Christine empezó a fumar a los 16 años para encajar, y desarrolló adicción a los cigarrillos mentolados durante 28 años. En 2007, a los 44 años, le diagnosticaron cáncer oral después de notar una protuberancia en su mejilla. Esto la motivó a dejar de fumar para siempre. A pesar de someterse a varios tratamientos, el cáncer reapareció en 2008 y 2009, extendiéndose a su mandíbula.
2. CHRISTINE B. - EXFUMADORA
Durante la secundaria, fumar era lo que todos los chicos “de moda” hacían (o al menos eso
pensaba Christine) y ella quería ser aceptada por ellos, por eso empezó a fumar cigarrillos a
los 16 años. Se volvió adicta y siguió fumando cigarrillos mentolados por 28 años.
En el 2007, a los 44 años, su vida cambiaría para siempre. Después de notar una
protuberancia en su mejilla, que pensó que era una úlcera bucal, Christine fue a ver a su
médico. Él la remitió a un cirujano oral, quien hizo una biopsia a la llaga y así se detectó el
cáncer oral. Ahí fue cuando dejó de fumar para siempre.
Después de 35 tratamientos de radiación y quimioterapia, Christine parecía estar curada. Pero
el cáncer reapareció en el 2008; esta vez la única opción fue una operación. La tercera vez que
le dio cáncer oral (recidiva) en el 2009 fue mucho más grave. Se enteró de que se había
extendido a la mandíbula, con una clasificación de estadio IV.
3. DERECHO AL OLVIDO – UN CASO REAL
Desaparecer de Internet o minimizar nuestra huella digital es posible, sin embargo, esta
práctica requiere ser constante y seguir una serie de pasos para ejercer lo que se conoce
como “derecho de supresión”, más conocido como “derecho al olvido”. En este artículo se
describirán los pasos que deberemos seguir para eliminar nuestro rastro de la Red o, al
menos, reducirlo al máximo. Desde la OSI queremos recordar que ponemos a disposición de
los usuarios la Línea de Ayuda en Ciberseguridad de INCIBE para dar respuesta a todas las
cuestiones relacionadas con nuestra privacidad y seguridad en la Red.
El Reglamento General de dato que dicta que cualquier persona tiene derecho a solicitar, bajo
ciertas condiciones, que los enlaces a sus datos personales no figuren en los resultados de
búsqueda en Internet realizada por su nombre. Esta posibilidad es lo que comúnmente se
conoce como “ejercer el derecho al olvido” y que, en otras palabras, obliga a los buscadores
de Internet, como Google, a dar todas las facilidades para suprimir de la Red cualquier dato
personal con cuya publicación no esté de acuerdo la persona interesada.
4. EL INCIDENTE DE LA CASA ENCANTADA
En agosto de 2006, justo antes del comienzo de su último año de secundaria, un grupo
de chicas conducía por su ciudad natal de Worthington, Ohio. Aquella noche aburrida se
volvió mucho más emocionante cuando decidieron visitar lo que los niños del lugar
llamaban la “casa encantada”, una vivienda en ruinas con un patio cubierto que estaba
situado al otro lado de la calle del cementerio. Las adolescentes pensaron que estaba
abandonada. Y estaban, lamentablemente, bastante equivocadas.
No era la primera vez que Allen S. Davis, un recluso de 41 años que vivía en la casa con
su anciana madre, había sido molestado por huéspedes no deseados: ya había frustrado
un par de robos en 2006. Tenía un rifle como protección, y cuando escuchó a las chicas
afuera, decidió disparar algunas balas de advertencia, como había hecho otras veces.
Pero esta vez, una bala acabó en la cabeza de Rachel Barezinsky, de 17 años.
5. EL CIENTÍFICO QUE PRETENDÍA RESUCITAR
A LOS MUERTOS CON UN COLUMPIO
Robert Cornish (1903-1963), científico precoz siempre se sintió atraído por la idea
de Devolver la vida a los muertos . Para ello, ideó un sistema bastante llamativo: fijando el
cadáver de un individuo, fallecido recientemente y sin lesiones físicas, a una especie de plano
inclinable en varias posiciones (básicamente un columpio basculante de parque infantil), y
moviéndolo arriba y abajo, era posible hacer que la sangre circulase de nuevo, y por lo tanto
se reactivasen las funciones cerebrales y cardiacas.
Los primeros experimentos con personas ahogadas y a las que les habían dado infartos no
tuvieron mucho éxito, si bien Cornish aseguraba que les volvía el color en los pálidos
rostros y que incluso había detectado alguna señal de pulso. Mejoró el sistema y a perros
que sacrificaba les inyectaba coagulantes y estimulantes justo antes de «columpiarles», con lo
que sorprendentemente sí obtuvo resultados: algunos canes resucitaron y llegaron a
sobrevivir meses (aunque con severos daños cerebrales y ciegos). El éxito de Cornish fue tal
que le dedicaron una película: «La realidad increíble».