Este documento presenta un resumen biográfico de Juan Ramón Jiménez, autor de Platero y yo. Detalla eventos clave en su vida como su nacimiento en 1881, sus primeras publicaciones y amores, su exilio a Cuba y Estados Unidos debido a la guerra civil española, y el fallecimiento tanto de su esposa como el propio en 1958. También incluye extractos de su poesía así como descripciones de la casa, el burro Platero y cómo este tuvo crías con otra burra.
Centenario del Poeta
Y dramaturgo de especial relevancia
En la literatura española
Del siglo XX
Orihuela, 30 de Octubre de 1910
Alicante 28 de Marzo 1942
Centenario del Poeta
Y dramaturgo de especial relevancia
En la literatura española
Del siglo XX
Orihuela, 30 de Octubre de 1910
Alicante 28 de Marzo 1942
3. BIOGRAFÍA
El autor del famoso libro Platero y yo, Juan Ramón Jiménez nació el 23 de
diciembre de 1881 en Moguer.
Era hijo de Víctor Jiménez y Purificación Mantecón López-Parejo, quienes se
dedicaban al comercio de vinos.
Comenzó la carrera de Derecho impuesta por su padre en la Universidad de
Sevilla, aunque la abandona en 1899. En 1900 se trasladó a Madrid y publicó sus
dos primeros libros de textos, Ninfeas y Almas de violeta.
Su primer amor fue la idealizada Blanca Hernández Pinzón, la "novia blanca" de
sus versos; en 1905 regresa a su pueblo natal a causa de los problemas
económicos por los que atravesaba su familia.
En Madrid, conoce a Luisa Grimm, gran amante de la poesía, le da a conocer a
Jiménez muchos textos líricos escritos en inglés.
En 1913 conoce a Zenobia Camprubí Aymar . Y en 1913 y se enamora
profundamente de ella y se casan. En 1936, año que marca en su obra el paso de
la etapa intelectual a la etapa suficiente o verdadera, estalla la Guerra Civil
Española y apoya decididamente a la República.
4. Acoge en su casa a varios huérfanos de la guerra a los que alimenta,
instruye y viste. En 1937 se traslada a Cuba para dar tres conferencias;
en 1938 su sobrino Juan Ramón Jiménez Bayo perece en el frente
de Teruel, lo que dejó a Juan Ramón absolutamente destrozado.
En 1939 las hordas de los sublevados saquean el piso de la pareja en la
calle Padilla de Madrid y roban los libros, manuscritos y pertenencias
del poeta y de su mujer. Entre 1939 y 1942 se establecen en Miami,
Florida, donde compone los Romances de Coral Gables; en 1940 es
hospitalizado unos meses en el Hospital universitario de Miami por
depresión. En 1946 el poeta permanece hospitalizado otros ocho
meses a causa de un nuevo episodio depresivo. En 1956 la Academia
Sueca le otorga el Premio Nobel de Literatura por su obra Platero y Yo.
Tres días después, muere su esposa en San Juan. Él jamás se
recuperará de esta pérdida y permanece en Puerto Rico mientras que
Jaime Benítez, acepta el premio en su nombre. Juan Ramón Jiménez
fallece dos años más tarde que su esposa (1958) el día 29 de mayo, en
la misma clínica en la que falleció su esposa. Sus restos fueron
trasladados a España.
5.
6. POESÍA Y OBRAS
Juan Ramón Jiménez tiene una poesía panteística, exacta y precisa.
A continuación podrán leer algunas de ellas:
“EL MAR LEJANO”
La fuente trueca su cantata.
Se mueven todos los caminos...
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué nuevo estás entre los pinos!
Viento del sur ¿vienes sonoro
de granas? Ciegan los caminos...
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué loco estás sobre los pinos!
Dice el verdón no sé qué cosa.
Mi alma se va por los caminos...
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás bajo los pinos!
7. “ADOLESCENCIA”
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios
—El paisaje soñoli
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.—
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
—
Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.—
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
8. “Y ahora algunos fragmentos de sus obras:
“PLATERO Y YO”
" En el arroyo grande que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos encontramos,
atascada, una vieja carretilla, perdida toda bajo su carga de hierba y de
naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre una rueda, queriendo ayudar con
el empuje de su pechillo en flor al borricuelo, más pequeño, ¡ay!, y más flaco que
Platero. Y el borriquillo se despachaba contra el viento, intentando, inútilmente,
arrancar del fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano su
esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas cansadas del
verano que se caen, en un desmayo, entre las flores. Acaricié a Platero y, como
pude, lo enganché a la carretilla, delante del borrico miserable. Lo obligué,
entonces, con un cariñoso imperio, y Platero, de un tirón, sacó carretilla y rucio del
atolladero y les subió la cuesta. ¡Qué sonreír el de la chiquilla! Fue como si el sol
de la tarde, que se quebraba, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos
cristales, le encendiese una aurora tras sus tiznadas lágrimas. Con su llorosa
alegría, me ofreció dos escogidas naranjas, finas, pesadas, redondas. Las tomé,
agradecido, y le di una al borriquillo débil, como dulce consuelo; otra a Platero,
como premio áureo. "
9. “Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de
algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son
duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas
apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente:
"¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé
qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de
miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por
dentro, como de piedra... Cuando paseo sobre él, los domingos, por las
últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y
despaciosos, se quedan mirándolo:
- Tien’ asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.”
10. LA CASA GRANDE
Y LA CUADRA
La casa de Juan Ramón era grande y tenia patio, jardín, corral y
huerto. Al huerto y al jardín daba la galería, y en el corral, donde
había un pozo, estaba la cuadra de Platero.
Cuando al anochecer, regresaban a casa Juan Ramón y Platero, lo
primero que hacía el poeta era acercarse al pozo a sacar agua
para su burro.
A Juan Ramón se le alegraba el alma al lado de aquel pozo.
Mientras Platero se bebía un cubo de agua con estrellas, él se iba
a esperarlo al lado de la cuadra y miraba la Luna.
11. Apenas salía el sol, ya estaba Platero llamando a Juan Ramón, al
principio con rebuznos cortos y apagados, y luego, ya más
despierto, con alegres y sonoros rebuznos.
Diana, la bella perra blanca, a la que le gustaba echarse a dormir
entre las patas de platero, corría hacía Juan Ramón.
Y la vieja cabra gris les miraba desde lo más alto del pesebre.
12. DESCENDIENTES DE
PLATERO
Una mañana de verano, Juan Ramón Jiménez se
dirigía al granero donde pasaba Platero la noche.
Juan Ramón llevaba una burra. Platero se
sorprendió mucho al ver a la burra. Platero y la
burra, que se llamaba Plata, hicieron muy buenas
amigas. Se enamoraron.
Juan Ramón, como quería tanto a su burro, les
organizo la boda perfecta para dos burros.
13. Un año y diez días más tarde, Juan Ramón
Jiménez se dirigía al establo cuando escuchó
unos rebuznos que no le resultaban familiares.
Cuando entró en el pequeño y acogedor
granero, se encontró con dos pequeños
burritos que se acomodaban entre el heno
esparcido por la tierra y le miraban con una
mirada muy tierna. Juan Ramón no sabía si
venderlos o quedárselos. Pero tras varias
semanas meditando la decisión, no pudo
separarse de los pequeños burritos asique
decidió quedárselos.
14. Los dos burritos, crecían sanos y fuertes. Platero y
Plata estaban muy contentos de ver crecer a sus
burritos. Juan Ramón también les quería, les sacaba a
pasear junto a su padre y a su madre y les daba de
comer muchas uvas y naranjas.
Los dos burros crecieron y sustituyeron a Platero y a
Plata.
Mientras Platero y Plata descansaban en el
granero, ya los adultos burros trabajaban como el
viejo Juan Ramón.
Cuando Platero y Plata fallecieron, ocuparon su lugar
en el cielo, esperando la llegada de Juan Ramón y sus
burritos a su granero de estrellas.