Jesús es el HOMBRE DE AMOR HERIDO. El hombre que ha asumido el pecado, la muerte de la humanidad, para darle Vida nueva. El hombre que ha dejado manar de su costado la sangre y el agua como prueba de amor y misericordia. Y este es el reto: amar y darse hasta el extremo como Jesús.
2. Tú me sedujiste, Jesús, y
yo me dejé seducir: Tú
fuiste más fuerte que yo,
y me venciste. Me
forzaste, me poseíste;
me hiciste tuyo. Tú me
invadiste, me llevaste,
como pura arenita, en
las olas recias de tu
amor.
3.
4. Tú, Jesús, eres el único
–EL ÚNICO- que ha
hecho posible el que yo
haya dejado atrás un
mundo de proyectos, de
utopías, de cosas bellas
por las que ya no lucho.
Ahora tu ritmo es mi ritmo; ahora, tu canto es mi
canto; ahora, el aroma de tus vestidos es mi aroma;
ahora, SÓLO ME QUEDAS TÚ.
5.
6.
7. Me seduce verte escondido
en Nazaret; verte aldeano,
campesino, un sencillo
Carpintero. Me seduce verte
agarrado a la garlopa y
trabajar la madera hasta
sudar, ganando el pan de
cada día.
Me seduce verte cargando al
hombro la leña que has
buscado en el monte, y que
tu madre necesita para cocer el pan en el horno.
8. Me seduce verte con el
cántaro de barro yendo a la
fuente en busca del agua
fresca para que cuando
regrese del trabajo tu padre
José, se refresque y se sienta
bien. Me seduce verte en la
sinagoga, sentado en los
bancos con otros jóvenes, y
recitando los salmos de tu
pueblo y escuchando la
Palabra de Dios, de los
profetas.
9. Me seduce el misterio de tus 30
años de vida oculta en Nazaret,
siendo uno de tantos. Tan
hombre, tan como nosotros, tan
humano, sólo podías ser Tú, Hijo
del Dios vivo.
Me seduce verte caminando solo por los caminos de
tu tierra, a paso ligero y pobre de equipaje. Me
seduce verte llamar en el lago a Pedro o a Andrés, a
Santiago o a Juan, mientras remiendan las redes.
Llamarles con poder y arrancarles de sus barcas y sus
casas. Me seduce verte caminando de pueblo en
pueblo, de ciudad en ciudad, anunciando la Buena
Nueva del Reino, el Evangelio de la Gracia de Dios.
10. Me seduce tu lenguaje
directo, claro, cargado
de fuerza y tocando el
corazón de los que te
seguían.
Me seduce verte en la noche durmiendo a la intemperie en
el bosque o comiendo granos de trigo con los tuyos. Me
seduce oírte decir que el perdón tiene más fuerza que el
odio, que hay más alegría en dar que en recibir, que
prefieres la misericordia al sacrificio; que los pobres, los
que lloran, los perseguidos, los marginados tendrán el
Reino de Dios. Me seduce oírte hablar de corazón limpio,
de palabra cumplida, de verdad transparente, de no llevar
caretas, de dar la cara.
11.
12. Me seduce verte junto al ciego del
camino y untar sus ojos con lodo y
abrírselos al roce de las aguas; me
seduce verte tocar al leproso o al
paralítico y curarles y mandarles a
casa libres.
Me seduce verte llorar sobre tu ciudad sagrada de
Jerusalén, o junto a la tumba de tu amigo Lázaro. Me
seduce verte rodeado de pecadores, marginados,
prostitutas, el desecho de la sociedad y sentarte a la mesa
con ellos. Me seduce verte abrazado por una mujer de
mala vida que llora a tus pies, y los besa, y los limpia con
sus hermosos cabellos. Me seduce respirar el perfume de
nardo que una mujer ha derramado sobre tu cabeza y que
ha llenado la casa de fragancia.
13. Me seduce oírte decir:
“perdonados son tus
pecados; no peques más y
vete en paz”. Me seduce
verte llamar a la vida a la
joven de Naín y a la
muchacha de Jairo y ellos
renacer a una vida joven que
habían perdido.
Me seduce verte dar de comer a tanta gente, y de
sentir pena porque no tienen pastores que los guíen.
Me seduce tu misericordia, ternura y bondad infinitas.
14. Y mucho más me seduce verte
colgado del madero de la Cruz;
colgado como un maldito. Solo y
abandonado, rasgado y roto; abiertos
tus brazos de par en par, traspasado
el costado por la lanza, tus llagas
chorreando sangre; jadeando sin
apenas poder respirar.
Me seduce verte cumpliendo en la cruz la voluntad del
Padre, esa Voluntad que era dar tu vida por nosotros. Me
seduce oírte clamar al Padre que te había abandonado;
perdonarnos con ternura; pedir ayuda, agua para tu sed;
darnos lo mejor de lo que tenías: tu Madre.
15.
16. Me seduce verte dormido en el seno de la tierra;
descansando en el
“sabbath” de Dios;
dormido en el sueño de
la muerte; me seduce
verte romper al alba, la
piedra de la tumba y
ponerte en pie como el
primer nacido de entre los muertos.
Me seduce verte glorioso, exaltado, resucitado de
entre los muertos.
17.
18. El que quiera salvar su vida, la perderá;
pero EL QUE PIERDA SU VIDA POR MÍ LA
ENCONTRARÁ”