La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
BLOQUE 4: La hidrografía
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BLOQUE TEMÁTICO 4:
LA HIDROGRAFÍA
El agua, recurso natural escaso, indispensable para la vida y para el ejercicio de la mayoría de
las actividades económicas, tiene un valor económico, social y ambiental. En España su distribución
temporal y espacial es desequilibrada, por lo que existe una gran dependencia de las infraestructuras
hidráulicas. El tema de la hidrografía de la Península se trata en cuatro partes sucesivas: los factores
que configuran los rasgos hidrográficos peninsulares, la caracterización de la hidrografía peninsular,
el balance hídrico en España al comparar los recursos hídricos con las necesidades humanas en este
campo.
I. LA DIVERSIDAD HÍDRICA DE LA PENÍNSULA Y LAS ISLAS
1. Factores de la diversidad fluvial
La hidrografía fluvial peninsular debe sus caracteres naturales fundamentales a los factores
climáticos, desde el punto de vista de la alimentación (caudal...), y a los factores morfológicos, desde
el punto de vista del recipiente (cauce, cuenca...) que recibe el agua.
1.1 – El relieve
El relieve y la topografía influyen decisivamente en el perfil de los ríos, en su capacidad
erosiva, en la formación de lagos y acuíferos y sobre todo en la organización de las cuencas
hidrográficas y las vertientes:
-La cuenca hidrográfica es el territorio cuyas aguas vierten a un río principal y a sus
afluentes. Se encuentra separada de otra cuenca por la línea divisoria de aguas que coinciden
con las zonas de cambio de pendiente del terreno. Dentro de la cuenca cada río tiene su propio
cauce (espacio por el que circulan) y hay una red fluvial que se organiza jerárquicamente
(subafluentes, afluentes, río principal).
-La vertiente hidrográfica es el conjunto de cuencas cuyas aguas vierten en un mismo
mar. En la Península existen tres, la atlántica, la cantábrica y la mediterránea, siendo la primera de
ellas la más importante por el basculamiento de la Meseta hacia el oeste a partir del Sistema Ibérico.
La disposición del relieve peninsular (en las islas no existen propiamente ríos, dada la
escasa longitud de los mismos) determina las características de la organización de la red hidrográfica
española, caracterizada por la disimetría entre las vertientes. El basculamiento del Macizo Central
Ibérico hacia el Oeste –teniendo como principales divisorias de aguas al Sistema Ibérico y a las
Béticas– contribuye a que la vertiente atlántica sea claramente la predominante (los ríos que
desembocan en el Atlántico drenan más de 2/3 del total peninsular -69% del territorio-), mientras que
la vertiente mediterránea ocupa una extensión mucho más reducida (31% restante).
La existencia, por otro lado, de relieves montañosos cercanos a la costa se traduce en la
aparición de ríos cortos o, a lo sumo, medianos, de fuerte desnivel y perfil abrupto en la España
Atlántica y en los litorales levantino y andaluz. Por el contrario, el espacio peninsular restante, la
España Interior, se presta para la existencia de ríos largos, de escaso desnivel en el conjunto y, en
consecuencia, de perfil tendido, que se complementan con una multitud de afluentes y subafluentes
de tipo medio; todo lo cual otorga a esta red hidrográfica interior un carácter complejo.
1
2. 1.2 – El clima
Tiene gran influencia, las precipitaciones son la principal fuente de alimentación de los ríos y
de los acuíferos, y las temperaturas colaboran a la mayor o menor evaporación del agua. Por eso, el
clima determina el caudal y la regularidad de los ríos.
-El caudal expresa la cantidad de agua que lleva un río, medida en las estaciones de aforo. El
caudal de un río varía a lo largo de su recorrido y a lo largo del año. Se distingue entre:
• caudal absoluto: cantidad total de agua de un río en un punto determinado (estación de
aforo). Se expresa en m3/s. Si se tiene en cuenta que el caudal absoluto de un río depende de la
extensión de la cuenca y de las condiciones climáticas, es fácil deducir que los ríos españoles no
pueden tener caudales voluminosos. La mayoría de los ríos, excepto los cantábricos y parte de la
cuenca de los atlánticos, recorren territorios con escasas precipitaciones y aridez estival más o
menos acusada, por lo que su caudal absoluto no será grande. Los mayores caudales absolutos
corresponden a las grandes cuencas fluviales (Duero, Ebro, Tajo...).
• caudal relativo: relación entre el caudal absoluto del río y la superficie de su cuenca. Se
mide en litros/segundo/km2. Depende de las precipitaciones. Es elevado en los ríos cantábricos
(Bidasoa, 40 l/s/km2) y reducido en el resto, sobre todo en los mediterráneos (Segura, 1,4 l/s/km2).
-La regularidad indica el comportamiento del caudal de un río a lo largo del año o de distintos
años (irregularidad interanual), y está directamente ligada a las precipitaciones.
Las variaciones estacionales del caudal de un río se expresan a través de coeficientes de
caudal, que expresan la relación entre el caudal medio de los distintos meses y el módulo o caudal
medio anual. Estos datos se representan en un hidrograma.
La mayor parte de los ríos españoles tienen características mediterráneas, es decir, son
bastante irregulares con un acusado estiaje durante los meses de verano. Un caso extremo de esta
irregularidad lo ofrecen las “crecidas” y “estiajes”.
-La evolución del caudal de los ríos a lo largo del año determina su régimen fluvial, cuyos
tipos indican las características y procedencia de la alimentación de ese río. Pueden distinguirse:
• Régimen nival: estos ríos reciben sus aportaciones de agua del deshielo de la nieve. Su
máximo caudal se da de mayo a julio (fusión de las nieves), y el mínimo en invierno, cuando el agua
está retenida en forma de hielo y nieve. Los ríos españoles de régimen nival son muy escasos:
cabeceras de los ríos del Pirineo (por encima de 2.500 m de altitud).
• Regímenes pluviales: su caudal proviene sólo de la lluvia. Reflejan los máximos y mínimos
pluviométricos de cada zona climática. Pueden diferenciarse por su distinto comportamiento: pluvial
oceánico, de mayor caudal en otoño-invierno, y un mínimo en verano, característico de los ríos del
norte de España; pluvial mediterráneo, con un estiaje en verano muy acentuado y máximos en los
equinoccios (otoño y primavera), característico de los ríos del litoral mediterráneo; y pluvial
subtropical, que afecta al sur e interior peninsular, con un máximo en invierno-primavera, precedido
de un descenso anterior, presentan un fuerte estiaje.
• Regímenes mixtos: pluvionival y nivopluvial. Corresponden a ríos con alimentación mixta
de lluvia y nieve. En los primeros predomina la alimentación pluvial y llevan las “aguas altas” a
comienzos de la primavera; se dan en menores altitudes (1500-2000 m). Los nivopluviales se dan en
altitudes mayores (2000-2500 m) y llevan su caudal máximo a finales de la primavera (deshielo); son
característicos de los ríos pirenaicos y del curso alto de los ríos cantábricos.
2
3. Como resultado de la combinación de los factores morfológicos (que originan dos
modalidades: el dominio interior y el dominio costero), de los factores climáticos (que dan lugar a tres
ámbitos: España Atlántica, Mediterránea Interior y Mediterránea Costera), y de la integración de
ambos factores en la alta montaña, podemos señalar cuatro grandes dominios hidrográficos:
- La España Atlántica, con ríos cortos y bien alimentados.
- La España Mediterránea Interior, ríos largos y complejos en su trazado y alimentación.
- El de la España Mediterránea Costera, de ríos cortos y mal alimentados.
- La España de Alta Montaña, con un régimen hidrográfico preferentemente nival.
1.3 – La litología
La naturaleza de las rocas puede favorecer la escorrentía superficial (si el trazado del río
discurre por rocas impermeables, como las arcillas) o facilitar la infiltración del agua y la formación de
acuíferos (calizas).
1.4 - La vegetación
La vegetación influye en la disponibilidad hídrica, ya que actúa como pantalla protectora frente
a la radiación solar y aminora la evaporación. Además dificulta la erosión, protege el suelo y, con sus
raíces, colabora en la infiltración.
II. CARACTERES DE LOS RÍOS PENINSULARES.
En función del factor climático se pueden distinguir tres tipos de ríos en cuanto a su caudal y
régimen, originando tres tipos de dominios hidrográficos: el de la España Atlántica, el de la España
Mediterránea Interior y el de la España Mediterránea Costera. Las características derivadas de estos
tres dominios hidrográficos en función del clima se suman a las originadas por la morfología.
2.1 - Características generales de los ríos de la vertiente cantábrica.
a.- Unos ríos predominantemente cortos: El nacimiento de estos ríos en las Montañas
Galaico-leonesas, Macizo Asturiano, Cordillera Cantábrica y Montes Vascos, y su cercanía al mar,
dan lugar a que estos cursos de agua presenten unos rasgos muy definidos morfológicamente.
Se trata de ríos fundamentalmente cortos, de menos de 50 km de longitud en su mayoría.
Poseen fuertes desniveles, pues pasan en muy pocos km desde altitudes de 1000/2000 m hasta la
del nivel del mar. En consecuencia, son ríos caracterizados por sus perfiles abruptos, que ejercen
una fuerte acción erosiva de tipo lineal, dando lugar a fuertes tajos, como las llamadas hoces del
Deva (Guipúzcoa), del Besaya (Cantabria), o del Sella (Asturias), entre otras.
Sólo destaca uno, de categoría media, el Miño, con más de 300 km de largo, el cual tiene, en
consecuencia, una cuenca de tamaño apreciable, en torno a los 15000 kms2
, que contrasta con la
cuenca de los ríos restantes, inferior a los 5000 Km2
.
La cuenca hidrográfica más importante es la formada por el complejo Narcea–Nalón
(Asturias). Otros ríos importantes son el Bidasoa, el Nervión, el Nansa, el Navia y el Eo.
b.- Unos ríos bien alimentados: Las características climáticas de este dominio, con aguas
abundantes y bastante regulares anual y mensualmente, permite que los ríos de la España Atlántica
estén bien alimentados, a pesar de un descenso apreciable en el semestre estival, el cual se acentúa
3
4. en parte por el carácter calizo o permeable del cauce de muchos de ellos. De todos modos, dada la
escasa extensión de su cuenca, su caudal absoluto, en la desembocadura, se suele situar entre los
50-100 ms3
/s, salvo el del Miño (250 ms3
/s). Su caudal relativo se coloca a la cabeza de todos los
dominios españoles, con cuantías superiores a los 10 l/s y km2
.
Su regularidad anual se expresa a través de su coeficiente de caudal anual, que se sitúa por
debajo de 4, índice medio de los ríos europeos. Por otra parte, su regularidad estacional, al tratarse
de ríos con una alimentación fundamentalmente constituida por precipitaciones en forma de lluvia, se
distribuye en dos períodos, uno máximo (semestre invernal) y otro mínimo (verano). Desde el punto
de vista del régimen de su alimentación, se deja notar algo el componente nival, ya que el máximo
se alcanza precisamente en el mes de abril, cuando las nieves se funden en las montañas de tipo
medio, mientras que las precipitaciones suelen alcanzar su máximo en el corazón del semestre
invernal. Su régimen, pues, sería pluvial o, a lo sumo, pluvionival.
2.2 - Los grandes ríos de la vertiente atlántica.
a.- Una red fluvial compleja: Al margen de algunos sectores endorreicos, el resto se articula
en una red fluvial compleja, en la que se localizan los ríos más largos de la Península -Duero, Tajo,
Guadiana, Guadalquivir, - con una longitud en torno a los 1000 km. Pero los ríos peninsulares llevan
adosados a su derecha y a su izquierda una tupida red de afluentes y subafluentes de tipo medio que
otorgan a estas redes fluviales un trazado dendrítico, es decir, en forma de árbol.
Como consecuencia, el perfil longitudinal de su cauce es tendido, de forma que abundan los
tramos caracterizados por un lento discurrir de sus aguas. Sin embargo, en determinados sectores el
perfil se puede tornar más abrupto, como es el caso del Duero a la salida de la Cordillera Ibérica o a
la salida de España en la frontera con Portugal, en los Arribes del Duero. Por ello, igualmente, sus
cuencas son ya muy notables. Con una extensión entre 60.000 y 100.000 km2
, son las mayores
cuencas hidrográficas de la Península Ibérica.
b.- Una alimentación igualmente compleja: A pesar de la escasez de precipitaciones en la
zona interior, la gran extensión de las cuencas de estos ríos contribuye a aumentar su caudal
absoluto, hasta ser los más elevados de la península (con cifras superiores a los 100 m3/s). Su
caudal relativo (entre 10-5 l/s/km2) presenta unos valores intermedios entre la España Atlántica y la
España Mediterránea Costera.
El régimen fluvial de estos ríos es irregular, con crecidas a finales del invierno y comienzos
de la primavera y mínimos estivales, aunque las aportaciones de sus afluentes (mejor alimentados
por su nacimiento en la montaña) dulcifican la irregularidad. Por otro lado, el carácter mediterráneo de
su régimen se muestra en la irregularidad interanual sólo superada por la de los ríos mediterráneos
costeros.
Los ríos más importantes de este dominio son: el Duero (Pisuerga, Esla, Eresma, Tormes), el
Tajo (Jarama, Tiétar), el Guadiana, o el Guadalquivir (Genil).
2.3 - Rasgos generales de los ríos de la vertiente mediterránea y la excepción del Ebro.
a.- Unos ríos cortos: a lo largo del litoral levantino, catalán, y del litoral andaluz dominan los
ríos cortos, con varias decenas de km nada más, y de reducida cuenca; sólo hay algunos de longitud
media, como el Segura, el Júcar, y el Turia. Su desnivel entre el nacimiento y la desembocadura es
igualmente fuerte y, por tanto, el perfil es abrupto, lo que crea imponentes tajos, como el famoso de
Ronda (Málaga).
b.- Unos ríos de carácter espasmódico: Representan solo el 30% de los de la península. Su
caudal, tanto absoluto como relativo, marca los mínimos españoles: el absoluto desciende siempre
4
5. por debajo de 50 m3
/s; el relativo se sitúa en menos de 5. Pero la gravedad de la escasez de este
caudal medio se aprecia mejor si se tiene en cuenta que es fruto de oscilaciones muy fuertes en su
régimen anual, pues su coeficiente de caudal anual, supera siempre la cifra de 30 y puede llegar al
infinito. Es decir, abundan los ríos habitualmente secos cuyo cauce sólo se llena de agua
ocasionalmente: son las ramblas o rieras, aprovechadas para cultivo, como vías de comunicación o
como suelo edificable, lo que provoca con una cierta frecuencia grandes catástrofes.
A esta irregularidad anual de los ríos mediterráneos se suma otra estacional. Poseen un
régimen de dos máximos y dos mínimos, derivados directamente del régimen de precipitaciones: es
el régimen fluvial equinoccial, caracterizado por la existencia de crecidas en otoño -las más
fuertes-, pero también en primavera -máximo secundario-. Ello se traduce -dadas la escasez de la
cubierta vegetal y del tipo de precipitaciones en forma de aguaceros- en un arrastre muy voluminoso
de aluviones por estos ríos costeros, que contribuyen a una sedimentación litoral muy importante,
hasta dar origen a deltas y otras formas de acumulación costera.
Las cuencas hidrográficas más importantes de la vertiente mediterránea son las siguientes:
en el Pirineo Oriental el Ter y el Llobregat, los ríos de Levante que nacen en el Sistema Ibérico
(Mijares, el Turia y el Júcar), los ríos de la España árida, con los caudales relativos más bajos
(Segura), y las cuencas meridionales andaluzas, con estiaje prolongado (Guadalhorce, el Andarax y
el Almanzora).
c.- La excepción del Ebro: El rio Ebro presenta un carácter diferenciado respecto al resto de
los ríos mediterráneos. Nace en Cantabria y desemboca en Tortosa formando un delta. Su régimen
fluvial es más complejo. Este largo río, de unos 910 Km y con una cuenca de 86.000 km2 recoge las
aguas de sus afluentes pirenaicos y esa es la razón por la que es el más caudaloso. Su régimen varía
desde el pluvionival de la cabecera hasta el pluvial mediterráneo en el tramo medio. Sus afluentes
más caudalosos proceden de los Pirineos, como el Aragón, el Gállego, y el sistema Cinca- Noguera-
Ribagorzana, Noguera-Pallaresa y el Segre. Desde el Sistema Ibérico el más caudaloso es el Jalón y
su afluente el Jiloca.
2.4 – La red fluvial insular, Ceuta y Melilla
Los archipiélagos carecen de ríos propiamente dichos. Tienen arroyos o corrientes de agua de
escaso caudal, alimentados por manantiales.
En Canarias la sobreexplotación de acuíferos supone actualmente que apenas existan arroyos
permanentes. En Baleares existen torrentes y acuíferos, favorecidos por la litología caliza.
Ceuta y Melilla reducen sus recursos hídricos a una red de arroyos de escasa longitud y de
acusado carácter estacional y torrencial.
III. HUMEDALES
(Libro, pp. 85-86)
IV. AGUAS SUBTERRÁNEAS
(Libro, p. 87)
V. LA PROBLEMÁTICA DE LOS RECURSOS HÍDRICOS EN ESPAÑA
5.1. Necesidad y disponibilidad de agua: los usos del agua en España.
5
6. El agua es un elemento esencial para los ecosistemas naturales, e indispensable para un gran
número de actividades humanas. En España el consumo de agua ha experimentado un incremento
considerable en los últimos cuarenta años debido al aumento del nivel de vida, al desarrollo industrial,
a la expansión urbana, al incremento del regadío agrícola, al desarrollo de áreas turísticas por la
fuerte demanda, a la expansión de las segundas residencias en áreas urbanas. Por esto ha pasado
de ser considerado como un bien abundante a que en el momento actual sea escaso. Sus usos
fundamentales son:
Regadío agrario: consume en torno al 80 % del agua en España, mejorando de forma
ostensible el rendimiento de las explotaciones agrícolas.
Producción energética en centrales hidroeléctricas. 6´4 % del uso del agua. La utilizan
como refrigerante y para transformarla en vapor las centrales térmicas y las nucleares.
Consumo urbano (doméstico, turismo, zonas ajardinadas): 14 % del total. Pese a no ser
un porcentaje muy elevado sitúa a España en el tercer lugar mundial de consumo de agua
por persona: 1174 m3
por persona y año.
Evacuación de desechos procedentes de actividades agrícolas, ganaderas, urbanas e
industriales.
Actividades como la pesca o la navegación o algunos usos recreativos (piscinas,
parques de agua, campos de golf) necesitan el agua.
5.2. La desigual distribución de los recursos y sus causas.
La relación entre los recursos hídricos existentes y el consumo se efectúa mediante el balance
hídrico. En España ese balance es positivo, pues cada año caen unos 346.000 hm3
en forma de
lluvia. La importancia de la evaporación hace que queden disponibles en los ríos y acuíferos unos
109.000 hm3
, cifra relativamente elevada en relación a la demanda total de agua: 20.000 hm3
/año.
Pero existen una serie de problemas que hacen que sólo una parte de los recursos sean
aprovechables:
La disponibilidad de agua procede principalmente de los ríos que se caracterizan por su
irregularidad estacional e interanual, así como por su desigual distribución espacial. Por
este motivo existen cuencas excedentarias (norte, Duero, Tajo y Ebro), cuencas con equilibrio
entre recursos y demanda y cuencas deficitarias -las cuencas mediterráneas, salvo la del
Ebro-. El agua procedente de acuíferos y de la desalinización marina supone un volumen
escaso.
La demanda se concentra donde los recursos hídricos son más escasos: el arco
mediterráneo.
La actual red de presas resulta insuficiente para cubrir la demanda. Muchas de las presas
existentes han visto reducida su capacidad por el aterramiento.
Existen importantes pérdidas anuales de agua por la utilización de sistemas de riego
inadecuados o a las fugas de las conducciones agrarias y urbanas.
Por estos problemas existe un déficit anual de unos 3000/4000 hm3
que aumentará en el futuro.
3.3. La política hidráulica como vía de solución.
La política hidráulica se ocupa de regular y gestionar los recursos hídricos e intentar paliar los
problemas que les afectan. La regulación se hace en la Ley de Aguas de 1985 (la que estaba vigente
era de 1879), que considera como dominio hidráulico del Estado las aguas continentales, tanto las
superficiales como las subterráneas fluyentes, los cauces de corrientes naturales continuas y
6
7. discontinuas, los lechos de los lagos y lagunas y los de los embalses superficiales en cauces públicos
y los terrenos acuíferos subterráneos.
La gestión de los recursos se realiza mediante las políticas hidráulicas cuyos objetivos son
aumentar los recursos, prevenir las inundaciones, mejorar la calidad del agua, disminuir la demanda
con medidas de ahorro y reutilización e impulsar la investigación. Los primeros proyectos de
regulación hidrológica mediante la construcción de embalses para mejorar la utilización de los
recursos datan de principios de siglo. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, se crearon las
Confederaciones Hidrográficas para cada una de las grandes cuencas, con el fin de estudiar y
planificar sus recursos hídricos.
Actualmente los instrumentos de la política hidráulica son:
a.- Los Planes hidrológicos de cuenca que determinan las obras necesarias en cada
cuenca. En las cuencas intercomunitarias (afectan a más de una Comunidad Autónoma) son
elaborados por las confederaciones hidrográficas, mientras que en las demás son los gobiernos de
cada comunidad los que los elaboran para ser después sometidos a la aprobación del Consejo de
Ministros.
b.- El Plan Hidrológico Nacional coordina los planes de las cuencas e indica las actuaciones
para regular los recursos hídricos en todas. Sus previsiones contemplan inversiones en actuaciones
medioambientales y en obras de regularización.
Las primeras contemplan el abastecimiento, saneamiento y depuración de aguas, la
modernización de los regadíos, el acondicionamiento de cauces para prevenir avenidas y actuaciones
tendentes a mejorar la calidad de las aguas en consonancia con las directrices europeas que plantea
objetivos de este tipo para el año 2020. En estas actuaciones se invertirá más del 80 % del
presupuesto. Es necesario saber cuáles son las principales obras hidráulicas, es decir, las
infraestructuras para regular los recursos hídricos y mejorar la calidad del agua.
En relación con los ríos esas obras son los embalses: grandes extensiones de agua
almacenada artificialmente mediante la construcción de una presa, cuyo aprovechamiento puede ser
para producción de energía eléctrica o para aprovechamiento agrícola, o para ambos. Los canales de
distribución para abastecer núcleos de población, industrias y riego, y los trasvases con el fin de llevar
agua entre cuencas excedentarias y deficitarias. Hay 38, destacando el trasvase Tajo-Segura.
También hay que tener presente que existen otros recursos hídricos como lagos, acuíferos y
aguas marinas. En este caso las obras hidráulicas se realizan tratando de obtener energía
hidroeléctrica en algunos lagos pirenaicos, el aprovechamiento de acuíferos mediante pozos o
galerías para usos agrícolas, industriales o urbanos en graves momentos de escasez o el
aprovechamiento del agua del mar mediante la desalinización. Existen actualmente unas 250
instalaciones desalinizadoras localizadas en Canarias, Baleares, Ceuta, Alicante, Murcia y Almería.
Las obras para mejorar la calidad del agua son las plantas potabilizadoras y las depuradoras.
Las primeras tratan las aguas que van a ser consumidas, mientras que las segundas tratan aguas
residuales para evitar que contaminen. La Unión Europea ha obligado a instalarlas en todas las
poblaciones con más de 10.000 habitantes.
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