Este homilía compara la vida a una mudanza donde debemos conservar lo más valioso y desechar lo que ya no sirve. María conservaba en su corazón todo lo relacionado con Jesús, incluyendo su nacimiento y visitas posteriores. Para lograr la paz interior debemos examinar nuestros pensamientos y actitudes para descartar lo que no concuerda con el evangelio. La verdadera paz solo se alcanzará cuando las religiones promuevan la concordia en lugar de la guerra.