Este documento discute la diferencia entre cultura, educación y literatura. Argumenta que la cultura se refiere al prestigio mientras que la educación ha perdido dignidad. También señala que la literatura depende de las condiciones en que se produce y se consume, no solo de los libros en sí mismos. Finalmente, propone que la enseñanza literaria puede ayudar a las personas a expresarse y a aprender sobre el mundo.

1. LA DISCIPLINA DE LA IMAGINACIÓN En las siguientes líneas se pretende diferenciar lo que es la cultura, la educación y la literatura, ya que en la actualidad se les ha dado otro significado y por consiguiente ocasiona conocimientos y aprendizajes erróneos que repercutirán en las nuevas generaciones. Por lo tanto se pretende que se conozcan y sepan más sobre ellos. La cultura es el campo del prestigio, y la educación es un oficio que ha sido despojado en los últimos años de toda su dignidad pública y de gran parte de su legitimidad moral. Por lo tanto para alcanzar la categoría de culto no es necesario saber, sino estar al día. Los escritores hoy en día se lamentan de la falta de lectores ya que las administraciones gastan en televisiones consagradas a emitir basura comercial e ideológica el mismo dinero que escatiman en bibliotecas o plazas de profesores. En la literatura no es posible reflexionar si antes no se establecieron las condiciones en que se produce, las relaciones entre el acto de escribir y el de leer, ya que a nadie le interesa aprender cosas inútiles, recordemos que leer no es hacer méritos para aprobar ni para demostrar que se está al día. La literatura es un atributo de la vida y un instrumento de la inteligencia, de la razón y de la felicidad, es una consecuencia del instinto de la imaginación, que opera con plenitud en la infancia y que poco a poco suele ir atrofiándose, como todo órgano que se deja de usar. La imaginación es muy fuerte y tarda en ser vencida. Para introducir a los niños y a los jóvenes en el reino de los libros hay que enseñarles que éstos no son monumentos intocables o residuos sagrados, sino testimonios cálidos de la vida de los seres humanos, palabras que nos hablan con nuestra propia voz y que pueden darnos aliento en la adversidad y entusiasmo o fortaleza en la desgracia. La literatura es un tesoro infinito de sensaciones, de experiencias y de vidas. Gracias a los libros, nuestro espíritu puede romper los límites del espacio y del tiempo, es una ventana y también es un espejo. Pero que resulte necesaria no quiere decir que sea un tesoro puesto al alcance de la mano, que cualquiera pueda sin esfuerzo escribirla y leerla. La literatura no está sólo en los libros, está en la habitación cerrada en la que alguien escribe a altas horas de la noche o en el dormitorio en el que un

2. padre le cuenta un cuento a su hijo, que tal vez dentro de unos años se desvelará leyendo un tebeo, y luego una novela. Uno de los lugares donde más intensamente sucede la literatura es el aula en donde un profesor sin más ayuda que su entusiasmo y su coraje le transmite a uno solo de sus alumnos el amor por los libros, el gusto por la razón en vez de por la brutalidad, la conciencia de que el mundo es más grande y más valioso que todo lo que puede sugerirle la imaginación. La enseñanza de la literatura sirve para que nosotros mismos aprendamos a expresarnos mediante ese signo supremo de nuestra condición humana, la palabra inteligible, la palabra que significa y nombra y explica. Por lo tanto, rescataremos que tanto la cultura y la educación conllevan al desarrollo de la literatura, siempre y cuando va a depender del individuo, ya que él es el responsable de lo que quiere realizar, además del empeño y la motivación que le imprima en sus actos. Por medio de la cultura puedes tener conocimientos generales de los diversos comentarios que surgen, pero la educación ofrece las bases de los conocimientos, y por lo tanto la literatura permite el escribir, reflexionar imaginar y opinar acerca de un tema determinado.
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