Julio González nació en Barcelona en 1876 y se mudó a París para convertirse en pintor. Allí conoció a Picasso y Gargallo. Aunque quería ser pintor, sus conocimientos en forja heredados de sus padres lo llevaron a dedicarse a la escultura en metal. Sus obras cubren estilos figurativos, cubistas y abstractos y es considerado un gran escultor.