Los seres vivos habitan en lugares que ofrecen las condiciones adecuadas para satisfacer sus necesidades, como alimento o refugio. Estos lugares forman parte del ambiente, el cual está compuesto por factores físico-químicos como el agua, el aire y la temperatura, y factores biológicos como los propios seres vivos y sus desechos. Todos estos componentes del ambiente interactúan y mantienen un delicado equilibrio que puede romperse si alguno de ellos cambia.