Las tres comunidades autónomas con más de 100,000 residentes extranjeros en España en 2000 fueron Cataluña, la Comunidad de Madrid y Andalucía. La buena situación económica de España la convierte en un destino atractivo para los inmigrantes de países más pobres. Los trabajadores cualificados suelen residir en Madrid y Barcelona, mientras que los trabajadores no cualificados están más distribuidos en provincias costeras y en las grandes ciudades. La inmigración tiene consecuencias positivas como el aumento de la mano de obra