Este documento habla sobre reconocer la voz de Jesús entre las muchas voces que nos llegan cada día. Explica que la voz de Jesús es una voz amiga que nos conoce profundamente y nos ofrece amor incondicional. Alienta a los lectores a escuchar la voz de Jesús, seguirlo como el Buen Pastor, y compartir su mensaje de esperanza con los demás.
1. LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
IV Domingo de Pascua. Evangelio (Juan 10, 27-30). 21 de ABRIL 2013
En aquel tiempo, dijo Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y
yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi
Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo
y el Padre somos uno.
“Pero… ¿Cuál es tu voz?”
El primer problema es reconocer la suya entre tantas voces que nos llegan. Vienen en tropel, al
asalto. Nos bombardean a diario ofreciéndonos, informándonos, pidiéndonos; sobre todo
pidiéndonos. Y, ante tal aluvión, nos sentimos perdidos. Porque todos llegan poniendo su mejor
cara, echan mano del tono más agradable, usan las palabras más persuasivas. ¿Cómo
reconocer, entre tanta voz de mercenario, la voz del Pastor?
Habrá que cribar mucho. Eliminar la voz que nos llega avasallando, imponiendo, maniatando.
Eliminar también la que trae detrás –se la ve asomar, medio escondida- una intención de
servirse de nosotros, de enriquecerse a costa nuestra. Eliminar la voz hueca de quien pretende
exigirnos lo que él es incapaz de hacer; y la voz sinuosa del que llega con engaños; y la
empalagosa del que quiere ganarnos con halagos. Cribar, discernir cuidadosamente: que sólo
vaya quedando lo auténtico, lo noble, lo que construye.
La suya es una voz amiga. Tiene el acento familiar, directo de quien no es la primera vez que
nos visita. Sabe llegar al fondo nuestro, a ese fondo cuya llave guardamos celosamente.
No se deja engañar por nuestra fachada, porque conoce las razones íntimas de nuestras
actitudes.
Su voz tiene un tono inconfundible: el del amor. Un amor que sale al encuentro, que no espera
para ofrecerse; pero que, al mismo tiempo, sabe esperar, no exige, no pasa recibo.
Una voz así no puede caer en el vacío. Es la voz del Pastor. Hay Vida dentro. Trae aires nuevos
de esperanza. Pide, sí; mucho. Todo. Pero porque antes ha sido Él capaz de darlo todo, de
darse entero…
Vale la pena escuchar esa voz, abrirse de corazón a ella.
Vale la pena seguir a este Pastor, dejarse conducir por Él “hacia fuentes de aguas vivas”.
Vale la pena, también, dedicar la vida a ser pastor; con minúscula, claro: reflejo, eco, torpe
figura del único Buen Pastor: Jesús.
Hoy, el domingo del Buen Pastor, no estaría mal que nos asomáramos por esa ventana de la
Iglesia que da al mundo, y nos paráramos a escuchar los clamores que desde él nos llegan.
Que, una vez reconfortados por la Palabra y por la Eucaristía, saliéramos del templo y nos
metiéramos en medio de la gente, dispuestos a compartir sus tristezas, sus angustias y sus
anhelos. Sería la manera de poder ofrecerles algún día, sin que les suene a postizo, ese
mensaje de esperanza que Jesús nos ha dado para ellos.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Qué voces oímos más a menudo en estos días?
¿Seguimos alguna de ellas con interés?
¿Esa voz que sigues se parece a la voz del Buen Pastor?
¿Vamos a pensar las diferencias? ¿Tendremos que afinar el oído?
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.