San Francisco de Asís expresa admiración por la humildad de Dios al esconderse bajo la forma de pan para traer salvación. El autor encuentra su cielo en la mirada y sonrisa de Jesús que le revelan su amor, en atraer gracias sobre los demás a través de la oración, y en la presencia de Jesús escondido en la hostia durante la Eucaristía.
Pensamientos y consejos de San Pío de Pietrelcina. Al final de la presentación, un audio con su voz dando la bendición. (No hice éste power point, simplemente comparto lo que recibí)
Pensamientos y consejos de San Pío de Pietrelcina. Al final de la presentación, un audio con su voz dando la bendición. (No hice éste power point, simplemente comparto lo que recibí)
Dios Espíritu Santo, Dulce Huésped del
alma, Consolador y Santificador nuestro,
inflama nuestro corazón, llena de luz
nuestra mente para que te tratemos cada
vez más y te conozcamos mejor. Derra-
ma sobre nosotros el fuego de tu amor
para que, transformados por tu fuerza, te
pongamos en la entraña de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo ha-
gamos bajo tu impulso. Señor y Dios nuestro, fuente de alegría y de es-
peranza, hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurrec-
ción y Ascensión hasta la venida del Espíritu Santo; haz que la contem-
plación de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar
testimonio de Jesucristo en medio del mundo. AMEN
La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana. En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación
La inerpretación del Evangelio de san Lucas.pdfadyesp
El piadoso Lucas era antioqueño por nacimiento y por oficio médico y en la sabiduría helénica fue un grande erudito, así como en la ordenanza judía iba sobrado. Luego cuando había resucitado Cristo de entre los muertos, él junto con Cleofás iba de camino a Emaús y se encontraron con Jesús. Mas tarde Lucas se convirtió en compañero de viaje y seguidor del maravilloso apóstol Pablo, y solo quince años después de la ascensión de Cristo, san Lucas escribió Su evangelio con todo detalle.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
La Resiliencia como capacidad otorgada por Dios, para levantarse cada día.DanielGrandasHerreo1
Tema importante para ayudar a quienes han perdido las ganas de vivir, creyendo que todo el mundo está en su contra. La lectura de la biblia nos ayuda a encontrar ese camino correcto, dado que no esconde las situaciones adversas por las que pasaron los personajes que hoy a través de la historia cristiana conocemos como héroes de la fe. Al leer este documento, no solo estarás sentado observando como otros se levantan, sino que además, podrás levantarte y avanzar hacia adelante.
A. ¿Qué es la soledad?
• En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que más se utiliza para “solitario” es shamem, que significa “desolado”.
• En el Nuevo Testamento la palabra griega eremos significa “lugares desiertos”.
• La soledad es el estado emocional de tristeza causado por sentirse solo, aislado o alejado de los demás.
• Una persona puede sentir la falta de cercanía con otros aún cuando estén en su presencia.
• David exclamó al Señor en tiempo de soledad:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”.
(Salmos 25:16)
B. ¿Qué significa estar solo?
• En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce solo es badad, que significa “estar con uno mismo”.
• En el Nuevo Testamento, la palabra griega monos denota “sin compañía, solo, solitario”.
• Estar solo es la condición de estar sin compañía, separado de otros.
• Con frecuencia, Jesús buscó estar a solas. Se apartaba de los demás para poder tener comunión con el Padre.
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
(Mateo 14:23)
C. ¿Cuál es la diferencia entre estar a solas y sentir soledad?
• La soledad se refiere al estado emocional (por sentirse rechazado y desolado).
• Estar a solas se refiere al estado físico (el estado de estar separado de los demás).
• La soledad generalmente es una experiencia negativa (que va acompañada de un sentimiento de desesperanza).
• Estar a solas puede ser una experiencia positiva (convirtiéndola en un momento de creatividad y comunión con el Señor).
D. Ejemplos bíblicos de soledad
DAVID EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR EL RECHAZO.
“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;
No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”.
(Salmos 142:4)
JOB EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR SUS AMIGOS DESLEALES.
“El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas”.
(Job 6:14–15)
ELÍAS EXPERIMENTÓ SOLEDAD PORQUE TEMIÓ LA IRA DE DIOS.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.
(1 Reyes 19:3–4)
E. Ejemplos bíblicos de estar solo
PABLO ESTUVO SOLO CUANDO SUS AMIGOS LO ABANDONARON.
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
(2 Timoteo 4:16–17)
JOB ESTUVO SOLO CUANDO
1. "Oh sublime humildad, oh humilde
sublimidad: que el Señor del mundo y el
universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla
hasta el punto de esconderse, para
nuestra salvación, bajo una pequeña
forma de pan!"
San Francisco de Asís
MI CIELO
1. Para poder soportar el destierro
de este valle de lágrimas,
de mi amado Salvador necesito la mirada.
Esa mirada divina, llena de amor, me revela
sus inefables encantos, anuncios de la dicha eterna.
Y mi Jesús me sonríe cuando por él suspiro,
y entonces ya no siento la prueba de la fe.
La mirada de mi Dios y su inefable sonrisa
¡son mi cielo para mí!
2. Mi cielo es atraer sobre las almas,
sobre mi Madre la Iglesia y mis hermanos,
las gracias de Jesús y sus divinas llamas
que abrasan y que alegran del hombre el corazón.
Todo puedo obtenerlo cuando, allá en lo secreto,
a mi divino Rey le hablo,
corazón a corazón.
Esta íntima oración cerquita del santuario
¡es mi cielo para mí!
3. Mi cielo está escondido en la pequeña hostia
en que Jesús, mi Esposo, se oculta por amor.
Y de este divino horno quiero sacar mi vida,
mi Salvador está en él y me escucha noche y día.
¡Oh dichosísimo instante, cuando en tu inmensa ternura
vienes a mí, Amado mío, para transformarme en ti!
Esta inefable embriaguez y esta unión de corazones
¡son mi cielo para mí!
4. Mi cielo es sentir en mí la semejanza de Dios,
que con un soplo potente a su imagen me creó.
Mi cielo es permanecer en su presencia divina,
y llamarla Padre mío, y ser y sentirme su hija.
En sus divinos brazos no temo la tormenta.
¡Es toda y mi sola ley el abandono completo
Dormitar sobre su pecho, muy cerquita de su cara
¡es mi cielo para mí!
5. Mi cielo yo lo he encontrado en la santa Trinidad,
que, prisionera de amor, habita en mi corazón.
Contemplando allí a mi Dios, yo le repito, sin miedo,
que quiero amarle y servirle hasta mi postrer aliento.
Es mi cielo sonreír a ese Dios al que adoro
cuando él se quiere esconder para probar mi fe.
Sonreír mientras espero a que él mi mire otra vez
¡es mi cielo para mí!
..
¿PUEDES VELAR UNA HORA CONMIGO?
CONMIGO?
Santa Teresita del Niño
Jesús, Teresa de Lisieux
Santa Teresita escribió
sobre su primera comunión:
“Qué dulce fue el primer
beso de Jesús a mi
alma...! Fue un beso de
amor. Me sentía amada y
decía a mi vez: «Te amo,
y me entrego a ti para
siempre»... Ni el precioso
vestido que María me
había comprado, ni todos
los regalos que había
recibido me llenaban el
corazón. Sólo Jesús podía
saciarme”
.“…Él se queda al partir el pan. Los discípulos dejan de
ver al Señor con el sentido de la vista, pero ya lo
vislumbran con los ojos de la fe. Los discípulos regresan
a la comunidad, este camino de regreso ya no es de
desaliento, sino de alegría y esperanza. El anuncio
pascual se hace vida. Jesús ha encontrado el modo de
permanecer para siempre en la comunidad que celebra
“pan partido para la vida de mundo”.
Cardenal Sturla, Delegado Papal
ante el V congreso Eucarístico de Bolivia. 21 de setiembre de 2015
Sugerencia para ayudarte a realizar tu Hora Santa
2. !” (Lc.24, 13-35)
El sol ya se escondía en el horizonte después de un día de mucho caminar desde
Jerusalén. Ya estábamos llegando cerca de Emaús, el pueblo adonde íbamos. Aquel
hombre que se había unido a nuestro caminar unos kilómetros atrás hizo ademán de
seguir adelante. Pero Cleofás y yo le ofrecimos que se quedara en el pueblo a pasar la
noche. Él no pareció muy convencido. Entonces fue cuando me di cuenta de que no
podíamos dejarlo ir. Lo miré a Cleofás y supe que a él le pasaba lo mismo, pero el
forastero ya se alejaba por el camino. Entonces, casi como si se escapara de mi boca, le
grité: “Quedate con nosotros” y para que no se notara mi desesperación, agregué
titubeando: “porque ya es tarde y el día se acaba”. Con el corazón detenido, esperaba su
respuesta. Él se dio vuelta y nos miró. Y qué alivio sentí cuando comenzó a acercarse; la
sonrisa se me escapaba de los labios.
El Hombre entró y se quedó con nosotros en la pequeña y oscura
casa que conseguimos para pasar la noche. No habíamos
comido mucho durante el día para poder caminar mejor y ya
teníamos hambre. Por eso decidimos compartir un pedazo de
pan que Cleofás traía en su alforja. Estando los tres sentados a
la mesa, tomó el pan que íbamos a comer y pronunció la
bendición; luego lo partió y nos lo dio. Entonces, como un
resplandor, vi todo claro: ¡el Maestro! Claro, si nuestro corazón
ardía en el camino de la misma manera que durante los viajes
que hacíamos por Galilea. Era Él, ¡era Jesús! Y lo reconocimos
justamente cuando se hizo Eucaristía.
El mismo Jesús que un día nos había llamado, Aquel por el que
habíamos decidido dejar todos nuestros sueños y proyectos
personales, Aquel ante el cual nos habíamos admirado por los
milagros que hacía y por la profundidad de sus enseñanzas, ese
mismo Jesús, estaba ahí, con nosotros; nos había venido a buscar, saliendo a nuestro
encuentro justamente cuando nos alejábamos de su Iglesia, decepcionados por la cruz.
Ese mismo Jesús está hoy ahí para cada uno de ustedes. No hay diferencias. Cuando
nosotros le pedimos que se quedara con nosotros, no sabíamos que se lo iba a tomar
tan en serio como para quedarse para siempre y todos los días. Pero, por ese misterio
que es la Eucaristía, ustedes tienen al mismo Jesús que cautivó mi corazón y el de los
apóstoles.
Por eso hoy los invito a que no se les pase de largo esta oportunidad única que tienen de
estar como grupo con el Señor; los invito a que frenen un ratito y se detengan a mirar su
Corazón. Jesús está haciendo maravillas, ¿se dan cuenta? Sus corazones están
ardiendo porque están con el Señor de la Vida, con el que creó esos corazones. Sus
corazones arden; sea que se den cuenta, como el Apóstol san Juan, o sea que no se
den cuenta, como Cleofás y yo. Sus corazones arden.
Y, ¿por qué arden? Arden ante tanto amor derramado por nuestro Dios que es Ternura;
arden al ver el cuidado de nuestro Buen Pastor que está realmente vivo en la Eucaristía.
Si nos cuesta ver que arden, los invito a que intenten abrir sus ojos ante tanto amor de
Dios. A que vayan recorriendo sus vidas, sus historias, y vayan escuchando lo que les
surja del corazón. Se van a ir dando cuenta de que sus corazones también arden.
Porque Jesús está enamorado de nosotros. No logramos darnos cuenta de cuánto nos
ama Dios, no nos alcanza la cabeza.
Y hay otra cosa que también les quiero compartir. Esa noche, cuando el Señor ya nos
había abierto los ojos y lo habíamos reconocido al partir el Pan, realmente creí en su
Resurrección. La verdad es que antes no podía creerlo. Ese viernes había pasado todo
tan rápido. El arresto del Maestro, la flagelación que vi con mis propios ojos, el camino al
Gólgota con la cruz. Ya ahí decidí alejarme. El final era evidente: la muerte. En ese
momento pensé que era mejor que fuera sólo la de Él y no también la nuestra. Y
después ese sábado y domingo interminables, tan vacíos. A pesar de lo que las mujeres
que estaban con nosotros habían dicho, yo no podía creerlo. Yo lo había visto morir.
Por eso me fui de Jerusalén y Cleofás se sumó a mi peregrinar. Por supuesto que
íbamos hablando de lo que había pasado, y lo hacíamos con una tristeza tan profunda,
con la decepción que inundaba nuestros corazones que vivían un enorme sinsentido.
Pero el consuelo llegó cuando Jesús se acercó y siguió caminando con nosotros.
Realmente nos calentó el corazón que ya teníamos
desentendidamente frío. Y se quedó con nosotros ese día.
Qué alegría y qué pleno se sentían nuestros corazones. Nos
mirábamos con Cleofás y no podíamos creerlo: ¡El Maestro
está Vivo! ¡Hay que decírselo a Pedro y a los demás! Pero
ya era de noche. Nos había llevado todo el día caminar
hasta aquí desde Jerusalén, y ahora teníamos que volver si
queríamos compartir esta maravillosa alegría.
Y, ¿por qué les cuento esto? Porque quizás a ustedes les
pase un poco lo mismo: ya tuvieron y tienen experiencia del
encuentro con el Señor resucitado. Ahora llega la parte de
salir a contárselo a otros; algunos por primera vez, otros
necesitando renovar el fervor. Lo cierto es que es ahí
justamente donde empiezan los “peros”: “pero ya es de
noche y es peligroso volver a Jerusalén”; “pero si yo ya
tengo esta alegría y estoy feliz así”; “pero”, “pero”… y más
“peros” que ustedes podrán ponerles nombre.
Hoy yo les quiero proponer que cambien el “pero” por el “porqué”. Salir a anunciar que
Jesús a los demás porque sin Él la vida es un desperdicio.
Salir a decirle a todos que Jesús está vivo porque es evidente que los apóstoles no
inventaron su resurrección; si la hubieran inventado, no hubieran dado su vida por eso y
nadie muere por un invento; no puede no ser verdad todo esto, porque uno puede
inventar algo para tener fama, poder, pero nadie da la vida por una fábula.
Salir porque Jesús nos dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan!
Yo los envío como a ovejas en medio de lobos” (Lc. 10,2). Porque Jesús “subió a un
monte y llamó a los que quiso, vinieron a Él y designó a doce para que le acompañaran y
para enviarlos a predicar” (Mc. 3,13). Porque “hemos recibido la sublime misión de
esparcir por todas partes la fragancia de Cristo” (cfr. 2Cor. 2,14).
Y sobre todo salgamos porque en nuestro corazón resuena como un eco la voz del
Maestro: “Yo sé bien a quienes he elegido”(Jn. 13,18).
Porque no es humildad creer que no somos dignos, sino reconocer que Cristo nos ha
elegido. Nos ha elegido para que seamos santos, no porque seamos mejores que los
demás, sino que nos ha elegido por su Misericordia, su Amor y su compasión por la
humanidad. Y es por esa Misericordia y Amor que el Señor quiere que lo hagamos
presente… tomado de http://vivirdelaeucaristia.blogspot.com.uy