Jesús propone que sus discípulos sean hombres nuevos transformados por dentro más que enfocarse en prácticas externas. El Espíritu Santo renueva nuestro espíritu y nos hace participar de la vida de Cristo para transformar el mundo desde Él. Al ser injertados en Cristo por el bautismo, somos creados como un hombre nuevo con justicia y santidad.
3. JESUS NOS PROPONE SER HOMBRES NUEVOS
El Señor Jesús ha
insistido siempre en que
lo importante para sus
discípulos no son los
prácticas externas,
como el ayuno, si estas
no implican una
transformación de la
persona.
4. San Mateo 9,14-17.
Entonces se acercaron los
discípulos de Juan y le dijeron:
"¿Por qué tus discípulos no
ayunan, como lo hacemos
nosotros y los fariseos?". Jesús les
respondió: "¿Acaso los amigos del
esposo pueden estar tristes
mientras el esposo está con ellos?
Llegará el momento en que el
esposo les será quitado, y
entonces ayunarán. Nadie usa un
pedazo de género nuevo para
remendar un vestido viejo,
porque el pedazo añadido tira
del vestido y la rotura se hace
más grande. Tampoco se pone
vino nuevo en odres viejos,
porque los odres revientan, el vino
se derrama y los odres se pierden.
¡No, el vino nuevo se pone en
odres nuevos, y así ambos se
conservan!".
5. Con Jesús en el camino hacia un
hombre nuevo
Esta Gracia bautismal que nos
sumerge en Cristo, como hemos
visto el día lunes, que nos hace
participar sin decíamos que es un
término griego que quiere decir
con, en nuestro idioma. Con Cristo
queremos padecer,
compadecernos con El..
Con Cristo queremos introducirnos
desde El en el misterio de la vida de
los hermanos en la caridad para
poder con El transformar el mundo.
Para esto hay que dejar que el don
de la Gracia del Señor Jesús
termine por revestir todo nuestro ser.
Al que Pablo llama en éste sentido
hombre nuevo que nace, dice
Pablo en Colosenses, del
revestimiento interior que la Gracia
bautismal obra en aquel que es
injertado en Cristo
7. Efesios 4; 17 - 24
Os digo, pues, esto y os conjuro en el
Señor, que no viváis ya como viven los
gentiles, según la vaciedad de su mente,
sumergido su pensamiento en las
tinieblas y excluidos de la vida de Dios
por la ignorancia que hay en ellos, por la
dureza de su cabeza los cuales,
habiendo perdido el sentido moral, se
entregaron al libertinaje, hasta practicar
con desenfreno toda suerte de
impurezas. Pero no es éste el Cristo que
vosotros habéis aprendido, si es que
habéis oído hablar de él y en él habéis
sido enseñados conforme a la verdad de
Jesús a despojaros, en cuanto a vuestra
vida anterior, del hombre viejo que se
corrompe siguiendo la seducción de las
concupiscencias, a renovar el espíritu de
vuestra mente, y a revestiros del Hombre
Nuevo, creado según Dios, en la justicia y
santidad de la verdad.
8. EL ESPÍRITU NOS HACE HOMBRES
NUEVOS
«Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el
cielo... luz que penetras las almas» (Secuencia
de Pentecostés). Como la columna luminosa
que alumbraba el caminar del pueblo por la
noche (cf. Ex 13,21-22), el Espíritu Santo guía a
los discípulos de Jesús hacia la verdad
completa, como «maestro interior» (cf. Jn 16,13-
15).
El Espíritu Santo es Dios dado como vida al
hombre, no desde fuera sino desde dentro de su
subjetividad, intimidad y libertad constitutiva.
Esta acción transformadora del Espíritu que crea
un hombre nuevo, es explicada por San Pablo
con tres imágenes potentes: «Es Dios quien a
nosotros y a vosotros nos confirma en Cristo, nos
ha ungido, nos ha sellado y ha depositado las
arras del Espíritu en nuestros corazones» (2 Cor
1,21-22; cf. Ef 1,13; Ef 4,30).
La unción, acción simbólica que consiste en
derramar aceite sobre la cabeza, remite a la
fuerza de Dios derramada en el interior del
hombre y que lo va abriendo desde dentro de
su ser a la palabra, la experiencia y la misión
que Dios le encarga.
9. El Espíritu crea una nueva
vida: la gracia santificante
El anuncio del Evangelio se presenta en el
Nuevo Testamento, no sólo como una
propuesta de sentido o como un mensaje
moral, sino, ante todo, como un
acontecimiento del que nace una nueva
existencia. Se trata de una nueva creación
fruto de una alianza nueva de Dios con el
hombre, que ha producido un hombre nuevo:
«Renovaos en vuestro espíritu y vestíos del
hombre nuevo, creado según Dios en justicia y
santidad verdaderas» (Ef 4,23-24).
Esta nueva existencia está constituida por la
acción de las tres divinas Personas y por la
nueva relación del hombre con ellas. Se trata,
por tanto, de tres acciones y tres relaciones
distintas, pero estrechamente coordinadas:
«La gracia del Señor Jesucristo, el amor del
Padre y la comunión del Espíritu Santo sean
con todos vosotros» (2 Cor 13,13).
10. Los 10 mandamientos
Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No pronunciarás el nombre de Dios
en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No cometerás actos impuros.
No robarás.
No dirás falsos testimonios ni mentirás.
No consentirás pensamientos ni
deseos impuros.
No codiciarás los bienes ajenos.