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IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
1
“Nuestra señora de París”
Víctor Hugo
(Adaptación de Mariana Silva Yrigoyen)
PERSONAJES:
 Señora uno
 Señora dos
 Señora tres
 Padre claudio
 Joven uno
 Joven dos
 Pueblo
 Sachette
 Esmeralda
 Febo
 Joven
 Quasimodo
 Flor de lis
 Señora
 Sacerdote
 Narrador
 Clopin
 Truhanes
 Tropas reales
BLOQUE UNO
Repique de CAMPANAS. Tumulto de GENTE caminando por las calles.
NARRADOR
Reconstruyamos en nuestras mentes el París del siglo XV. Subamos a la cumbre de una de las dos
torres de ese sublime y majestuoso monumento que es hasta hoy la Catedral de Nuestra Señora de
París.
Llegaremos jadeantes a estas alturas y observaremos el movimiento de gentes que van
mezclándose con un panorama de tejados, chimeneas, plazoletas y campanarios. El río Sena,
alegre y dorado, lo entrecruza todo, luciendo sus numerosos puentes y sus barcos. Apreciemos esta
ciudad homogénea, producto arquitectónico e histórico de la Edad Media… esta crónica escrita en
piedra: apasionada, primitiva, refinada y sangrienta.
Distintas CAMPANAS van repicando y aumentando en intensidad.
NARRADOR (continúa)
Escuchemos el concierto de campanarios, alados y ligeros, junto con el murmullo de medio millón de
habitantes. Es una hermosa mañana de domingo.
Si miramos directamente hacia abajo, veremos que un paquete ha sido abandonado en una grada
del atrio de Nuestra Señora. Si estuviéramos más cerca lo escucharíamos llorar. Pronto un grupo de
beatas se arremolina alrededor del insólito bulto.
SEÑORA UNO
¿Qué es eso? ¿Un niño?
SEÑORA DOS
Mira, tiene un solo ojo.
SEÑORA TRES
¡Y joroba!
SEÑORA UNO
¡Cállate ya, chillón!
SEÑORA TRES
¡Imagínate tener que amamantar a este engendro!
¡Preferiría dar de mamar a un vampiro!
SEÑORA TRES
Miren ese colmillo que le sale del hocico.
SEÑORA TRES
Es un demonio, sí.
NARRADOR
Se acerca al grupo un joven sacerdote que aparta silenciosamente a las curiosas y toma al extraño
recién nacido en sus brazos.
PADRE CLAUDIO
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2
Adopto a ese niño.
NARRADOR
Dice el sacerdote. Y arropando al jorobadito en su sotana entra al claustro. Él es uno de los
sacerdotes de esta catedral.
PASOS con eco.
NARRADOR (continúa)
Se llama el padre Claudio y aquella deforme criatura lo ha conmovido por su desamparo, su
deformidad, su abandono. Al día siguiente bautiza a este hijo adoptivo llamándolo Quasimodo, por
ser el día de este beato del santoral. Con el tiempo, la Iglesia de Nuestra Señora se va convirtiendo
en todo el universo de este jorobado, que no encuentra felicidad más grande que colgarse de las
cuerdas de las campanas y quedarse suspendido dentro de ellas, haciéndolas sonar infinitamente.
Este deleite lo va dejando sordo y, con esto, también mudo. O casi mudo.
(pausa)
Y así… pues pasan más o menos dieciséis años.
Repique de CAMPANAS. Tumulto de GENTE caminando por las calles.
NARRADOR
Y ahora estamos al mediodía del seis de enero de mil cuatrocientos ochenta y dos. Un bullicio
general reina en las calles de París. Es la celebración de la Fiesta de los Locos. Hace falta elegir un
Papa de los Locos y el populacho ha elegido al hombre con la mueca más espantosa. O más bien…
al hombre que es todo él una gran mueca. Un gigante roto y mal recompuesto. Quasimodo.
APLAUSOS A RABIAR.
JOVEN UNO
¡Es Quasimodo, el campanero!
JOVEN DOS
¡El jorobado de Nuestra Señora!
SEÑORA UNO
¡Es bien tuerto y patizambo!
PUEBLO
¡Viva! ¡Viva!
JOVEN UNO
(en broma)
¡Que no lo miren las mujeres preñadas! ¡O las que tengan ganas de estarlo!
NARRADOR (continúa)
Quasimodo está de pie, triste y serio, dejándose admirar y coronar con una tiara de cartón. Lo suben
sobre unas improvisadas andas y lo pasean por calles y plazas. Al anochecer la gran turba
desemboca en la plaza de Grève. Allí se arremolina un gran gentío alrededor de una fogata. Están
observando maravillados a una hermosa gitana que está bailando.
MELODÍA GITANA, con PANDERETA.
NARRADOR (continúa)
Quasimodo queda perplejo y fascinado ante este ángel que danza al ritmo de una pandereta. La
jovencita es vivaz y lleva unos vestidos de mil colores. Quasimodo tiene la boca abierta. Sobre los
desnudos hombros morenos de Esmeralda se posa su largo cabello negro. Sus ojos no dejan de
emanar fuego y Quasimodo siente que ella lo mira. Pero hay alguien especial entre el público. Es el
sombrío sacerdote Claudio, el padre adoptivo de Quasimodo. Él es ahora archidiácono de Nuestra
Señora de París, la Catedral. No le gusta el número pero observa a la joven con atención.
MÚSICA termina. APLAUSOS.
NARRADOR (continúa)
La hermosa gitana está agradeciendo los aplausos cuando de pronto…
SACHETTE
(Lejana, eco natural)
¡Que se largue ese saltamontes egipcio!
RISAS y ABUCHEOS del PUEBLO:
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3
SACHETTE (continúa)
¡Otra vez tú, hija de Egipto, ladrona de niños! ¡Maldita seas, gitana! ¡Maldita gitana!
JOVEN UNO
Ya cállate, loca.
JOVEN DOS
Deja que nos divierta la gitana.
SACHETTE
Hace quince años que estoy aquí, sufriendo y rezando, quince años que me golpeo la cabeza contra
esta pared. Y yo les digo que las gitanas me robaron a mi hija, ¿me escuchan?
JOVEN
La misma cantaleta desde hace quince años. ¡Deja que cante Esmeralda!
SACHETTE
Las gitanas me han comido a mi hija con sus dientes.
JOVEN
Pues esta no lo hizo, está muy delgada.
RISAS.
Segundo plano mientras NARRADOR.
SACHETTE
¿Tienen corazón? ¡Eso es lo que me robaron y mataron! ¡Dios lo sabe muy bien! ¡Mi pobre niña,
mientras estaba durmiendo me la robaron! ¡Devuélveme a mi pequeña Inés! Y si no saben dónde
puede estar, entonces mueran también. Yo era una puta y tenía una hija y las gitanas me la
robaron, así que tú tienes que morir también. Cuando tu madre gitana venga a reclamarte, yo le diré
¿eres tu su madre?, pues mira esa horca. Y devuélveme a mi hija.
NARRADOR
Los aullidos de esta mujer, que sigue gritando y desvariando, salen de una celda subterránea que
tiene una estrecha ventana a la calle con dos barrotes de hierro. Es la célebre Tour-Roland, donde
algunas mujeres afligidas se entierran en vida para hacer penitencia rogando, clamando por un
milagro. El pueblo le llama el Agujero de las Ratas a esta sombría y húmeda cavidad. Quien ahora
ocupa esta cueva es una mujer a quien llaman la Sachette. Hace quince años se hizo reclusa,
cuando los gitanos, según dice, le robaron a su pequeña bebé de apenas meses de vida. Este
espectro viviente pasa días enteroscon la vista fija en un pequeño zapatito, único recuerdo de su
hija. Ahora, frente a la gitana, hace explosión su rabia contra esa estirpe que le arrancó a su criatura
recién nacida.
SACHETTE
Lárgate ya, gitana del infierno. ¡Come niños! ¡Miserable! ¡Devuélveme a mi Inés, mi pequeñita!
¡Maldita seas, hija de Egipto! ¡Maldita seas!
NARRADOR
Los gritos de la Sachette, dispersan a algunos y permiten al archidiácono Claudio descubrir que
Quasimodo es el Papa de los Locos. Al verlo vestido de payaso, la cólera se le sube a la cabeza y lo
baja de las andas a empujones. La gitana aprovecha el momento para irse a casa, internándose por
mil recovecos. A mitad de camino percibe dos sombras que la siguen. Acelera el paso, pero al doblar
la esquina, de golpe es levantada de un tirón por los aires. Y luego se siente llevada en hombros por
un monstruo salido de las tinieblas. ¡Es Quasimodo!
PASOS apurados. RESPIRACIÓN agitada de QUASIMODO.
ESMERALDA
¡Socorro! ¡Ayúdenme! ¡Suélteme! ¡Socorro! Trote de CABALLOS. Relincho.
FEBO
¡Alto ahí, miserable! ¡Deja a esa dama!
NARRADOR
Un caballero que acaba de aparecer arranca a Esmeralda de los brazos del jorobado y la pone sobre
su silla de montar.
FEBO
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4
¡Qué esperan para apresar a ese infeliz! En segundo plano: Entre relinchos de caballos.
JOVEN
Es un monstruo, capitán.
FEBO
Déjense de miedos estúpidos y síganlo.
NARRADOR
El recién llegado es un apuesto capitán de arqueros.
FEBO
¿Se encuentra bien, señorita?
ESMERALDA
Sí. Gracias.
FEBO
Soy el capitán Febo de Châteaupers, preciosa.
ESMERALDA
Le debo la vida, capitán…
NARRADOR
Pero mientras el joven se atusa el bigote la gitana salta del caballo y desaparece como un
relámpago.
FEBO
¡Por el ombligo del Papa! ¡Se fue! ¡Vaya que era hermosa esa mozuela!
JOVEN
Yalo tenemos, Capitán.
JOVEN DOS
¿Qué hacemos con este jorobado?
FEBO
Llevarlo preso por desorden público. Vamos, en marcha. Aunque habría preferido quedarme con la
gitana, claro está.
NARRADOR
Y mientras Quasimodo es entregado a la Justicia, Esmeralda llega flotando de felicidad a su hogar,
la temible Corte de los Milagros. Ese barrio de ladrones, prostitutas y asesinos es la horrible verruga
de París. Allí, los mendigos de día se convierten en bandidos de noche, dejan de lado sus disfraces
de limosneros y el cojo corre, el ciego mira y al tullido le aparecen por milagro los miembros
faltantes. Aunque ningún hombre prudente visita esta zona, Esmeralda se siente segura entre esas
gentes que la quieren como a una hija. El rey del lugar, un vulgar mendigo para el resto de París, se
llama Clopin. Es como un padre para esta Esmeralda que ahora se sienta frente a su ventana y
acaricia a su adorada cabrita.
ESMERALDA
Ay, Djali, creo que el amor debe ser como que dos personas se vuelven una… un hombre y una
mujer que forman un ángel… como estar en el cielo.
NARRADOR
Al día siguiente el jorobado debe recibir azotes por su osadía de la noche anterior.
AZOTES. GEMIDOS de QUASIMODO. Abucheo impresionante, risas y aclamaciones del
PUEBLO. CADENAS de metal que se agitan.
En segundo plano:
PUEBLO
¡Cabalgador de escobas embrujadas! ¡Mira qué cara trágica nos pone! ¡Como para hacerte papa de
los locos! Esa es la mueca de la picota. ¡Tápenlo con su campana y a cien pies bajo tierra,
campanero! ¡Tu cara es mejor abortivo que cualquier pócima, campanero!
NARRADOR
Sobre las espaldas del jorobado empieza a surgir la sangre, mientras el campanero se retuerce de
dolor intentando en vano romper esas fuertes cadenas que lo sujetan al tormento.
PUEBLO
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5
¡Eh, tú! ¡Sordomudo! ¡Tuerto! ¡Jorobado! ¡Máscara del anticristo! ¡Y pensar que este diablo toca el
Ángelus!
NARRADOR
Quasimodo es, en efecto, sordomudo pero entiende muy bien el odio pintado en esos rostros.
Algunas pedradas empiezan a lloverle.
RUGIDOS de QUASIMODO.
NARRADOR
Y luego Quasimodo suelta un gran grito.
QUASIMODO
¡Aguaaa!
RISAS del PUEBLO.
NARRADOR
Ese grito desesperado es una nueva diversión para el populacho.
QUASIMODO
¡Aguaaa!
JOVEN UNO
¡Toma, maldito sordo!
NARRADOR
Grita un joveny le lanza una piedra.
QUASIMODO
¡Aguaaa!
PEDRADA.
NARRADOR
Por fin una muchacha, acompañada de una cabrita blanca de cuernos dorados, se abre paso entre
el gentío, sube las escaleras al cadalso y acerca muy despacio un cántaro de agua a los áridos
labios del infeliz jorobado. El único ojo de Quasimodo se llena de lágrimas. En cualquier lugar del
mundo ver a una bella muchacha, fresca, pura, encantadora, ayudando con tanta caridad a un ser
tan deforme y tan horrible, sería un espectáculo conmovedor. Pero aquí, es simplemente sublime. La
multitud está sobrecogida. Y por fin, guarda un respetuoso y emotivo silencio.
QUASIMODO bebe.
BLOQUE DOS
NARRADOR
Han transcurrido dos meses desde que Quasimodo fue azotado públicamente en la plaza de Grève.
Dos meses también desde que la gitana Esmeralda, en un gesto de compasión, le diera un poco de
agua para menguar su agonía. Desde entonces algo extraño sucede con el repicar de las campanas
de Nuestra Señora… suenan distraídas, mustias, tristes… tal vez enamoradas. Pero han comenzado
los primeros días de verano y esta es una mañana alegre. Frente a la Catedral, en el balcón de su
suntuoso palacio se encuentra la hermosa y distinguida señorita Flor de Lis. Está bordando junto a
su madre, mientras su novio, el apuesto capitán Febo, se arrepiente cada segundo de encontrarse
tan próximo al matrimonio con Flor de Lis.
MELODÍA GITANA al ritmo de PANDERETA.
FLOR DE LIS
Madre, ¿quién es ese hombre de negro allá arriba en la torre?
SEÑORA
Es el padre Claudio, el archidiácono, y el otro es el jorobado, su campanero.
FLOR DE LIS
Ese cura parece poseído, madre.
SEÑORA
Dicen que se dedica a la magia…
FLOR DE LIS
Lo digo por cómo observa a esa gitanilla bailando en la plaza.
SEÑORA
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6
Que tenga cuidado esa joven, al archidiácono no le gustan las gitanas.
FLOR DE LIS
Baila maravillosamente. Febo, ¿no es esa la gitana que salvaste hace dos meses, de manos de una
docena de ladrones?
FEBO
Podría serlo.
NARRADOR
En la mirada del capitán Febo arde el deseo por poseer a esa criatura exótica. Y sabe cómo hacerlo.
Sabe cómo cortejar a una mujer de una condición social inferior. Sabe cómo rendir las resistencias y
pudores de una gitana. Una semana después, el caballero Febo está saliendo de una taberna
acompañado de un amigo, bastante pasado de copas:
Ruidos de la TABERNA. Cristales rotos, ruido del entrechocar de los vasos, bullicio, juramentos,
discusiones... PUERTA que se abre. PASOS.
En segundo plano RISAS de HOMBRES y MUJERES libertinos. COPAS que se chocan.
Alguna CANCIÓN alegre.
JÓVENES
(simultáneo)
¡Tramposo! ¡Te voy a dejar la cara hecha un trébol! ¡Dame un jarro de vino! ¡Cristo que soy truhán!
¡Cantinera del demonio, dame de cenar! ¡Tabernera, más vino que puedo pagarlo! ¡Es hermosa, ven
siéntate en mis rodillas! Más vino, pero no que el que me raspa el gaznate, prefiero gárgaras de
vinagre.
FEBO
¡Rayos y truenos, van a dar las siete, la hora de mi cita!
JOVEN
(muy borracho)
Pues márchate querido Febo.
FEBO
Por las verrugas de mi abuela, amigo, necesito el dinero que me ofreciste.
JOVEN
¿Qué? ¿Qué dinero?
FEBO
El dinero para mi cita. Solo puedo llevar a esa gitana a la casa de la alcahueta del Puente, y esa
vieja no me fía la habitación.
JOVEN
Lo siento, amigo, nos bebimos todo el dinero.
FEBO
¿Ni un triste cuarto para… para el cuarto?
(ríe de su propio chiste)
JOVEN
Nada.
(entre risas)
Nada de nada, nada que no quiera seguir gastando en la taberna. Adiós, adiós y buena suerte,
capitán Febo.
FEBO
¡Ojalá te ahorquen con las tripas de tu abuela! ¡Y termines tan borracho que te recoja la carreta de la
basura!
RUIDOS nocturnos, VIENTO, PASOS.
NARRADOR
El capitán Febo atraviesa las oscuras calles de París, rumbo a su cita. Pero se le acerca una sombra
salida de la espesa neblina, un hombre de capa negra y con el rostro cubierto con una capucha. Al
capitán, hombre valiente, poco le habría importado vérselas con un ladrón, pero este espectro lo ha
petrificado.
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
7
FEBO
(asustado)
Si eres ladrón, pues no llevo encima ni una sola moneda. Además, aunque soy noble, mi familia está
totalmente arruinada. Será mejor que busques a otro.
PADRE CLAUDIO
(voz cambiada)
¡No señor, no pretendo robarle al capitán Febo!
FEBO
¡Cómo demonios conoce mi nombre!
PADRE CLAUDIO
No solo conozco su nombre. Sé también que tiene usted una cita esta noche. Dentro de un cuarto de
hora. En casa de la alcahueta del puente.
FEBO
San Miguel arcángel, cómo lo sabe.
PADRE CLAUDIO
¿Esa cita es con una mujer?
FEBO
Sí, pero ¿quién demonios es usted?
PADRE CLAUDIO
(irritado)
Primero, el nombre de esa mujer.
FEBO
Esmeralda.
PADRE CLAUDIO
Mientes. ¡Mientes!
FEBO
(temor)
¡Por Cristo y Satanás juntos! ¿Me has dicho mentiroso?
PADRE CLAUDIO
¡Mientes, desgraciado!
ESPADA desenvainándose.
FEBO
Muy bien. Pues desenvaine la espada.
PADRE CLAUDIO
Olvida que usted tiene una cita, capitán.
FEBO
Siempre es bueno hacerse esperar un poco por las mujeres.
PADRE CLAUDIO
Aquí tiene el dinero que le falta para la habitación.
MONEDAS cambian de mano.
FEBO
¡Por Dios, es usted un adivino y un buen hombre!
PADRE CLAUDIO
Pero ese dinero es suyo con una condición. Debe probarme que hoy se encontrará con Esmeralda.
FEBO
Cómo haré eso.
PADRE CLAUDIO
Ver para creer.
FEBO
Ah. Bien, bien. Me da igual. Lo dejaré esconderse en la habitación. Sígame usted.
PASOS.
FEBO
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
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A fe mía que es usted muy extraño, señor. No sé si es micer Diávolo en persona o algún enviado
suyo pero, por esta noche, seamos buenos amigos y mañana le pagaré las deudas: las de la bolsa y
las de la espada.
PUERTA que se abre con llave.
NARRADOR
El misterioso hombre de la capa se esconde en un rincón de la habitación alquilada por el capitán. A
los pocos minutos lo ve aparecer acompañado por la bella Esmeralda. Deben creerme si les digo
que todo él tiembla de rabia al ver a los amantes sentados muy juntos sobre un arcón de madera. La
joven Esmeralda no se atreve a mirar de frente al capitán. Y habla tan suave que al encapuchado se
le hace difícil escuchar lo que esos dos amantes se están diciendo.
ESMERALDA
(al oído)
Le ruego que no me desprecie, señor Febo, yo… está muy mal lo que estoy haciendo.
FEBO
¡Despreciarte, mi bella niña! ¿Por qué habría yo de despreciarte?
ESMERALDA
Por venir con usted hasta aquí.
FEBO
Más bien debería odiarte por haberme hecho rogarte tanto. Dime que no te soy indiferente.
ESMERALDA
No, eso... Yo… yo lo amo, señor.
NARRADOR
Es entonces que el entusiasmado Febo pasa su brazo por la cintura de la gitana.
ESMERALDA
Usted es bueno, generoso y bello, y me ha salvado a mí que no soy más que una pobre muchacha.
NARRADOR
Febo besa el hermoso cuello de Esmeralda.
ESMERALDA
¿Pero usted? ¿Usted me ama?
FEBO
¡Que si te amo, ángel de mi vida! Mi cuerpo, mi alma, mi sangre, todo es tuyo, todo es para ti. Te
quiero y nunca he querido a nadie más que a ti.
NARRADOR
El capitán ha repetido tantas veces esta frase en situaciones tan similares que el discurso aparece
en sus labios sin un solo error. Ante esta declaración apasionada, la inocente Esmeralda se llena de
felicidad.
ESMERALDA
Este es uno de los momentos en que uno debería morir…
FEBO
No, ángel mío, es justamente el momento de vivir.
NARRADOR
Febo ha encontrado la ocasión para robarle un beso en la boca, pero esto aumenta la tortura del
encapuchado, que acaba de sacar de entre sus ropas un puñal.
FEBO
Ya veras cómo te quiero, mi Esmeralda. ¡Serás la criatura más feliz del mundo!
NARRADOR
Y así, Febo le va soltando el cinturón a la joven.
FEBO
Encontraremos una casita en cualquier parte y haré desfilar a mis arqueros a tu puerta. Para que
sepas que te amo.
NARRADOR
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
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Las manos de Febo recorren los hombros morenos, la pequeña cintura, el delicado cuello de la
jovencita. La pasión se hace incontenible y con un gesto violento el capitán le arranca la blusa a la
muchacha. Esmeralda intenta cubrirse los senos. Pero el gesto del capitán ha puesto también al
descubierto un pequeño bolso de seda, adornado con lentejuelas verdes, que Esmeralda lleva
colgado al cuello.
FEBO
¿Qué es esto, preciosa?
ESMERALDA
Un… un amuleto. Que me permitirá… encontrar a mi madre. A mi… pobre madre. Si me conservo
digna de ella. Si me conservo. Ya no puedo hacer esto señor Febo, por favor… le ruego que me
devuelva mis ropas. Y me disculpe.
FEBO
¡Ah! ¡Ya veo que no me quieres!
ESMERALDA
¿Que no lo quiero?
FEBO
No. No me quieres. No me amas, Esmeralda. Eso está claro.
ESMERALDA
¿Que no lo amo? ¡Qué está diciendo, señor, me desgarra el corazón!
FEBO
Me hablas solamente de tu madre. Y me hablas de usted.
ESMERALDA
No, Febo de mi alma, yo sí te amo. Te amo. ¡Tómame! ¡Tómame toda! ¡Haz de mí lo que deseas,
pero no me desprecies! ¡Soy toda tuya! ¡Qué puede importarme este amuleto! ¡Qué me importa mi
madre! ¡Lo único que pido es que me ames!
NARRADOR
Ella ahora está colgada de Febo y él la abraza, la besa, la acaricia mientras la va desnudando. Está
a punto de hacerla suya cuando Esmeralda ve, detrás de su amado, la cabeza de otro hombre.
Tiene el rostro lívido, verdoso, convulsionado de rabia. Sin darle tiempo a soltar un grito, el miserable
eleva en su mano un puñal y lo introduce entero, de un solo golpe, en la espalda del capitán.
ESMERALDA
(grita)
¡AAHHH!
FEBO
(grito de sorpresa y dolor)
CUERPO que cae al suelo.
NARRADOR
Esmeralda se desvanece y cae junto al cuerpo ensangrentado de Febo. Entonces… ay, entonces el
encapuchado se acerca a la joven inconsciente y… y la besa con pasión.
VENTANA que se abre.
NARRADOR (continúa)
Luego el encapuchado se asoma a la ventana de la casa del puente y, sin pensarlo dos veces, se
lanza de cabeza al río Sena.
CHAPUZÓN en el agua. MÚSICA.
BLOQUE TRES
NARRADOR
La Corte de los Milagros se encuentra en una incertidumbre mortal. Comandados por el mendigo
Clopin han buscado a Esmeralda por todas las calles de París. No sabe esa tribu de ladrones que a
su adorada gitana la han declarado culpable del asesinato del capitán Febo. Y la acusan también de
brujería. En este preciso momento la joven está siendo llevada a rastras por un grupo de oficiales a
uno de los calabozos de la temida Santa Inquisición. La llevan para que confiese.
PASOS de varios hombres. CUERPO arrastrado por los suelos.
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
10
ESMERALDA
(desesperada)
¡Febo! ¡Febo! ¿Dónde estás? ¡Señores, por favor! ¡Díganme si vive!
SACERDOTE
Silencio, mujer. Eso ya no te importa.
ESMERALDA
¡Por caridad!
ARRASTRE se detiene.
SACERDOTE
Habla, arpía.
ESMERALDA
¡Solo dígame si vive! ¡Contésteme, por misericordia! ¡Díganme si mi Febo respira!
SACERDOTE
Muy bien, criatura. Digamos que se está muriendo. ¿Contenta?
ESMERALDA
¡Muerto! ¿Está muerto?
SACERDOTE
Y tú pagarás ese crimen, asesina.
ESMERALDA
Fue un hombre de negro, se lo juro, con una mirada siniestra y el rostro cubierto con una capucha.
SACERDOTE
El mismo diablo con el que has pactado.
ESMERALDA
No, no es cierto. Suéltenme, ¿adónde me llevan? Febo, quiero que me lleven ante él. ¡Ante él!
CERROJO y PUERTA que se abren.
NARRADOR
El cuerpo de la desdichada joven se estremece al entrar en la cámara de torturas. Hay instrumentos
regados por toda la habitación: tenazas, pinzas de hierro, un colchón de cuero del que cuelgan
correas y unas argollas. Un torno capaz de descuartizar al hombre más fuerte. Esmeralda va
perdiendo la fe en Dios mientras la invade el terror a verse atada al torno. Sus pequeños pies son
metidos en un espantoso revoltijo de sierras, ruedas y caballetes.
CADENAS, CANDADOS y otros instrumentos de hierro y madera que se cierran.
SACERDOTE
Confiesa, bruja endemoniada, que tienes tratos infames con el diablo, bajo la forma de una cabra.
Confiesa que fuecon la ayuda del demonio, en forma de un fantasma encapuchado, que has
apuñalado y asesinado al capitán llamado Febo de Châteaupers.
RUIDO de instrumentos de tortura junto con ALARIDO MUY LARGO de ESMERALDA.
Luego SILENCIO.
NARRADOR
Esmeralda, sometida al tormento, confiesa todo lo que le piden confesar.
PUERTA que se abre. CUERPO arrojado. CANDADOS que se cierran. LLANTO de
ESMERALDA.
NARRADOR
Y queda encerrada en las mazmorras a la espera de su condena. Fría como la noche, como la
muerte, sin ningún rayo de luz en sus ojos, partida en dos, cargada de cadenas, acurrucada junto a
un montoncito de paja, en esa celda la gitana ya no es capaz de distinguir entre la vigilia y el sueño,
entre el sueño y la realidad. Hasta que un día, o quizás una noche –pues día y noche tienen el
mismo color en este sepulcro– las cerraduras de su jaula se abren.
CERRADURA se ha abierto chirriando. PASOS.
ESMERALDA
(asustada)
¿Quién está ahí?
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
11
PADRE CLAUDIO
¿Estás preparada para morir, gitana?
ESMERALDA
¿Será pronto?
PADRE CLAUDIO
Mañana.
ESMERALDA
¿Que más les da hacerlo hoy mismo?
PADRE CLAUDIO
¿Tan desgraciada eres?
ESMERALDA
Tengo mucho frío. ¿Por qué solo me dan oscuridad?
PADRE CLAUDIO
Yo te puedo ayudar a huir, pequeña.
ESMERALDA
¿Quién es usted?
NARRADOR
El hombre alza su capucha. Es el archidiácono, el padre Claudio. Y la muchacha reconoce en esa
mirada siniestra al culpable de la aleve cuchillada y de su desgracia.
ESMERALDA
¡Usted, usted mató a mi Febo! ¡Miserable! ¿Quién es? ¿Qué le he hecho? ¿Por qué me odia tanto?
¿Por qué ha desgraciado mi vida? ¿Qué tiene contra mí?
PADRE CLAUDIO
Nada, Esmeralda. No tengo nada. Solo te amo.
(pausa)
¿Me oyes? Te he dicho que te amo.
ESMERALDA
¡Qué triste amor, que no puede salvarme!
PADRE CLAUDIO
Es el amor de otro condenado, Esmeralda. Escúchame, muchacha: antes de conocerte yo era feliz...
pero un día te vi por mi ventana. Bailabas en la plaza, tan hermosa que el mismo Dios te habría
preferido a la mismísima Virgen. Tienes una belleza sobrenatural. Sé que eres una trampa del
demonio y que has llegado para perderme. Pero igual…
ESMERALDA
No se me acerque, no me toque. ¡Por qué ha matado a mi Febo!
PADRE CLAUDIO
¡No vuelvas a pronunciar ese nombre! ¡Él nos ha perdido! ¡Ten piedad de mí, muchacha! Te crees
desdichada, pero no sabes lo que es la desgracia. ¡Amar a una mujer! ¡Ser sacerdote! ¡Archidiácono
de esta catedral! ¡Ser odiado por ti y amarte con todas mis fuerzas, con todas las fuerzas de mi
alma; poner en riesgo mi reputación y mi salvación! Lamentar todos los días no haber sido rey,
emperador, arcángel o Dios mismo para poder someterme a tus pies como el menor de tus esclavos.
¡Compadécete de mí, gitana! Te lo ruego, ¡si tienes corazón no me rechaces! ¡Es que te amo! Y te
puedo salvar, yo te puedo ayudar a huir, podemos ser felices juntos.
ESMERALDA
¿Dónde está Febo?
PADRE CLAUDIO
(encolerizado)
¿Otra vez él? Está muerto, muchacha. ¡Muerto y enterrado!
ESMERALDA
¿Muerto? ¿Está muerto, dices? Entonces, ¿por qué me hablas de vivir? ¡Vete, monstruo! ¡Vete,
asesino!
¡Déjame morir! ¿Ser tuya? ¡Jamás! ¡Nada, ni siquiera el infierno sería capaz de unirnos!
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
12
PASOS. PUERTA que se cierra, distintas CADENAS y CANDADOS. Luego, CARRETA tirada por
caballos.
NARRADOR
Ha llegado el día de Esmeralda. Una carreta la está llevando al atrio de Nuestra Señora donde se
encomendará a Dios por sus pecados. Luego, la llevarán a la plaza Grève donde la espera la horca.
Ahí va la gitanilla, pálida, mustia, atada de manos, temblando de miedo, con la cabrita a sus pies,
con el cabello revuelto, un simple sayal, y con el amuleto de siempre al cuello.
En segundo plano:
PUEBLO
¡Vamos, suéltenla! ¡Es una niña! ¡Piedad! ¡Deténganse!
¡Una pobre muchacha! ¡Piedad! ¡Solo se gana la vida bailando!
¡No es bruja, es bailarina! ¡Piedad! ¡Liberen a la niña!
¡Liberen a la gitana! ¡Liberen a nuestra Esmeralda!
NARRADOR (continúa)
Y la gente del camino al verla tan frágil, tan niña, tan bella, no puede evitar conmoverse. La
condenada levanta sus ojos, rojos y secos, suplicantes, hacia el cielo, y descubre, frente a la
Catedral, en un balcón, junto a la arrogante Flor de Lis, a su amigo, a su amor, a su adorado Febo.
ESMERALDA
¡Está vivo! ¡El juez ha mentido! ¡La Santa Inquisición ha mentido! ¡Ese cuervo disfrazado de cura ha
mentido!
(trata de gritar)
¡Febo! ¡Febo!
NARRADOR
La gitanilla trata de extender sus brazos hacia él, pero están atados.
ESMERALDA
¡Febo! ¡Soy yo, Esmeralda!
NARRADOR
Y apenas el capitán cruza miradas con la joven, pues frunce el ceño, toma por la cintura a Flor de Lis
y ambos desaparecen tras los cristales del balcón.
Clamor del PUEBLO. Repique de CAMPANAS.
ESMERALDA
¡Febo! No, Febo, no te vayas, no me desprecies, no me digas que tú también les has creído. ¡Soy
inocente, soy inocente! ¡Suéltenme!
NARRADOR
Pero la carreta sigue su camino y los verdugos se mantienen inconmovibles al clamor del pueblo que
sigue gritando ahora su liberación. Y en ese momento, desde lo alto de las torres de la Catedral,
atornillado a gruesas cuerdas atadas a las columnas, se descuelga Quasimodo, el jorobado.
El PUEBLO da gritos de sorpresa. Luego APLAUSOS.
En segundo plano:
PUEBLO
Es él, es el campanero. ¡Que Dios lo guarde! ¡Libérala! ¡Va a salvarla! ¡Sálvala!
NARRADOR (continúa)
De un solo impulso llega hasta la plaza, derriba con sus enormes puños a los verdugos, toma a la
gitana de una mano y, suspendidos ambos por los aires, suben balanceándose hasta llegar a lo alto
de la iglesia mientras el campanero jorobado grita:
QUASIMODO
¡Asilo! ¡Asilo!
NARRADOR
Desde la Edad Media existe el derecho de asilo, hay lugares donde la justicia humana ya no tiene
poder. Las iglesias gozan de este privilegio. Por esto, en el recinto de Nuestra Señora nuestra
Esmeralda es una persona sagrada. Pero solo allí.
(pausa)
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
13
Quasimodo lleva en brazos a la gitana en una desenfrenada y triunfal carrera por torres y galerías.
La deposita con cuidado en una pequeña celda donde le muestra un cesto de comida y un colchón.
QUASIMODO
Comm-me. Duermm-me.
NARRADOR
Son su propia comida y su propio colchón lo que el campanero le ofrece a Esmeralda. Entonces ve
que los labios de la muchacha se mueven.
ESMERALDA
¿Por qué me has salvado?
NARRADOR
Quasimodo no entiende… pero sí entiende.
QUASIMODO
(interno)
¡Ah! ¡Soy sordo! No me falta más que eso, ¿verdad? Pues, sí; soy sordo; así estoy hecho. Es
horrible, ¿verdad? ¡Pero tú eres hermosa! Nunca me he sentido tan feo como ahora, cuando por fin
estoy junto a ti. Seguramente te asusto, te parezco un monstruo, ¿no? Pero tú, tú eres como un rayo
de sol, como una gota de rocío. Y yo te cuidaré. Si necesitas algo, debes hacerme señas, y yo te
entenderé. Siempre.
MÚSICA.
NARRADOR
Y así comienzan a pasar los días, y Esmeralda va perdiendo el miedo al horrible jorobado mientras
este la cuida como la joya más preciada. No hay día en que la niña despierte sin encontrar un
jarroncito de flores frescas junto a un plato de comida caliente. Y no hay noche en que la muchacha
no se acueste sin tener al vigilante Quasimodo montando guardia a la puerta de su celda. Sin
embargo, el campanero sabe del sufrimiento de la gitana. La ve pasar jornadas enteras con la cara
pegada a los cristales de la ventana de su celda.
ESMERALDA
(interno)
¡Febo! ¡Ven! ¡Una palabra! ¡En nombre del cielo! ¡Febo!
NARRADOR
Quasimodo deduce que el objeto de aquella súplica es un joven, un capitán, un apuesto caballero de
uniforme.
QUASIMODO
(interno; amargo)
¡Solo hay que ser hermoso por fuera para ser amado!
NARRADOR
Y a pesar de tener el corazón partido por la pena, Quasimodo decide buscar al capitán para poder
hacer feliz a la muchacha.
RELINCHO de caballo.
QUASIMODO
Ejcúeme, señr cpitán. Sigme catdrl, gitna te quer.
FEBO
¡Lárgate, lárgate, animal! Y dile a esa gitana que se vaya al diablo, que ya no me interesa, que voy
acasarme.
NARRADOR
Quasimodo no escucha ni entiende sus palabras, pero comprende su amargo significado. Más aun
cuandoel capitán arremete contra él con su caballo y luego se aleja, indiferente.
CABALLO al trote.
QUASIMODO
(interno)
¡No entiendo, no entiendo, yo daría todo porque alguien me ame!
NARRADOR
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
14
Durante estos días el archidiácono se ha recluido en su habitación y arde de deseos de tomar
posesión de la gitana que le ha desgraciado la vida. Pero el jorobado no deja a la muchacha ni a sol
ni a sombra y el cura teme su fortaleza y su furia. Pero no se resigna a vivir espiándola, no soporta
ver a su amada Esmeralda al lado del jorobado, no tolera la sumisión y la obediencia de su
campanero, la ternura con que el miserable sordo la contempla. Está claro que Claudio está celoso
de Quasimodo. Y amargo y meditativo camina de un lado al otro por los techos de la catedral de
Nuestra Señora de París repitiendo fatales palabras:
PADRE CLAUDIO
¡Si no es mía… si no llega a ser mía… pues no será de nadie!
BLOQUE CUATRO
NARRADOR
El archidiácono Claudio no soporta verse despreciado por la gitana. Ha jurado venganza y elabora
un siniestro plan: correr la voz entre los bandidos de la Corte de los Milagros de que la gitana será
apresada y colgada en la plaza de Grève. Los truhanes tomarán por asalto la Catedral, y
secuestrarán a su adorada niña. Él podrá luego recuperarla. Por eso, esta noche podemos ver en
una taberna a la temible Corte de los Milagros, reunida alrededor de su rey, Clopin Truifú. Él está
repartiendo las armas.
REPIQUE de CAMPANAS.
CLOPIN
(clandestino y perentorio)
¡Ya es medianoche! ¡Tomen las armas! ¡Cruzaremos en silencio! ¡No encender antorchas hasta
llegar a la catedral! ¡Vamos, en marcha!
NARRADOR
Y con estas palabras todos los truhanes, hombres, mujeres y niños, salen a la calle armados con
hachas, espadas, cuchillos, puntas de lanza y hasta cacerolas.
Rumor de cientos de HOMBRES en marcha.
En segundo plano:
TRUHANES
¡Todos a nuestra señora! ¡A saquear la catedral! ¡Abajo el obispo, lo colgaremos! ¡Entréganos a
nuestra hermana! ¡Esmeralda, o acabaremos con la iglesia! ¡Al saco! ¡Al saco! ¡Nos llevaremos todo
el oro y la plata!
NARRADOR
Al otro lado de la ciudad, en Nuestra Señora, Quasimodo no duerme. Desde hace días lleva en el
pecho un mal presentimiento y monta guardia con el corazón lleno de desconfianza. De pronto ve,
con el único ojo que le dio la naturaleza, un gentío que avanza hacia la catedral. ¿Van a atacar a su
amada? ¡Debe despertar a su Esmeralda, quizás ayudarla a huir! ¿Pero por dónde? Los truhanes ya
han llegado a la plaza de Nuestra Señora y están encendiendo antorchas. Clopin avanza y levanta la
voz:
CLOPIN
(todo en voz alta)
Archidiácono: Nuestra hermana, injustamente condenada, se ha asilado en tu iglesia. Tú le debes
protección. Pero la justicia quiere prenderla y tú has consentido en eso, piensan colgarla en la Grève
mañana mismo. ¡Pero Dios y nosotros estamos aquí! Y si tu iglesia es sagrada, también lo es
nuestra hermana. Y si nuestra hermana no es sagrada, tampoco lo es tu iglesia. Entréganos a
Esmeralda o asaltaremos tu iglesia. ¿Me has escuchado?
EXCLAMACIONES enardecidas de los TRUHANES.
NARRADOR
Quasimodo es sordo, no puede oír las palabras de Clopin y piensa que su amada estáen peligro.
CLOPIN
¿No hay respuesta? Muy bien. ¡Muy bien! ¡Adelante hermanos! ¡Al trabajo cerrajeros!
NARRADOR
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
15
Treinta hombres fornidos llegan a la gran puerta de la catedral. Con martillos, palancas y tenazas
intentan forzarla y entrar.
Intensos GOLPES de MARTILLO sobre la puerta. MADERA que cruje.
En segundo plano:
TRUHANES
¡Demonios! ¡Está dura esta puerta! ¡Fuerza, por nuestra hermana! ¡Por Esmeralda! ¡Ánimo,
camaradas!
CLOPIN
Vamos, hermanos, todos juntos… ¡Qué demonios es eso!
Gran estrépito al estrellarse contra el suelo UNA GRAN VIGA. GRITOS de hombres.
En segundo plano:
TRUHANES
¡Por Satanás! ¡Esto sí que es magia! ¡Mi pierna, mi pierna!
¡Qué demonios es esto! ¡Ayuda, ayuda!
CLOPIN (continúa)
¡Maldita sea! ¿Los curas se defienden?
JOVEN
No se ve nada allá arriba, Clopin.
CLOPIN
¡Por todos los demonios! ¡Adelante, hermanos! ¡Es solo una vida, no nos asusta una viga! ¡Al asalto!
¡Al asalto y al saco!
PIEDRAS caen. GRITOS de dolor durante lo siguiente.
En segundo plano:
TRUHANES
¡Me quemo! ¡Me quemo! ¡Ayuda! ¡Corran ahí viene otra! Mi pierna! ¡Hermano, levántate, levántate!
¡Ayuda! Es imposible entrar. ¡La iglesia está encantada! ¡Huyan! ¡Huyan! Es una vieja iglesia
encantada! ¡Fuego, fuego! ¡Ayuda! ¡me quemo, me quemo! Mis manos, mi cara! ¡Dios, Dios! ¡Por los
bigotes del papa! ¡Las gárgolas escupen fuego!
NARRADOR
Cae una lluvia de piedras sobre los asaltantes. El atrio se va llenando de heridos que yacen sobre un
mar de sangre. Los vándalos están asustados pero Clopin alienta a su tropa:
CLOPIN
¡Es el campanero Quasimodo, él nos ataca! ¡Vamos! Todo el oro de allá adentro será nuestro, ¡es un
solo hombre contra todos nosotros!
NARRADOR
Con esto, la furia se apodera de esa muchedumbre. Los hombres, ahora llenos de rabia, traen
escaleras, multiplican las antorchas y, al cabo de pocos minutos, Quasimodo está acorralado por
una turba a punto de alcanzar lo más alto de las torres. El jorobado piensa que quieren matar a su
Esmeralda y por eso pide al cielo un milagro mientras se retuerce de ansiedad, desesperado.
GALOPE de caballos. RELINCHOS. TROMPETA real. DISPAROS de ARCABUZ.
En segundo plano:
TROPAS REALES
¡Por Francia, por Francia! ¡Ensartad a los villanos! ¡Adelante! ¡A ellos! ¡A ellos! ¡Atrapen a la bruja!
¡Muerte a la gitana!
NARRADOR (continúa)
Y el milagro se hace presente. Las tropas reales al mando de capitán Febo han llegado para hacer
cumplir las órdenes del rey: proteger a su Catedral, exterminar a los alzados y colgar a la bruja. Los
truhanes tratan de huir, pero los soldados los van ensartando uno a uno con sus lanzas y espadas.
Clopin acaba de morir alcanzado por un tiro de arcabuz. En poco tiempo, es de los soldados la
victoria. En lo alto de la torre, Quasimodo cae de rodillas y agradece al cielo. Luego echa a correr a
la celda de su adorada gitana pero… Pero encuentra su dormitorio vacío.
QUASIMODO
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
16
(interno)
¿Dónde está? ¿Quién se la ha llevado?
(grito en media lengua)
¡Esmrlda! ¡Esmrlda!
NARRADOR
Quasimodo recorre toda la iglesia llamando a Esmeralda como mejor puede. Está loco,
desesperado, y les abre las puertas a los soldados para que lo ayuden a buscarla. Estos
comprueban que la gitana ya no está y salen a las calles.
En segundo plano:
TROPAS REALES
¡La gitana! ¿Han visto a una gitana? ¡Por aquí! ¿Dónde está? ¡Sigan de frente! ¡En marcha!
NARRADOR (continúa)
El jorobado… ¡ah, el jorobado!... cae abatido, el alma hecha pedazos: por fin comprende que solo un
hombre puede haberse llevado a su niña, solo su protector, su amo, solo el archidiácono de la
Catedral, el padre Claudio.
A lo lejos, CABALLO al galope.
ESMERALDA
Suéltame, demonio. ¿Adónde me llevas? ¡Déjame!
PADRE CLAUDIO
Escúchame, escucha, esta es la plaza de Grève, ¿la conoces? Las tropas reales quieren colgarte de
esa horca. ¿Entiendes? Yo acabo de arrancarte de sus manos. Pero nos persiguen, ¿los oyes? ¿Te
das cuenta de que te están buscando, de que no miento? Mírame, Esmeralda, todavía puedo
salvarte. De ti depende. Escoge entre ser mía o morir en la horca. Vamos, tú sabes que te amo.
¡Vamos, dime una palabra! ¡Solo una palabra! ¡Una!
ESMERALDA
¡Asesino!
PADRE CLAUDIO
¡Ah! ¡Muy bien! Muy bien. Prefieres morir.
¡Pues muere!
FORCEJEO ENTRE ESMERALDA Y EL PADRE CLAUDIO.
NARRADOR
El sacerdote arrastra a Esmeralda por los suelos hasta el agujero de las ratas, esa celda
subterránea que ocupa la Sachette.
Golpes en los BARROTES.
PADRE CLAUDIO
¡Sachette! ¡Sachette!
SACHETTE
¿Quién llama?
PADRE CLAUDIO
Mira lo que te traigo, Sachette. Aquí tienes a tu gitana. Pásameun pedazo de tu cadena.
ESMERALDA
Déjame, no me sujetes, ¡suéltame!
PADRE CLAUDIO
Sí, Sachette, toma y sujétala bien mientras llamo a la guardia. Hoy tendrás el placer de ver colgado a
este demonio.
PASOS que se alejan.
SACHETTE
(placer)
¡Ah! ¡Tevan a ahorcar!
ESMERALDA
Suélteme, por favor suélteme.
SACHETTE
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
17
¡Gitana miserable!
ESMERALDA
Por favor, mujer, yo no te he hecho nada.
SACHETTE
¿Nada? ¿Nada? Ustedes los gitanos me robaron a mi hija, ustedes se la comieron. Tendría ahora tu
edad. Hace quince años que estoy aquí, quince años sufriendo y rezando para nada, quince años
que me golpeo la cabeza contra la pared. Cómo te mordería si te tuviera cerca, si no hubiera esos
barrotes.
ESMERALDA
¡Señora, tenga piedad! Ya vienen por mí. ¡Sálveme! ¡No permita que me cuelguen!
SACHETTE
Devuélveme a mi hija, entonces. Mira, mira, este es su zapatito, todo lo que me queda de ella.
¿Sabes dónde puede estar el otro? Si lo sabes dímelo, que aunque estuviera al otro lado del mundo,
yo iría a buscarlo andando de rodillas.
NARRADOR
Esmeralda ve el zapatito bordado. Y con la mano que le queda libre va sacando de ese bolsito de
lentejuelas verdes que lleva colgado al cuello… un zapatito idéntico al que sostiene la Sachette.
ESMERALDA
Me lo dieron… las gitanas me lo dieron con este papelito. Mire… mire lo que dice:
(lee)
“Cuando encuentres el otro par, tu madre te tenderá sus brazos”.
SACHETTE
Dios mío. ¡Díos mío! ¡Eres mi hija! ¡Hija! ¡Díos mío! Tenerte… frente a mí y… no poder abrazarte.
Forcejeo de REJAS. Luego, golpes contra el METAL.
NARRADOR
La Sachette golpea con el ladrillo que le sirve de almohada y acaba rompiendo los dos barrotes. Los
arranca con sus propias manos. Esmeralda se introduce en la celda y luego… después de quince
años… madre e hija se abrazan por fin.
Galope de CABALLOS que se acercan rápidamente.
SACHETTE
¡Tengo otra vez a mi hija! ¡Está aquí! ¡Dios me la ha devuelto! ¡Dios mío, qué hermosa eres! ¡Hija,
perdóname! He debido parecerte muy mala, ¿verdad? ¡Ay Dios, cuánto te quiero! ¡Qué felices
vamos a ser!
ESMERALDA
¡Madre, madre, sálvame! ¡Llegan los soldados! ¡Me van a matar, estoy condenada a muerte!
SACHETTE
Ven, entra, escóndete aquí. No podrán verte. Les diré que te has escapado, que te solté yo misma.
RELINCHO de CABALLO que se detiene en seco.
JOVEN
¡Eh, vieja Sachette! Buscamos a la bruja gitana para colgarla. Nos dijeron que tú la tienes.
SACHETTE
Me mordió, tuve que soltarla, déjenme tranquila.
JOVEN
Estás mintiendo, vieja.
SACHETTE
¿Y qué ganaría con eso?
JOVEN
¿Por qué están destrozados tus barrotes?
SACHETTE
Una carreta los ha golpeado.
JOVEN SOLDADO
¡Mientes! Estos barrotes están doblados hacia afuera.
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
18
SACHETTE
Se lo juro, señor, ¡una carreta los rompió!
JOVEN SOLDADO
Capitán Febo, conviene buscar alotro lado del río.
NARRADOR
Esmeralda sale de golpe de su escondite y grita:
ESMERALDA
¡Febo! ¡Febo! ¿Dónde estás? Soy yo, tu Esmeralda.
JOVEN SOLDADO
¿Quién grita?
SACHETTE
(muy alarmada)
No, no, váyanse, aquí no hay nadie.
JOVEN SOLDADO
Muévete, vieja.
SACHETTE
Se lo suplico, señor. No, no se la lleve, es mi hija, es mi hijita perdida. ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Alguien
que me ayude!
ESMERALDA
¡Madre! ¡Madre! ¡Defiéndeme, vienen por mí! ¡Madre, no los dejes que me lleven, no los dejes que
me maten!
En segundo plano sobre ESMERALDA y NARRADOR:
SACHETTE
¡Me quieren quitar a mi hija! ¡Dios, dónde estás, no permitas que me quiten a mi hija! Quince años
que lloro su ausencia y ahora me la quieren quitar. ¡Lobo asesino! ¡Pandilla de cobardes!
¡Miserables verdugos! ¡Malditos asesinos!
ESMERALDA
¡No, quiero, no quiero, suéltenme!
NARRADOR
Pero ya no hay nada que hacer. Los guardias han entrado en la celda. Toman a Esmeralda,
mientras la madre se aferra a su niña y la cubre con su cuerpo. Pero estos hombres conmovidos
deben cumplir las órdenes del rey. El sol ya está saliendo y la plaza se llena de gente. Suben a
madre e hija entrelazadas al cadalso. Esmeralda está atada de pies y manos. Cuando la Sachette ve
llegar al verdugo, cuando ve que ese hombre acomoda una soga alrededor del cuello de su
criatura… se abalanza sobre él como una fiera y lo muerde.
GRITO del VERDUGO. DISPARO de ARCABUZ.
NARRADOR
La Sachette ha muerto. El verdugo toma a la gitana nuevamente. Desde lo alto de las torres de
Nuestra Señora, un hombre sombrío contempla la escena. Es el archidiácono Claudio. Detrás de él
avanza, silencioso, Quasimodo. Abajo y a lo lejos llega a ver a su Esmeralda con la soga al cuello.
Luego ve al verdugo empujarla bruscamente. Y ve a su niña temblar por un instante demasiado largo
para luego balancearse al final de la cuerda. El archidiácono Claudio… inexplicablemente… suelta
una carcajada.
RISA de CLAUDIO, interna y amarga.
NARRADOR (continúa)
Quasimodo no puede oír la risa del archidiácono, pero sí puede verla. Y se lanza sobre su amo, lo
levanta por los aires y lo arroja al abismo.
CAÍDA de un cuerpo desde treinta metros de altura.
QUASIMODO
(interno, fiero)
¡Todo lo que he amado ya está muerto!
NARRADOR
IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO
19
Desde ese momento fatal no se volvió a ver a Quasimodo. Algunos cuentan que en una fosa común
se encontraron, años más tarde, dos esqueletos, uno de ellos extrañamente abrazado al otro. Un
esqueleto era de mujer, y tenía alrededor del cuello un bolsito de seda adornado con lentejuelas
verdes. El otro esqueleto, que estrechamente abrazaba al primero, era de hombre y tenía una
desviación en la columna vertebral. Su cabeza se unía directamente a los omoplatos y una de sus
piernas era más corta que la otra. No presentaba, por otra parte, ninguna ruptura vertebral en la
nuca. Era evidente que no había muerto ahorcado. Resultaba fácil, por eso, pensar que ese hombre
había, pues, llegado vivo hasta la tumba. Y cuando se pretendió separarlos… el esqueleto se
deshizo en polvo.
Fin

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  • 1. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 1 “Nuestra señora de París” Víctor Hugo (Adaptación de Mariana Silva Yrigoyen) PERSONAJES:  Señora uno  Señora dos  Señora tres  Padre claudio  Joven uno  Joven dos  Pueblo  Sachette  Esmeralda  Febo  Joven  Quasimodo  Flor de lis  Señora  Sacerdote  Narrador  Clopin  Truhanes  Tropas reales BLOQUE UNO Repique de CAMPANAS. Tumulto de GENTE caminando por las calles. NARRADOR Reconstruyamos en nuestras mentes el París del siglo XV. Subamos a la cumbre de una de las dos torres de ese sublime y majestuoso monumento que es hasta hoy la Catedral de Nuestra Señora de París. Llegaremos jadeantes a estas alturas y observaremos el movimiento de gentes que van mezclándose con un panorama de tejados, chimeneas, plazoletas y campanarios. El río Sena, alegre y dorado, lo entrecruza todo, luciendo sus numerosos puentes y sus barcos. Apreciemos esta ciudad homogénea, producto arquitectónico e histórico de la Edad Media… esta crónica escrita en piedra: apasionada, primitiva, refinada y sangrienta. Distintas CAMPANAS van repicando y aumentando en intensidad. NARRADOR (continúa) Escuchemos el concierto de campanarios, alados y ligeros, junto con el murmullo de medio millón de habitantes. Es una hermosa mañana de domingo. Si miramos directamente hacia abajo, veremos que un paquete ha sido abandonado en una grada del atrio de Nuestra Señora. Si estuviéramos más cerca lo escucharíamos llorar. Pronto un grupo de beatas se arremolina alrededor del insólito bulto. SEÑORA UNO ¿Qué es eso? ¿Un niño? SEÑORA DOS Mira, tiene un solo ojo. SEÑORA TRES ¡Y joroba! SEÑORA UNO ¡Cállate ya, chillón! SEÑORA TRES ¡Imagínate tener que amamantar a este engendro! ¡Preferiría dar de mamar a un vampiro! SEÑORA TRES Miren ese colmillo que le sale del hocico. SEÑORA TRES Es un demonio, sí. NARRADOR Se acerca al grupo un joven sacerdote que aparta silenciosamente a las curiosas y toma al extraño recién nacido en sus brazos. PADRE CLAUDIO
  • 2. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 2 Adopto a ese niño. NARRADOR Dice el sacerdote. Y arropando al jorobadito en su sotana entra al claustro. Él es uno de los sacerdotes de esta catedral. PASOS con eco. NARRADOR (continúa) Se llama el padre Claudio y aquella deforme criatura lo ha conmovido por su desamparo, su deformidad, su abandono. Al día siguiente bautiza a este hijo adoptivo llamándolo Quasimodo, por ser el día de este beato del santoral. Con el tiempo, la Iglesia de Nuestra Señora se va convirtiendo en todo el universo de este jorobado, que no encuentra felicidad más grande que colgarse de las cuerdas de las campanas y quedarse suspendido dentro de ellas, haciéndolas sonar infinitamente. Este deleite lo va dejando sordo y, con esto, también mudo. O casi mudo. (pausa) Y así… pues pasan más o menos dieciséis años. Repique de CAMPANAS. Tumulto de GENTE caminando por las calles. NARRADOR Y ahora estamos al mediodía del seis de enero de mil cuatrocientos ochenta y dos. Un bullicio general reina en las calles de París. Es la celebración de la Fiesta de los Locos. Hace falta elegir un Papa de los Locos y el populacho ha elegido al hombre con la mueca más espantosa. O más bien… al hombre que es todo él una gran mueca. Un gigante roto y mal recompuesto. Quasimodo. APLAUSOS A RABIAR. JOVEN UNO ¡Es Quasimodo, el campanero! JOVEN DOS ¡El jorobado de Nuestra Señora! SEÑORA UNO ¡Es bien tuerto y patizambo! PUEBLO ¡Viva! ¡Viva! JOVEN UNO (en broma) ¡Que no lo miren las mujeres preñadas! ¡O las que tengan ganas de estarlo! NARRADOR (continúa) Quasimodo está de pie, triste y serio, dejándose admirar y coronar con una tiara de cartón. Lo suben sobre unas improvisadas andas y lo pasean por calles y plazas. Al anochecer la gran turba desemboca en la plaza de Grève. Allí se arremolina un gran gentío alrededor de una fogata. Están observando maravillados a una hermosa gitana que está bailando. MELODÍA GITANA, con PANDERETA. NARRADOR (continúa) Quasimodo queda perplejo y fascinado ante este ángel que danza al ritmo de una pandereta. La jovencita es vivaz y lleva unos vestidos de mil colores. Quasimodo tiene la boca abierta. Sobre los desnudos hombros morenos de Esmeralda se posa su largo cabello negro. Sus ojos no dejan de emanar fuego y Quasimodo siente que ella lo mira. Pero hay alguien especial entre el público. Es el sombrío sacerdote Claudio, el padre adoptivo de Quasimodo. Él es ahora archidiácono de Nuestra Señora de París, la Catedral. No le gusta el número pero observa a la joven con atención. MÚSICA termina. APLAUSOS. NARRADOR (continúa) La hermosa gitana está agradeciendo los aplausos cuando de pronto… SACHETTE (Lejana, eco natural) ¡Que se largue ese saltamontes egipcio! RISAS y ABUCHEOS del PUEBLO:
  • 3. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 3 SACHETTE (continúa) ¡Otra vez tú, hija de Egipto, ladrona de niños! ¡Maldita seas, gitana! ¡Maldita gitana! JOVEN UNO Ya cállate, loca. JOVEN DOS Deja que nos divierta la gitana. SACHETTE Hace quince años que estoy aquí, sufriendo y rezando, quince años que me golpeo la cabeza contra esta pared. Y yo les digo que las gitanas me robaron a mi hija, ¿me escuchan? JOVEN La misma cantaleta desde hace quince años. ¡Deja que cante Esmeralda! SACHETTE Las gitanas me han comido a mi hija con sus dientes. JOVEN Pues esta no lo hizo, está muy delgada. RISAS. Segundo plano mientras NARRADOR. SACHETTE ¿Tienen corazón? ¡Eso es lo que me robaron y mataron! ¡Dios lo sabe muy bien! ¡Mi pobre niña, mientras estaba durmiendo me la robaron! ¡Devuélveme a mi pequeña Inés! Y si no saben dónde puede estar, entonces mueran también. Yo era una puta y tenía una hija y las gitanas me la robaron, así que tú tienes que morir también. Cuando tu madre gitana venga a reclamarte, yo le diré ¿eres tu su madre?, pues mira esa horca. Y devuélveme a mi hija. NARRADOR Los aullidos de esta mujer, que sigue gritando y desvariando, salen de una celda subterránea que tiene una estrecha ventana a la calle con dos barrotes de hierro. Es la célebre Tour-Roland, donde algunas mujeres afligidas se entierran en vida para hacer penitencia rogando, clamando por un milagro. El pueblo le llama el Agujero de las Ratas a esta sombría y húmeda cavidad. Quien ahora ocupa esta cueva es una mujer a quien llaman la Sachette. Hace quince años se hizo reclusa, cuando los gitanos, según dice, le robaron a su pequeña bebé de apenas meses de vida. Este espectro viviente pasa días enteroscon la vista fija en un pequeño zapatito, único recuerdo de su hija. Ahora, frente a la gitana, hace explosión su rabia contra esa estirpe que le arrancó a su criatura recién nacida. SACHETTE Lárgate ya, gitana del infierno. ¡Come niños! ¡Miserable! ¡Devuélveme a mi Inés, mi pequeñita! ¡Maldita seas, hija de Egipto! ¡Maldita seas! NARRADOR Los gritos de la Sachette, dispersan a algunos y permiten al archidiácono Claudio descubrir que Quasimodo es el Papa de los Locos. Al verlo vestido de payaso, la cólera se le sube a la cabeza y lo baja de las andas a empujones. La gitana aprovecha el momento para irse a casa, internándose por mil recovecos. A mitad de camino percibe dos sombras que la siguen. Acelera el paso, pero al doblar la esquina, de golpe es levantada de un tirón por los aires. Y luego se siente llevada en hombros por un monstruo salido de las tinieblas. ¡Es Quasimodo! PASOS apurados. RESPIRACIÓN agitada de QUASIMODO. ESMERALDA ¡Socorro! ¡Ayúdenme! ¡Suélteme! ¡Socorro! Trote de CABALLOS. Relincho. FEBO ¡Alto ahí, miserable! ¡Deja a esa dama! NARRADOR Un caballero que acaba de aparecer arranca a Esmeralda de los brazos del jorobado y la pone sobre su silla de montar. FEBO
  • 4. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 4 ¡Qué esperan para apresar a ese infeliz! En segundo plano: Entre relinchos de caballos. JOVEN Es un monstruo, capitán. FEBO Déjense de miedos estúpidos y síganlo. NARRADOR El recién llegado es un apuesto capitán de arqueros. FEBO ¿Se encuentra bien, señorita? ESMERALDA Sí. Gracias. FEBO Soy el capitán Febo de Châteaupers, preciosa. ESMERALDA Le debo la vida, capitán… NARRADOR Pero mientras el joven se atusa el bigote la gitana salta del caballo y desaparece como un relámpago. FEBO ¡Por el ombligo del Papa! ¡Se fue! ¡Vaya que era hermosa esa mozuela! JOVEN Yalo tenemos, Capitán. JOVEN DOS ¿Qué hacemos con este jorobado? FEBO Llevarlo preso por desorden público. Vamos, en marcha. Aunque habría preferido quedarme con la gitana, claro está. NARRADOR Y mientras Quasimodo es entregado a la Justicia, Esmeralda llega flotando de felicidad a su hogar, la temible Corte de los Milagros. Ese barrio de ladrones, prostitutas y asesinos es la horrible verruga de París. Allí, los mendigos de día se convierten en bandidos de noche, dejan de lado sus disfraces de limosneros y el cojo corre, el ciego mira y al tullido le aparecen por milagro los miembros faltantes. Aunque ningún hombre prudente visita esta zona, Esmeralda se siente segura entre esas gentes que la quieren como a una hija. El rey del lugar, un vulgar mendigo para el resto de París, se llama Clopin. Es como un padre para esta Esmeralda que ahora se sienta frente a su ventana y acaricia a su adorada cabrita. ESMERALDA Ay, Djali, creo que el amor debe ser como que dos personas se vuelven una… un hombre y una mujer que forman un ángel… como estar en el cielo. NARRADOR Al día siguiente el jorobado debe recibir azotes por su osadía de la noche anterior. AZOTES. GEMIDOS de QUASIMODO. Abucheo impresionante, risas y aclamaciones del PUEBLO. CADENAS de metal que se agitan. En segundo plano: PUEBLO ¡Cabalgador de escobas embrujadas! ¡Mira qué cara trágica nos pone! ¡Como para hacerte papa de los locos! Esa es la mueca de la picota. ¡Tápenlo con su campana y a cien pies bajo tierra, campanero! ¡Tu cara es mejor abortivo que cualquier pócima, campanero! NARRADOR Sobre las espaldas del jorobado empieza a surgir la sangre, mientras el campanero se retuerce de dolor intentando en vano romper esas fuertes cadenas que lo sujetan al tormento. PUEBLO
  • 5. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 5 ¡Eh, tú! ¡Sordomudo! ¡Tuerto! ¡Jorobado! ¡Máscara del anticristo! ¡Y pensar que este diablo toca el Ángelus! NARRADOR Quasimodo es, en efecto, sordomudo pero entiende muy bien el odio pintado en esos rostros. Algunas pedradas empiezan a lloverle. RUGIDOS de QUASIMODO. NARRADOR Y luego Quasimodo suelta un gran grito. QUASIMODO ¡Aguaaa! RISAS del PUEBLO. NARRADOR Ese grito desesperado es una nueva diversión para el populacho. QUASIMODO ¡Aguaaa! JOVEN UNO ¡Toma, maldito sordo! NARRADOR Grita un joveny le lanza una piedra. QUASIMODO ¡Aguaaa! PEDRADA. NARRADOR Por fin una muchacha, acompañada de una cabrita blanca de cuernos dorados, se abre paso entre el gentío, sube las escaleras al cadalso y acerca muy despacio un cántaro de agua a los áridos labios del infeliz jorobado. El único ojo de Quasimodo se llena de lágrimas. En cualquier lugar del mundo ver a una bella muchacha, fresca, pura, encantadora, ayudando con tanta caridad a un ser tan deforme y tan horrible, sería un espectáculo conmovedor. Pero aquí, es simplemente sublime. La multitud está sobrecogida. Y por fin, guarda un respetuoso y emotivo silencio. QUASIMODO bebe. BLOQUE DOS NARRADOR Han transcurrido dos meses desde que Quasimodo fue azotado públicamente en la plaza de Grève. Dos meses también desde que la gitana Esmeralda, en un gesto de compasión, le diera un poco de agua para menguar su agonía. Desde entonces algo extraño sucede con el repicar de las campanas de Nuestra Señora… suenan distraídas, mustias, tristes… tal vez enamoradas. Pero han comenzado los primeros días de verano y esta es una mañana alegre. Frente a la Catedral, en el balcón de su suntuoso palacio se encuentra la hermosa y distinguida señorita Flor de Lis. Está bordando junto a su madre, mientras su novio, el apuesto capitán Febo, se arrepiente cada segundo de encontrarse tan próximo al matrimonio con Flor de Lis. MELODÍA GITANA al ritmo de PANDERETA. FLOR DE LIS Madre, ¿quién es ese hombre de negro allá arriba en la torre? SEÑORA Es el padre Claudio, el archidiácono, y el otro es el jorobado, su campanero. FLOR DE LIS Ese cura parece poseído, madre. SEÑORA Dicen que se dedica a la magia… FLOR DE LIS Lo digo por cómo observa a esa gitanilla bailando en la plaza. SEÑORA
  • 6. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 6 Que tenga cuidado esa joven, al archidiácono no le gustan las gitanas. FLOR DE LIS Baila maravillosamente. Febo, ¿no es esa la gitana que salvaste hace dos meses, de manos de una docena de ladrones? FEBO Podría serlo. NARRADOR En la mirada del capitán Febo arde el deseo por poseer a esa criatura exótica. Y sabe cómo hacerlo. Sabe cómo cortejar a una mujer de una condición social inferior. Sabe cómo rendir las resistencias y pudores de una gitana. Una semana después, el caballero Febo está saliendo de una taberna acompañado de un amigo, bastante pasado de copas: Ruidos de la TABERNA. Cristales rotos, ruido del entrechocar de los vasos, bullicio, juramentos, discusiones... PUERTA que se abre. PASOS. En segundo plano RISAS de HOMBRES y MUJERES libertinos. COPAS que se chocan. Alguna CANCIÓN alegre. JÓVENES (simultáneo) ¡Tramposo! ¡Te voy a dejar la cara hecha un trébol! ¡Dame un jarro de vino! ¡Cristo que soy truhán! ¡Cantinera del demonio, dame de cenar! ¡Tabernera, más vino que puedo pagarlo! ¡Es hermosa, ven siéntate en mis rodillas! Más vino, pero no que el que me raspa el gaznate, prefiero gárgaras de vinagre. FEBO ¡Rayos y truenos, van a dar las siete, la hora de mi cita! JOVEN (muy borracho) Pues márchate querido Febo. FEBO Por las verrugas de mi abuela, amigo, necesito el dinero que me ofreciste. JOVEN ¿Qué? ¿Qué dinero? FEBO El dinero para mi cita. Solo puedo llevar a esa gitana a la casa de la alcahueta del Puente, y esa vieja no me fía la habitación. JOVEN Lo siento, amigo, nos bebimos todo el dinero. FEBO ¿Ni un triste cuarto para… para el cuarto? (ríe de su propio chiste) JOVEN Nada. (entre risas) Nada de nada, nada que no quiera seguir gastando en la taberna. Adiós, adiós y buena suerte, capitán Febo. FEBO ¡Ojalá te ahorquen con las tripas de tu abuela! ¡Y termines tan borracho que te recoja la carreta de la basura! RUIDOS nocturnos, VIENTO, PASOS. NARRADOR El capitán Febo atraviesa las oscuras calles de París, rumbo a su cita. Pero se le acerca una sombra salida de la espesa neblina, un hombre de capa negra y con el rostro cubierto con una capucha. Al capitán, hombre valiente, poco le habría importado vérselas con un ladrón, pero este espectro lo ha petrificado.
  • 7. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 7 FEBO (asustado) Si eres ladrón, pues no llevo encima ni una sola moneda. Además, aunque soy noble, mi familia está totalmente arruinada. Será mejor que busques a otro. PADRE CLAUDIO (voz cambiada) ¡No señor, no pretendo robarle al capitán Febo! FEBO ¡Cómo demonios conoce mi nombre! PADRE CLAUDIO No solo conozco su nombre. Sé también que tiene usted una cita esta noche. Dentro de un cuarto de hora. En casa de la alcahueta del puente. FEBO San Miguel arcángel, cómo lo sabe. PADRE CLAUDIO ¿Esa cita es con una mujer? FEBO Sí, pero ¿quién demonios es usted? PADRE CLAUDIO (irritado) Primero, el nombre de esa mujer. FEBO Esmeralda. PADRE CLAUDIO Mientes. ¡Mientes! FEBO (temor) ¡Por Cristo y Satanás juntos! ¿Me has dicho mentiroso? PADRE CLAUDIO ¡Mientes, desgraciado! ESPADA desenvainándose. FEBO Muy bien. Pues desenvaine la espada. PADRE CLAUDIO Olvida que usted tiene una cita, capitán. FEBO Siempre es bueno hacerse esperar un poco por las mujeres. PADRE CLAUDIO Aquí tiene el dinero que le falta para la habitación. MONEDAS cambian de mano. FEBO ¡Por Dios, es usted un adivino y un buen hombre! PADRE CLAUDIO Pero ese dinero es suyo con una condición. Debe probarme que hoy se encontrará con Esmeralda. FEBO Cómo haré eso. PADRE CLAUDIO Ver para creer. FEBO Ah. Bien, bien. Me da igual. Lo dejaré esconderse en la habitación. Sígame usted. PASOS. FEBO
  • 8. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 8 A fe mía que es usted muy extraño, señor. No sé si es micer Diávolo en persona o algún enviado suyo pero, por esta noche, seamos buenos amigos y mañana le pagaré las deudas: las de la bolsa y las de la espada. PUERTA que se abre con llave. NARRADOR El misterioso hombre de la capa se esconde en un rincón de la habitación alquilada por el capitán. A los pocos minutos lo ve aparecer acompañado por la bella Esmeralda. Deben creerme si les digo que todo él tiembla de rabia al ver a los amantes sentados muy juntos sobre un arcón de madera. La joven Esmeralda no se atreve a mirar de frente al capitán. Y habla tan suave que al encapuchado se le hace difícil escuchar lo que esos dos amantes se están diciendo. ESMERALDA (al oído) Le ruego que no me desprecie, señor Febo, yo… está muy mal lo que estoy haciendo. FEBO ¡Despreciarte, mi bella niña! ¿Por qué habría yo de despreciarte? ESMERALDA Por venir con usted hasta aquí. FEBO Más bien debería odiarte por haberme hecho rogarte tanto. Dime que no te soy indiferente. ESMERALDA No, eso... Yo… yo lo amo, señor. NARRADOR Es entonces que el entusiasmado Febo pasa su brazo por la cintura de la gitana. ESMERALDA Usted es bueno, generoso y bello, y me ha salvado a mí que no soy más que una pobre muchacha. NARRADOR Febo besa el hermoso cuello de Esmeralda. ESMERALDA ¿Pero usted? ¿Usted me ama? FEBO ¡Que si te amo, ángel de mi vida! Mi cuerpo, mi alma, mi sangre, todo es tuyo, todo es para ti. Te quiero y nunca he querido a nadie más que a ti. NARRADOR El capitán ha repetido tantas veces esta frase en situaciones tan similares que el discurso aparece en sus labios sin un solo error. Ante esta declaración apasionada, la inocente Esmeralda se llena de felicidad. ESMERALDA Este es uno de los momentos en que uno debería morir… FEBO No, ángel mío, es justamente el momento de vivir. NARRADOR Febo ha encontrado la ocasión para robarle un beso en la boca, pero esto aumenta la tortura del encapuchado, que acaba de sacar de entre sus ropas un puñal. FEBO Ya veras cómo te quiero, mi Esmeralda. ¡Serás la criatura más feliz del mundo! NARRADOR Y así, Febo le va soltando el cinturón a la joven. FEBO Encontraremos una casita en cualquier parte y haré desfilar a mis arqueros a tu puerta. Para que sepas que te amo. NARRADOR
  • 9. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 9 Las manos de Febo recorren los hombros morenos, la pequeña cintura, el delicado cuello de la jovencita. La pasión se hace incontenible y con un gesto violento el capitán le arranca la blusa a la muchacha. Esmeralda intenta cubrirse los senos. Pero el gesto del capitán ha puesto también al descubierto un pequeño bolso de seda, adornado con lentejuelas verdes, que Esmeralda lleva colgado al cuello. FEBO ¿Qué es esto, preciosa? ESMERALDA Un… un amuleto. Que me permitirá… encontrar a mi madre. A mi… pobre madre. Si me conservo digna de ella. Si me conservo. Ya no puedo hacer esto señor Febo, por favor… le ruego que me devuelva mis ropas. Y me disculpe. FEBO ¡Ah! ¡Ya veo que no me quieres! ESMERALDA ¿Que no lo quiero? FEBO No. No me quieres. No me amas, Esmeralda. Eso está claro. ESMERALDA ¿Que no lo amo? ¡Qué está diciendo, señor, me desgarra el corazón! FEBO Me hablas solamente de tu madre. Y me hablas de usted. ESMERALDA No, Febo de mi alma, yo sí te amo. Te amo. ¡Tómame! ¡Tómame toda! ¡Haz de mí lo que deseas, pero no me desprecies! ¡Soy toda tuya! ¡Qué puede importarme este amuleto! ¡Qué me importa mi madre! ¡Lo único que pido es que me ames! NARRADOR Ella ahora está colgada de Febo y él la abraza, la besa, la acaricia mientras la va desnudando. Está a punto de hacerla suya cuando Esmeralda ve, detrás de su amado, la cabeza de otro hombre. Tiene el rostro lívido, verdoso, convulsionado de rabia. Sin darle tiempo a soltar un grito, el miserable eleva en su mano un puñal y lo introduce entero, de un solo golpe, en la espalda del capitán. ESMERALDA (grita) ¡AAHHH! FEBO (grito de sorpresa y dolor) CUERPO que cae al suelo. NARRADOR Esmeralda se desvanece y cae junto al cuerpo ensangrentado de Febo. Entonces… ay, entonces el encapuchado se acerca a la joven inconsciente y… y la besa con pasión. VENTANA que se abre. NARRADOR (continúa) Luego el encapuchado se asoma a la ventana de la casa del puente y, sin pensarlo dos veces, se lanza de cabeza al río Sena. CHAPUZÓN en el agua. MÚSICA. BLOQUE TRES NARRADOR La Corte de los Milagros se encuentra en una incertidumbre mortal. Comandados por el mendigo Clopin han buscado a Esmeralda por todas las calles de París. No sabe esa tribu de ladrones que a su adorada gitana la han declarado culpable del asesinato del capitán Febo. Y la acusan también de brujería. En este preciso momento la joven está siendo llevada a rastras por un grupo de oficiales a uno de los calabozos de la temida Santa Inquisición. La llevan para que confiese. PASOS de varios hombres. CUERPO arrastrado por los suelos.
  • 10. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 10 ESMERALDA (desesperada) ¡Febo! ¡Febo! ¿Dónde estás? ¡Señores, por favor! ¡Díganme si vive! SACERDOTE Silencio, mujer. Eso ya no te importa. ESMERALDA ¡Por caridad! ARRASTRE se detiene. SACERDOTE Habla, arpía. ESMERALDA ¡Solo dígame si vive! ¡Contésteme, por misericordia! ¡Díganme si mi Febo respira! SACERDOTE Muy bien, criatura. Digamos que se está muriendo. ¿Contenta? ESMERALDA ¡Muerto! ¿Está muerto? SACERDOTE Y tú pagarás ese crimen, asesina. ESMERALDA Fue un hombre de negro, se lo juro, con una mirada siniestra y el rostro cubierto con una capucha. SACERDOTE El mismo diablo con el que has pactado. ESMERALDA No, no es cierto. Suéltenme, ¿adónde me llevan? Febo, quiero que me lleven ante él. ¡Ante él! CERROJO y PUERTA que se abren. NARRADOR El cuerpo de la desdichada joven se estremece al entrar en la cámara de torturas. Hay instrumentos regados por toda la habitación: tenazas, pinzas de hierro, un colchón de cuero del que cuelgan correas y unas argollas. Un torno capaz de descuartizar al hombre más fuerte. Esmeralda va perdiendo la fe en Dios mientras la invade el terror a verse atada al torno. Sus pequeños pies son metidos en un espantoso revoltijo de sierras, ruedas y caballetes. CADENAS, CANDADOS y otros instrumentos de hierro y madera que se cierran. SACERDOTE Confiesa, bruja endemoniada, que tienes tratos infames con el diablo, bajo la forma de una cabra. Confiesa que fuecon la ayuda del demonio, en forma de un fantasma encapuchado, que has apuñalado y asesinado al capitán llamado Febo de Châteaupers. RUIDO de instrumentos de tortura junto con ALARIDO MUY LARGO de ESMERALDA. Luego SILENCIO. NARRADOR Esmeralda, sometida al tormento, confiesa todo lo que le piden confesar. PUERTA que se abre. CUERPO arrojado. CANDADOS que se cierran. LLANTO de ESMERALDA. NARRADOR Y queda encerrada en las mazmorras a la espera de su condena. Fría como la noche, como la muerte, sin ningún rayo de luz en sus ojos, partida en dos, cargada de cadenas, acurrucada junto a un montoncito de paja, en esa celda la gitana ya no es capaz de distinguir entre la vigilia y el sueño, entre el sueño y la realidad. Hasta que un día, o quizás una noche –pues día y noche tienen el mismo color en este sepulcro– las cerraduras de su jaula se abren. CERRADURA se ha abierto chirriando. PASOS. ESMERALDA (asustada) ¿Quién está ahí?
  • 11. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 11 PADRE CLAUDIO ¿Estás preparada para morir, gitana? ESMERALDA ¿Será pronto? PADRE CLAUDIO Mañana. ESMERALDA ¿Que más les da hacerlo hoy mismo? PADRE CLAUDIO ¿Tan desgraciada eres? ESMERALDA Tengo mucho frío. ¿Por qué solo me dan oscuridad? PADRE CLAUDIO Yo te puedo ayudar a huir, pequeña. ESMERALDA ¿Quién es usted? NARRADOR El hombre alza su capucha. Es el archidiácono, el padre Claudio. Y la muchacha reconoce en esa mirada siniestra al culpable de la aleve cuchillada y de su desgracia. ESMERALDA ¡Usted, usted mató a mi Febo! ¡Miserable! ¿Quién es? ¿Qué le he hecho? ¿Por qué me odia tanto? ¿Por qué ha desgraciado mi vida? ¿Qué tiene contra mí? PADRE CLAUDIO Nada, Esmeralda. No tengo nada. Solo te amo. (pausa) ¿Me oyes? Te he dicho que te amo. ESMERALDA ¡Qué triste amor, que no puede salvarme! PADRE CLAUDIO Es el amor de otro condenado, Esmeralda. Escúchame, muchacha: antes de conocerte yo era feliz... pero un día te vi por mi ventana. Bailabas en la plaza, tan hermosa que el mismo Dios te habría preferido a la mismísima Virgen. Tienes una belleza sobrenatural. Sé que eres una trampa del demonio y que has llegado para perderme. Pero igual… ESMERALDA No se me acerque, no me toque. ¡Por qué ha matado a mi Febo! PADRE CLAUDIO ¡No vuelvas a pronunciar ese nombre! ¡Él nos ha perdido! ¡Ten piedad de mí, muchacha! Te crees desdichada, pero no sabes lo que es la desgracia. ¡Amar a una mujer! ¡Ser sacerdote! ¡Archidiácono de esta catedral! ¡Ser odiado por ti y amarte con todas mis fuerzas, con todas las fuerzas de mi alma; poner en riesgo mi reputación y mi salvación! Lamentar todos los días no haber sido rey, emperador, arcángel o Dios mismo para poder someterme a tus pies como el menor de tus esclavos. ¡Compadécete de mí, gitana! Te lo ruego, ¡si tienes corazón no me rechaces! ¡Es que te amo! Y te puedo salvar, yo te puedo ayudar a huir, podemos ser felices juntos. ESMERALDA ¿Dónde está Febo? PADRE CLAUDIO (encolerizado) ¿Otra vez él? Está muerto, muchacha. ¡Muerto y enterrado! ESMERALDA ¿Muerto? ¿Está muerto, dices? Entonces, ¿por qué me hablas de vivir? ¡Vete, monstruo! ¡Vete, asesino! ¡Déjame morir! ¿Ser tuya? ¡Jamás! ¡Nada, ni siquiera el infierno sería capaz de unirnos!
  • 12. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 12 PASOS. PUERTA que se cierra, distintas CADENAS y CANDADOS. Luego, CARRETA tirada por caballos. NARRADOR Ha llegado el día de Esmeralda. Una carreta la está llevando al atrio de Nuestra Señora donde se encomendará a Dios por sus pecados. Luego, la llevarán a la plaza Grève donde la espera la horca. Ahí va la gitanilla, pálida, mustia, atada de manos, temblando de miedo, con la cabrita a sus pies, con el cabello revuelto, un simple sayal, y con el amuleto de siempre al cuello. En segundo plano: PUEBLO ¡Vamos, suéltenla! ¡Es una niña! ¡Piedad! ¡Deténganse! ¡Una pobre muchacha! ¡Piedad! ¡Solo se gana la vida bailando! ¡No es bruja, es bailarina! ¡Piedad! ¡Liberen a la niña! ¡Liberen a la gitana! ¡Liberen a nuestra Esmeralda! NARRADOR (continúa) Y la gente del camino al verla tan frágil, tan niña, tan bella, no puede evitar conmoverse. La condenada levanta sus ojos, rojos y secos, suplicantes, hacia el cielo, y descubre, frente a la Catedral, en un balcón, junto a la arrogante Flor de Lis, a su amigo, a su amor, a su adorado Febo. ESMERALDA ¡Está vivo! ¡El juez ha mentido! ¡La Santa Inquisición ha mentido! ¡Ese cuervo disfrazado de cura ha mentido! (trata de gritar) ¡Febo! ¡Febo! NARRADOR La gitanilla trata de extender sus brazos hacia él, pero están atados. ESMERALDA ¡Febo! ¡Soy yo, Esmeralda! NARRADOR Y apenas el capitán cruza miradas con la joven, pues frunce el ceño, toma por la cintura a Flor de Lis y ambos desaparecen tras los cristales del balcón. Clamor del PUEBLO. Repique de CAMPANAS. ESMERALDA ¡Febo! No, Febo, no te vayas, no me desprecies, no me digas que tú también les has creído. ¡Soy inocente, soy inocente! ¡Suéltenme! NARRADOR Pero la carreta sigue su camino y los verdugos se mantienen inconmovibles al clamor del pueblo que sigue gritando ahora su liberación. Y en ese momento, desde lo alto de las torres de la Catedral, atornillado a gruesas cuerdas atadas a las columnas, se descuelga Quasimodo, el jorobado. El PUEBLO da gritos de sorpresa. Luego APLAUSOS. En segundo plano: PUEBLO Es él, es el campanero. ¡Que Dios lo guarde! ¡Libérala! ¡Va a salvarla! ¡Sálvala! NARRADOR (continúa) De un solo impulso llega hasta la plaza, derriba con sus enormes puños a los verdugos, toma a la gitana de una mano y, suspendidos ambos por los aires, suben balanceándose hasta llegar a lo alto de la iglesia mientras el campanero jorobado grita: QUASIMODO ¡Asilo! ¡Asilo! NARRADOR Desde la Edad Media existe el derecho de asilo, hay lugares donde la justicia humana ya no tiene poder. Las iglesias gozan de este privilegio. Por esto, en el recinto de Nuestra Señora nuestra Esmeralda es una persona sagrada. Pero solo allí. (pausa)
  • 13. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 13 Quasimodo lleva en brazos a la gitana en una desenfrenada y triunfal carrera por torres y galerías. La deposita con cuidado en una pequeña celda donde le muestra un cesto de comida y un colchón. QUASIMODO Comm-me. Duermm-me. NARRADOR Son su propia comida y su propio colchón lo que el campanero le ofrece a Esmeralda. Entonces ve que los labios de la muchacha se mueven. ESMERALDA ¿Por qué me has salvado? NARRADOR Quasimodo no entiende… pero sí entiende. QUASIMODO (interno) ¡Ah! ¡Soy sordo! No me falta más que eso, ¿verdad? Pues, sí; soy sordo; así estoy hecho. Es horrible, ¿verdad? ¡Pero tú eres hermosa! Nunca me he sentido tan feo como ahora, cuando por fin estoy junto a ti. Seguramente te asusto, te parezco un monstruo, ¿no? Pero tú, tú eres como un rayo de sol, como una gota de rocío. Y yo te cuidaré. Si necesitas algo, debes hacerme señas, y yo te entenderé. Siempre. MÚSICA. NARRADOR Y así comienzan a pasar los días, y Esmeralda va perdiendo el miedo al horrible jorobado mientras este la cuida como la joya más preciada. No hay día en que la niña despierte sin encontrar un jarroncito de flores frescas junto a un plato de comida caliente. Y no hay noche en que la muchacha no se acueste sin tener al vigilante Quasimodo montando guardia a la puerta de su celda. Sin embargo, el campanero sabe del sufrimiento de la gitana. La ve pasar jornadas enteras con la cara pegada a los cristales de la ventana de su celda. ESMERALDA (interno) ¡Febo! ¡Ven! ¡Una palabra! ¡En nombre del cielo! ¡Febo! NARRADOR Quasimodo deduce que el objeto de aquella súplica es un joven, un capitán, un apuesto caballero de uniforme. QUASIMODO (interno; amargo) ¡Solo hay que ser hermoso por fuera para ser amado! NARRADOR Y a pesar de tener el corazón partido por la pena, Quasimodo decide buscar al capitán para poder hacer feliz a la muchacha. RELINCHO de caballo. QUASIMODO Ejcúeme, señr cpitán. Sigme catdrl, gitna te quer. FEBO ¡Lárgate, lárgate, animal! Y dile a esa gitana que se vaya al diablo, que ya no me interesa, que voy acasarme. NARRADOR Quasimodo no escucha ni entiende sus palabras, pero comprende su amargo significado. Más aun cuandoel capitán arremete contra él con su caballo y luego se aleja, indiferente. CABALLO al trote. QUASIMODO (interno) ¡No entiendo, no entiendo, yo daría todo porque alguien me ame! NARRADOR
  • 14. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 14 Durante estos días el archidiácono se ha recluido en su habitación y arde de deseos de tomar posesión de la gitana que le ha desgraciado la vida. Pero el jorobado no deja a la muchacha ni a sol ni a sombra y el cura teme su fortaleza y su furia. Pero no se resigna a vivir espiándola, no soporta ver a su amada Esmeralda al lado del jorobado, no tolera la sumisión y la obediencia de su campanero, la ternura con que el miserable sordo la contempla. Está claro que Claudio está celoso de Quasimodo. Y amargo y meditativo camina de un lado al otro por los techos de la catedral de Nuestra Señora de París repitiendo fatales palabras: PADRE CLAUDIO ¡Si no es mía… si no llega a ser mía… pues no será de nadie! BLOQUE CUATRO NARRADOR El archidiácono Claudio no soporta verse despreciado por la gitana. Ha jurado venganza y elabora un siniestro plan: correr la voz entre los bandidos de la Corte de los Milagros de que la gitana será apresada y colgada en la plaza de Grève. Los truhanes tomarán por asalto la Catedral, y secuestrarán a su adorada niña. Él podrá luego recuperarla. Por eso, esta noche podemos ver en una taberna a la temible Corte de los Milagros, reunida alrededor de su rey, Clopin Truifú. Él está repartiendo las armas. REPIQUE de CAMPANAS. CLOPIN (clandestino y perentorio) ¡Ya es medianoche! ¡Tomen las armas! ¡Cruzaremos en silencio! ¡No encender antorchas hasta llegar a la catedral! ¡Vamos, en marcha! NARRADOR Y con estas palabras todos los truhanes, hombres, mujeres y niños, salen a la calle armados con hachas, espadas, cuchillos, puntas de lanza y hasta cacerolas. Rumor de cientos de HOMBRES en marcha. En segundo plano: TRUHANES ¡Todos a nuestra señora! ¡A saquear la catedral! ¡Abajo el obispo, lo colgaremos! ¡Entréganos a nuestra hermana! ¡Esmeralda, o acabaremos con la iglesia! ¡Al saco! ¡Al saco! ¡Nos llevaremos todo el oro y la plata! NARRADOR Al otro lado de la ciudad, en Nuestra Señora, Quasimodo no duerme. Desde hace días lleva en el pecho un mal presentimiento y monta guardia con el corazón lleno de desconfianza. De pronto ve, con el único ojo que le dio la naturaleza, un gentío que avanza hacia la catedral. ¿Van a atacar a su amada? ¡Debe despertar a su Esmeralda, quizás ayudarla a huir! ¿Pero por dónde? Los truhanes ya han llegado a la plaza de Nuestra Señora y están encendiendo antorchas. Clopin avanza y levanta la voz: CLOPIN (todo en voz alta) Archidiácono: Nuestra hermana, injustamente condenada, se ha asilado en tu iglesia. Tú le debes protección. Pero la justicia quiere prenderla y tú has consentido en eso, piensan colgarla en la Grève mañana mismo. ¡Pero Dios y nosotros estamos aquí! Y si tu iglesia es sagrada, también lo es nuestra hermana. Y si nuestra hermana no es sagrada, tampoco lo es tu iglesia. Entréganos a Esmeralda o asaltaremos tu iglesia. ¿Me has escuchado? EXCLAMACIONES enardecidas de los TRUHANES. NARRADOR Quasimodo es sordo, no puede oír las palabras de Clopin y piensa que su amada estáen peligro. CLOPIN ¿No hay respuesta? Muy bien. ¡Muy bien! ¡Adelante hermanos! ¡Al trabajo cerrajeros! NARRADOR
  • 15. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 15 Treinta hombres fornidos llegan a la gran puerta de la catedral. Con martillos, palancas y tenazas intentan forzarla y entrar. Intensos GOLPES de MARTILLO sobre la puerta. MADERA que cruje. En segundo plano: TRUHANES ¡Demonios! ¡Está dura esta puerta! ¡Fuerza, por nuestra hermana! ¡Por Esmeralda! ¡Ánimo, camaradas! CLOPIN Vamos, hermanos, todos juntos… ¡Qué demonios es eso! Gran estrépito al estrellarse contra el suelo UNA GRAN VIGA. GRITOS de hombres. En segundo plano: TRUHANES ¡Por Satanás! ¡Esto sí que es magia! ¡Mi pierna, mi pierna! ¡Qué demonios es esto! ¡Ayuda, ayuda! CLOPIN (continúa) ¡Maldita sea! ¿Los curas se defienden? JOVEN No se ve nada allá arriba, Clopin. CLOPIN ¡Por todos los demonios! ¡Adelante, hermanos! ¡Es solo una vida, no nos asusta una viga! ¡Al asalto! ¡Al asalto y al saco! PIEDRAS caen. GRITOS de dolor durante lo siguiente. En segundo plano: TRUHANES ¡Me quemo! ¡Me quemo! ¡Ayuda! ¡Corran ahí viene otra! Mi pierna! ¡Hermano, levántate, levántate! ¡Ayuda! Es imposible entrar. ¡La iglesia está encantada! ¡Huyan! ¡Huyan! Es una vieja iglesia encantada! ¡Fuego, fuego! ¡Ayuda! ¡me quemo, me quemo! Mis manos, mi cara! ¡Dios, Dios! ¡Por los bigotes del papa! ¡Las gárgolas escupen fuego! NARRADOR Cae una lluvia de piedras sobre los asaltantes. El atrio se va llenando de heridos que yacen sobre un mar de sangre. Los vándalos están asustados pero Clopin alienta a su tropa: CLOPIN ¡Es el campanero Quasimodo, él nos ataca! ¡Vamos! Todo el oro de allá adentro será nuestro, ¡es un solo hombre contra todos nosotros! NARRADOR Con esto, la furia se apodera de esa muchedumbre. Los hombres, ahora llenos de rabia, traen escaleras, multiplican las antorchas y, al cabo de pocos minutos, Quasimodo está acorralado por una turba a punto de alcanzar lo más alto de las torres. El jorobado piensa que quieren matar a su Esmeralda y por eso pide al cielo un milagro mientras se retuerce de ansiedad, desesperado. GALOPE de caballos. RELINCHOS. TROMPETA real. DISPAROS de ARCABUZ. En segundo plano: TROPAS REALES ¡Por Francia, por Francia! ¡Ensartad a los villanos! ¡Adelante! ¡A ellos! ¡A ellos! ¡Atrapen a la bruja! ¡Muerte a la gitana! NARRADOR (continúa) Y el milagro se hace presente. Las tropas reales al mando de capitán Febo han llegado para hacer cumplir las órdenes del rey: proteger a su Catedral, exterminar a los alzados y colgar a la bruja. Los truhanes tratan de huir, pero los soldados los van ensartando uno a uno con sus lanzas y espadas. Clopin acaba de morir alcanzado por un tiro de arcabuz. En poco tiempo, es de los soldados la victoria. En lo alto de la torre, Quasimodo cae de rodillas y agradece al cielo. Luego echa a correr a la celda de su adorada gitana pero… Pero encuentra su dormitorio vacío. QUASIMODO
  • 16. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 16 (interno) ¿Dónde está? ¿Quién se la ha llevado? (grito en media lengua) ¡Esmrlda! ¡Esmrlda! NARRADOR Quasimodo recorre toda la iglesia llamando a Esmeralda como mejor puede. Está loco, desesperado, y les abre las puertas a los soldados para que lo ayuden a buscarla. Estos comprueban que la gitana ya no está y salen a las calles. En segundo plano: TROPAS REALES ¡La gitana! ¿Han visto a una gitana? ¡Por aquí! ¿Dónde está? ¡Sigan de frente! ¡En marcha! NARRADOR (continúa) El jorobado… ¡ah, el jorobado!... cae abatido, el alma hecha pedazos: por fin comprende que solo un hombre puede haberse llevado a su niña, solo su protector, su amo, solo el archidiácono de la Catedral, el padre Claudio. A lo lejos, CABALLO al galope. ESMERALDA Suéltame, demonio. ¿Adónde me llevas? ¡Déjame! PADRE CLAUDIO Escúchame, escucha, esta es la plaza de Grève, ¿la conoces? Las tropas reales quieren colgarte de esa horca. ¿Entiendes? Yo acabo de arrancarte de sus manos. Pero nos persiguen, ¿los oyes? ¿Te das cuenta de que te están buscando, de que no miento? Mírame, Esmeralda, todavía puedo salvarte. De ti depende. Escoge entre ser mía o morir en la horca. Vamos, tú sabes que te amo. ¡Vamos, dime una palabra! ¡Solo una palabra! ¡Una! ESMERALDA ¡Asesino! PADRE CLAUDIO ¡Ah! ¡Muy bien! Muy bien. Prefieres morir. ¡Pues muere! FORCEJEO ENTRE ESMERALDA Y EL PADRE CLAUDIO. NARRADOR El sacerdote arrastra a Esmeralda por los suelos hasta el agujero de las ratas, esa celda subterránea que ocupa la Sachette. Golpes en los BARROTES. PADRE CLAUDIO ¡Sachette! ¡Sachette! SACHETTE ¿Quién llama? PADRE CLAUDIO Mira lo que te traigo, Sachette. Aquí tienes a tu gitana. Pásameun pedazo de tu cadena. ESMERALDA Déjame, no me sujetes, ¡suéltame! PADRE CLAUDIO Sí, Sachette, toma y sujétala bien mientras llamo a la guardia. Hoy tendrás el placer de ver colgado a este demonio. PASOS que se alejan. SACHETTE (placer) ¡Ah! ¡Tevan a ahorcar! ESMERALDA Suélteme, por favor suélteme. SACHETTE
  • 17. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 17 ¡Gitana miserable! ESMERALDA Por favor, mujer, yo no te he hecho nada. SACHETTE ¿Nada? ¿Nada? Ustedes los gitanos me robaron a mi hija, ustedes se la comieron. Tendría ahora tu edad. Hace quince años que estoy aquí, quince años sufriendo y rezando para nada, quince años que me golpeo la cabeza contra la pared. Cómo te mordería si te tuviera cerca, si no hubiera esos barrotes. ESMERALDA ¡Señora, tenga piedad! Ya vienen por mí. ¡Sálveme! ¡No permita que me cuelguen! SACHETTE Devuélveme a mi hija, entonces. Mira, mira, este es su zapatito, todo lo que me queda de ella. ¿Sabes dónde puede estar el otro? Si lo sabes dímelo, que aunque estuviera al otro lado del mundo, yo iría a buscarlo andando de rodillas. NARRADOR Esmeralda ve el zapatito bordado. Y con la mano que le queda libre va sacando de ese bolsito de lentejuelas verdes que lleva colgado al cuello… un zapatito idéntico al que sostiene la Sachette. ESMERALDA Me lo dieron… las gitanas me lo dieron con este papelito. Mire… mire lo que dice: (lee) “Cuando encuentres el otro par, tu madre te tenderá sus brazos”. SACHETTE Dios mío. ¡Díos mío! ¡Eres mi hija! ¡Hija! ¡Díos mío! Tenerte… frente a mí y… no poder abrazarte. Forcejeo de REJAS. Luego, golpes contra el METAL. NARRADOR La Sachette golpea con el ladrillo que le sirve de almohada y acaba rompiendo los dos barrotes. Los arranca con sus propias manos. Esmeralda se introduce en la celda y luego… después de quince años… madre e hija se abrazan por fin. Galope de CABALLOS que se acercan rápidamente. SACHETTE ¡Tengo otra vez a mi hija! ¡Está aquí! ¡Dios me la ha devuelto! ¡Dios mío, qué hermosa eres! ¡Hija, perdóname! He debido parecerte muy mala, ¿verdad? ¡Ay Dios, cuánto te quiero! ¡Qué felices vamos a ser! ESMERALDA ¡Madre, madre, sálvame! ¡Llegan los soldados! ¡Me van a matar, estoy condenada a muerte! SACHETTE Ven, entra, escóndete aquí. No podrán verte. Les diré que te has escapado, que te solté yo misma. RELINCHO de CABALLO que se detiene en seco. JOVEN ¡Eh, vieja Sachette! Buscamos a la bruja gitana para colgarla. Nos dijeron que tú la tienes. SACHETTE Me mordió, tuve que soltarla, déjenme tranquila. JOVEN Estás mintiendo, vieja. SACHETTE ¿Y qué ganaría con eso? JOVEN ¿Por qué están destrozados tus barrotes? SACHETTE Una carreta los ha golpeado. JOVEN SOLDADO ¡Mientes! Estos barrotes están doblados hacia afuera.
  • 18. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 18 SACHETTE Se lo juro, señor, ¡una carreta los rompió! JOVEN SOLDADO Capitán Febo, conviene buscar alotro lado del río. NARRADOR Esmeralda sale de golpe de su escondite y grita: ESMERALDA ¡Febo! ¡Febo! ¿Dónde estás? Soy yo, tu Esmeralda. JOVEN SOLDADO ¿Quién grita? SACHETTE (muy alarmada) No, no, váyanse, aquí no hay nadie. JOVEN SOLDADO Muévete, vieja. SACHETTE Se lo suplico, señor. No, no se la lleve, es mi hija, es mi hijita perdida. ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Alguien que me ayude! ESMERALDA ¡Madre! ¡Madre! ¡Defiéndeme, vienen por mí! ¡Madre, no los dejes que me lleven, no los dejes que me maten! En segundo plano sobre ESMERALDA y NARRADOR: SACHETTE ¡Me quieren quitar a mi hija! ¡Dios, dónde estás, no permitas que me quiten a mi hija! Quince años que lloro su ausencia y ahora me la quieren quitar. ¡Lobo asesino! ¡Pandilla de cobardes! ¡Miserables verdugos! ¡Malditos asesinos! ESMERALDA ¡No, quiero, no quiero, suéltenme! NARRADOR Pero ya no hay nada que hacer. Los guardias han entrado en la celda. Toman a Esmeralda, mientras la madre se aferra a su niña y la cubre con su cuerpo. Pero estos hombres conmovidos deben cumplir las órdenes del rey. El sol ya está saliendo y la plaza se llena de gente. Suben a madre e hija entrelazadas al cadalso. Esmeralda está atada de pies y manos. Cuando la Sachette ve llegar al verdugo, cuando ve que ese hombre acomoda una soga alrededor del cuello de su criatura… se abalanza sobre él como una fiera y lo muerde. GRITO del VERDUGO. DISPARO de ARCABUZ. NARRADOR La Sachette ha muerto. El verdugo toma a la gitana nuevamente. Desde lo alto de las torres de Nuestra Señora, un hombre sombrío contempla la escena. Es el archidiácono Claudio. Detrás de él avanza, silencioso, Quasimodo. Abajo y a lo lejos llega a ver a su Esmeralda con la soga al cuello. Luego ve al verdugo empujarla bruscamente. Y ve a su niña temblar por un instante demasiado largo para luego balancearse al final de la cuerda. El archidiácono Claudio… inexplicablemente… suelta una carcajada. RISA de CLAUDIO, interna y amarga. NARRADOR (continúa) Quasimodo no puede oír la risa del archidiácono, pero sí puede verla. Y se lanza sobre su amo, lo levanta por los aires y lo arroja al abismo. CAÍDA de un cuerpo desde treinta metros de altura. QUASIMODO (interno, fiero) ¡Todo lo que he amado ya está muerto! NARRADOR
  • 19. IES- PEDRO VILCAPAZA ALARCON AZÁNGARO 19 Desde ese momento fatal no se volvió a ver a Quasimodo. Algunos cuentan que en una fosa común se encontraron, años más tarde, dos esqueletos, uno de ellos extrañamente abrazado al otro. Un esqueleto era de mujer, y tenía alrededor del cuello un bolsito de seda adornado con lentejuelas verdes. El otro esqueleto, que estrechamente abrazaba al primero, era de hombre y tenía una desviación en la columna vertebral. Su cabeza se unía directamente a los omoplatos y una de sus piernas era más corta que la otra. No presentaba, por otra parte, ninguna ruptura vertebral en la nuca. Era evidente que no había muerto ahorcado. Resultaba fácil, por eso, pensar que ese hombre había, pues, llegado vivo hasta la tumba. Y cuando se pretendió separarlos… el esqueleto se deshizo en polvo. Fin