).
2) La tarea nuclear del filólogo consiste en el cuidado del sentido que se le debe dar al
tenor del texto. Con ello se da por sentado el hecho de que el sentido de los textos no
resulta evidente con sólo el tenor del texto. Mientras que los textos utilitarios poseen
casi siempre un sentido extremadamente claro gracias a la situación precisa en que se
producen, los textos literarios guardan una implicación menos pronunciada con la
situación de cada caso. Reviste importancia especial el hecho de que el conjunto de la
situación puede modificarse por cambios culturales (industrialización) o lingüísticos
(por ejemplo, rareza o desuso de las palabras que antes fueron corrientes). Con la
situación así modificada se confronta el tenor del texto literario inalterado por el
cuidado y la vigilancia de los filólogos. En la situación así modificada, la comunidad
pudiera quizá comprender mal o no entender ya en absoluto ese texto. Los filólogos
tienen la misión de conservar también su antiguo sentido al texto por ellos conservado.
Por ello, han de servir de intermediarios entre el texto y la comunidad; deben ser
intérpretes del texto que la comunidad no entiende o ya entiende torcidamente. Esta
tarea de los filólogos se llama “interpretación”.
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3) Las dos tareas citadas de los filólogos se refieren no sólo a un texto único, sino a
múltiples textos. Esta multiplicidad trae consigo como tercera misión del filólogo la
integración de los textos en conexiones más amplias:
a) La misión fundamental del filólogo (núm. 1), consistente en la conservación de
textos, desemboca en la formación de una biblioteca (núm. 1 b), en la que se
custodian varios textos. Pero su custodia y conservación exigen un principio de
orden. Son posibles criterios ordenadores, por ejemplo, el título de cada una de las
obras, el autor, los géneros. Estos puntos de vista dan por resultado series de obras,
y tienen que ser completados por un principio ordenador; por ejemplo, alfabético
(catálogo alfabético de títulos y autores) o cronológico (según la época en la que
vivió el autor y fue compuesta la obra). La observancia del principio cronológico
lleva a la historia de la literatura la cual es a su vez una parte de la historia de la
cultura y de la historia en general.
b) La misión fundamental (núm. 1) y la tarea nuclear (núm. 2), realizadas en variedad
de obras, conducen a experiencias filológicas, cuya colección y explicación es
incumbencia de una fenomenología literaria que se llama “teoría general de la
literatura”.
Heinrich Lausberg. Lingüística románica. Madrid. Gredos. 1993. 1ª edición. 4ª
reimpresión. Págs. 42 a 44.