Este libro cuenta la historia de Belén, una niña que vivió con valentía y esperanza a pesar de sufrir de cáncer durante 11 años. El libro fue escrito por su madre para inspirar a otros niños enfermos y madres que enfrentan la difícil prueba de tener un hijo con una enfermedad terminal. También busca recordarles a las personas con capacidades diferentes y a los enfermos terminales que no deben perder la alegría de vivir. La madre espera que compartiendo la historia de Belén y cómo logró encontrar paz aceptando

1. Luz en la oscuridad
INTRODUCCIÓN
Este libro representa uno más de los sueños de Belén. Está escrito como si me
dirigiera a ella para contarle una historia: su historia. Está construido a base de la
misma fortaleza que le permitió vivir cada día como si fuera el último, Ella siempre
quiso narrar sus experiencias a los niños aquejados por el cáncer, para decirles que
fueran tan valientes como ella. A pesar del sufrimiento que le causaba la fatal
enfermedad, Belén nunca perdió la fe ni el entusiasmo por vivir.
Además de cumplir un compromiso con mi hija, espero que estas páginas sirvan
como un ejemplo de esperanza para cualquier madre que esté pasando por una prueba
tan difícil y dolorosa como lo es tener un hijo sentenciado por una enfermedad
incurable.
También van dirigidas a las personas con capacidades diferentes, recordándoles que
no deben perder la alegría de vivir.
Van dirigidas a los enfermos terminales y a sus familiares, con el fin de que valoren
en su justa medida a la muerte y se acojan al bien morir.
Sé que las cosas pasan por algo, que son pruebas que Dios nos manda y que, a veces,
nos cuesta trabajo comprender. De ahí que lo importante no es lo que vivimos, sino
¿Qué hacer con nuestras vivencias?, ¿Cómo actuar?, ¿Cómo resolver las dificultades
que se nos presentan? y, quizá lo más importante, ¿Qué hacer para lograr la felicidad?
Un hijo es lo más maravilloso que nos puede suceder; es parte de nuestro futuro. Por
eso, cuando se nos va, sentimos que nos arrancan la vida. Es muy difícil aceptar su
muerte y más difícil aún trascender en el dolor que nos ocasiona su pérdida-
Cuando Belén se enfermó no dejaba de preguntarme en mi interior: ¿Por qué a mí?,
¿Por qué a mi hija?, ¿Por qué esta prueba tan dolorosa? Hoy es un para que en mi vida.
Sólo cuando, finalmente, puse todo este sufrimiento en las manos de Dios, pude
aceptar lo inevitable y encontré la paz. Sin duda, el proceso desencadenó en mí un
cambio favorable; ahora soy más tolerante, paciente y humana.
Belén me dejó un legado invaluable y maravilloso: mucho amor y amigos sinceros.
También me legó su capacidad de resistir y aceptar el dolor acumulado a lo largo de 11
años.